Esta
mañana he decidido hacer algunas confesiones, la verdad he perdido 30 kilos en
este año, lo que no es malo después de todo, muy pocos señores de mi edad y que
sufren la misma alergia al gimnasio, difícilmente pueden decir voz en cuello
que su talla de pantalón es 34, cuando me preguntan digo, muy orgulloso, es la
dieta, solo dejo de comer harinas, gaseosas y dulces, nada más, así sin estrés bajé
esta cantidad de kilos. La verdad es que lo que digo en público es parte cierta,
la otra es que me indigna todo este panorama nacional, entre la depresión, la
inseguridad y la pelazón pues colaboran , tengo la fundada creencia que es esto
último lo que logra el milagro de perder kilos y no la dieta.
Claro,
no voy al gimnasio pero camino bastante, detesto el transporte público, entre
el calor, la música espantosa, las conversaciones estúpidas que toca oír
forzadamente , el miedo de los vendedores ambulantes, mendigos, pedidores de “una
colaboración” y otros de la misma fauna que se asemejan mucho al malandraje que
pulula en las calles pues hacen más cómodo caminar que andar encaramado en esos
bichos, no es que no lo haga, es que mientras puedo lo evito, de igual manera
me llevo mi walkman para desconectarme, no oír nada de lo que pasa a mi
alrededor para evitar molestarme en exceso. Fíjense, hoy salí a buscar a mi
hija, en el camino compré una caja de mis cigarrillos preferidos , en ese
abasto me quité los audífonos, solo para escuchar a un señor mayor comentando
con el portugués que anoche capturaron a un comerciante sacando la mercancía de
su negocio y lo pusieron preso, perdí la compostura , le falté el respeto, pues
grité que era un imbécil y me largué sin mirar atrás, en la misma ruta pasé por
un centro comercial, había cola frente al supermercado, pensé que era para la
leche y por un segundo me pasó por la mente lamentarme por no poder comprar un
par de kilos para mi hija, pero no, estaban esperando para llevarse su aparato
barato, hasta golpeaban la reja para “exigirle” al policía celeridad en el
movimiento de la cola, era casi saqueo, me indigne pero eran muchos, podía ir
preso y tocaba no dejar a mi hija esperando en la puerta de la escuela.
La
verdad aún estoy por definir si mi manera de mirar está influenciada por esa
suerte de soundtrack al que me obligo para abstraerme o si es en verdad tan
desolador el panorama en mi ciudad, estoy proyectando decirle a algún amigo con
carro que me lleve a dar una vuelta larga por mi ciudad para fotografiarla, así
intentar responderme la pregunta sobre
como veo la cosa, si en serio está tan mal o es mi gran bronca mezclada con
indignación lo que traducen mis pupilas confabuladas con mi cerebro siempre en
ebullición, pensando que el cangrejo si se muere, pero como todos son iguales
siempre parece el mismo, igual que aquel “Fantasma que camina” de los domingos
en el Nacional.
En
la noche, cuando mil cosas y calles me han tenido transitando en comunión con
mis miserias y las obligadas de la ruta, abro mi computadora y me tropiezo,
mejor, me golpeo de frente, como a 300 kilómetros por hora con un video, en el,
un hombre de unos cuarenta llora a moco tendido, que él no es usurero, el
compró a dólar paralelo y vender a precio oficial lo llevaría a la quiebra, no
puede ser (pienso), algún troll está jodiendo, pero reviso la red y el asunto
es en serio, al hombre lo quebraron y dicen las malas teclas de las redes que
hoy ha muerto, fue ayer la cosa ,pero ningún medio lo registró, de bolas, eso
no pasa en la dimensión de la estupidez revolucionaria.
Mientras
escribo esto, pienso en como carajo comer con calma una cena medianamente
decente, si el país está en picada, carajo, uno pensando en comer con esta impotencia
que me escuece el alma. Lo peor es que tirios y troyanos aprueban la cosa, si
no de palabra cuando menos de verbo, muchos he visto aprovechando la rebatiña
de la miseria, eso desnuda un pueblo sin conciencia histórica, por un lado los
borregos yendo a pasear la desgracia ajena, comprando a locha lo que el tipo
compró a fuertes, condenando a quienes dicen proteger (los pobres) pues cuando
el negocio cierre pierden todos, quizás el Árabe, en este caso tenga una
camionetota, la venda, con eso monta un par de puestos de Chawarmas de carne de
iguana y se restablece, pero los empleados pues se joden, sin aguinaldos, sin comisiones,
en enero a mendigar a la calle porque el
estado todopoderoso los dejó sin empleo, como todos sabemos esa vaina no
abunda. Los otros, los de este lado, que fueron a la rebatiña, pena ajena dan
señores, ojalá nunca les toque una suerte similar, su viveza pendeja los condenará, a tirios y a
troyanos.
Déjense
de pajaritos preñados, acá estamos perdiendo todos, los árabes, chinos,
colombianos, portugueses, venezolanos dueños de locales seguro tienen a buen
resguardo algún capital sacado con paciencia de hormiga, jodidos son todos
aquellos sin ese aval y de paso, todos nosotros, pues no tendremos más que
suplicar a nuestros familiares o amigos que nos traigan algo, que acá ya no
vuelve, lo próximo será hacerse experto en navegación terrestre y naval para
escapar de la cárcel sin barrotes a la que estamos condenados, aplausos para
todos los payasos, incluido el pajarito muerto que se apareció antes de las
elecciones.
José
Ramón Briceño Diwan, 2013
@jbdiwancomeback