Uno como ciudadano de un país siempre termina por tomar
posición política, pública o privadamente, pero la toma. En el caso específico
de Venezuela no hay escapatoria pues la realidad te toma por los hombros y te
obliga a hacer elección entre bandos, acá no es asunto de moda, es de
supervivencia.
Sería interesante ver a los señores que dicen haber ganado pasando
la noche en cualquier hospital público, ojo, sin escoltas ni policías, una
noche de viernes (para hacerla más intensa) de quincena por ejemplo o intentar
hacer un mercado con dos sueldos básicos para no ponerme extremista y así
hacerlos creer que van a poder comprar algunas exquisiteces como jamón de ese
sin casi grasas para el colesterol o el wisky 18 años para la tensión y la alegría.
Que se monten en un bus cualquiera de ruta intraurbana pero varias veces a ver
si reconocen el gusto por la adrenalina cuando un malandro, perdón ciudadano,
les arranque el celular o les amenace con apuñalarlos si no entregan “por las
buenas” lo que tengan encima incluyendo anillos de bodas o de graduación (los
que se graduaron de algo claro) hagan su colita en el Mercal del barrio y
compren su pollito o su pedacito de cogote de res que al final es lo que se
vende. Después que “vivan” como los ciudadanos de a pie me dicen si el
cacerolazo y la protesta no tienen sentido.
Anoche, mientras el país retumbaba con los golpes a las
cacerolas, me sorprendieron varias cosas, la primera, en las zonas populares
del país igual sonaron las cacerolas, esos espacios siempre fueron oficialistas
pero anoche la ira se reventó por ahí, los más fanáticos del gobierno sacaron
sus equipos de sonido, de esos que suenen durísimo y pusieron a todo volumen
himnos y arengas chavistas, sin embargo a los vecinos poco les importó, yo fui
testigo pues vivo en una zona popular y mi barrio pues retumbó por una hora, no
había más sonido que la guerra entre los oficialistas (los menos) con su
parafernalia militarista pues mucho de lo que sonaron fueron marchas militares
y los opositores con pitos , fuegos artificiales, ollas y los que fiera
haciendo todo el ruido posible para que su indignación se convirtiese en
decibeles.
No todo fue bonito claro, hubo enfrentamientos en algunas
partes, resulta que los oficialistas
tienen grupos de choque, motorizados que al parecer son de la peor ralea andan
por ahí en manadas amedrentando a los que protestan y en algunas ocasiones
hasta las balas sonaron, pero la gente firme, los mando a paseo aun sin la
intervención de una policía extrañamente pasiva, lo que hace sospechar de una
alianza entre unos y otros por razones políticas. Otra sorpresa la dieron las
redes sociales que reportaron, grabaron y difundieron todo el evento.
Los oficialistas no dejaron de hacer presencia con sus razonamientos,
lo “gracioso” es que hablan de paz, armonía, unión y concordia entre los
venezolanos pero sintieron como un aguijón en el costado lo de las cacerolas,
una amiga muy afecta al oficialismo pero con quien nunca he tenido discusiones
políticas por un asunto de amistad, se incomodó conmigo cuando dije que los chavistas
estaban muy cursis, pues leí estados en Facebook como “el odio resuena en las
ollas”, “me irrespetan mi voto” y hasta “mata un escuálido y vive un día Pepsi”,
al que puso eso ultimo lo insulte y lo borre de mis contactos de una vez, esos
son unos imbéciles que no merecen tan siquiera ser nombrados. Nombré esos casos
para poder hacer referencia a esta extraña percepción de la realidad por parte
de los oficialistas y nosotros, los opositores, pasamos el mismo trabajo,
tenemos las mismas necesidades, pero resulta que su sentido de “lealtad” o de
lo que sea los ciega.
Entiendo que se sientan vulnerados en su “victoria” pero si
fuesen sensatos apoyarían la idea de un reconteo, acta por acta pues las
papeletas las votaron ya, por un acto electoral tan plagado de incongruencias,
que dejó muertos y heridos, donde los mismos oficialistas sabotearon los actos
de escrutinio, se robaron los comprobantes de voto, reventaron urnas, de paso
hasta el Internet cortaron por cinco minutos con la estúpida excusa de un
hacker, eso y otros eventos que no vale recordar son más que suficientes para
solicitar una revisión profunda de todo ese proceso cuando no repetirlo, porque
no, cual es el miedo si al final los organismos “independientes” del estado
están sometidos a la bota de los Cubanos, que peor insulto a la soberanía que
esa sumisión al estado de los viejos mandamases.
Por cierto se de muy buena fuente que en un centro de
votación un grupo oficialista entonando el himno de cuba fue a sabotear un acto
de auditoria ciudadana, esos son unos reales traidores a la patria, TODOS esos
que se someten a una fuerza extranjera son traidores, no tiene otra acepción
pues cualquier otro adjetivo de los que se me ocurren son demasiado ofensivos y
toca recordar amigos y familia que militan allí.
Veremos qué pasa, aunque estoy casi seguro que no pasará
nada, aquí en mi país hay muchísimo sometido a los dicterios del poder por muy
locos que estos sean, los organismos del estado son poco menos que receptorías de
órdenes de Miraflores, no es casual que los más altos y medianos cargos estén
cubiertos por gente de “confianza” del régimen así estos no tengan la
preparación académica mínima igual les dan los cargos, cuando tienes el chance
de tu vida, poder, plata , chapa, fondos públicos para engordar cuentas
personales y de paso nadie tiene que enterarse que tus grandes méritos están relacionados
con la costumbre de ser rastrero o de tu rapidez con el gatillo pues les toca obedecer ciegamente como los perritos
para alargar un poco más la ganga de vivir el sueño de ser grande sin haber
trabajado honradamente para ello.
La verdad ya ni quiero expresar mis deseos, solo quisiera que
esta pesadilla pase y mi país vaya hacia adelante, que los venezolanos volvamos
a creer y que por favor, la cosa política deje de importar tanto.
José Ramón Briceño 2013
@jbdiwancomeback