Ha llegado el mundial, disculpen que lo ponga en minúsculas, respeto a quienes se fanatizan por el asunto, pero la verdad no entiendo a quien se vuelve fanático por un asunto que al final no es más que ganancia para muchos, pero no cambia nada el equipo que gane, me explico, si termina de campeón quien termine ganando eso, igualmente tendremos la misma realidad quizás hasta la vean peor por aquello de la resaca y la pelazón que dejará el abuso de su tarjeta de crédito pues no hay nada más peligroso que un borracho contento y con posibilidades de seguir bebiendo, más si el equipo gana, eso puede causar hasta invitar una ronda de wisky al bar en pleno, cómo va la cosa por acá hasta una ronda de anís de ese que tomaban los muchachos de bachillerato público ha de salir a precio de Vodka importada en el año 2005 absolut para no ponernos exquisitos.
Igual seguirá el mundo contaminado, las guerras continuaran matando, el dólar seguirá subiendo, los venezolanos seguirán en sus sempiternas colas para “cuidar los alimentos” (ministro dixit), Maduro seguirá gritando que la caperucita roja lo va a matar en connivencia con un caballero sith patrocinado por Jarred Letto y ayudado por Popeye quien le dijo a snoopy que bombardeara Miraflores y se lo contó a Maria Corina via Gmail, usted seguirá siendo usted , quizás con unos tres kilos extras por aquello de la ingesta de cerveza pero además con un 60% o más perdidos de su sueldo por aquello de la inflación.
Total nada, aunque debo confesar que pienso lo mismo de los fanáticos religiosos y algunos otros de esos que niegan todo por no querer darse cuenta de su miseria y seguir pensando que su ídolo los cuida desde el fuerte de la montaña. Si la pasión es por algo que ni crea, ni tiene posibilidades de verse, si no hay pruebas más allá de sus cavilaciones y justificaciones metafísicas, no tiene sentido pelearse. Si, soy enemigo, más bien un escéptico en eso de defender a rajatabla cosas no comprobables, yo tengo mis ideas si alguien no las comparte, la verdad no me estresa.
Mientras esto escribo me pregunto si soy fanático de algo aparte de, mi hija, mi novia, mis libros, mí gato, mi viejo y la gente que quiero me sorprende pensar en que de verdad estoy fanatizándome por la política y sus avatares, me sorprende la cosa, sin embargo ese aparente fanatismo se constata cuando llega el fin de mes, en la calle, en los supermercados, en las caras, los carros, las tiendas, los supermercados, mi cuenta bancaria, la de mi gente cercana, las conversaciones entre la gente de más de 25 que nunca deja de hablar de la posibilidad de mudarse a otro país , en los periódicos en la gente que se devuelve, la que ya no vuelve y la que se mudó al éter post-cremación o inhumación. Es decir, tengo razones más que sobradas para molestarme en público, escribirlo en las redes y gritar cuando algo ya me molesta, no es que le grite a la pobre cajera de un supermercado, grito cuando la acción puede hacer algo, por ejemplo, esta tarde, a eso de la una, con 40 grados centígrados a la sombra y cuarenta minutos de cola en el centro de mi ciudad, el desgraciado camionetero pone a todo volumen el potpourri de declaraciones del presidente como si del himno nacional se tratase, le grité un par de palabras altisonantes, nada de groserías pues andaba con mi hija, pero si el verbo ara hacerlo sentir incomodo cuando menos y pensaba. ¿es que este pana no compra repuestos para el bus? ¿come el monte que crece en las calles?, ¿su esposa no hará mercado? ¿no se compra ropa? ¿no se da cuenta que si acaso gana lo mismo que un mendigo del primer mundo?, ¿Cómo es posible aplaudir a quien te tiene la cabeza enterrada entre las piernas?.
Caramba, se que se ve feo pero, prefiero así y no tirarlo por la ventana con todo y radio, gritarle a las doñas obtusas en las calles, a los compañeros del trabajo, dejar de hablarle a los pocos enchufados de mi familia (nadie ilustre por cierto) , terminar preso, molesto, asustado y quien sabe cómo salir de ahí, es preferible gritar a terminar mal, antes que le dé un infarto , cuando no dos tiros y al igual que después de un juego todo sigue igual.
Quisiera poder sentir esa emoción asesina por tu equipo favorito, quizás tener el consuelo de los ultrosos religiosos que viven en unos imprecación piadosa en los labios que no se deprimen, no se molestan pero le achacan los problemas de su vida a un señor todo poderoso e imaginario que en caso de existir no creo que se tome el tiempo de atender en persona a los millardos de seres que los aclaman, pero no, soy un tipo normal con otras aspiraciones que pues, al igual que cientos de miles ven lejos, pero igual patean la vida a diario como todos, por esa razón no me interesa el mundial y aunque de verdad tampoco sea la gran cosa sentía necesidad de compartirlo, saludos desde mi esquina.
José Ramón Briceño 2014
@jbdiwancomeback