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sábado, octubre 08, 2016

La vanidad inútil




Cuando pasamos de los cuarenta años ciertamente ya no somos unos jovencitos, tampoco ancianos venerables (cuando menos en este siglo XXI), en Venezuela en particular llegar a los 40 es un logro en sí mismo gracias cuando nos asomamos a las estadísticas de mortandad actuales, si por casualidad ha llegado a esa edad (como yo) sin haber pasado por matrimonios, divorcio , condenas penales ni grandes líos más allá de la supervivencia , sin mencionar claro ser padre de una preciosa hija recién entrada en la adolescencia quien carga desde ya la culpa de mi barba blanca y el aceleramiento de mi calvicie que en estos últimos 12 años ha sido invencible por lo que parezco una suerte de san Nicolás tropical , solo que  calvo, flaco de barba blanca pero con bigote negro.

Eso sin embargo no es el asunto del que vengo a hablar hoy, la verdad es que con esto del éxodo masivo he visto como muchos conocidos han empezado a hurgar en su genealogía para revivir abuelos extranjeros que les permitan resucitar herencias pérdidas o en todo caso reclamar el derecho a portar un pasaporte menos ominoso que el venezolano por aquello de la fama que nos han creado muchos compatriotas de mala entraña que andan haciendo sus maldades fronteras afuera. Cuando comenzaba a hablar de mi edad, mi hija y mi muy gran habilidad para huirle al matrimonio, también quise hablar un poco de las relaciones que he tenido con unas cuantas damas (las señoritas fueron hace demasiado tiempo para nombrarlas) , la verdad todas fueron bellas pues tengo la costumbre de que si una mujer no me parece bella entonces no tiene sentido alguno tener nada con alguien que no me atraiga físicamente, si además son inteligentes me parecen irresistibles, por supuesto uno no solo está con la mujer, también lo hace con su familia, así he podido admirar de cerca una significativa cantidad de gente aunque en realidad me agradan muy pocos se hace el esfuerzo por aquello del amor.

Entre la gente que menos me agradaba son aquellos que habiendo nacido acá, con esposas e hijos criollos exhiben un desdén muy incómodo sobre este país, los peores son esos que siendo nietos de europeos (o bisnietos) se creen de aquel continente y hasta se dicen portugués/venezolano, Colombo/Venezolano o cualquiera de esas combinaciones como si esas cosas los hicieran mejores personas o les diese un plus en eso de la inteligencia.

En el caso de los emigrantes viejos que se desviven en sus nostalgias, se les respeta pues cuando se hace vieja la gente ya su tierra le va haciendo más falta imagino que por aquello de la cercanía de la muerte que en tierra extranjera debe ser más terrible pero a los nietos o bisnietos cuyos recuerdos si acaso son de algún viaje o de los cuentos de los abuelos no me trago su necedad intro-xenofóbica que denota más ignorancia que otra cosa.

En este país todos tenemos un musiu ahorcado en nuestra genética, unos más otros menos pero al final de seguro si hurgásemos en nuestro árbol genealógico habrán españoles, portugueses, alemanes, franceses, senegaleses, caribes, iraquíes, sunníes y hasta aztecas , al final nadie sabe por lo que cualquier pretensión de superioridad racial se cae por tonta en esta tierra caliente donde la belleza de nuestras mujeres es así gracias a la impudicia de nuestros abuelos cuyos remilgos raciales al parecer solo estaban recluidos entre las grandes fortunas y aun así nadie sabe cuántos herederos famosos con fortunas de siglos pasados que se creen la gran cosa , en verdad no son más que el producto del despecho de una muy hermosa señora cuyo forzudo chofer consoló luego de descubrir las seis queridas que mantenía su esposo, que sabe cuánto pescador de la costa central es en verdad el heredero de algún reino africano cuyos tatarabuelos fueron traídos como esclavos en el siglo XVII, la única verdad es que nadie sabe nada.

Todo esto viene a cuento realmente pues creo que debemos tener nuestro gentilicio venezolano más allá de cualquier otra consideración, en verdad como me gustaría que tuviésemos un grito nacional como el mexicano, aquel “viva México cabrones” al que todos responden a coro, desde el catire hasta el indio, donde el país es más importante que los regionalismos (esos se ven luego) . ojalá en esta diáspora podamos comenzar a ver en las capitales de cada país algun “club Venezolano” con criterio de exclusión como lo han hecho por años los portugueses, españoles, chinos y otras nacionalidades , que son una especie de centros snob del tercer mundo donde se pasean los gentilicios sin mezclarse mucho con los nacionales de aquel país, aunque pudiesen tener la excusa de ser un espacio para las nostalgias también fungen de vitrinas para las vanidades más mediocres, aquellas de mucho ruido y poca inteligencia.
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José Ramón Briceño Diwan
@jbdiwancomeback


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