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jueves, diciembre 02, 2021

Te (nos) andan buscando

 

Como buen latinoamericano he sido expuesto desde muy joven a los influjos de la música tropical, aunque con el tiempo y la educación uno va afinando sus gustos, en realidad la música del trópico tiene un lugar muy reducido en mi corazón soy fan de Rubén Blades, sobre todo después de constatar que sus letras retratan tan fielmente el ambiente latino,  donde policías, ladrones, malvados y héroes comparten la misma calle , este de tintes distópicos con cielos azules y gentes dedicadas a la fiesta entre la tragedia del día a día. Desde muy niño escuchaba canciones como Pedro Navaja, Te están buscando, Buscando América, Todos vuelven, el padre Antonio y su monaguillo Andrés y muchas otras donde se mezclan horror y poesía a partes iguales. se supone que todas las canciones son para la fiesta , tanto más la salsa con su ritmo cadencioso que anuncia fiesta, por eso una canción sobre un malandro que carga las manos dentro el gabán empuñando un puñal o la mujer que carga un revolver 38 pa que la libre de todo mal, el Te andan buscando Si llega el gobierno empujando ciudadanos Y pidiendo el cartón de identidad/Por tu mala maña de irte sin pagar/Por tu culpa pana me lo dijo pana Madame Calalú/ Que algo malo iba a pasar/Por tu mala maña de irte sin pagar o Un carro negro de antena larga Lleno e' gente, lente oscuro /Los de la seguridad, ninguna de estas frases que resuenan entre bongoes, piano, trompetas, coros y al Willie Colon guapeando en la pista de audio (o video YouTube mediante) tienen resonancia alegre alguna.

Han pasado muchos años desde que mi papá abandonaba su preferencia por Bach para colocar en el reproductor de su carro el casi sagrado Siembra, mucha poesía y libros han pasado por mis ojos para terminar horrorizado sacando de mis playlist toda traza de Blades, no es que lo deteste, es que Pedro navaja pervive en cada esquina y el Te andan buscando es cosa diaria en el barrio donde vivo, en cualquier momento detienen el autobús unos tipos armados esgrimiendo placas y pidiendo cédula a todos, si hablamos de desaparecidos la lista se engrosa hasta sobre pasar cualquier otra en el continente. hay un par de cosas pntuales que llaman la atención ante la dureza de esas canciones que sonando alegres son absolutamente desoladoras ante la aridez de la realidad venezolana.

En primer lugar que nunca hemos estado solos en esto de las traiciones políticas, el adjetivo de traidor no se lo endilgo al poeta, todo lo contrario, los traidores reales están en los puestos de poder, se supone que ellos son los garantes de la buena administración, los millones gastados a diario en marketing político así lo demuestran, sin embargo la realidad es muy diferente, a pesar de los slogans, las vallas, los anuncios en google, comerciales, medios de comunicación, redes sociales , pintas en las calles, franelitas, gorras y toda la parafernalia creada para hacernos ver que ellos son la salvación de la patria, la calle desmiente todos los anuncios patrocinados por ellos, mientras se gastan millones defendiendo a un colaborador corporativo que ni siquiera venezolano es , los empleados públicos languidecen en puestos mal pagados, los hospitales se han vuelto morideros para pobres, la desesperanza es una constante y si por casualidad levantas la voz es posible que un carro negro de antena larga lleno de tipos con lentes oscuros puedan irte a buscar, todos los que habitamos barrios pobres conocemos el rumor de las botas, los disparos, los gritos, las sirenas rogando que tu dirección no figure en las ordenes de unos fulanos vestidos como Rambo, sin insignias ni ordenes escritas porque en el mejor de los casos te tumban la puerta saqueando en el camino con golpiza incluida para que te quedes cayado, en el caso más grave, ya nada de lo anterior importa, los muertos no comen ni tienen posesiones.

El espanto de vivir en una canción de horror que cuando niño parecía una ficción espantosa, pero falsa, como si viésemos una película de fantasmas, muchos se asustan pero con la seguridad que otorga saber que eso le pasa a otra gente, esas cosas no suceden en tu casa, solo que ahora no solo suceden en tu casa, son los vecinos, las noticias, los noticieros, las cuentas bancarias, los exiliados, los desparecidos, los enfermos y la desesperanza que te acompaña cada mañana, he decidido hace tiempo no escuchar a Rubén Blades, se han transformado en la música de fondo para esta fiesta nada animada en la que se ha vuelto mi país donde hasta la pandemia ha palidecido ante las absurdamente violentas posibilidades de estar vivo en Venezuela. Cuando la ficción de horror toca tu puerta no hay escapatoria posible, ahora sé que los caribeños no hemos dejado de lado la costumbre de medrar entre el horror, el hecho de que un cantante tan famoso como Blades sea casi un rockstar de los ritmos tropicales a pesar de la cruda realidad de sus letras denuncia la cotidianidad ante la cual solo queda disfrutar al máximo un tiempo que nadie sabe cuándo durará, habrá que consultar con madame Kalalú.

Todos vuelven a la tierra en que nacieron
Al embrujo incomparable de su sol
Todos vuelven al rincón de donde salieron
Donde acaso floreció más de un amor

Rubén Blades

 

 


 

 

 

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