Comentaba
con una abuela entristecida por que su única nieta emigró sin fecha de regreso
hacia el otro lao del mundo, que ahora la juventud vivía molesta gracias a los
pediatras, esos doctores con sus consultorios pulcros, llenos de juguetes con
decenas de madres y sus retoños esperando consulta, donde se escuchan las
historias más fanáticas que se puedan concebir, allí uno ve a las señoras muy
orgullosas mostrando nos niños de más de un año que no comen más que la leche
materna, otras con bebes eternamente llorosos pues a los seis meses los
castigan con solo formula y algunos amagos de comida sólida. No es de extrañar
que esos pobres niños crezcan con rabia acumulada, gracias a la sabiduría de
los pediatras que les prohíben a las señoras hacer lo que nuestras abuelas
hicieron con uno pues según los muy doctos hombres y mujeres de ciencia,
nuestros niños son muy débiles y todo puede atentar contra su salud.
En
mi caso, la verdad jamás le hice mucho caso al pediatra, creo que eso debió
haber pesado bastante en mi divorcio de aquella señora que es la madre de mi
hija, fueron peleas antológicas cuando entre la suegra y yo le dábamos a
escondidas comida solida a mi hija de solo un par de meses o cuando ya hasta el
cuello económicamente hablando pues la niña se tomaba una lata de formula al
día, decidí de manera unilateral, con el apoyo de suegras y abuelas darle leche
completa antes de los tres meses de nacida pues mi adorada bebé vivía con
hambre y ya los engaños de agua de cebada o de cebada molida no hacían efecto,
esa muchacha lo que tenía era hambre, así tuve que para por el incordio de
visitar al pediatra y mentirle descaradamente para salvar la honra de la madre
frente a la horda de señoras fanáticas que hace antesala en todos los
consultorios pediátricos del país, para mí siempre fue una tortura hacer
antesala en esos sitios.
En
fin, haciendo esta reflexión pienso con preocupación y mucho de angustia en
esos otros nuevos padres que se estrenan cada día, si hace once años era
complicado esto de tener hijos, cuando comprar pañales, leche, champú, jabones
y hasta detalles para el bebé era un asunto de moverse al supermercado más
cercano, quizás la parte complicada era la de saber cuál marca de pañales no le
daba alergia al niño, el mercado siempre podía tener carnes, pescados, verduras
sin que esto supusiera quedarse sin comer otras cosas. Ahora donde hacer
mercado es un asunto más de constatar las miserias que otra cosa, debe tener al
filo del suicidio a muchos padres y madres responsables.
¿Qué
se sentirá tener un hijo y no poder darle de comer?, esos estúpidos que dicen
que en la cuarta República se comía perrarina ¿se habrán dado cuenta que ahora
ni eso pueden hacer los muy pobres? ¿Qué ya ni vegetales se pueden comprar? ¿Qué
una lata de sardinas cuesta más de 200 bolívares? Esa que antes uno le compraba
a sus mascotas por ser lo más barato.
Yo
me niego a creer que la gente no tenga cerebro para pensar que nuestra miseria
no es culpa de nadie más que de nosotros mismos, mucho se quejaban de que la
culpa de la debacle económica de los años noventa se debió al despilfarro de
nuestros recursos petroleros por parte de los adecos o los copeyanos, pero esta
gentuza del gobierno lo hizo peor, se rumbearon los millardos de los petrodólares,
ahora no hay ni siquiera para importar medicinas, se comprometieron a impulsar
el campo, lo expropiaron, ahora son tierras baldías donde el monte es lo único que
crece allí, la carne vacuna desertó gracias a las vagabunderías de los funcionarios
y lo poquito que se salvó de las marabuntas socialistas no alcanza para todos.
Estoy
seguro que en cualquier momento le declaramos la guerra a Guyana por el
territorio en reclamación, ese mismo que el galáctico regaló hace unos años en
cadena nacional como el buen traidor que siempre fue y que su heredero a su vez
utiliza para intentar desviar la atención de nuestras miserables existencias
como sub-esclavos del socialismo, recomiendo a mis lectores buscar información
de la guerra de las “Malvinas” con la que los barbaros milicos argentinos
pretendieron hacer que su gente les quisiera ya que la teoría es que con un
conflicto nacional todos terminan por unirse en pos del nacionalismo, sin
embargo como los muy imbéciles de acá no leen tampoco han de saber que esas
estrategias acaban mal, tal y como les pasó a los milicos del sur.
Volviendo
al tema de los niños hambreados por el pediatra y su rabia acumulada, debo
confesar que esa rabia acumulada sumada a la otra de la impotencia por ser
pobres más allá de la lógica nos dejará por varios años una herencia de
violencia, cuidado si la muy pregonada posibilidad de guerra civil declarada
(pues gracias al hampa y a la inutilidad de los funcionarios del orden acá se
mueren más que en cualquier guerra en el mundo) se hace presente con una virulencia
inusitada, ojalá podamos escapar antes que todo explote.
José
Ramón Briceño, 2015
@jbdiwancomeback
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