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viernes, marzo 04, 2016

Lo fantástico (I)

Acabo de terminar (por fin) una tesis de posgrado que toca el tema de lo intertextual, intertextual, transtextual y vaya usted a saber cuántos adjetivos calificativos para explicar que nada es en realidad original, que toda la producción artística no es más que el reciclaje de los últimos quinientos años de historia y dependen de que el artista tenga una cultura lo bastante amplia como para poder ver dentro de los códigos estéticos las rendijas por las cuales disfrazar su mirada y compartirla con todos.
 Unos tienen suerte y terminan vendiendo, publicando, recibiendo premios y logrando vivir con holgura, otros (la mayoría) mueren sin conocer la bonanza más allá de ráfagas momentáneas de prodigalidad económica, usualmente quienes hacen negocios son los poseedores de las piezas o los derechos cuando el autor muere, lo que sucede con cierta rapidez pues por lo general casi todos tienen tendencias depresivas por sentirse incomodos, cediendo al final al impulso primario del consuelo momentáneo de drogas, alcohol y  pastillas de preferencia todas juntas, que sumado a la eterna desesperanza en algún momento cobra su cuota y lo mata, aunque en Venezuela hasta la cosa más simple puede matarte ya que NO HAY con que medicar nada, aparte de la omnipresente hampa que a veces te tropieza sin segundas oportunidades.
Entre los tópicos que revise mientras investigaba para la tesis, leí bastante sobre el surrealismo, el realismo mágico y lo real/maravilloso donde la ficción está plena de cosas fantásticas a las que nadie (en los libros) parece ponerle peros ni sorprenderse, quizás sea trillado lo que voy a decir pero en este país lo fantástico está en cualquier esquina, si se tienen los oídos bastante alerta y se pone atención a lo que habla la gente.
Últimamente me he mudado de ciudad por razones económicas, ciertamente ha sido una temporada bastante dura por aquello de los reacomodos en eso de vivir, los amigos, ver a mi hija, el trabajo y hasta el clima. Pero como todo al final la única cosa excelente es que me he tenido que obligar a viajar más de tres horas diarias a mi antigua ciudad por las mismas razones por las cuales me quejo de la mudanza, en esos viajes uno escucha literalmente cualquier cosa.
Una mañana mientras esperaba que el autobús se llenase para salir a mi trabajo, escuchaba a dos señores mayores hablando de su pasado como guerrilleros en las montañas de Falcón donde anduvieron con la ventolera revolucionaria hasta la pacificación, con tan buena suerte que jamás cayeron presos. Los dos viejos hablaban de esos tiempos con nostalgia y yo pensaba con cierta sorna era en lo malolientes y cansados que deben ser unos tipos que no hacían más que caminar por el monte, esconderse en los matorrales, caerse a mentiras sobre novias, encuentros con el ejército, viajes a Cuba, lecturas visionarias y hasta los caletres políticos con los que usualmente se atraganta la gente que cree los embustes de las promesas izquierdosas, esas de futuro, libertad , trabajo y buena vida, cosas que la historia se ha cansado de desmentir. En fin, yo oía a los viejos con la natural sorpresa de quien sin querer escucha historia viva, hasta ahí todo normal pues me he tropezado con unos cuantos personajes similares y las historias son más o menos iguales, las diferencias las tienen el nivel académico de los hablantes.
Así me he hartado de café con un amigo de Pablo Neruda que se emborrachaba en los bares europeos acompañado de varios de los escritores de aquel Boom de los setentas, quienes lo invitaban de copas pues habla seis idiomas, he tomado cocteles de ron con te de Rosa de Jamaica con un ex conde cuya tez morena debe haber sido la comidilla de los salones de las cortes españolas, que sin embargo igual militaba en el partido comunista. He almorzado y emborrachado con un piaroa que habla un muy correcto francés, estudio cine en la Sorbona y fue preso en Paris bajo sospecha de tener una enfermedad tropical pues fue denunciado por su casera gracias a la manía nacional de bañarse dos veces al día, quien por cierto fue corresponsal de una agencia francesa de noticias durante la guerra de Nicaragua y apadrinado por Pompeyo Márquez  en su infancia, también tiene el carnet #45 del partido aquel que fundó Teodoro con el dinero regalado por García Márquez luego de ganarse el Rómulo Gallegos .
Así que sobre relatos sobre comunistas que aman la burguesía pero recitan a Marx como catedráticos he conocido bastantes, a diferencia de esos viejos del autobús que hablaban de la guerra como la aventura de sus vidas, con la simpleza de quienes intercambian historias de las gamberradas que todos hemos cometido alguna vez en la juventud, sin pretensiones pero con alegría, la cosa fantástica vino cuando un viejo le comenta al otro como conseguían dinero para armas y provisiones, la respuesta me dejó en una pieza, la cosa es que como en la vecina isla de Aruba al parecer era más fácil conseguir armas que comida, esos guerrilleros hacían trueques por quesos, carne y cualquier otro rubro alimenticio que pudiesen transportar hasta cualquier cala sin vigilancia, así comenzaron , de la manera menos complicada a tener armas para cometer sus fulanos actos de rebeldía.
Imagino que de seguro alguien ya debe haber escrito algo por el estilo, sin embargo ni la imaginación más fértil creo que puede ver verosímil una historia similar, sin embargo la verdad a mí me parece bastante cierta pues acá cualquier cosa es factible, así me enteré de como la guerrilla comenzó en el monte gracias al inocente trueque de comida por armas, como han cambiado los tiempos, imagino que ahora debe suceder a la inversa en las costas que tienen islas cercanas, seguro deben de estar cambiando armas por comida pues lo primero sobra y lo segundo escasea, además es más rentable que traficar drogas, nadie te persigue, la DEA te ignora e igual le ganas el ochocientos porciento a cualquier cosa tan simple como un kilo de azúcar o tan complicado como una caja de pastillas anticonceptivas.

José Ramón Briceño 2016

@jbdiwancomeback
 

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