Primero de enero, luego de una semana ausente de las
redes sociales y por tanto desconectado de todo lo que sucede en el país, sobre
todo por el blackout informativo sobre la salud presidencial, puro rumor, los
encargados de informar pues lo hacen de manera escueta, huyendo de cualquier
mención de gravedad que provoque pensar en la posibilidad de muerte de ese
señor al que le dicen comandante (por andar de ánimo luctuoso hoy me voy a
ahorrar el cinismo, un poquito claro). La verdad no entiendo tal secreteo, todo
ese misterio en torno a la salud de un mortal como todos, que igual lo puede
matar un cáncer que una caída en la ducha, como a cualquiera, a pesar del aura
de inmortalidad e infalibilidad tan necesaria para que los seguidores lo adoren
como a un semidiós, ya que un mortal cualquiera no tiene sentido ser adorado.
La decencia nos enseña
a no hacer fiesta del luto ajeno, sin embargo la provocación es muy tentadora,
me explico, después de tanto peo, tanto grito, tanta arenga, tanta violencia
justificada contra de quienes se le oponen, tanto “gas del bueno”, tanto
malandro arropado bajo el evidente manto de la protección gubernamental, armas
regaladas con promesas de fidelidad perruna, tanto discurso coprológico ensuciando
los oídos de todos, tanta mentira institucionalizada, tanta nada presentada
como un avance, la cosa se pone difícil, esta , la de no hacer leña del árbol caído.
Si se muere, ya el daño
está hecho, en Miraflores quedan suficientes tigres que le darán la vuelta al
asunto para su beneficio, seguro le harán una capilla y hasta nicho en el panteón
nacional con llama eterna, guardia de honor y toda la parafernalia de los héroes
de la patria y la verdad eso sí sería ofensa para esos hombres de pelo en pecho
que se metieron de frente en una guerra de niveles de crueldad difíciles de
creer en estos tiempos, con el agravante que la muerte les caía de cualquier
modo y por cualquier vaina, lo que hacía temible hasta un rasguño de metralla,
amén de los salvajisimos soldados y oficiales de la época. No niego que en caso
de deceso presidencial sus corifeos armen alguna demostración pagada de duelo
nacional, con llantos, desmayos y discursos ultra cursis, el nacimiento de un
nuevo mártir, ok, ojalá no se les vaya la mano con el seguro homenaje póstumo y
última morada del hombre.
Realmente, si se muere
y resulta no ser otro circo, no me alegraría eso, muy al contrario, me sentiría
muy mal, así no era, debería pagar todos los desmanes cometidos durante los
catorce años, todas las muertes, todos los dineros perdidos, todos los
desempleados, los subempleados, el atraso por razones ideológicas, el fariseísmo
político y con el todos los que de alguna manera se aprovecharon de esa coyuntura
de impunidad que desde todas partes se ha apropiado de mi país, desde presos
con más poder que la policía hasta ministros acusados de narcotráfico y
gobernadores multimillonarios con clarísimos tintes de desfalcos al estado,
todos esos que jamás fueron acusados de crímenes pero encarcelados por mandato
presidencial, la incomodidad del líder es vaina de cuidado y preso el causante
pues se acalla el tumulto de gente que pudiere causar que el máximo líder se
sienta mal.
Lamento el luto de su
familia y su sufrimiento, nunca quise eso para él, quería que tuviese una larguísima
vida en algún presidio, claro acompañado por la multitud que lo secundaba. No tiene
sentido una muerte por carácter externo, debería ser por la mano del tiempo y
el pensamiento continuado sobre la pérdida del poder omnímodo que se le dio en
las urnas.
Ciertamente han de
existir quienes se han beneficiado por las políticas estatales y es muy justo
pensar que sean estos agradecidos para con el gobierno, aunque aún existen
muchos a los que no les ha llegado esa ayuda imagino que la sola esperanza es
suficiente para impulsar pasiones desbordadas.
Ojalá que su muerte no
traiga más anarquía ni más partidización excesiva, no haré fiestas pero mis
votos de año nuevo son que la paz sea para todos, que se acaben todos estos líos
sin sentido impulsados por la política, que de una vez entremos en el camino
del crecimiento económico, que TODOS podamos acceder a lo que queremos sin que
nadie más tenga la intención de decidir que lo que queremos no es lo que
necesitemos, que en las calles se hable de lo buena que está la economía , que
el subempleo desaparezca y que el hampa pues esto de miles de muertos al año
por culpa de esos es un sinsentido al que toca atender.
En fin, felicidades a
todos y que el luto del poder no ensombrezca aún más este extraño mundo en que
me ha tocado nacer y vivir, Venezuela.
José Ramón Briceño,
2012
@jbdiwancomeback
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