Mi abuela se fue hace unos meses, casi un año y como por que no se pudo no me pude despedir de ella en el momento de irse, sin embargo estuve hasta bastante tarde a su lado , en aquella clínica de la cual no quisiera acordarme nunca más, este breve escrito lo hice a modo de catarsis y acá lo dejo para compartirlo con aquellos que quieran leerlo.
Las despedidas nunca son buenas a menos que
sean de los problemas de los que uno se aleja, un día del que aún me niego a recordar la fecha te
fuiste, aun recuerdo nuestra ultima conversa, de cosas intrascendentes para
hacerte olvidar el dolor que te tenia postrada en una camilla de aquella
clínica que por ahora parecerme un matadero realmente detesto, aquel día
parecía que todo estaba orquestado por alguna vaina de esas que llaman destino,
debía estar en mi trabajo pero me escape para matar un tigre, al que por cierto
llegue tarde y decidí hacer una diligencia cuando recibí una llamada telefónica
avisándome lo que te habla pasado y casualmente estuve en el sitio primero que
la ambulancia, te recibí y hasta lloraste pensando que no me ibas a ver.
Creo
que tu sabias que esa noche te ibas para no volver, mientras que nosotros
pensábamos que era un susto más de esos que ya nos tenias acostumbrados, esas
fracturas que te habían dejado tus huesos de pajarito con cicatrices que no desaparecían, con alambres que te sostenían
el hombro y bastones que te acompañaban en la ruta. Cuando no eran esas
dolencias que te postraban en cama y obligaban a usar pañales de niña grande y
que, sabíamos, odiabas por tu eterna fijación con el aseo corporal, sin embargo
de todos los accidentes y enfermedades siempre salías triunfante, menos esa
tarde de lluvias cuando por centímetros una fractura te reclamó para la tierra.
Aun
recuerdo tu voz diciendo que para el hospital no, y los médicos sorprendidos de
que aun respirases con unos pulmones casi secos y un corazón gigante, lo que
nadie dijo es que ese corazón era así de grande por todo el cariño que
dilapidaste durante tu paso por la vida, donde acogiste a propios y extraños
como hijos tuyos, esos pulmones secos fueron de tanto suspirar por tristezas
propias y ajenas, los rezos nocturnos que se convertían en largas letanías
pidiendo por todos y las lagrimas que derramaste por la suerte de tus hijos,
nietos y bisnietos que quisiste tanto y quienes te quisimos tanto, que a estos
meses de tu salida del mundo aun lloramos tu perdida.
Aunque
se que la naturaleza tiene un ciclo inexorable y que tu destino es el mismo que
correremos todos, no consuela la vaina, se hace peor la falta ya que según
muchísima gente lo que queda es el alma y el cuerpo se pierde tal como un
caparazón usado, entonces uno secretamente al intentar apoyarse en eso se da
cuenta que da más bronca saber que ahora eres parte del aire pero al igual que
él no te veo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario