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miércoles, septiembre 07, 2016

Si conociera un buen productor de televisión


Desde que me ha dado por escribir he aprendido a escuchar lo que pasa a mí alrededor, eso me ha asombrado mucho, de hecho, hay tanta variedad en lo que llamamos “realidad” acá en Venezuela que da para cientos de “ficciones” que si se presentan como sacados de la cotidianidad criolla nadie creería así que mejor lo contamos como ficción y todos felices, los necios que niegan cualquier posibilidad fuera de su mínimo campo vegetativo que dan en llamar “vida”  pueden seguir siendo los mismos necios sin que su mundo se sacuda y los que saben que esas posibilidades son ciertas pues también felices ya que se ven retratados allí, si tan solo me tropezara un buen productor de televisión de seguro haría millones (o cuando menos unos cuantos miles) de euros solo por escuchar las locuras que suceden acá y transcribirlas, ese debe ser un excelente trabajo que requeriría solo algo de dinero, unos guardaespaldas que de manera disimulada se mezclen entre los pasajeros  ya que eso de los robos es una constante y el oído atento , además mucha conversa con gente seria y divertida, mucho más atractivo que las aulas de clase.

Por ejemplo, hoy abordé un autobús para encontrarme con unos amigos que por fortuna me invitaron a almorzar, en esta crisis una comida es un regalo de los dioses, sobre todo cuando la quincena está lejos, una vez que subo , así como sin querer, hago una mirada a los pasajeros para constatar que no hay ningún sospechoso de cometer un asalto (en caso de que lo hubiere la cosa más sensata es bajarse y tomar otro), en contra de mi costumbre comparto asiento con un niño de aproximadamente diez años, en el asiento de al lado iba su madre con otro niño más pequeño, justo al terminarme de sentar se sube un tipo a cantar un rap no sin antes obligar a la gente a que le responda las buenas tardes. Déjenme hacer un aparte, son la una de la tarde a 36 grados centígrados en pleno centro de la ciudad , nadie por muy educado que sea va a gritar las buenas tardes así de gratis, sin embargo ante la insistencia del fulano el público le corea un “buenas tardes” con desgana pero con más voces.

El fulano se lanza a cantar una canción, el acompañamiento lo hace una corneta que lleva colgando del cinto y que reproduce una pista de música electrónica, el joven por fin termina de cantar para pasar a ofrecer unos collares en “lo que salga de su corazón” que por lo general debe ser cuando menos 200 bolívares que si bien en dólares no es nada si corresponden a cuatro pasajes más solo por una cosa que ni interesa, como si no fuese poco también pide que le apoyen si no pueden o quieren comprar el collar con alguna moneda o billete, ahí si no se pone exquisito pero la sensatez de los pasajeros hace que todos saquen el billete de más baja denominación que tengan encima y se lo regalen, ya se sabe de casos donde el que pide la colaboración no recibe nada y tres cuadras más abajo suben ladrones y reclaman a los que no contribuyeron pero pistola en mano pues toca ayudar a la gente en este país.

En el próximo semáforo y mientras el cantante va vendiendo collares y recibiendo limosnas se sube otro pero esta vez de más edad, el vende marcadores pues tiene una hija con leucemia y no tiene para costear el tratamiento, la verdad ya para ese instante me desentendí del vendedor pues justo al frente de mi asiento llega un hombre mayor y saluda a otro que está sentado, mientras los señores se saludaban me di cuenta que el autobús había hecho parada justo frente a un gran supermercado pero el señor que estaba de pie solo tenía una bolsa con un par de kilos de detergente en polvo (para efectos del relato digamos que el señor sentado se llama Juan y el que va parado es Pedro)Juan le dice a Pedro , ¿Qué haces tú con tanto jabón?, a lo que este le contesta , imagino que diluirlo y beberlo para limpiar el estómago pues estoy desde las cuatro en la cola para comprar algo de comer y cuando por fin llego solo había jabón en polvo, la vieja se va a poner feliz pero ya estoy harto de solo comer ahuyama cocida en sopa de sobre pues la pensión no da para más.

Pedro pregunta ¿y tú carro? ¿Qué haces en un autobús?, Juan le dice que el carro se le dañó algo del motor y que precisamente viene de hacer la ronda por las tiendas de repuestos y donde más barato lo encontró fue en 19 mil bolívares (que corresponden a poco más de una quincena promedio) y que está difícil recuperarse de ese golpe pues él, que vive de lo que le produce su carro como taxi no tiene otra manera de producir ese dinero y eso que aún no sabe cuánto le va a costar la mano de obra del mecánico del barrio, en ese punto su conversación devino en preguntas sobre sus familiares que no tenían nada de especial.

Tal como dije más arriba, a mi lado iba un niño y al otro lado del pasillo pero también a mi lado iba su madre con otro niño, al bajarse los vendedores se hizo un relativo silencio en la unidad y lo que oí a continuación me heló la sangre, el niño más pequeño que estaba sentado con la señora le preguntaba con su media lengua de primera infancia a su madre ¿mamá al país donde vamos a vivir podemos comer galletas? Y la madre, muy azorada le dijo que sí, imagino que para evitar que el niño en su inocencia la dejase en evidencia pues la ruta que llevábamos iba hacia una de las zonas más peligrosas de la ciudad, muy alta la posibilidad de un secuestro o algo peor si algún malviviente se entera de que esa familia tiene planes de exilio, en Venezuela nadie sabe cuándo el diablo anda cerca .

Eso me dejó pensando mucho, aún faltaba la cosa más espeluznante del día, llegue adónde iba, es la casa de un amigo médico especialista de un gran hospital y su esposaquien ya nos tenía almuerzo preparado, la conversa de sobremesa iba dirigida a convencer a la señora de no emigrar pues él como médico iba a bajar de peldaño laboral con un paso semejante y sin ahorros la cosa se les iba a poner dura ya que a los 40 eso de inventar, para muchos es complicado.

Los relatos de lo que mi amigo vive en el hospital son siempre dignos de HP Lovecraft pero en este caso los monstruos no son del inframundo si no de la periferia de aquella ciudad, el primer relato de horror fue cuando me contó como peleó con un anestesista que se negaba a sedar a un niño de un año quien llegó con una sospechosa fractura en las piernas , la discusión fue por algún protocolo que al final mi amigo omitió y atendió al bebé dejando lo demás en manos de la policía que ya verá que hace con los padres.

Cuando terminó de contar eso, al ver mi cara de sorprendido pues en mis esquemas mentales lastimar a un bebé es algo de crueldad inusitada me dice que ese no es ni de cerca el peor caso, hace unos días le llegó un intento de suicidio pero la cosa sorprendente es que era de un niño de nueve años quien aseguró, mientras lo atendían que lo volvería a hacer apenas pudiese ya que se quería morir, todo el personal entendió cuando la madre del niño, una mujer de mala estampa se apareció solo para golpear y gritar al infante, se fue para no volver y dejo a una más joven que dijo ser su tía , quien en compensación le quitaba la comida al niño, por último y luego de varias denuncias se apareció una abuela paterna que se llevó al infante quien sabe para dónde .

Para cerrar la tarde de cuentos espantosos, me contó de una niña de 12 años pero con tamaño de mujer a quien encontraron deambulando por la calle, la policía la lleva, hubo averiguaciones , se encontró a la familia pero al preguntarle a la madre esta dijo que la noche anterior la había echado a la calle pues la muchacha era muy “callejera” , mientras eso sucede un forense habla con la niña para preguntarle si había tenido sexo a lo que contestó, que si pero que solo con sus novios , asegurando que tenía o había tenido ocho. Tengo una hija de esa edad y minimome da un infarto aunque en realidad los presos deberían ser sus padres por no educarla como es debido, la sexualidad no es un crimen, pero todo tiene su tiempo, además nosotros los padres tenemos la obligación de educar desde temprano para que esos lapsos se cumplan, no es posible que tengamos más niños haciendo niños sin que nadie pueda hacer nada, eso forma parte de la ruina de cualquier país ya que el futuro que les espera tanto a los padres como a esos niños sin padres solo será un peso muerto para el estado, nadie puede ser buen padre siendo tan joven en este mundo tan competitivo
Luego nos tomamos un café y volví a casa a darle de comer al gato y a seguir pensando que todos mis planes se harán posibles pero igual les comparto, ¿se imaginan que yo conociera un buen productor de televisión?
José Ramón Briceño, 2016

@jbdiwancomeback


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