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lunes, diciembre 20, 2021

La pasantía secreta

 La segunda vuelta

Esteban abre los ojos, mira hacia arriba y lo recibe la imagen de un cielo raso que alguna vez fue blanco, mientras, está intentando adivinar que sucede , se percata de la peste a ácido fenico que lo rodea, un halo casi físico que se levanta por toda la habitación, mira con atención a su alrededor obteniendo de inmediato la certeza de que una habitación tan fea solo puede ser en dos situaciones ; la primera es un hotel barato donde desfogar alguna pasión sexual debidamente, a veces la locura se plantea en situaciones complicadas, el estado de dolor indefinido en casi toda su anatomía desdecían alguna situación feliz, con horror descubre que está en un hospital, sacando como conclusión lógica que estuvo muerto, su recuerdo más inmediato era de una felicidad profunda, un sitio inmenso donde todos sus habitantes leían , tenían conversas  intensas  todos los días , Joseph Campbell había matado cualquier pretensión de cine de marketing, el clima templado todo el año, lluvias recurrentes sin que torrenteras cayesen del techo constantemente, aunque sabía en su interior que todo era una falsedad absoluta también había decidido que lo que viniese seria excelente.

Se sintió desnudo, claro, estaba en una habitación de hospital, imposible que tan desolador panorama formase parte de alguna historia sexual por muy desaforada que pudiese llegar a ser (tenía una larga lista de atracones sexuales bajo el influjo de cualquier exceso etílico) según su experiencia, la borrachera hubiese salido en retirada junto con la libido al ver esta cama tan estrecha y llena de barrotes, el mobiliario apenas funcional, el cielo raso horrendo , el silencio sepulcral porque en los hoteles siempre hay ruidos, así estos parezcan de asesinatos en ejecución en vez de los resuellos de amor que uno imagina, sabía con certeza que estaba muerto, por eso mientras se recuperaba de la impresión, revisa el perímetro de su habitación para  buscar la ropa que debía estar utilizando,  al abrir la mesa de noche descubre que ahí estaba el celular , una suerte tener un Iphone viejo pero funcional que no enamora a nadie, reinició la función de dictado y comenzó a declarar sus recuerdos de la muerte ante la grabadora del aparato.

Daba por descontado ser un buen tipo, trabajaba  como parte del equipo de abogados defensores de ASOCACHO, asociación que presta asesoría sicológica y jurídica a las víctimas de adulterio, alegaban que defendían los derechos de los hombres heterosexuales ante la insoportable realidad de descubrir un día que a su esposa retozaba con otros en los hoteles de paso, pagadas con su tarjeta de crédito y en algunos casos hasta mantenían a los afortunados jóvenes con quienes jugueteaba su esposa, ante la brecha jurídica que pre supone probar efectivamente que se ha cometido un adulterio y su demostración efectiva ante la ley venezolana, dada la incapacidad de demostrar la posibilidad de que fuesen infieles, solo comprobable ante la presencia de un embarazo, pero aun en esa tesitura, las malvadas damas declaran haber sido embarazados invitro que por mala suerte se descubrió, ellas (las demandadas), bajo la figura del amor había decidido darle a cualquier precio la alegría de un hijo a su esposo, quien estaba desolado por la ausencia de herederos, en mala hora el destino la cruzó con ese hombre que la obligaba a tener encuentros furtivos, en principio los hoteles de paso por ser lugares discretos, que la gente  supiese de su traspiés al ocultar a su esposo su recurso de amor al embarazarse en secreto solo para darle felicidad a su hogar, quien sabe cuántas harpías lograrían escapar de su maldad con subterfugios de DesperateHousewives  tal cual el sitcom culebristico gringo de los noventas.

Los primeros años fueron interesantes, el problema se puso álgido cuando hicieron tan bien su trabajo que las feministas pudieron al fin superar las leyes construidas por infinidad de adúlteros que construyeron las legislaciones a la medida de sus propios pecados, allí la asociación cambió su estilo, pasó a ser una empresa de pura buena onda a convertirse en un monstruo corporativo haciendo gala de una mala leche que generaba enconadas luchas entre “Las Hijas de Afrodita”  el clan proporcional en el ámbito feminista cuyas abogadas eran temidas hasta por los mismos jueces, como ambos bandos desacollaban inteligencia terminaba siendo una lucha a dentelladas que dejó a su paso un largo camino de espinas entre los contrayentes que tenían algo que perder.

Los pobres no hacen juicios ni tienen divorcios peleados, solo son tres cositas, si acaso el carro y a casa pero no existen bienes escondidos, malas gestiones, contratos prematrimoniales  ni pensiones jugosas, si acaso la miseria eterna de los que ganan el sueldo mínimo , a quienes por cierto le cae al dedo que lo demanden por incumplimiento paternal, el estado decide una porción de su mísero sueldo, tan insustancial que más pierden las pobres señoras demandando ante un juez que haciendo su campaña de guerrillas que por lo general desarrolla padres agotados con más de un empleo para cumplir con todos los acreedores, cuando la ley interviene resulta un alivio al determinar una tasa especifica de pago, lo demás (que de todas maneras existirá) será considerado un extra muy agradecido, quien termina siendo ganador siempre es el papá responsable, en el caso de los apenas pendientes terminará siendo la señal para gastarse la diferencia en fiestas.

Como son los millonarios los únicos con el musculo para mover a un abogado a dedicarse en cuerpo y alma a su causa, las peleas subieron cotas alarmantes. Entre las cosas extrañas que le han sucedido fue el caso de la mañana aquella en la que se despertó en una casa desconocida, una habitación con ventanas panorámicas hacia una vista de ensueño, una montaña fresca con aire marino efectivamente el mar se vía al pie de la montaña por donde bajaba un funicular como transporte hasta la orilla de aquel mar que se veía tropical dada la cantidad de personas que estaba bañándose allí sin mayor preocupación por el clima, no eran surfistas, solo gente disfrutando, a la izquierda de la ventana panorámica un gran espejo de cuerpo entero mostraba su reflejo, según este iba vestido con pantalones caqui , guayabera de lino, sombrero panamá, sandalias deportivas de la marca Acadia , estaba al menos veinte años más joven por lo que el sombrero no ocultaba calva alguna y en su luenga barba no existía un solo cabello blanco sobre el hirsuto tejido de una barba azabache, de su hombro colgaba una Nikon F-4 analógica con una óptica de 24mm , por alguna razón supo que tenía cargada con película Ilford HP5 Iso 400 que será forzada a ISo 1600 según su exigencia tonal para ese tipo de película en especial , supo casi  de modo instintivo que en el piso de abajo (¿tenía un laboratorio?) había un par de sobres de papel Oriental esperando a ser iluminados por sus próximos portafolios , el mejor recuerdo de aquella mañana era el sobresalto que sintió al saberse de alguna manera dueño y señor de aquella parcela celestial , hasta ese momento parecía que su vida anterior (la de abogado) era un mal sueño y esta la verdadera.

Con toda naturalidad revisó su hogar, mientras bajaba las escaleras veía una sala pulcramente organizada cuya principal decoración era una estantería repleta de libros que iba de pared a pared cuan biblioteca, a su lado una pantalla gigante donde se veía el logo de Netflix rebotando por la superficie de plasma, justo al otro lado de la estancia una gran cocina con isla central, bodega de vinos y licores varios, todos los electrodomésticos posibles incluyendo una cafetera express italiana, mientras caminaba veía a su alrededor asintiendo en el camino que todo estaba correcto , aunque sabía que nada de eso existía en su vida un sentimiento de propiedad lo embargaba, como un niño revisando que nadie ha revisado su habitación, mientras en su fuero interno el subconsciente se revelaba ante la posibilidad de que tanta belleza fuese cierta, el ente sobrenatural que resguarda el cerebro de la locura gritaba airado sin que el consiente se dignase a hacerle caso, de todas maneras tenía mucho entrenamiento en aquello del sueño lucido, en todo caso disfrutaría la sensación de felicidad que le aguardaba, todo eso era lo que más deseaba en su vida y por múltiples motivos jamás había podido tenerlo, por su trabajo vivía de hotel en hotel, nunca tenía nada y lo que él llama casa era apenas un apartamento pequeño en pleno centro de Caracas, ni de lejos para pobres pero que sin amoblar casi lo parecía.

Se asoma al frente de la casa para encontrarse con un césped cortado por un profesional donde crecían dos árboles de mango , al salir había un porche donde cuatro sillas de mimbre que invitaban a tomar asiento para disfrutar de la sombra fresca de los árboles, al fondo una reja baja que con la puerta abierta daba a una calle flanqueada por grandes árboles tal como debió haber sido la avenida Las Delicias en tiempos del General, más de un siglo atrás , volvió a entrar en casa, sin revisar mucho, como si supiera exactamente dónde encontrar todo, abrió un recipiente hermético del que sacó unos granos de café, junto a la cafetera había un molinillo eléctrico donde depositó los granos e hizo una molienda fina que auguraba la colada perfecta de café, puso en funcionamiento la máquina donde preparó una taza del más aromático café que se había tomado en vida , luego de terminar con la taza cayó  en cuenta que no había fumado desde levantarse, cosa extraña tomando en cuenta que es lo primero que hace luego de cepillarse los dientes desde que tuvo 18 años, con estos cincuenta ya sumaban 32 años continuados de tazas de café acompañadas de un pitillo de tabaco rubio, a excepción de sus largas temporadas ajustado de dinero era un placer constante, sin embargo no sentía necesidad de tabaco, esa necesidad imperiosa que le cambiaba el humor hasta hacerlo un peligro para cualquiera ante tales ataques de ansiedad nicotínica que fácil podía transformarse en manía psicopática, eso junto al café fueron los únicos vicios que lo dominaron durante su vida entera, esa mañana no sentía necesidad de un cigarro, de hecho descubrió que no recordaba a que sabía el humo, en cambio podía saborear el asado negro que preparaba su mamá, las hallacas y quesillos de la abuela, todo lo que cocinaban sus tías, el café aguado que compartía con su padre, el aroma de la Cienaga las mañanas que amanecía de campamento con su padre, la risa de su hija aunque para  ser sinceros era la sensación de absoluta felicidad cuando escuchaba reír de felicidad a su hija, hasta los tragos  compartidos en toda su vida con más gente de la que podría recordar, pero el cigarrillo se le escapaba.

En esa vida no era millonario, era profesor titular de la cátedra de fotografía analógica de una universidad, tenía dos perros llamados Neo y Triniti, un laboratorio, dos bibliotecas personales con muchos libros leídos y algunos en cola para hacerlo, sibarita voluntario de cuanta exquisitez le pasaba por la imaginación, novia doctora tan intensa como el mismo, razón por la cual procuraban no vivir juntos demasiado tiempo, sin menoscabo para nuestra libido ni nuestras muestras de libertinaje liberador puertas afuera, vivíamos como adolescentes en celo, leíamos, discutíamos y hasta estábamos inmersos en proyectos ambiciosos de amable catadura ,iba de parranda, visitaba el mar, hacia muchas fotos y pasaba la mayor parte de mi tiempo libre entre la biblioteca y el laboratorio, felicidad sin límites, había escuchado en el trabajo que se iban a abrir nuevas plazas de profesorado pero que para ello debíamos hacer una pasantía en otro sitio, por supuesto me apunté, justo al momento de abrir los ojos en aquel hospital le había sido aprobado el turno en un masterclass de efecto inmediato, en ese instante , mientras grababa su ensoñación entendió la rabia de Lázaro al ser resucitado por Jesús, él también había sido acreedor de una pasantía exprés para lograr puntos extras importantes para el ascenso espiritual (y laboral) en aquello que él pensaba su mundo era el cielo.

Según contaban los partes médicos, Esteban estuvo en terapia intensiva por tres semanas, sufriendo un coma producido por el rebote de una bala calibre .38 disparada por accidente en la estación de policía al otro lado de la calle, una bala fría lo impactó en la sien derecha, aunque no hay culpables convictos debido a la declaración de disparo accidental, la agente Yuleisi Carolina Pacheco Arias es demandada por uno de sus clientes, quien demostró que su hijo, Jordán tercero no había heredado sus rasgos de niño africano del tatarabuelo Gregorio si no que era hijo del compadre Antonio, las muestras de ADN debidamente tratadas como objetos forenses ha demostrado la relación genética entre el ciudadano y el infante, solicitaron la anulación del  contrato matrimonial expulsando a la señora y el retoño, condenando de paso al ciudadano Antonio a proteger a los ciudadanos en cuestión debido a la obligación moral que como padre del infante tiene, aprovecharon la ocasión para demandar a los ciudadanos Antonio y la agente Yuleisi a costear sus gastos legales en vista de que nada de esto hubiese pasado sin su mal actuar , el juez , basado en las leyes referidas al maltrato de genero declaró a lugar la demanda y emitió un veredicto de inmediata ejecución, siendo escoltada la nueva familia que acababa de ser unificada y liberando al cliente de todo gasto extra, como la ley es para todos, fue invocado el nuevo código de leyes impulsadas por el movimiento feminista, la justicia igualitaria fue desleal con el género que la impulsó, justicia poética que no le gustó nada a la agente Yuleisi, a quien la estética del discurso no le va más allá que un sonoro “Te dije que te detente ciudadano” con el arma desenfundada, que por accidente se disparó en el pie, con tan mala suerte que la placa de acero de sus botas de asalto hicieron rebotar el proyectil que casi le costó la vida a Esteban, en el instante justo en el que este fumaba un cigarrillo con su café a las ocho de la mañana del primer sábado del mes pasado.

Un crimen tan increíble como copiosamente documentado por prensa y tribunales solo puede ser causado por una mano celestial, según el psiquiatra que contrató el bufete para atender las posibles secuelas del accidente, Esteban sufrió una leve (era una bala fría) hemorragia cerebral cuya solución consistió en inducir un coma profundo hasta que su cerebro se desinflamase lo suficiente como para comenzar la medicación, el sueño tan real pudo ser posible gracias a la gran cantidad de barbitúricos suministrados vía endovenosa mientras estuvo en la total inconsciencia, ciñéndose a la normas médicas que no creen en lo que no pueden pesar, comprobar y documentar, el paciente Esteban Noguera de cincuenta y un años, de profesión abogado especialista en demostrar adulterios, de constitución física acorde con su excelente estado de salud física , posee rasgos que hacen presumir que sufre del síndrome del sobreviviente tan común entre personas que han superado un trauma de casi muerte, recomendó al menos dos años de reposo por ser víctima de un accidente laboral por lo que ha de recibir por ese lapso una remuneración idéntica a la devengada mientras ejercía recomendando terapia..

Durante el tiempo de reposo fundó una academia de fotografía analógica por lo que adquirió de segunda mano una Nikon F4 , entre varios amigos consiguieron equipos de laboratorio y gracias a las criptomonedas pudo importar papel , químicos y películas para dedicarse solo a la fotografía, era la única academia similar en el país por lo que rápidamente se convirtió en distribuidor de equipos para fotografía analógica en todo el territorio nacional, organizó cursos itinerantes durante varias semanas al año, pronto comenzó una fundación para donar equipo y materiales de fotografía a los aspirantes a fotógrafos, logrando una vida movida pero sin estrés , abandonó el derecho, nunca más pisó un tribunal, se mudó con una feminista acérrima cuyo cariño pudo más que las diferencias, aunque en secreto sueña con volver a morir ya sabe que superó el examen con mención honorífica, la realidad es una convención, por tanto está convencido de que su realidad es la que vale, solo está de paso.

José Ramón Briceño

12/12/2021


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