Una
de las cosas que más me molesta es que me falten el respeto, tengo años con una
suerte de campaña personal en aquello de las buenas maneras, un “buen día” no
le pesa a nadie, “por favor”, “disculpe”, “buenas noches” o cualquier otra fórmula
de cortesía nunca está de más. Tengo que admitir que no soy el tipo más simpático
del mundo, tampoco la genética me favoreció con una estampa acorde a eso de ser
“simpático”, sin embargo hago esfuerzos a diario por ser un poco más amable con
la gente que me rodea, detesto que me mientan y cuando considero que me han
faltado el respeto me pongo bastante molesto, puedo llegar (y lo he hecho)
hasta ser grosero, evitando claro, las
palabrotas, esas tienen su espacio.
Últimamente
me he dado cuenta que las buenas maneras han estado desapareciendo del léxico del
ciudadano común, eso me tiene harto, de hecho si no me piden por favor algo
ignoro a quien me esté hablando, así pase por grosero, creo que el deber de
todos es el de ser amables, sobre todo si quieren algún favor, así sea
preguntar la hora, si no hay un gesto de cortesía me hago el loco, así estoy
criando a mi hija, me niego a que mi única hija sea un engendro más de tantos
que pululan de la mano de padres, madres y representantes de los que juran que
todos deben obedecer sus órdenes.
Quizás
esta sea una de las razones por las que me molesto más con los tipos del
gobierno, la mentira (aunque la sinceridad jamás sea sinónimo de política en
ninguna parte del mundo) de estos tipos, tan evidente, palpable y hasta cuantificable,
hace que me moleste en grado sumo a cada día que pasa, los cuentos y sus justificaciones
faltas de razón son un insulto a la inteligencia, la cual por cierto parece
haberse batido en retirada entre los acólitos del gobierno.
Las
colas, la escasez, la hiperinflación, el hampa, la policía corrupta y hasta más
temible que los mismos ladrones por su semejanza en acción y el poder
desmesurado que tiene cualquier funcionario frente al desamparo de los
ciudadanos de a pie como yo, por ejemplo, no tenemos a quien recurrir, estamos
desamparados.
Las
medidas para “solucionar” la crisis que parecen cubetas de gasolina sobre una hoguera,
mienten descaradamente, atropellan la dignidad, censuran, apresan, matan y si
les preguntan lo niegan todo, hacen alharacas contra la corrupción cuando sus
sueldos son tan astronómicos que cuesta imaginarse con tal cantidad de dinero,
mientras todos sufrimos, suspiramos, añoramos y solo deseamos muchas cosas que
vemos por internet, sometidos al insulto de un cupo de dólares para hacer una
que otra compra, ellos se pasean por las capitales del mundo, comprando en
tiendas de lujo, durmiendo en hoteles de mil quinientos dólares la noche,
haciendo cenas de miles de dólares mientras acá el sueldo se divide entre comer
o pagar el alquiler, ellos eliminan el patrocinio a la ciencia pero se traen “estudiantes”
palestinos a quienes no les toca pagar nada, pasamos hambre pero a Cuba no se
le niegan los millones de barriles al mes de los cuales los cabrones venden la
mitad de eso y ni a Venezuela le pagan.
Los
hospitales son zonas de guerra, entre sangre, dolor y miseria, los médicos mal
pagados, sin insumos, sin camas, con una infraestructura terrorífica pero sus
esfuerzos van en protestar lo mal que vive el pueblo palestino, a diario matan
a cientos de compatriotas, las cárceles son guetos del mal pero protestan por
que un policía gringo mató a un negrito (que mal realmente) pero carajo, acá se
mueren miles al año y nadie dice nada, todos vivimos al filo de la navaja sin
saber cuándo nos tocará, pero en el festival “suena Caracas” vetan a “Desorden Público”
pues les incomodó una canción.
Hoy
es lunes, primero de diciembre del 2014, amanezco pensando en las razones por
las que detesto las revoluciones, sobre todo ahora que pienso en los regalos de
navidad que no podré hacer, los deseos de buena vibra no cumplidos, lo que
detesto la grosería gubernamental y este pueblo que ha retrocedido al
Neanderthal por obra y gracia de la “patria” y el empeño gubernamental, aunque
alegre por estar vivo y tener sanos a mis seres queridos y el espanto de saber
que todo puede cambiar en un segundo y seguir desguarnecido cuando suceda, que
tengan un buen día.
José
Ramón Briceño, 2014
@jbdiwancomeback