Mi
hija cursó sus primeros años de escuela en un kínder llamado “María Teresa del Toro”,
igual que la única esposa que tuvo Simón Bolívar, creo que el primer
encontronazo que tuve con las maestras de la niña fue cuando pregunté por qué
razón la escuela se llamaba así si lo único que hizo la señora esa fue morirse
recién casada con el hombre que años después sería el más poderoso de esta
parte del continente, por supuesto la profesora me volteó los ojos e inventó
alguna excusa para dejar la conversa de ese tamaño, aun no sé si se ofendió o
simplemente no tenía respuesta para tal pregunta, la cosa no llegó a más gracias
a que la madre de mi hija me dio un
codazo que amenazaba con transformarse en un pleito doméstico y cuando uno está
recién divorciado, el mínimo desliz termina siendo algo apocalíptico.
Años
después ya mi hija está por entrar al bachillerato, tengo la certeza de que
será en otro país lejos de mí y por tanto hay una mezcla de rabia y tristeza
por esa razón, sobre todo por la ceguera de tanto imbécil que se dice
bolivariano sin ni siquiera saber que carajos significa eso, es más, a título
personal, no creo que exista tal bodrio ideológico creado por el personaje
histórico.
Voy
a desgranar algunas ideas salidas de unas cuantas lecturas de algunos ilustres
historiadores del siglo pasado y otros actuales que desmitifican un poco, en
primer lugar deberíamos situarnos en la época en que todo comenzó, el siglo
XIX. Un tiempo barbárico donde la ley
del más fuerte imperaba, el joven Simón así como todos los señoritos de rancio
abolengo tenía acceso a una educación que le era negada a las mayorías, entre
ellas estaban los estudios de idiomas, historia, literatura y algunos
rudimentos administrativos pues se suponía que en algún momento se ocuparía de
administrar las grandes fortunas que amasaron sus antepasados. Entre esos
estudios estaba de moda para ese tiempo lo que hoy conocemos como el
romanticismo francés, que fue uno de los culpables de la llamada revolución
francesa. Como todo niño rico Simón se fue a Europa a conocer un poco el mundo,
allá conoció a su esposa quien tuvo la mala idea dc morirse al poco tiempo de
casados. No sería extraño que siendo huérfano
cayese en una profunda depresión que mitigó yéndose de burdeles a
Francia de donde volvió con las ideas calentándole la cabeza, siendo lector del
romanticismo no me extrañaría en lo más mínimo que fuese fanático de Lord Byron
y lo quisiera emular.
Al
llegar a Venezuela se encuentra con todo revuelo, además la excusa perfecta
para deshacerse de la desgraciada Guipuzcoana era aprovechar que España ahora
estaba bajo la egida napoleónica , declararse independientes sin caer en el
pecado de atentar contra la corona española que de hecho ya no gobernaba,
cualquier otra apreciación me parece un desperdicio de tiempo, dudo mucho que
los grandes hacendados fuesen partidarios de ninguna de las proclamas
altisonantes que nos han clavado desde la infancia en las mediocres clases de
historia que obliga el ministerio de educación y que desde hace quince años se
han vuelto de mediocres a cursis para idiotizar a nuestros hijos en pos de un
gobierno que ya se cae a pedazos solo para adornar un invento ideológico que ni
ellos saben que es.
En
fin, el hombre se lanza a la guerra, la pierden, España vuelve a manos de los
Borbones y les son confiscados todos los bienes al señor Bolívar quien de paso
está implicado (aunque varios historiadores le dan el beneficio de la duda) en
la entrega del general Miranda a Monteverde, lo que le da la posibilidad de
escapar hasta la hoy Colombia. Como se ve ya no tiene nada y lo único que sabe
hacer a ciencia cierta es la guerra que en toda sur América estaba en gestación
a manos de cientos de hombres muy aguerridos y gentes desesperanzadas en
desiguales condiciones.
El
hombre no fue ningún santo y si lo desnudamos del aura mágica de semidiós que
le han endilgado los “historiadores” oficiales podríamos decir que estaba más
cerca de ser un asesino en masa, si tomamos en cuenta el decreto de guerra a
muerte que causó quien sabe cuántas muertes y del cual ni los enfermos se
salvaron de la degollina, tomando en cuenta por supuesto que todos los
generales tenían abuelos al otro lado del mar y por tanto mataron a su propia
gente aun sin ser culpables, si lo ponemos en términos contemporáneos sería
algo así como la llamada “solución final” al problema judío que puso en marcha
otro energúmeno muchos años más tarde, de paso en un evento quinteo a la tropa
´por haber desertado, eso quienes decir que fusiló a cinco de cada diez
implicados para hacer escarmiento. Si hablamos de la “Campaña admirable” en
principio fue una copia de lo que hizo Aníbal al pasar los Alpes con sus
tropas, en este caso me parece una acción irrazonablemente cruel hacer que un
ejército sin las vituallas ni protección adecuada pasara el frio paramo andino
que hace cien años debe haber sido cuando menos seis grados más frio que hoy
día pero de eso no se habla, solo le cantan las loas al personaje.
En
otro orden de ideas si vemos la vida del señor más de cerca podemos también ver
a un fauno siempre en busca de compañía femenina (cosa normal en un hombre
soltero o viudo como es el caso) sin importar que la señora fuese casada ni su
esposo tan general como él mismo, varias son las historias de esposas de
oficiales que terminaron revolcándose en el lecho del militar sin que su esposo
pudiere hacer más que lucir los cuernos que de seguro le darían alguna ventaja
en las intrigas de aquellos años tal y como hacían los reyes que tanto decía odiar,
de hecho la única amante sacralizada es Manuela Zaenz , sin embargo hay
estudiosos de la historia que hablan de muchas más, incluso de hijos no
reconocidos de manera oficial pero si de manera extraoficial que fue dejando el
hombre a lo largo y ancho de sus campañas de guerra, algo normal si la
mojigatería oficial no se empeñase en hacer rituales litúrgicos en su memoria.
Por
último, aunque tenga mucho de donde seguir este monologo que comparto por este
blog, tengo la impresión que veinte años de guerra deben ser una eternidad y el
llamado ejército patriota no era un asunto del cual no tener miedo, a Simón Bolívar
lo odiaban como a la peste misma pues si bien su nombre ahora está relacionado
con gestas heroicas, para los habitantes de los países que sufrieron los
rigores de esos veinte años (1810-1830) de hambre, escasez, muerte y desolación
solo les recordaban la peor época de la historia hasta ese momento, por cierto
muy parecido a este solo que sin guerras declaradas ni proclamas altisonantes ,
apenas unas escaramuzas de gritos acompañados a veces con piedras contra las
balas y los abusos de los malos encarnados bajo la égida de la supuesta
ideología bolivariana.
Para
cerrar el tema por hoy, puedo decir que la ideología bolivariana es una farsa y
aunque el hombre en efecto debió haber sido un político adelantado a su tiempo,
tampoco era el dios que todo lo sabe ni mucho menos el protomártir que nos
hacen creer , debe haber sido un tipo interesante, valiente y arrojado pero
toca tener en cuenta que no había otra opción, en aquellos tiempos no había
tribunal de la Haya, tampoco ONU ni OEA que salvase a nadie, mucho menos ONG ni
internet para hablar de los desmanes, si fuésemos un poco más inteligentes
hurgaríamos en la historia para desmitificar ese panteón que más que bien nos
ha hecho daño pues cada vez que algún energúmeno lo toma como bandera quedamos
peor que nunca, para pruebas tenemos los tiempos que corren.
José
Ramón Briceño, 2016
@jbdiwancomeback
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