Es
común que por las calles la gente comente sobre lo que acá pase, junto a esos
comentarios nunca bien ponderados sobre la situación va aparejada una pregunta ¿Qué
nos ha pasado como país?, la respuesta no es sencilla pues sencillamente nadie
quiere parecer agresivo delante de nadie, el asunto, según mi óptica, es que
hace rato dejamos de ser ciudadanos para convertirnos en una suerte de animales
llenos de cierto resentimiento hacia el resto de los mortales.
Si
no me creen párense un día a ver nada más cómo se desarrolla el tránsito en las
calles, donde la anarquía es una constante, no son solo los motorizados que con
su imprudencia agreden a todos por igual, incluidos claro ellos mismos, sin
contar que el vehículo preferido para cometer fechorías es la moto, como todas
las motos son iguales y las apariencias solo son variaciones de un mismo tema,
nadie sabe si el mototaxista, el mensajero, el ciudadano normal que la tiene
como medio de transporte, el joven que anda en iguales condiciones o cualquier
otro ser humano sin malas intenciones, encubren a un asaltante en potencia que
igual te roba el teléfono, el carro o la vida en el peor de los casos, con toda
la carga de miedo que eso presupone, si a esa mala fama le sumamos lo
altaneros, groseros y malos ciudadanos que son la mayoría pues no respetan ni semáforos,
aceras, vías ni derecho de paso, no es raro que nadie los quiera, seguramente
ni sus madres. Ellos son una muestra de lo poco ciudadanos en lo que se ha
convertido el venezolano de estas calles, sobre todo de los bajos estratos
socioeconómicos.
Pero
los otros estratos no se salvan, entre ellos los vemos con sus camionetotas
apabullando a todo aquel que ose estar en su camino, sin importar para nada si
este otro conductor está en su vía o no,
se estacionan donde les da la regalada gana, atraviesan sus vehículos de lujo
sin importar si obstruyen el tránsito de los demás, no importa, ellos aparentan
tener poder (algunos de verdad lo tienen, cosa muy triste) y seguramente algún
carnet que funciona como patente de corso para sus correrías. Entonces el
asunto no es de dinero si no de educación.
Para
no ser tachado como sectario, digamos que estamos en una cola de un cajero
automático, por lo general todos lo usamos con criterio de urgencia, no es solo
que se necesita la plata rápido, es que también estar en frente a uno significa
que quizás tengas dinero en el banco, por tanto eres blanco fácil de cualquier ladrón,
nadie sabe si quien está tras de ti está en comunicación con alguien más y
terminas siendo la victima perfecta. En fin, siempre hay algún abusador que
hace decenas de transacciones en ese cajero, al parecer nadie le ha dicho que
para esa vaina está la banca electrónica que se maneja desde tu computadora, en
la tranquilidad del hogar, digamos que no tiene ni computadora ni conexión a
internet en casa pero les aseguro que por lo general carga un Smartphone que
cuesta por lo menos seis meses de su sueldo en el bolsillo, ese también sirve,
pero si no tiene ni lo uno ni lo otro seguramente ganará sueldo básico porque
seguramente sus cuentas estarán siempre en agonía como la de muchos (incluyéndome
claro), entonces qué carajo hace perdiendo el tiempo en saldos que ya debe
saber de antemano, digamos que no es nuestro problema, pero si le reclamas en
vez de volver la mirada y pedir disculpas se vuelve airado, gritando mentadas
de madre e insultando a todos los que le reclamamos, como si el cajero fuese de
su propiedad y nosotros solo le pedimos el favor de que nos deje usarlo.
Si
hablamos de los guardianes de la ley o las fronteras, ellos no son menos
maleducados, la verdad me he tropezado con nos cuantos que han resultado ser
verdaderamente amables pero son la excepción a la regla, los primeros
infractores de todas las normas de tránsito y urbanidad, además claro de ser
sospechosos de estar incursos en calidad de cómplices con otros tantos millones
de delitos que van desde la piratería que
de tan común ya es tradicional (música, juegos y películas en cualquier formato)
hasta otros de mayor calado y por tanto muy especializados donde por lo general
los dividendos se reparten en toda la cadena de mando. De los políticos mejor
no hablar pues es llover sobre mojado.
Entonces
lo que hemos perdido no es solo el sentido de pertenencia, también la esencia
ciudadana, donde prive el respeto al prójimo por sobre todas las cosas, Venezuela
se ha vuelto un hervidero de mala educación, maldad y maledicencia, donde nadie
se salva y los ciudadanos se han concentrado en sus guetos, causando esto más
división entre los que habitamos este país y donde el odio (espero que no)
parece esperar su momento para explotar con toda su fuerza para terminar arrastrarnos
a una confrontación que pudiéndose haber evitado por un estado conciente, se ha
propugnado por razones egoístas y mezquinas propias de estos Calígulas
tropicales que al igual que aquel emperador pretenden hacerse con todo,
ayudados claro por la caterva de pendejos que creyendo en pajaritos preñados
han puesto su voto y voluntad al servicio de esta maldad que han dado en llamar
socialismo del siglo XXI.
José
Ramón Briceño Diwan 2014
@jbdiwancomeback