La
vida da muchas vueltas, en mi caso ha dado bastantes, he trabajado para una
variedad de empleadores bastante “particular” desde empresas privadas hasta
ONG´s , entra la fotografía, las relaciones publicas y mi oficio de profesor. En
todos he aprendido bastante, aunque debo admitir que nos empleos me han gustado
más que otros y definitivamente en este país uno gana más haciendo cualquier
cosa menos dando clases, a menos claro que seas el dueño de la institución,
pero ese es otro asunto.
Lo
mejor de ser fotógrafo es que al final el trabajo es algo tan natural que no se
siente trabajo y tienes acceso a muchos espacios donde otros no, aun siendo una
nulidad dentro de la escala jerárquica de la institución, todos quieren posar
para la foto. Entre esos empleos de relacionista público amateur y fotógrafo tuve la oportunidad de presenciar
algunos conciabulos de altos funcionarios estatales, en una oportunidad tuve el
disgusto de presenciar una reunión de unos gerentes y presidentes de institutos
gubernamentales que debían pasar un informe al ministro zutano esa misma noche.
Lo increíble de la reunión era que TODOS estaban claros que sus respectivas
gestiones eran menos que nada, no habían realizado nada de lo que se les había ordenado
que hicieran, ante mi estupor, todos los tomaban con absoluta naturalidad y el
consenso fue que el fulano informe se iba a redactar sobre “lo que estaban
haciendo” porque al final no habían hecho nada.
El
asunto me sorprendió pero me dio una prueba definitiva de cómo funcionan las
cosas acá. Quizás usted querido lector se preguntará si de verdad los altos
jefes no saben nada, yo con gusto les responderé, si saben pero el asunto es
taparse las cosas todos con todos, los jefes saben por múltiples vías, siendo
la más usada las de los informes de los cuerpos de seguridad que tienen esbirros
en todas partes, desde policías hasta barrenderos que periódicamente pasan
informes ante un superior quien a su vez lo pasa a su jefe y así sucesivamente.
Eso sin contar los espontáneos que andan a la caza de un mejor empleo y si no
lo obtienen prefieren destrozar lo que sea solo por llenarse el ego pensando
que podrían tener poder alguna vez, asco me dan todos.
Si
la cosa a nivel local funciona de esa manera imagino que en Miraflores ha de
ser igual, con el agravante de que allá confluyen todos los informes y ha de
existir una legión de “colaboradores” que mantienen la cadena informativa
andando, así los “analistas” podrían dar luces a sus jefes para tomar las
medidas correspondientes. De ahí la sarta de idioteces con las que el estado
pretende distraer a los ciudadanos con sus barrabasadas, por ejemplo aquel
ministro que anda multando y cerrando establecimientos porque no tienen todas
las cajas registradoras en funcionamiento, aun a sabiendas que no hay mucho que
vender a ciencia cierta. El otro diciendo que las colas son una necedad de la
oposición solo para hacerlos ver mal, la fulana defensora del pueblo que se
niega a decretar emergencia humanitaria aun cuando existen miles de
compatriotas muriéndose por la falta de medicinas, el presidente diciendo en
cadena nacional que con pollo y medio, medio kilo de café, un kilo de azúcar,
uno de arroz y uno de carne vive cómodamente una familia de ocho personas. Los
funcionarios gritan a voz en cuello que no hay represión aun cuando existen
cientos de presos políticos mientras los asesinos de los cuerpos de seguridad
del estado siguen sonriendo felices y contentos en sus cuarteles y
destacamentos.
Así
la lista de mentiras oficiales crece cada día, la cadena de falsedades se
enrosca alrededor del cuello de quienes las difunden, ojalá en algún momento los
ahorque sin formula de salvación.
Al
final tengo la certeza de que todo el mal de este país tiene su origen en la
sarta de torpezas que todos han cometido en sus respectivas gestiones, además
con el agravante de que en vez de solucionar nada lo terminan de poner peor
pues la orden tácita es salvarse el cuello sin importar nada más. Esas grandes
torpezas se miran cada día, no hace falta ser analista político, periodista,
policía o investigador, solo basta darse una vuelta por las ciudades casi
fantasmales, hablar con los vecinos de cualquier barriada, darse una vuelta por
las licorerías cada viernes de quincena, visitar algún hospital o ambulatorio y
muy importante, trasladarse en camioneta por la ciudad en la hora pico, allí se
oye y se ve de todo, la conclusión es deprimirse o encerrarse en la casa, para
muchos hasta meterse a religioso para comerse la biblia tantas veces que
terminas creyendo que ser miserable es parte del designio divino mientras los
otros, los del poder se ríen a sus anchas con su buena provisión de wisky del
muy caro, relojes costosos y sus 500.000 dólares en inversiones gringas para
tener un futuro razonable.
No
se llamen a engaños, ellos saben lo que pasa, los pobres se creen lo que sea
que les prometa su pollito semanal y su colita para poder comprar la mercancía que
los pendejos como nosotros compraremos en algún momento al precio que sea para
creernos la gente que el gobierno se empeña en negar que somos.
José
Ramón Briceño, 2014
@jbdiwancomeback