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miércoles, enero 15, 2014

Ojalá

Ayer tuve una de las conversas más extrañas y tristes que he podido tener alguna vez, alguien me preguntaba cómo era el proceso para cambiar un cheque en el exterior, al preguntar yo, a su vez, para que hacia esa pregunta a mi interlocutor, ella me respondió que como la cosa estaba tan peligrosa estaba poniendo a punto lo del seguro de vida de la empresa en la que trabaja, para saber, en caso de que una bala la encontrara, como repartir la herencia y tener claro cuánto le dejaría a su hijo y a sus viejos, si algún extranjero me lee, pensará que es normal, pero si es venezolano sabrá que eso acá no se nombra a menos que se sienta la muerte cerca. Como no hacerlo si ya es difícil conocer a alguien que no haya sido víctima del hampa desatada, en cualquiera de sus variantes.

Si todos los días uno ha de salir con una reserva de dinero por si las moscas encuentras eso que no se ve nunca, la leche, el café, la harina (de maíz o de trigo) , el pollo y hasta el alimento de las mascotas, mientras escribo estas líneas mi gato está enfurecido a mi lado pues la comida que le gusta está desaparecida y la que le compré la detesta aún más que a los vegetales y al no poder hablar le queda la protesta silenciosa pero continuada, deberíamos aprender todos un poco sobre los animalitos.

Ahora entiendo eso de la prohibición de decirles negros a los panas, eso de ser afrodescendiente siempre me ha parecido una paja inventada por los izquierdosos cursis, sin embargo ante la situación ahora estamos más cerca de Zimbabue que de la metrópoli esa que han dado en llamar madre patria, con todo y muertos, escasez, ausentismo laboral, tiranos abusivos y situaciones ilógicas típicas de los relatos de horror de esos países afro originarios. Es raro encontrarse a alguie3n y que no te cuente una historia de terror diferente, esa de que mataron a fulano, mengano, el primo de tal sitio, la prima de tal parte, la parada de bus tal o cual o la señora, el niño. el viejito, la viejita , el señor o el muchacho que asaltaron en todas partes, ya ni las iglesias se salvan.

Ciertamente los organismos de seguridad no son adivinos para adelantarse a los hechos, impedir un atraco o un asesinato, pero con la lenidad con la que trabajan es complicado bajar los índices de violencia y hamponato si todos saben que de cada 100 crímenes, si acaso se resuelve uno, las cárceles son resorts de lujo para los capos quienes hasta negocian con el estado su estatus, la “gloriosa” Guardia Nacional les teme, tanto así que en un enfrentamiento se “escaparon” los jefes y sus asistentes mientras el penal estaba acordonado por tropas y armas, no sé, eso deja muy mal parados a los tipos.

Últimamente he leído no sin cierto asco, como algunos jefesuchos del estado malandro este, defienden a los hampones, justificando su violencia, diciendo que es culpa de la sociedad que sean así, el capitalismo, el racismo y cualquier otro ismo pendejo que usan como excusa para aminorar el odio que les tiene la gente de bien, esas justificaciones tipo Paulo Freire y todos los otros que en su visión izquierdosa han deformado la psique de sus seguidores, haciendo pensar que muchos de esos son víctimas y no los victimarios que realmente son, quizás es por un asunto político, pero mientras esos imbéciles del estado andan forrados de escoltas los venezolanos de a pie, en carro, en bus, bicicleta o en moto vivimos en constante sobresalto pues la hora siempre está esperando tras la puerta para darnos muerte, todos agradecemos volver, ver a nuestra gente querida pues nadie sabe si será la última vez, es una cagada esta sociedad del terror en la que nos hemos convertido.

Ahora resulta que a los malandros hay que tenerles lástima, pedirles perdón por la vida de miserias que tienen o que han tenido y que no han podido encontrar la salida, discúlpenme, pero que les den por el culo a todos con una tuna, hasta donde sé, el trabajo, el estudio y el progreso no van acaballados a lomo de bala, la flojera, la cortedad de cerebro y de metas si, todos quieren algo rápido que los saque de la miseria y estos quince años parecen haberles dado la razón pues tan malandro es el que asalta como el que expropia, bota y hace gala de su poder ante los reclamos justos de una sociedad que no entiende como siendo el país que éramos terminamos así como estamos. Cuando los jefes son unos malandros cuyo discurso de guapo de barrio les llega a esos otros delincuentes podemos entender un poco la razón de que todavía no podamos salir de esa plaga y ahora estemos pagando el precio.

Como es posible que un alto funcionario esté involucrado en la muerte de unos niños secuestrados y el muy maldito aun camine entre los vivos, cual es la razón para que tanto hijo de la grandisma  put_ aun sea alto funcionario y a nadie parece importarle, ahí está una de las causas para tanto malandraje desatado, el estado da un ejemplo equivocado y su réplica está en las calles aterrorizando a todos, mientras los maestros del mal vivir se disfrazan de rojo con boinas y consignas, los otros (nosotros) vivimos presos en nuestras casas y con miedo en las calles, lástima es lo que damos, para cerrar voy a usar las palabras de otro izquierdoso solo para que, si me leen les duela más, “…ojala se te acabe la mirada constante ,la palabra precisa, la sonrisa perfecta ,ojala pase algo que te borre de pronto ,una luz cegadora, un disparo de nieve ,ojala por lo menos que te lleve la muerte ,para no verte tanto, para no verte siempre ,en todos los segundos, en todas las visiones ,ojala que no pueda tocarte ni en canciones…”, ojalá.
José Ramón Briceño 2014
@jbdiwancomeback








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