La
verdad a mí las cosas de la “Nueva Era” me dan piquiña, eso de andar con
rituales, címbalos, sahumerios, inciensos, profetas, feng shui y demás
artilugios emocionales de estos tiempos me aburren un montón, aunque respeto
quien crea en ellos pues la verdad no hacen mal a nadie, no comparto esas
cosas. Sin embargo, más allá de cualquier ideología, religión, credo y
creencia, tengo la firme creencia de que debemos mirar a nuestro alrededor y
agradecer lo que tenemos.
Seguramente
algún lector, a estas alturas del texto haya levantado su ceja izquierda y
comience a esbozar una sonrisa sarcástica, pensando en que al profesor Briceño
se le pasaron los tragos y aún no ha superado los vapores etílicos de la noche,
total, él ya nos ha contado que no le queda más que beber licor barato por
aquello de la economía. Tienen razón, bebo licor barato, pero hoy 21 de diciembre
de 2014 a las nueve y media de la mañana, solamente llevo en mi estómago café y
un par de cigarrillos así que la tesis
de los vapores etílicos no va.
Es
verdad que el país está hecho un desastre, que el petróleo va camino de ser más
negocio regalarlo que venderlo, que los funcionarios gubernamentales están
todos asustados pues se huele y se siente en el aire un cambio inminente, que
los presos políticos son una de las cosas más espantosas de estos animales
parlantes disfrazados de rojo y lo que se disfrazan de verde oliva, la
violencia del hampa es realmente la cosa más horrorosa de estos tiempos, la nostalgia por los afectos que se fueron en avión
para no volver, la impotencia de trabajar , estudiar y hacer siempre lo más
honesto posible y al final pareciera que lo único valioso es precisamente lo
contrario, tal como lo demuestra mucha riqueza fácil y evidente que vemos en
personajes cuya formación y actuación
dista mucho de ser la “correcta”.
La
verdad no tengo internet, me he comido el plan de seis gigas de Movistar en
apenas 10 días, lo más seguro es que vuelva a estar en las redes mucho más allá
del 25 de diciembre pues aún queda lo del niño Jesús, las comidas familiares,
los amigotes, las cervezas y de alguna manera una breve dosis de holgazanería propia
de los días festivos y no pienso hacer nada serio en los próximos días.
Sin
embargo quiero compartir con ustedes, mis queridos lectores, todos esos que a
pesar de los días largos y complicados, sacan quince minutos de su tiempo para
leer las dos cuartillas de mis post que no pretenden ser más que un reflejo de
estos días, con todos ustedes debo comenzar a agradecer, en estos tiempos en
que la cosa no solo está difícil, también hay una epidemia de estupidez que ya
tiene visos de epidemia global, tropezarse con gente inteligente, que piensa,
discute, critica, propone y hasta acepta que no siempre tiene la razón, es algo
para agradecer.
Tener
como y donde comer, dormir, protegerse de la calle, tener afectos, que uno sepa
dónde están los hijos, que podamos darles algún regalo de navidad, tener dinero
para las cosas más básicas, o estar ni tener a nadie enfermo de gravedad en la
familia, tener familia, tener amigos (dinero, bueno eso es un asunto diferente),
conocer gente inteligente, no ser una víctima más de las cientos que
diariamente sufren los embates del hampa, no ser un preso político, tener un
empleo (a pesar del pago) que te guste, ser bueno en las cosas que realmente te
gustan y compartir eso con otros, tener el abrazo de los hijos, hermanos,
primos y padres, estar enamorado o haber superado un despecho atroz, en fin,
todo eso que nos da alegría son cosas que tenemos que agradecer, entre tanta
locura en el mundo, tanta pobreza en este país, tanto muerto a diario por la
violencia, tanta víctima de cualquier cosa imaginable.
Estar
vivo y poder tener estos pensamientos son cosas que toca agradecer, cada asunto
que funcione más o menos bien, toca agradecerle a quien usted quiera, Alá,
Jehová, Yahvé, Jesús, Buda, Kukulkan, Supermán , Batman o la Diosa Canales, la
religión que usted tenga o no tenga, hemos de agradecer al universo que todavía
tenemos cosas que agradecer, uno jamás sabe cuándo ya no tenga tiempo de
hacerlo pues la vida es corta, el plomo mucho y los dioses caprichosos.
José
Ramón Briceño, 2014