Desde
que me ha dado por escribir he aprendido a escuchar lo que pasa a mí alrededor,
eso me ha asombrado mucho, de hecho, hay tanta variedad en lo que llamamos
“realidad” acá en Venezuela que da para cientos de “ficciones” que si se
presentan como sacados de la cotidianidad criolla nadie creería así que mejor
lo contamos como ficción y todos felices, los necios que niegan cualquier
posibilidad fuera de su mínimo campo vegetativo que dan en llamar “vida” pueden seguir siendo los mismos necios sin
que su mundo se sacuda y los que saben que esas posibilidades son ciertas pues
también felices ya que se ven retratados allí, si tan solo me tropezara un buen
productor de televisión de seguro haría millones (o cuando menos unos cuantos
miles) de euros solo por escuchar las locuras que suceden acá y transcribirlas,
ese debe ser un excelente trabajo que requeriría solo algo de dinero, unos
guardaespaldas que de manera disimulada se mezclen entre los pasajeros ya que eso de los robos es una constante y el
oído atento , además mucha conversa con gente seria y divertida, mucho más
atractivo que las aulas de clase.
Por
ejemplo, hoy abordé un autobús para encontrarme con unos amigos que por fortuna
me invitaron a almorzar, en esta crisis una comida es un regalo de los dioses,
sobre todo cuando la quincena está lejos, una vez que subo , así como sin querer,
hago una mirada a los pasajeros para constatar que no hay ningún sospechoso de
cometer un asalto (en caso de que lo hubiere la cosa más sensata es bajarse y
tomar otro), en contra de mi costumbre comparto asiento con un niño de
aproximadamente diez años, en el asiento de al lado iba su madre con otro niño
más pequeño, justo al terminarme de sentar se sube un tipo a cantar un rap no
sin antes obligar a la gente a que le responda las buenas tardes. Déjenme hacer
un aparte, son la una de la tarde a 36 grados centígrados en pleno centro de la
ciudad , nadie por muy educado que sea va a gritar las buenas tardes así de
gratis, sin embargo ante la insistencia del fulano el público le corea un
“buenas tardes” con desgana pero con más voces.
El
fulano se lanza a cantar una canción, el acompañamiento lo hace una corneta que
lleva colgando del cinto y que reproduce una pista de música electrónica, el
joven por fin termina de cantar para pasar a ofrecer unos collares en “lo que
salga de su corazón” que por lo general debe ser cuando menos 200 bolívares que
si bien en dólares no es nada si corresponden a cuatro pasajes más solo por una
cosa que ni interesa, como si no fuese poco también pide que le apoyen si no
pueden o quieren comprar el collar con alguna moneda o billete, ahí si no se
pone exquisito pero la sensatez de los pasajeros hace que todos saquen el
billete de más baja denominación que tengan encima y se lo regalen, ya se sabe
de casos donde el que pide la colaboración no recibe nada y tres cuadras más
abajo suben ladrones y reclaman a los que no contribuyeron pero pistola en mano
pues toca ayudar a la gente en este país.
En
el próximo semáforo y mientras el cantante va vendiendo collares y recibiendo
limosnas se sube otro pero esta vez de más edad, el vende marcadores pues tiene
una hija con leucemia y no tiene para costear el tratamiento, la verdad ya para
ese instante me desentendí del vendedor pues justo al frente de mi asiento
llega un hombre mayor y saluda a otro que está sentado, mientras los señores se
saludaban me di cuenta que el autobús había hecho parada justo frente a un gran
supermercado pero el señor que estaba de pie solo tenía una bolsa con un par de
kilos de detergente en polvo (para efectos del relato digamos que el señor
sentado se llama Juan y el que va parado es Pedro)Juan le dice a Pedro , ¿Qué
haces tú con tanto jabón?, a lo que este le contesta , imagino que diluirlo y
beberlo para limpiar el estómago pues estoy desde las cuatro en la cola para
comprar algo de comer y cuando por fin llego solo había jabón en polvo, la
vieja se va a poner feliz pero ya estoy harto de solo comer ahuyama cocida en
sopa de sobre pues la pensión no da para más.
Pedro
pregunta ¿y tú carro? ¿Qué haces en un autobús?, Juan le dice que el carro se
le dañó algo del motor y que precisamente viene de hacer la ronda por las
tiendas de repuestos y donde más barato lo encontró fue en 19 mil bolívares
(que corresponden a poco más de una quincena promedio) y que está difícil
recuperarse de ese golpe pues él, que vive de lo que le produce su carro como
taxi no tiene otra manera de producir ese dinero y eso que aún no sabe cuánto
le va a costar la mano de obra del mecánico del barrio, en ese punto su
conversación devino en preguntas sobre sus familiares que no tenían nada de especial.
Tal
como dije más arriba, a mi lado iba un niño y al otro lado del pasillo pero
también a mi lado iba su madre con otro niño, al bajarse los vendedores se hizo
un relativo silencio en la unidad y lo que oí a continuación me heló la sangre,
el niño más pequeño que estaba sentado con la señora le preguntaba con su media
lengua de primera infancia a su madre ¿mamá al país donde vamos a vivir podemos
comer galletas? Y la madre, muy azorada le dijo que sí, imagino que para evitar
que el niño en su inocencia la dejase en evidencia pues la ruta que llevábamos
iba hacia una de las zonas más peligrosas de la ciudad, muy alta la posibilidad
de un secuestro o algo peor si algún malviviente se entera de que esa familia
tiene planes de exilio, en Venezuela nadie sabe cuándo el diablo anda cerca .
Eso
me dejó pensando mucho, aún faltaba la cosa más espeluznante del día, llegue
adónde iba, es la casa de un amigo médico especialista de un gran hospital y su
esposaquien ya nos tenía almuerzo preparado, la conversa de sobremesa iba
dirigida a convencer a la señora de no emigrar pues él como médico iba a bajar
de peldaño laboral con un paso semejante y sin ahorros la cosa se les iba a
poner dura ya que a los 40 eso de inventar, para muchos es complicado.
Los
relatos de lo que mi amigo vive en el hospital son siempre dignos de HP
Lovecraft pero en este caso los monstruos no son del inframundo si no de la
periferia de aquella ciudad, el primer relato de horror fue cuando me contó
como peleó con un anestesista que se negaba a sedar a un niño de un año quien
llegó con una sospechosa fractura en las piernas , la discusión fue por algún
protocolo que al final mi amigo omitió y atendió al bebé dejando lo demás en
manos de la policía que ya verá que hace con los padres.
Cuando
terminó de contar eso, al ver mi cara de sorprendido pues en mis esquemas
mentales lastimar a un bebé es algo de crueldad inusitada me dice que ese no es
ni de cerca el peor caso, hace unos días le llegó un intento de suicidio pero
la cosa sorprendente es que era de un niño de nueve años quien aseguró,
mientras lo atendían que lo volvería a hacer apenas pudiese ya que se quería
morir, todo el personal entendió cuando la madre del niño, una mujer de mala
estampa se apareció solo para golpear y gritar al infante, se fue para no
volver y dejo a una más joven que dijo ser su tía , quien en compensación le
quitaba la comida al niño, por último y luego de varias denuncias se apareció
una abuela paterna que se llevó al infante quien sabe para dónde .
Para
cerrar la tarde de cuentos espantosos, me contó de una niña de 12 años pero con
tamaño de mujer a quien encontraron deambulando por la calle, la policía la
lleva, hubo averiguaciones , se encontró a la familia pero al preguntarle a la
madre esta dijo que la noche anterior la había echado a la calle pues la
muchacha era muy “callejera” , mientras eso sucede un forense habla con la niña
para preguntarle si había tenido sexo a lo que contestó, que si pero que solo
con sus novios , asegurando que tenía o había tenido ocho. Tengo una hija de
esa edad y minimome da un infarto aunque en realidad los presos deberían ser
sus padres por no educarla como es debido, la sexualidad no es un crimen, pero
todo tiene su tiempo, además nosotros los padres tenemos la obligación de
educar desde temprano para que esos lapsos se cumplan, no es posible que
tengamos más niños haciendo niños sin que nadie pueda hacer nada, eso forma
parte de la ruina de cualquier país ya que el futuro que les espera tanto a los
padres como a esos niños sin padres solo será un peso muerto para el estado, nadie puede ser buen padre siendo tan joven en este mundo
tan competitivo
Luego
nos tomamos un café y volví a casa a darle de comer al gato y a seguir pensando
que todos mis planes se harán posibles pero igual les comparto, ¿se imaginan
que yo conociera un buen productor de televisión?
José
Ramón Briceño, 2016
@jbdiwancomeback