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domingo, mayo 25, 2014

Entre el chingo y el sin nariz



En Venezuela siempre hemos oído que “la cosa está difícil”, en mi caso me ha tocado vivir como quince devaluaciones, viernes negros en sus múltiples variantes y hasta una supuesta revaluación que terminó de matar a mi moneda, ciertamente hay mucho por lo que andar molesto, desde el peregrinaje para encontrar cosas tales como margarina, aceite de maíz o de soya, harina de maíz pre cocida, desodorantes decentes más allá del espantoso mum bolita que perece venir con su respectivo violín incorporado, afeitadoras, champú, queso, bebidas cero calorías de esas que vienen en sobres para preparar (debo confesar que odio las gaseosas Ligth) y pare usted de contar.

Sin embargo veo con cierta preocupación como hasta los vicios sacrosantos, de esos que muchísimos hacen ascos pero otros tantos estamos empeñados en matarnos, por ejemplo, yo todavía no puedo ser gente hasta no tomarme un tazón de café negro mientras me fumo un cigarrillo de mi marca preferida, me gusta tomarme un buen licor los sábados por la noche, sueño con volver a salir de tragos con los amigotes sin que esto suponga la perdida de mi quincena entre trago y trago, me agradaría mucho salir estas vacaciones con mi familia a algún destino (aunque sea para Margarita) sin tener que quedarme en casa de ningún familiar y verme obligado a soportar la hospitalidad de nadie por más de 24 horas, no es que sea desagradecido, es que me gusta aislarme a veces y casa ajena obliga a cumplir costumbres ajenas.

Veo con preocupación cómo una vulgar caja de cerveza retornable me cuesta casi la cuarta parte de una quincena, una punta trasera ni hablar, las parrillitas de domingo en la tarde se han vuelto lujos de difícil ejecución, los restaurantes aunque sea una vez por mes son lejanas posibilidades para muchos, a menos claro que metas en ese lote a las comidas callejeras y a los comederos del centro de la ciudad, esos de menú ejecutivo y comida simple pasada con una gaseosa cualquiera,

Saco la cuenta mensual
20 cajas de cigarrillos= 1.200
2 kilos de café= 400
3 cajas de cerveza (retornable) =4.500
Vino chileno (Merlot o Cabernet Sauvignon)  600 (del barato)
Vodka Smirnof 1.100 Gordons (de la sucursal rusa de los medanos de Coro) 260
Wisky “Etiqueta Roja” (muy bueno para destapar cañerías) 1.500
Ron “Pecho cuadrado” en presentación de 700cc. 350
Cena en restaurante decente, para dos, sin vino ni champán, si acaso con una jarra de sangría de dudosa procedencia 3.500
Amigos, como ven ser un hombre feliz en esta tierra ya es complicado con las cosas normales del vivir, pero si le agregamos los vicios tan necesarios para los rituales sociales y hasta para lidiar con el estrés, la cosa se pone cuesta arriba. Algún lector me saldrá con eso de la vida sana, sin vicios ni nada que me apure un poquito el camino a la tumba, pero seamos claros, acá si no te mata el chingo lo hace el sin nariz.

El agua corriente es potencialmente asesina, la embotellada al parecer también, el azúcar te produce obesidad y diabetes, el sol produce cáncer, igualmente dicen por ahí que el desodorante también pone so suyo, los condimentos, la sal genera hipertensión y te puede dar un infarto, el sexo (divino vicio) te puede contagiar SIDA, el estrés te causa cientos de enfermedades entre mentales y físicas, si por casualidad sobrevives a todo eso aún queda el hampa, lo caro de las medicinas, la escasez de las mismas, los hospitales miserables. Si decides hacer algún deporte igual el hampa y el alto costo de la vida harán complot en contra de ti, entonces he decidido ser consecuente con mis instintos, dejarme seducir con los vicios (controlados claro) seguir trabajando, todo eso para sobrevivir un rato más pues entre tanta violencia, escasez, emergencia con esta economía de guerra perenne, el hampa, el calor y hasta el susto que presupone vivir por acá, estoy seguro que entre tanta cosa un cigarro y un café me harán menos daño que no tenerlos, aunque la cuenta sea tan grotesca que moleste pensar en ello, sin embargo sale más barato que cualquier tratamiento médico para la locura.
José Ramón Briceño, 2014
@jbdiwancomeback


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