Pensando
desde mi esquina
Desde
que este desastre comenzó, hace más de diez años, ya se le veían las costuras,
a pesar de mi natural alergia a hacer vida política pues para el momento tenía
algunas otras cosas en mente y jamás dudé en levantar mi voz para expresar mi opinión,
cosa que por supuesto nunca me sumó muchas simpatías, sin embargo siempre
intenté que mi voz estuviese acompañada de una lógica explicación de la razón
de mi protesta. Las redes me han dado la oportunidad de alzar un poco más mi
voz y ser leído por bastantes personas en todo el mundo, claro, no tiene
sentido sentirse la gran cosa pues un indicador interesante de la fama es la
cantidad de gente que te ofrece cosas, que hasta el momento es cero, aunque la
verdad sea dicha yo escribo para compartir mi opinión más allá de mis paredes o
la barra de algún bar donde siempre se reúnen los soñadores (como yo) a
arreglar el mundo sin que realmente pase nada más.
Como
dije líneas arriba no creo que mis letras hagan gran cambio, sin embargo creo
fervientemente que la letra escrita pesa más que la palabra hablada, esa se la
lleva el viento, la otra queda para la posteridad y sin fronteras, es decir,
nadie puede decir que nadie lo dijo nunca. Esa misma cualidad de no tener
fronteras del internet logra que uno haga otras amistades en otras tierras,
sepa la opinión de gente que a decir verdad no se conoce realmente y es muy
posible que siempre sean honestos en sus opiniones, también han de ser
inteligentes pues estos textos rompen todas las recomendaciones que me han dado
verdaderos expertos en esta materia, ellos recomiendan poco texto y la verdad
yo recomiendo a los lectores inteligentes que al final son los que me leen y
desde mi esquina quiero darles mi agradecimiento.
Uno
de mis amigos de farra que ahora vive al otro lado del mundo (literalmente) me
escribió en mi muro de Facebook que mis estados parecen películas de Stephen
King, habiendo leído bastante de la obra de este hombre, eso me puso a
reflexionar sobre el asunto, capaz y uno sobredimensiona la cosa solo porque el
sueldo es malo y las costumbres de gasto quizás son extravagantes, ustedes
saben que los defectos propios son de difícil aceptación en primer momento.
Entonces
he dedicado todo el día a ver el panorama intentando despegarme de mis
aversiones naturales a eso de la ROBOILUSIÖN en la que vivo. Esta mañana fui a
acompañar a mi novia al centro médico donde tiene una póliza de seguros que
incluyen este servicio, no le autorizaron unos cuantos exámenes pues los
precios son muy altos para incluirlos en el servicio, cuando hasta el año
pasado lo hacían, al salir de allí fuimos a un gran almacén donde venden desde perfumería
hasta comestibles no perecederos y artículos de limpieza, estaba desolado, no tenía
en venta nada de lo usualmente escaso y lo poco que había en existencia costaba
cuatro veces más que el mes pasado, de allí entramos a un almacén más modesto
pero mejor surtido, allí nos espantaos con el precio de un símil del famoso
CheezWizz de Craft, costaba más de cien Bolívares(un día de sueldo en dos
cosas) y unas galletas costaban dos veces más que hace una semana, no sé cómo
les dicen en otros países pero acá les decimos “galletas de Soda” siempre
fueron muy baratas, hasta ahora.
Por
la tarde fui a depositar el dinero para la inscripción de mi hija en la escuela
y descubro con espanto que no me quedó para el regalo del “Día del Niño”, ya
veré que hago, al salir del banco veo una cola de más de cien personas haciendo
turno para comprar dos kilos de margarina y cuatro de harina de maíz pre cocida, entro al supermercado ya sin sorpresa
descubro que no hay ni aceite ni café en polvo, entro a un centro de
comunicaciones (adonde alquilan teléfonos) pues ando sin saldo en el celular y me dicen
que no tienen servicio pues se hizo poco
rentable, me acuerdo que tengo una tarjeta para usar un teléfono público y mi
llamé a mi ex para preguntar si ya tiene los documentos para la inscripción y
me entero que la compañía que me presta el servicio de telefonía celular no
tiene servicio desde la mañana, no es que no le importo a nadie, es que el
servicio no existía, que asco. Para colmo, cuando por fin llego a mi casa me
encuentro con que robaron al vecino y se llevaron hasta la licuadora, con
cierto alivio cuentan que no se tropezaron con los ladrones pues el cuento
seguro sería más trágico.
Al
sentarme a escribir esto me doy cuenta que mi amigo se queda corto, Stephen
King no le llega a esta vida diaria, más bien podría pensar en HP Lovecraft,
solo falta que el diablo en persona sea nombrado ministro de educación y
bendecido por los brujos cubanos en cadena nacional.
José
Ramón Briceño, 2014
@jbdiwancomeback