No deja de sorprenderme la gente, aunque no siempre son sorpresas gratas, procuro que la mayoría de quienes me rodeen siempre anden con buena vibra, a la gente gris, sin animo ni ganas la dejo de lado y en la medida de lo posible prefiero evitarla, así sea familia, eso de la mala vibra se contagia, ya es bastante con abrir la billetera y vivir contando el dinero para buscar la manera de que rinda a pesar de todo.
En esto de escribir siempre surgen de esas sorpresas, todas son buenas, hay quienes aconsejan escribir menos, aunque no les hago caso, se agradece que se preocupen así sea de procurar estimular su flojera visual, otras me halagan de maneras inesperadas, eso siempre es bueno para el autoestima aunque no me envanecen pues la etapa de los halagos y el envanecimiento ya la pase cuando estaba activo entre salones de arte y exposiciones, un par de premios nacionales y unos cuantos moretones en el autoestima te preparan para recibir el halago con la humildad debida, sin mayores consecuencias que la de saber que vas bien. Pero nunca contamos con que nos lea un psicólogo de esos pocos buena gente que regalan su conocimiento por gusto, ya me tropecé con el primero, una amiga que ostenta tres doctorados y que es una lectora reciente, ella me dijo que le gustaban los textos pero que entre líneas había captado cierta rabia interna que por lo general no exhibo en persona, no le respondí, pero debería ser algo tácito saber que la rabia inmensa está en las calles, así no se vea mucho la cosa.
No creo que ningún padre, madre, abuelo, abuela, hermano, sobrino, tío , primo, amigo, en resumen, cualquier ser humano con hijos y esperanzas de mejorar su estilo de vida ande realmente contento en este manicomio con trazas de circulo de Dante, la verdad es difícil pensar que alguno no se arreche cuando hasta el ajo en polvo, ese de sobrecito que venía mezclado con perejil también en polvo escasea, sin hablar de los otros rubros, cuando uno sueña con viajar y la vaina se ve tan fácil como ganarse la lotería gringa, claro que toca estar arrecho. Salir a caminar es un asunto de valentía, ir al mercado y no molestarse es complicado, salir en bus no es la mejor opción para relajarse, la familia siempre es un motivo de preocupación por multiples motivos, de bolas que toca tener una rabia inmensa a flor de piel.
Todo eso poniéndose en el supuesto de que no tienes a nadie enfermo en la familia, no existe ninguna necesidad quirúrgica, no tienes carro y por tanto no toca buscar sus repuestos, tu hijo o hija no necesita una computadora para su estudio y tú tampoco necesitas una para trabajar pues para el internet cualquier perol sirve, digamos que estudias y sabes que salir a buscar empleo es cosa difícil sobre todo si aspiras más que el miserable sueldo básico, los zapatos que tienes toca comprar de los baratos pues los cómodos cuestan un par de meses de sueldo, el mercado cada día cuesta más y llevas menos, como el jingle de central madeirense ero al contrario, de paso los jerarcas del gobierno dicen que todo está normal, el desempleo ha bajado, la inflación también y tú te preguntas ¿de dónde sacan esas cifras? ¿Qué país es ese al que se refiere el hombre? ¿Cómo alguien puede ser tan cara de tabla y no morirse de un infarto fulminante?.
No sé la respuesta, es más si la sé, pero me niego a comenzar mi día que desde ya se muestra complicado insultando a nadie por mucho que se lo merezca, sobre todo después de la cadena de ayer, esa misma donde se desdibujo un país que no conozco pues el que miro desde mi esquina no se parece al que dicen desde el vidrio plano de mi Tv arcaica, tampoco al que me narran los poquísimos amigos progobierno que aún me hablan.
Intento que la rabia no me ciegue, que no termine en el diván de algún psiquiatra pues el terminará mandando a tomar un tratamiento químico que no podré comprar sin afectar mi riguroso gasto magro modelo monje zen, terminar experimentando con la marihuana pues ahí si la ponemos de oro, sé que con el alcohol no será pues con tanta devaluación e inflación mi presupuesto da para licores sospechosos de producir ceguera por la calidad menos que pésima, dictado por su precio accesible y su grado alcohólico mata hígado.
Aunque intentaré seguir en la onda de la nueva era, he sustituido mi mentada de madre matinal por otro mantra menos nocivo para mi aura, seguiré con mi molestia, afilaré mis argumentos, estiraré mi léxico y ejercitaré mis dedos además de mi cerebro para seguir liberando mis demonios entre estas líneas, continuaré escribiendo mi incomodidad diaria e insultando de manera elegante al estado, al final sé que ni me entienden ni quieren hacerlo, su inteligencia no les da para tanto, no pienso en Mesías, pero sí creo en que algo pasará, pronto, antes que la epidemia de locura y verdadera rabia me alcance, lástima que con todo lo bonito que procuro ver el mundo aun mi país no me regala ninguna sonrisa, puras colas, tristezas y rabia , sobre todo a esa gente estúpida que sigue haciendo cola para comprar, que le sigue el juego a un estado sodomizador, esa que te dice escuálido pero que no se mira al espejo de la realidad, aunque con el secreto deseo de que mis letras me catapulten a mí y a mi gente amada a otra frontera donde ganarse la vida y mantenerla no sea una utopía, donde lo normal sea eso que ahora sentimos extraordinario y las nostalgias sean por otras razones y no este eterno desear y no tener en que se han convertido las calles de mi país.
José Ramón Briceño, 2014
@jbdiwancomeback