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miércoles, enero 18, 2017

Reflexión obligada

Morir es un acto natural, por mucho que nos disguste o entristezca la idea igual todos terminaremos algún día muertos, el ciclo de la naturaleza no se detiene. Al final el problema no es morir pues todos legaremos a eso, el asunto es como, cuando y de que manera toca irse de este mundo, Venezuela al parecer se ha vuelto una suerte de sucursal menor de la muerte.

Digo menor pues hay zonas como Siria donde la guerra hace estragos más fuertes y  morirse es la cosa más factible del mundo, en Venezuela también sin embargo a diferencia de Siria, aún no hay bombardeos masivos ni intereses encontrados entre potencias que tranquen el juego, pero ante la miseria los intereses se hacen más ambiciosos, el hampa se une en sindicatos y hasta los entes gubernamentales son parte activa en todo ese entarimado de maldades que terminan con la vida de 28 mil compatriotas al año, una suma barbárica solo imaginable en tiempos de guerra y que nadie más que los que hemos vivido allá entendemos a cabalidad ya que conocemos de cerca el miedo, las balas, los hospitales y hasta el hambre muy de cerca, sabemos que toca a veces como una vez al día para estirar lo poco que tenemos de comer, sabemos lo que es pasear por el centro de alguna ciudad buscando ofertas para organizar cuando menos una comida fuerte al día y saber que tu sueldo no te va a alcanzar para mucho más que eso, rogando que nadie se enferme para no terminar más estresados de lo común, sabiendo además que cualquier cosa que hagas debe ser resuelto antes que caiga la noche ya que al amparo de la oscuridad se multiplican las posibilidades de que te conviertas en un número más de las estadísticas, bien sea por que tienes o porque no tienes y al malviviente le da bronca que no tengas nada que quitarte.

Todas las mañanas enciendo mi computadora para testear que ninguno de mis seres queridos ha sido tocado por la maldad imperante en aquella tierra, en la búsqueda me tropiezo con cosas espantosas, desde linchamientos, decapitaciones, amenazas públicas de grupos armados que piden un dinero a cambio de no secuestrar a alguien si acaso no matar a algún familiar, muertos por falta de medicinas, peticiones desesperadas de tal o cual fármaco importante para vivir, una inflación que en verdad supera toda mi capacidad de asombro y lo peor es un gobierno que se empeña en mentiras que solo ellos creen mientras los demás están muriendo por varias causas que van desde enfermedades, malnutrición, miedo y depresión pues nadie que viva de esa manera puede salir indemne de tal catástrofe .
Pensando el asunto me preocupa que al parecer a nadie interesa nada en Venezuela pues la capacidad de asombro pasó hace rato el umbral del espanto logrando que la gente vea de lo más normal tropezarse un muerto en la acera, como si de un bulto de basura se tratase. Hace algunos años, el gobierno tan sabido en artimañas para librarse de responsabilidades eliminó del código orgánico procesal penal el artículo que se refiere a la “notitia criminis” que no es más que la obligación por parte de la fiscalía de investigar cualquier delito denunciado por los medios, he ahí la razón por la cual la prensa se desgañita denunciando y nunca pasa nada.

Ahora bien, la queja en nada ayuda, toca comenzar a buscar soluciones, la más simple seria proponer un holocausto de balas y muertos por doquier, desde bombardear las cárceles con todo y presos hasta pasar por el paredón al tren ministerial junto con el poder judicial, sin embargo ya sabemos que no se puede a menos claro que recibamos ayuda con armas, tropas y municiones para quemar el país por los cuatro costados sin que se salve nadie para luego reconstruirlo todo como nos merecemos. La otra opción menos cruenta sería la de separar el país en dos partes, una república del sur donde la democracia y la honestidad sean los valores que se propugnen desde todas las palestras, donde el futuro sea lo que queremos y la otra mitad se la regalamos a los animalejos rojos para que hagan con ella lo que les de la gana.

Ejemplos sobran en el mundo, sería una medida salomónica que nos ahorraría horrores , hambre y el desespero de todos los días, sé que muchos exiliados volveríamos a trabajar por una nueva república donde nuestras familias puedan volver a tener futuro, seria duro , pero les cuento que luego de irme de mi país cualquier cosa me parece menos ruda pues antes de huir conocí de cerca todas las miserias de ser un mendigo con sueldo profesional y en el exterior he conocido la cara fea del miedo, ese mismo de no tener más que lo que cargo en mi maleta y confiar en que mi único capital (mi cerebro) acá me dé lo suficiente para salvar a mi familia que quedó allá.

Sería interesante conocer las opiniones de quienes también andan hartos como yo, organizar un movimiento secesionista que nos permita lograr el futuro que la peste roja nos niega y que a pesar de lo duro que pueda parecer, comenzar de cero no siempre es tan malo, quizás así nos quitemos el estigma de vivir pensando que vivir es un ejercicio de supervivencia.
José Ramón Briceño, 2017
@jbdiwancomeback



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