Nunca
fui un excelente estudiante, ahora sé que era porque me disgustaba la escuela,
nadie me entendía muy bien así que desde que salí de primer grado, cuando iba a
la clase de una maestra de la que solo recuerdo el apellido y quien de verdad
me encantaba, hasta (mal) graduado del bachillerato , ciertamente odie todo el
asunto, seguramente esto ser nerd tenía algo que ver pues cuando en el
bachillerato obligaban a leer libros, por lo general ya los había leído todos,
con excepción de “María” de Jorge Isaac del cual aún tengo arcadas cada vez que
lo recuerdo, tanto así que me pelee con mi profesora de literatura general I en
la universidad para no volver al incordio lento del romanticismo colombiano.
De
esos tiempos solitarios aún me ha quedado ese vicio exótico por leer, sin orden
ni escrúpulo, casi todo aplica. Alguna vez leí, hace muchos años, que después
de una lectura seria debería haber cuando menos un libro de entretenimiento
para “desintoxicar” al pensamiento y poder afrontar sin problemas otro libro
que dejara que pensar, eso lo entendí cuando me dio por entrarle a Milan
Kundera y la novia de aquellos años, al verme tan negativo y meditabundo,
pensando si era más importante pesar o ser leve en el paso por la vida (a los
23 años no es edad para andar en esas diatribas) me comenzó a buscar libros
entretenidos, de ahí me quedé enganchado con la “literatura” de aventuras,
especialmente aquellas de los tiempos de la guerra fría, con los súper espías
amorales, que ridiculizaban a los soviéticos, los cubanos y hasta los chinos,
los mostraban como patéticos anormales que vivían asustados hasta de su sombra
pues cualquier desliz o delación los haría perder las migajas que le permitían sus
patéticos empleos, también había unos malos que te paraban los pelos de la nuca
pues comerciaban con cualquier cosa imaginable, incluidas vidas humanas.
Para
ese tiempo y hasta hace muy poco (apenas unos años) siempre pensé en la saña de
esos autores de best sellers que escribían de esa manera para colaborar de
alguna manera con la propaganda anticomunista. En principio, siempre creí a los
militares capaces de cualquier cosa, los comunistas que son apoyados por los
milicos necesariamente deben también estar dispuestos a cualquier cosa, solo
que jamás pensé en creerme una novela de aventuras como si de verdad pasaran
esas cosas.
Ahora,
viviendo en este país tan loco, me entero que ciertamente esos personajes
malvados que dibujaban aquellos autores de libros poco serios, escritos para
leer en el bus y olvidar a los diez minutos de terminados, no estaban tan
alocados, aquí la maldad tiene acento cubano con ribetes chinos, estilo ruso
con ambiente carcelario, cualquier otra imagen del matón de moda en aquellos
años (80´s y 90´s), bien sea ruso, chino, colombiano, cubano, vietnamita o norcoreano, se queda pálido ante los matones venezolanos, hasta las maras
salvadoreñas palidecen ante la maldad de esta gentuza.
Las
estrategias gubernamentales para inventarse cosas que seguramente la histeria
antichavista acogería con desespero para que los agitadores de oficio, después agreguen
algunas cosas más y así desviar la atención de las cientos de acusaciones que
van desde el sicariato, el tráfico de drogas, de órganos, cobro de comisiones,
de órganos, de mujeres, niñas, muchachos, hasta los bachaqueros de seguro
tienen algo que ver ahí. Eso sin contar por supuesto los negocios exóticos de
las cárceles que tienen discotecas, prostitutas, desde donde TODOS saben que se
manejan TODOS los negocios ilícitos en sus respectivas áreas de influencia que
bien pueden extenderse hasta cualquier confín del planeta vía internet, donde
los custodios, antaño temidos por los antisociales, ahora son sus sirvientes.
La
policía (piense en alguna, que todas aplican) está incurso en cosas como el
cobro por protección, también hacen parte de bandas organizadas, los militares no
se escapan a toda la barahúnda de porquería, con todo y su inutilidad
manifiesta tienen los mejores sueldos de toda la escala salarial, un PROFESOR
universitario con doctorado (los de otros niveles educativo gana menos aun)
gana menos que un sargento recién salido de su cursito de seis meses en cualquier
perrera de esas que llaman cuartel. Lo más espantoso del caso, todos muy patrióticos,
muy cumplidores de la ley, una burla continuada a la inteligencia que va desde
el soldado raso hasta el general, sin dejar por fuera al diputado, concejal,
juez, escabino, periodista, secretaria, fiscal de tránsito, guardia nacional,
funcionarios de todo rango y razón social, hasta el cura o el pastor de
cualquier iglesia que hace pingues negocios para la propaganda política igual
de irracional.
Todo
esto lo he pensado mientras leía una novela de esas, muy vieja, que me he
encontrado en una biblioteca donde muy amablemente me prestan los libros para
leer en las tres horas diarias que paso en el transporte público de mi ciudad,
ciertamente la ficción se queda corta ante cualquier situación de las miles que
a diario asolan mi país, alguna vez escribiré un bestseller que todos pensaran
exagerado pero que los venezolanos reconoceremos como realidades exactas del
diario vivir.
José
Ramón Briceño, 2015
@jbdiwancomeback