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martes, febrero 05, 2013

Armagedón


La guerra ya nos alcanzó, la verdad hace rato de eso, sin embargo cada día está más cerca de todos, no es que los milicos se hallan lanzado a la calle con tanques y soldados, ni la contrarrevolución esté tomando cartas en el asunto y realizando la lucha armada para recuperar el país de quienes andan haciendo desastres con su franelita roja y su discurso aprendido al caletre para saquear los fondos públicos como ya es costumbre, no, la guerra está llegando de manos del hampa común y de la organizada.
Ya andar en el transporte público es un asunto de valentía pues en cualquier esquina se pueden subir dos pasajeros que resultan ser atracadores que con la anuencia de los choferes y la inexistencia de policías saquean cualquier pertenencia que lleven los otros pasajeros, hasta los mendigos que suben a pedir que les regalen “lo que salga de su corazón” a veces no son más que una suerte de observadores y quien no les de plata son seguras victimas de sus amigos los atracadores. Mismo modus operandi en los autobuses de rutas extraurbanas pero sin mendigos, nadie está seguro en ninguna parte. Nunca había visto a tanta gente con fobia de viajar en bus, estrés postraumático que le dicen, sin embargo no queda de otra para los miles de peatones que vivimos en esta ciudad.
Quienes me conocen (no son muchos realmente) saben que no manejo, ni licencia tengo, creo ser el único hombre mayor de cuarenta en Venezuela que ni licencia tiene, no me gusta manejar, no me atrae eso de tener carro, me parece que la vida es más tranquila sin el drama de andar pendiente de los miles de detalles que trae tener un carro, esa vaina es como tener un hijo, siempre pide cosas, se daña alguna vaina que de paso jamás es barata y como entenderán la cosa económica no está para gastos extras. Sin embargo estoy pensando muy seriamente comprarme aunque sea una moto para moverme en esta ciudad, se ha hecho menos peligroso andar en moto, en una de esas automáticas que no le gustan a los malandros, pues si te compras una baratona de las que cuestan lo mismo que una bicicleta y tienen apellido socialista igual te pones una navaja en el cuello pues a los malandros les gustan esas y les importa nada darte un tiro por quitártela.
Todos los días me toca buscar a mi hija a la escuela, por no tener carro sale hacerlo en bus, a veces pago un taxi pero es un gasto muy grande a fin de mes hacerlo muy seguido, por tanto tengo que bailar en esa cuerda floja a diario, ya he pasado varios sustos con toda la fauna que se sube al bus a pedir dinero y limosnas, el ritual de quitarse el reloj para no tentar, dejar el celular en vibración para no provocar, eso de andar con los ojos abiertos y muy alertas para ver a cuanto pasajero sube por si le adivino las intenciones y antes de que les de por asaltar bajarme con mi hija sin que esta se dé cuenta, ya me tiene agotado, es un ejercicio de guerra que a diario sale hacer en estas calles.
Lo peor, la indiferencia de las autoridades quienes se debaten entre los votos y la seguridad, no puedo creer que la violencia no tenga salida, muchos intentan hacer cosas pero con panfletos, afiches y eslogans muy poco hacen contra las balas, las drogas y el dinero fácil. Ciertamente siempre hemos tenido delincuencia, en cada época los modos van cambiando pero en estos tiempos la muerte ha tenido una súbita popularidad.
Se vale no andar en la calle a altas horas de la noche, no tentar a los amigos de lo ajeno con puertas y ventanas abiertas o luciendo accesorios caros, pero coño ahora hasta por ser pelabola te jode alguno, tanto así que la policía de Mérida titeo en su cuenta la recomendación de cargar un paquete de billetes de baja denominación para entregárselos a los atracadores en caso de asalto, ¿qué vaina es esa?, se supone que las policías son para cuidar a los ciudadanos, no para recomendarles cómo evitar ser lastimados en un asalto dándoles a los ladrones lo que andan buscando, dinero, así sea poco, uno se gana eso, no tiene por qué carajo andar regalando el producto de su trabajo a un vago de mierda que por serle más sencillo atracar y consumir hasta semilla de guayaba molida con jabón azul para sentirse bien, roba a los peatones a fin de tener fondos para su vicios.
La impunidad tiene cotas irreales, por tanto estar preso es cuestión de mala suerte, aun así hay sobrepoblación carcelaria, si el gobierno fuese efectivo ya tendríamos que abrir cuando menos cien cárceles nuevas , ya no es asunto de vivir en buenas zonas, ni que la capital es peligrosísima, es que todo es peligroso, ya matan hasta en los liceos y escuelas, en los callejones, los restaurantes y hasta en tu cama pues alguna bala “fría” te puede caer.
Ya no vivimos, sobrevivimos, nuestro hijos difícilmente conocen la dicha de jugar en las calles sin supervisión, la paranoia anda suelta, la desesperanza cunde por la ciudad como un virus muy justificado por cierto, nadie se puede salvar.
Quienes no hemos sido heridos ni atracados tenemos que darle gracias a todos los santos y las religiones por si las moscas alguna de verdad es cierta pues todos los días hay cientos de relatos de horror con sangre incluida e ir a trabajar es un asunto de valentía, sobre todo si tienes que hacerlo en ruta publica y peor aun si esta es larga o es de noche, tanto así que he comenzado a escribir a ver si alguien me contrata y me comienzo a ganar la vida desde la sala de mi casa para procurar llegar a viejo y ver crecer a mi hija sin el estrés de andar por ahí con una cámara al hombro rifándome dos tiros todos los días, al final esa vaina es como un Kino, nadie sabe quién se lo gana hasta que te toca, que horror de país tenemos.
Los últimos acontecimientos carcelarios y hasta los políticos llevan a pensar que en estos tiempos el malandraje manda, cuando vemos y leemos que el estado negocia con los dueños y señores de las cárceles, cuando apoya grupos armados que cometen cualquier trapacería con inmunidad incluida. Tanta gente que se ha ido del país por miles de razones, pero entre otras por la posibilidad de llegar a viejos, de hacer familia y de tener la seguridad de estar seguros en sus casas hasta que el tiempo y no las balas los hagan pasar al otro mundo, ese adonde todos iremos pero por ley natural y no por que algún vicioso, ocioso, vago o desesperado le provoque darte dos disparos, cuando no una puñalada para quitarte la vida por un celular o lo que sea que pueda cambiar por drogas.
Todo eso sin contar los secuestros expresos, los secuestros clásicos, la trata de mujeres, la venta de órganos, las balas perdidas, además de estar en un mal sitio a una mala hora y recibir por equivocación una bala, ojalá este purgatorio llamado Venezuela se calme algún día, que todos mis amigos, familiares y allegados lleguemos a viejos, mi mayor deseo es que mi hija sea una mujer de bien y que mi país vuelva a ser el sitio preferido por los inmigrantes y no esta tierra de emigrantes en que nos hemos convertido por obra y gracia de quienes más allá de sus ideas políticas han terminado por confundirse con el malandraje para ceder el poder a aquellos a quienes solo les importa la vida propia y los demás no somos más que carne de cañón a la espera de que nunca nos toca la rifa de plomo y acero que cada día se ganan más ciudadanos de a pie y lo que no son de a pie.
José Ramón Briceño,2013
@jbdiwancomeback




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