Todos
los venezolanos estamos más o menos acostumbrados a que las leyes se ignoren,
no es un secreto para nadie que desde siempre los que pagan cárcel son los
pendejos, excepto en casos de drogas, atracos bancarios o meterse con
personajes importantes, de resto te salvas de todo mal con una buena cantidad
de dinero ayuntada a un abogado bastante sagaz y con amigos importantes en los
cuerpos policiales, eso no tiene discusión.
Mi
relación personal y la de algunos amigotes de la adolescencia (por cierto aun
sin mis amigos) fue cordial, total no éramos
más que jóvenes con ganas de marcha como dicen en la madre patria, sin mayor
problema y acceso a licor barato y fatal. La primera vez que estuve en un
calabozo fue gracias a la bondad de dos policías de playa, andaba ebrio en
exceso y me dio por entrar a la comisaria a burlarme de unos conocidos presos
por indecentes, el policía tuvo pena y nos invitó unos cafés cerreros que
bajaron el nivel de la borrachera, además nos ofreció una celda abierta para
pasar la noche y evitar el incordio de la lluvia en la playa, que por cierto
nos había mojado la carpa, unos policías extrañamente amables pero para la
gente con suerte eso es común. La segunda y última vez que pisé un calabozo fue
con el policía de punto en la urbanización, el mencionado agente ya era
bastante conocido, nos velaba en las reuniones, nos llevó más de una vez a la licorería
a comprar el bastimento de la noche y de paso , si nos tocaba caminar hasta la
casa y nos tropezaba pues más de una vez me dio el aventón hasta la puerta de
mi casa, la tarde del calabozo fue un domingo, pasábamos un amigo y yo frente
al antiguo modulo policial, allí compartimos unos cigarrillos con el sargento
quien luego del segundo cigarro nos invitó unos tragos, las botellas estaban en
el calabozo, en una especie de archivo con llave de dónde sacó una botella de
dos litros de Ron, no sobrevivió el licor a esa noche, entre trago y trago nos
contó historias de horror de las calles, creo que muchas fuero inventadas pero
en vista de la maldad existente en estas tierras no creo que fuesen tan
descabelladas.
Hoy
día ni que el fulano policía tuviese alas de arcángel y un coro de ángeles
viviese en las mazmorras, me atrevería a pasar a ningún modulo policial, ni a saludar,
quizás no todos sean malos y en el bulto de cosas raras existan varios agentes
con almas piadosas, sin embargo con esta situación y con las demostraciones que
hacen a diario, los policías piadosos deben estar en otro lado, el cementerio o
el retiro, los demás son los premiados por el sistema represor, la libertad de
delinquir con la placa y apoyo oficial
ha de ser defendida a ultranza.
No
defiendo la anécdota de un funcionario que guste de beber en servicio, pero
creo que la amabilidad para con la gente de bien ha de ser recuperada, con
estos últimos años , donde la policía y la guardia nacional han dado
demostraciones más que sobradas de vivir siendo los brazos ejecutores de cuanta
bellaquería se le ocurre al gobierno, he oído de agentes y oficiales que
liberan a los estudiantes previo pago de una coima millonaria, como si no
fuesen arrestos si no secuestros, lo que le da un matiz aún más terrorífico al
asunto de ir preso, pues no es ya asunto de quebrantar leyes sino más bien de pagar
rescate a un delincuente intocable pues está amparado en el entramado legal del
estado venezolano.
Me
gustaría alguna vez saber que sienten los tipos esos cuando sus superiores le
ordenan quebrantar las leyes, trabajar codo a codo y pistola a pistola con
quienes usualmente persiguen en las calles, cuando ese mismo “colectivo”
demuestra tener más poder que ellos, que se suponen encarnan las leyes de la república,
que sentirán cuando sus viejos no encuentran lo necesario para vivir y sus
familias viven siempre con deficiencias presupuestarias aunque se de muy buena
fuente que algunos ganan cifras millonarias con los “favores especiales”.
Sobre
todo me gustaría saber adónde se meterán cuando todo esto termine, como se
excusaran ante su familia e hijos por los abusos metódicos que han visto cometiendo
con total impunidad durante estos 15 años, a quienes le responderán por todas
las vidas que han sido cegadas por sus amigotes o protegidos, como se sentirán
cuando algún intocable les toque a su familia, cuando sean atracados, cuando
esos que mataron a sus colegas son protegidos de sus jefes y por esa razón
intocables, como se sienten ahora cuando son considerados poco menos que gente
por los que presumimos de ser gente pensante, que afortunado he sido en mi
relación con la ley sobre todo en estos tiempos en que no tengo ni siquiera
conocidos dentro de la policía ni entre los militares.
José
Ramón Briceño, 2014
@jbdiwancomeback
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