Antes,
cada vez que oía hablar sobre el olvido, lo primero que se me venía a la mente
era algún despecho de esos que todos hemos sufrido alguna vez , sobre todo
porque en mi caso he tenido varios dignos de ser incluidos en alguna antología
de la tristeza, sin embargo ahora (desde hace algún tiempo atrás) el olvido ha
comenzado a adquirir otros significados para mí, imagino que por ser un
ciudadano promedio de más de cuarenta años y con mucha experiencia laboral
desde la más humilde (camillero, obrero de depósito, vendedor de mostrador,
cobrador puerta a puerta y buhonero
entre los más “notables”) hasta posiciones gerenciales o docentes a nivel
universitario, todas entre las administraciones prechavistas hasta la
actualidad poschavista-apocaliptica .
La
crisis ha llegado para quedarse, en mi caso la siento con toda su furia, entre
malos sueldos , pocos trabajos a destajo y nulas esperanzas se me va la vida
intentando no sucumbir a la depresión , es verdad, no soy el único que no
duerme por las noches pensando que hacer, que no come más que una vez al día,
que se devana los sesos intentando buscar una solución y que sueña con un par
de pasajes de avión que lo lleven a otra parte donde todas las cosas antes
mencionadas (y muchas más) dejen de suceder ya que al final lo único que uno necesita
es ganarse la vida, no ser multimillonario (que tampoco es malo pero altamente
improbable aunque no imposible) , estar tranquilo, pagar las cuentas, ahorrar,
invertir así sea en un plan de jubilación privado, no andar aterrorizado por
todo, saber que el día de mañana tu sueldo seguirá dándote para comer y algunas
cosas más, así un largo listado de ítems que acá son imposibles.
Acá
los ciudadanos “cuerdos” nos toca hacer acopio de toda nuestra capacidad de
olvido para no claudicar ante la desgraciada realidad de nuestras calles, para
no llorar frente a los anaqueles vacíos de los supermercados, para no morir de
tristeza al saber que tu quincena no te va a alcanzar para comer, para no
recordar que alguna vez bañarse, vestirse, comprar ropa, los uniformes
escolares, zapatos, artículos de tocador o hasta una simple colonia eran cosas
de todos los días, que esta perenne miseria siempre ha existido solo que uno es
medio idiota como otros muchos votantes rojos pero en vez del olvido se refugió
en la fantasía de que todo tiempo pasado fue mejor y que ahora , gracias a la
“dignidad revolucionaria” has despertado de tu pesadilla de engaños para caer
en la realidad de un país que si bien alguna vez lo etiquetaron como la
“sucursal del cielo” hoy es, por obra de la revolución, un purgatorio sin
escape donde las opciones son cada vez menos y las esperanzas se limitan a
buscar la manera de irte para, ejercer con toda cabalidad el acto del olvido
pero con la saña más terrible como lo es la del odio, resignándote a ser un
eterno extranjero solo para que tus hijos o nietos tengan un sitio feliz al que
puedan llamar patria.
José
Ramón Briceño, 2016
@jbdiwancomeback
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