Siempre me pregunté por qué el gobierno tiene seguidores, si
de verdad la ha puesto tantas veces, si cada vez que leo la sección económica
de los medios de información, veo que mi país está más cerca de o existir – en materia
económica cuando menos- con una devaluación más grosera de la que nunca hubo,
un desabastecimiento que tiene niveles increíbles. Usualmente las respuestas
que uno escucha siempre son altisonantes y para nada halagadoras.
Pues bien, luego de conversar aquí y allá, de leer algunas
cosas además de revisar las redes sociales, me quedó claro que tal ceguera
responde a cuatro posibilidades, la primera mantener el sueldo y el cargo, la
cosa está muy complicada como para andar perdiendo el empleo por una gente que
ni los conoce pero que tiene muchos esbirros pendientes de poner a sus amigos
en su empleo. La segunda, esperanza, si estás pendiente de un cambio en la
vida, tienes los “amigos” correctos, esos que te dicen que si gana fulano o zutano
te van a dar e empleo que necesitas (o quieres) haces campaña, mientes, estimulas
el odio, cualquier cosa para lograr el objetivo de que tu candidato gane y después
reclamas. La tercera, es quizás la más simple, son unos fanáticos comunistas
con sueños de guerrillero y deseas que eso que creíste durante tu juventud aún
es posible, la justicia social solo puede existir tal como la imaginas y los
demás (nosotros) somos el enemigo a derrotar, muchos son profesores
universitarios y tienen sus seguidores allí, dirigen “colectivos” creen en la
violencia como partera de la historia y secretamente desean un muy alto cargo
oficial que les permita viajar para conocer esos sitios que nunca han podido
ver, comprar sus trajes muy caros y no los de Dorsay que les toca comprar a
plazos, además del muy burgués sueño de tener cómoda a la familia y evitar que
los hijos pasen por las mismas penurias que les han tocado en la vida.
La cuarta, a la que pienso dedicarle más espacio, es la más
común pues amalgama las otras tres posibilidades pero con un añadido muy
especial, el futuro no existe más allá de la comida de mañana. Estando de
visita en alguna parte, el dueño de esa casa
al no tener estacionamiento alquila uno a un vecino, en ese sitio, las
veces que he visto solo veo a gente tomando licor a toda hora, todos borrachos
y contentos siempre, contando y reuniendo para comprar la próxima botella de
cocuy, no del exquisito de penca, del industrial que ni para tortas sirve. Un día
pregunté si esa gente no pensaba en el futuro, si no trabajaban, si no sabían que
vivir así era morir de a poquito, la respuesta a todas esas interrogantes fue
positiva, me dijeron que si lo sabían pero que al final no importaba, que lo
importante era el día después y de cómo comerían, para lo demás ellos resolverían
alguna cosa.
He allí la respuesta, resulta que la gran masa de gente que
se aglutina en ese grupo social de
nominado clase baja (extremamente baja diría yo) que de paso suma un muy alto
porcentaje de votantes, no le interesa si el dólar sube, si la inflación está
por los cielos, si hay Harina Pan en el
supermercado, si sus hijos logran estudiar un posgrado o si Cadivi es una mierda.
A ellos lo que les interesa es comer la próxima vez que les de hambre, lo demás
son entelequias de los políticos o necedades de sifrinos que no les tocan.
La razón de tal desatino es simple, después de “vivir” en la
pobreza extrema llega un momento que lo importante es cómo se resuelve la vida,
la mayoría acepta su destino sin mayores sueños, total el sueldo (si lo
tuvieren) igual no dura dos días y el resto de la quincena toca hacer
malabares. El futuro de la mayoría de los jóvenes termina a bala y el de las
niñas con una barriga del malandro de turno que de seguro tampoco llega a
cumplir los treinta gracias a que algún proyectil le quita la vida además de la
moto y el arma, todo un panorama de desesperanza.
Allí llega el brazo de la “revolución”, sus médicos cubanos
o comunitarios aunque no sirvan cuando menos les da la ilusión de que son
atendidos por ¿médicos? Allí mismo en el barrio, Pdval o mercal, les resuelven
el pollo del día, ese a mitad o menos del precio al que lo vende el portugués de
la esquina, el que vengan cada quince días, que toque hacer cola de cuatro
horas, que te obliguen a llevar mostaza, pasta de tomate, caraotas blancas,
arroz partido y espagueti cuando lo que querías era pollo y leche en polvo, es
solamente un detalle, no les parece una falta de respeto, por eso en años anteriores
los adecos y copeyanos ganaban elecciones regalando bolsas de comida en las
zonas marginales, esa es la prueba palpable de que los del gobernó no son más
que adecos pintados de rojo.
Expropiar un terreno con la falsa premisa de que nos van a
ayudar a salir del barrio sin tener que trabajar mucho para conseguirlo es
suficiente para ganarse sus votos, una vez, en uno de esos procesos locales
salieron los promotores del gobierno a decir que si votaban por el gobernador
de su partido les iban a dar un crédito para línea blanca o reparaciones del
hogar, hasta un acto público con apertura de cuentas bancarias para depositar
el supuesto crédito hubo, hoy seis años después aún están esperando ese crédito
pero el gobernador ganó y otro llego, cosas ininteligibles pero que pasan en mi
país.
Por esas cosas y otras más el partido rojo nos ha venido
ganando, la gente en esos sitios está ávida de mentiras, de tener resuelta la
comida de mañana, el futuro puede no llegarles por mil razones, hasta una bala,
la necesidad de buscar una salida los políticos la pintan de rojo y asío se
aprovechan de la desesperanza para luego olvidarlos. Claro, no todos son así,
conozco gente que salió de allí y hoy día viven muy bien sin tener que haber
recurrido a la política como tabla de salvación, sin embargo las estadísticas son
implacables y esos que salen, los que piensan en el futuro y que saben que
trabajando duro, con estudio y esfuerzo es que se supera, son una minoría, lo
que los hace invisibles ante la masa de inmensas ´proporciones que vive como
puede y come lo que encuentre.
El día que lo oposición se sintonice con las razones ciertas
del por qué siguen siendo chavistas aun cuando lo que respiran es estiércol de
burro económicamente hablando, inviertan esfuerzos por llevar a esa gente un
mensaje de futuro con atención y planes que los hagan sentir importantes, con
ofertas de empleo ciertas y apuntalar la educación ya de por si paupérrima con políticas
(no promesas) acordes con los tiempos, seguiremos en este problema de nunca
acabar.
Cuando entiendan la razón real de por qué los barrios pobres
son los que primero se suman a la izquierda y le encuentren la vuelta para
neutralizar ese discurso aparatoso, mentiroso , pernicioso además de peligroso
para la paz que manejan esbirros y creyentes, saldremos del marasmo e
impulsaremos un país más allá de nuestros sueños.
José Ramón Briceño, 2013
@jbdiwan
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