Ayer fui espectador de un asunto si no insólito cuando menos
interesante, mientras hacía cola en la caja del supermercado para pagar mis
compras, tres cajas más allá una señora ha comenzado a gritar indignada por la
escases, de más está decir que en dicho establecimiento no había pollo, harina
de maíz precocida, harina de trigo, aceite vegetal comestible, margarina,
mantequilla, café, queso, carne, jabón
de tocador, pasta dental, afeitadoras desechables y algunos otros rubros que se
escapan de mi memoria, el asunto es que la señora que gritaba muy molesta
comenzó a levantar roncha, muchos nos pusimos de su lado, algunos otros dándoselas
de graciosos la mandaron a callar, lo interesante es que esos se escondían. Como
si fuese una gracia hacerlo, pero los compradores, en su mayoría estaban de
acuerdo, hubo un cliente que se le acercó a la dama y le dijo que dejase el peo
que ya la escases había terminado, coño el hombre ha de ser un funcionario
defendiendo su gestión, ante tanto desabastecimiento defender su fantasía de
que no hace falta nada en los anaqueles.
Solo hay que darse una vuelta por varios establecimientos
para darse cuenta de lo vacíos que están los anaqueles, los dueños de los
supermercados hacen malabares para que no se note pues meten en los espacios
otros rubros que bien o no se venden mucho
o no son de primera necesidad, simplemente los llenan para no quedar tan
mal ante el público que los visita y seguramente ante el estado que los
fiscaliza.
Ayer precisamente fui a varios supermercados, en el primero
uno de esos llamados hipermercados que son inmensos y que uno por su tamaño y
aparente lujo piensa que tiene de todo, estaba igual que los pequeños pero con
la particularidad que estaba hasta el tope de gente comprando harina de maíz precocida,
era una locura ver a tantísima gente comprando ese producto que si bien es
necesario por este asunto de la costumbre alimentaria del Venezolano , parecía más
bien otra cosa casi que maravillosa por el estrés de los compradores, cada uno
llevaba diez kilos en sus manos, seguramente así resolvían los próximos meses
de desayunos y cenas sin tener que andar de detective dando vueltas por todos
lados para encontrar el producto, quizás muchos de los compradores tenían negocios
de comida y por tanto necesitaban de su materia prima para trabajar, no sé,
pero lo que vi fue casi insultante, eso de hacer colas kilométricas para
comprar una vaina que antes la comprabas en cada bodega sin mayor problema,
pero que ahora por obra y gracia de los máximos inútiles de nuestra historia
está casi desaparecido.
El asunto es que en ese establecimiento tampoco había nada
de lo que nombré al principio de este texto, estaban vacíos de eso, la verdad
muy llenos de mil cosas pero al final lo indispensable no lo había.
Volviendo a la señora que protestaba en su cola. Quizás hasta
deje de sorprender que estuviese molesta, todos lo estamos, lo que maravilla es
a pérdida del miedo, ese decir en público que estamos hechos una mierda pues si
escasease algo que no es tradicional, vale, la cosa de las divisas, pero coño
la escases está llegando a todas partes y en todos los rubros, claro también el
asunto de las compras nerviosas puede que ayude pero quien no va a comprar por
lotes cuando lo más normal es que nunca haya nada en ningún lado, las compras
nerviosas desapereceran cuando desaparezca también el desabastecimiento.
Ya existía en tiempos del difunto, pero ahora está peor,
cuando menos aquellos se esforzaban en que no se vieran las costuras pero estos
están empeñados en que hasta la máquina de coser se dañe y después, cuando ya
es evidente el exceso de torpeza voltean la mirada y culpan al primero que se
les ocurra, desde Obama hasta Santos podrían ser los culpables de este
desabastecimiento, claro, la costumbre de la izquierda de esconderse tras el
otro para ellos jamás cargar con la culpa de sus inutilidad.
En medio del conato de trifulca la verdad me puso nervioso
el asunto, pues la gente de seguridad se apostó cerca de la señora intentando
calmarla y seguramente no faltarían espontáneos al momento de intentar
detenerla, pero les aseguro lectores que hasta yo pudiere ir preso pues la
verdad si alguien tocaba a la dama se iba a tener que medir conmigo y con unos cuantos
que estábamos en la cola, solidarios con el sentir de esa mujer, al final no
pasó nada, el espontaneo que decía que la escases era un invento, se tuvo que
callar cuando la señora ya muy molesta lo amenazó con el paraguas y el resto de
la concurrencia amenazó al tipo con la mirada, el hombre sonrió como intentando
hacer que la señora pareciese una loca gritona, pero desde la anonimia de la
cola igual surgieron gritos en contra del defensor de la revolución y hasta yo
le dije algo, cuidándome que me viera la cara y el tamaño, quizás con un poco
de provocación, ya se, estuvo mal hecho, pero seamos sinceros en que provoca
darle unos trancazos a esos tipos, también sé que la violencia solo engendra
más violencia y que mi sueldo de profesor no me permitiría un abogado.
Pero hay algunos gustos que uno tiene que darse, así en eso
se le vaya a uno la vida, no puede ser que sigamos aguevoneados con el cuento
aquel de que nosotros (la oposición) por estar del lado de las leyes somos unos
pusilánimes frente a los todopoderosos oficialistas, no me jodan, todos tenemos
la misma cantidad de brazos y piernas, aunque sea un diente me traigo de
recuerdo pero nunca más me dejaré amedrentar por ningún chavista.
Ojalá todos en este país pudiésemos viajar y mirar in situ cuando
las cosas funcionan, no hablo del imperio malvado, vayan a México, Argentina,
Chile, Urugay, Colombia o Panamá, miren como las cosas funcionan y papá estado también
sirve y no jode de más, para que su fantasía pendeja de marx , el che, su
comandante Fidel y tanta pendejada de la izquierda que se pensaba muerta pero
que ahora renace con nuevos bríos pero de destrucción y torpeza, se acabe de una vez, dejen el egoísmo
y se convenzan que su ideología es más adeca que aquellos que odian, no habrá
mañana si seguimos por este camino y al final quienes pagaran el lio son
nuestros hijos pues para ellos no quedará nada y por cierto esa guerra con la
que ustedes sueñan nunca se parece a la de las películas, allí nadie se levanta
después de una ráfaga de balas para actuar otras escenas, en la realidad las
balas matan y no distingen entre buenos y malos, aunque por ahora los peores
son los oficialistas.
José Ramón Briceño,2013
@jbdiwancomeback