Una
de las cosas que más me molestan de esta “gestión” gubernamental es su empeño
en inventarse formas para justificar su mal proceder, esa manía que tienen de
legislar solo para poder asegurarse alguna cuota de inmunidad ante las
barbaridades que cometen a cada rato, ese eterno empeño en amenazar desde su cómoda
posición de poderosos abusadores guapos y apoyados.
Amanecemos
hoy con la amenaza de una ley para evitar la “intolerancia social” como si no
hubiese un entarimado legal lo suficientemente explícito en contra de las
diferentes formas de violencia, aunque estamos claros de que acá las
posibilidades de denunciar o poner tras las rejas a mucho violento son un
asunto que depende más del lado político al que perteneces que a un asunto de
justicia. Con ese bodrio, anunciado por ese nuevo lacayo sucialista que alguna
vez militó en las filas opositoras, el mismo que fue hermano de otro bestia que
se desgarraba las vestiduras por el oficialismo deja muchas cosas en el aire,
mismo aire que se impregna de un olor con tonos cloacales por lo retorcido de
sus intenciones.
Imagino
que esa tal “Intolerancia social” tiene que ver con este asunto de protestar,
ese de perder el miedo y decir voz en cuello que es una porquería tener que
hacer colas, de que no hay nada, de temer al motorizado que viene
sospechosamente apurado, de los que se montan en los autobuses a pedir plata
pero que muchas veces viene acompañado de un revolver o puñal para que la
petición de limosna pueda ser completa, responderle al fanático de al lado que
uno no es escuálido pero que él es un chavista de mierda, así un largo etcétera
que llevará el temor a otras cotas.
Desde
ahora seré un sospechoso de ser intolerante, iré haciendo un fondo de
cigarrillos por si toca ir preso pues he escuchado que en la cárcel los
cigarrillos son un bien indispensable para aflojar ciertos asuntos de la vida
carcelaria ya que según como lo veo cualquiera puede ser acusado de ese nuevo
delito. Si fuesen otros tiempos, la gente del gobierno de verdad fuese gente,
las cosas de esta tierra de gracia tuviesen más sentido, la ley de verdad fuese
ley y no esa especie de libreto de castigo solo para un sector de la sociedad, podría
aplaudir la existencia de un entarimado legal que obligase a la gente a
comportarse como tal, sin embargo se nota que la intención no es esa, si los
primeros intolerantes sociales están en los altos puestos de poder, si la
fulana intolerancia no estuviese incrustada en todos los espacios públicos , si
se permitiese que desde los canales y medios del estado tuviesen espacios para
la disidencia quizás podría escribir frases laudatorias para con leyes de este
tipo.
Pero
todos sabemos que no es ni será así, solo con lo sucedido ayer en la AN podemos
sacar cuentas del nivel de tolerancia de estos mandamases. Desde que el galáctico
estaba vivo la tolerancia no ha sido su fuerte, menos ahora que la paciencia
del régimen está plena de perdigones, gases lacrimógenos, peinillas, balas,
motos, pistolas, fusiles y tanquetas, eso sin contar el verbo siempre ofensivo
del teniente cabello quien en contra de todas las leyes es milico activo pero también
es presidente de la AN, el heredero quien no pierde oportunidad de insultar a
la oposición en cada alocución, de los gobernadores oficialistas quienes imitan
a sus superiores en todos los gestos de mala voluntad en contra de la
oposición, en la criminalización de la protesta, de las bandas de matones que a
lomo de moto pululan por la ciudad y a quienes he visto amenazar a la policía con
disparar si ellos (la policía) no dispersa tal o cual protesta, sin que a los
uniformados se les ocurra detener a quien sin derecho porta un arma, en la declaración
del asesino que mató “por accidente” a una mujer embarazada pero que encima de
todo es ex presidiario pero porta una credencial oficial quien de paso tiene un
arsenal en su casa pero del que ningún vocero oficial dice nada, esas son unas
cuantas muestras de la tal “tolerancia social” del estado represor y vándalo.
Desde
el momento en que esa ley se promulgue muchos seremos automáticamente
sospechoso de un delito, ahora por más miedo que tenga alguien tendremos que
ser amables con los motorizados, con las bandas armadas, con el grosero que te
ofende por no pensar como el, con el abusador que usa su chapa para cualquier
barbaridad, con los colaboracionistas, con los sapos, con los que hacen la vida
de cuadritos, con las colas paa comprar, con los policías que se llevan a los
mchachos presos, con la GN que inunda las noches de gas lacrimógeno, con los “colectivos”
que vigilan los barrios y urbanizacione, quien sabe que más tendremos que
soportar para no ser considerados intolerantes sociales. Cualquier atisbo de protesta
será penado por la ley nadie estará exento de sospecha, la tolerancia será una
obligación y cualquiera bajo cualquier pretexto podrá acusar al vecino de no
quererlo, si no aceptas sus dicterios eres reo de traición, pensar será delito
pues si no estás de acuerdo con las leyes del “pueblo” eres un intolerante más
allá de lo que ese tal “pueblo”, que se supone está encarnado en sus organismos
de (in)seguridad juzgue a bien tolerarte.
José
Ramón Briceño, 2014
@jbdiwancomeback