Esta
mañana me he levantado y he visto el cielo de un extraño tono azul cobalto, al
ver a mi derecha descubro que mi Smartphone creció y hasta mutó de un Android 1.0
a un Windows phone de quinientos dólares, mientras estoy perdido en este
extraño despertar, mi novia, desde la cocina me reclama que no vuelva otra vez
con esos regalos tan caros, que andar con un anillo de diamantes acá en este
país es un suicidio, uno acostumbrado a no discutir por nimiedades tan
temprano, le respondí que en enero resolvíamos eso.
Escucho
un extraño ruido que llega de la cocina, entre el aroma del café y el del pan
tostado se cuela un raro zumbido, cuando pregunto, me responde muy risueña mi
novia que hoy nos tocaba desayunar pan con jamón serrano, que sale comernos la
pierna que habíamos comprado para las navidades pues odiaba el aire de tasca
gallega que le daba a la cocina la fulana pierna de cerco colgada, que había preparado
unos paquetes para compartir con la familia y sacar de una vez por todas tan
feo adorno de su mirada. Pedí a mi novia que por favor acompañase en desayuno
con algo de tomates secos en aceite extra virgen con orégano fresco y lo
tostase en el horno.
A
todas estas aún no había salido de la cama, revisé el aparato este que mi novia
asegura es mi teléfono y tengo una llamada perdida de mi hija, devuelvo la
llamada y resulta que me llama es para pedirme prestado el chofer pues quiere
hacer una piscinada en el hotel más caro de la ciudad, no quiere llegar a pie o
tener que pagar taxi pues ella considera
que la gente de nuestra alcurnia no debe andar tocando esos horribles transportes
públicos que usa la plebe, como la verdad todavía sigo sin entender y para
ganar tiempo le digo que si, que llame al fulano pero le doy instrucciones para
que después vuelva a buscarnos a mi novia y a mí para que almorcemos todos
juntos a la orilla de la piscina, le encargué que hablase con el restaurante
para organizar una comida para todos, con una amplia muestra de vinos, es que
los domingos toca beberse unos buenos tintos para pasar el calor de la tarde.
La
verdad me gusta más esta vida que la otra, esta de colas, autobuses, taxis y
cuentas para llegar a fin de mes, esta misma de incertidumbre. Busco con la
mirada el maletín de mi laptop pero lo único que veo es algo parecido pero con
el símbolo de la manzanita, mi novia me dice que no sea bobo que ese es mi
laptop, yo vuelvo a preguntar y ella me dice desde la cocina que ese lo compré
hacia un mes apenas, en la última visita que hicimos a nueva york, en la misma
tienda donde compré mi cámara (la cual tampoco recuerdo), tomo el bolso y me
doy cuenta de que casi no pesa nada, es un mac cosa, ultradelgado e imagino que
ultrarrápido, al encenderlo veo el icono de los programas que antes usaba, de
origen menos que bastardo pues los compro a un joven que se para en la esquina
de mi trabajo con na caja de software que se cuestan miles de dólares y el los
vende a menos que un dólar, pero en Venezuela
uno solamente puede aspirar a eso ya que los programas son excesivamente caros.
Me convenzo de que es mi computador pues el protector de pantalla es una foto
de mi familia, mi hija, mi novia y yo, al fondo se ve la estatua de la
libertad, detrás de ella la ciudad se ve muy al fondo con sus inconfundibles
edificios, hasta donde se solo les había visto en la tele y siempre había soñado
con viajar allá.
Siento
frio y me doy cuenta que la habitación está cambiada, muebles Ikea, sabanas de algodón
egipcio, televisor de plasma, de esos curvos ultra delgados. Siento frio pero
no veo el aire acondicionado ni siento el ya tradicional ronroneo del
ventilador de todos los días, mi novia ya avisa que va con la bandeja a la
habitación, lo que aprovecha para decirme que por el calor ella ha bajado tres
grados el aire central a fin de que estemos cómodos pues hoy no saldremos para ningún
lado, me recomienda leer la prensa la cual por cierto ha “limpiado”, es decir a
botado los cuerpos de deporte y farándula que a nadie interesan en mi casa.
Mientras
estoy maquinando que inventar esa semana y como averiguar que era realmente mi
vida, oigo un llamado, mi novia llevándome un vaso de cocacola y hielo a la
cama, recomendándome nunca jamás volver a beber un vodka que venga en tetra
pack, por muy barato y rendidor que sea, siempre termino hablando en sueños y
eso a ella le asusta mucho.
Feliz
día de los inocentes desde esta esquina.
José
Ramón Briceño, 2014
@jbdiwancomeback