Desde
hace rato he visto con estupor como
antiguos partidos políticos, otrora poderosos, no son más que ruinas donde solo
militan unos pocos, quizás alguien que me lea se espante de lo que digo y me
contradiga en mis apreciaciones como siempre alguien lo hace, cosa que me
parece muy sana pues lograr que alguien se moleste tanto como para refutar con
argumentos de peso ya es un avance, significa que algo estoy haciendo desde mi
esquina.
Esto
viene a colación cuando leo en tantas partes tanta grima en contra de antiguos
socialistas, como Teodoro Petkof por nombrar alguno, creo que todos deberían saber
que los próceres de la era democrática comenzaron militando en la izquierda más
ultrosa que se puedan imaginar, tengo la impresión que hasta se creían
Bolcheviques en sus primeros tiempos, aquellos de grillos y generales que
mandaban a su antojo como si de una finca sin ley se tratase el país.
Otra
cosa, aquellos hombres y mujeres fueron gente con guaramo, que no tenía
posibilidades de andar con huelgas de hambre, tampoco negociaban con el
enemigo, además eran militantes de partidos que tenían reglamentos bastante
definidos, cuya militancia siempre tenía sentido pues más allá de cualquier simpatía
estaba la organización y la valentía en sus acciones. Tengo la impresión de que
los militantes de las diferentes agrupaciones partidistas desconocen realmente
en que consiste eso de ser militantes, jamás se han leído los fundamentos de
sus respectivas agrupaciones , si es que existen tales documentos, se abrogan
una línea política sin definirse muy bien desde la teoría, a los que les he
preguntado, sobre todo a los muy jóvenes, no salen de la perorata antichavista,
del relato de horror que ya todos conocemos, de la misma paja que de tanto
escucharla ya me obliga a pensar en una lluvia en la montaña cuando abren la
boca ciertos personajes.
Creo
que la política necesita un poco más de formación, tengo la impresión de que
los 16 años de bombardeo ideológico antipartidista ha calado tan hondo entre
las viejas y nuevas generaciones que ya todos funcionan como autómatas, se
resisten casi que por imitación, sin pararse mucho a pensar en nada más que en
la resistencia misma sin caer en cuenta que mientras sigamos siendo así jamás
saldremos del marasmo militarista de pobreza e ignorancia.
Básicamente
soy un anarquista pues pienso que todos deben saber que hacer sin que se les
tenga que obligar, nadie debería estar pasando trabajo pues para eso está el
estado que debe asegurar estabilidad económica junto a la seguridad jurídica,
sin descontar la personal de bienes y ciudadanos, lo otro, eso del trabajo, del
ahorro, de la salud, del estudio con ahínco para superarse, debe ser obligación
de cada quien, no este eterno esperar que alguien nos resuelva la vida para después
quejarnos en el bar, la licorería, el bus o adonde nos escuchen, solo para
volver cada noche a casa y horrorizarse por tanto gasto y tan poca plata.
Creo
que a partir de algún momento histórico entre los ochentas y los noventas, se
perdió el rumbo de la política y todos se volvieron locos a robarse lo que sea,
el oficio del político mutó de ser un asunto honorable a ser un oficio de
lacayos más pendientes del provecho propio que del bienestar general. Siempre ha
existido cierta manera de enriquecerse sin dañar mucho el erario público, los
políticos jamás han sido del todo honestos, de otra no serían políticos.
Yo,
que no creo más que en el sol que me alumbra y la sonrisa de mi hija, estoy
esperando que los políticos de cualquier tolda declaren en público su ideología,
que los partidos políticos comiencen la tarea de establecer un piso ideológico
lo bastante fuerte como para comenzar a creer en ellos, que se dejen de esa tontería
de asumirse todos como de “izquierda moderada”, que salgan del closet y se
asuman en una corriente específica de pensamiento. Está bien , todos queremos
salir de estos animales parlantes, pero de verdad si siguen imitándolos con
conciabulos de botiquín para ganarse tres dólares más que su competencia,
negociando con el enemigo, haciendo guerra de tuits y dejándose acusar de
terroristas cuando si acaso han tirado un par de cohetones que ya no asustan a
nadie pues todos están acostumbrado al sonido de las balas, no llegaremos a ningún
lado y en cualquier momento se montan en la presidencia otros animales iguales
pero con distinto disfraz.
José
Ramón Briceño, 2015
@jbdiwancomeback
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