Desde
que anunciaron el nuevo tipo de cambio he andado investigando de que se trata
ahora el asunto, a primera vista parecía una situación lógica, poner al alcance
de todos la divisa para poder importar las cosas importantes del vivir, que no
son solamente comida y alimentos, los cuales por cierto tampoco se encuentran,
un ministro (cara dura como todos) aseguró que la subasta comenzaría en 12
bolívares como sería lógico, sin embargo ayer cuando leí las noticias me entero
que de un sopetón, sin anestesia, la fulana divisa se disparó a 170 bolívares
por dólar, lo que según mis cálculos resulta ser una devaluación de más del
1700 por ciento, ahora los billetes no valen ni siquiera el papel con el que
son impresos, de seguro ahora a algún imbécil de esos se le ocurrirá expropiar
el papel periódico para imprimir billetes y los sueldos se comenzarán a pagar
por kilo de papel y no por la denominación de los billetes.
Hay
gente que se asombra de mi bronca, unos me piden que le baje dos a la molestia,
que me puede dar un infarto, que puedo ir preso, me pueden dar un atentado o
cualquiera de las combinaciones posibles, que si nadie hace nada yo solo
tampoco podré hacer la gran cosa, tienen razón sin embargo es complicado no
molestarse cuando descubres, de golpe y porrazo que un limpia botas en Bogotá
gana más que un profesor especialista en Venezuela, que el señor que muy
amablemente martilla a todos los que se estacionan gana más que tú, que pasaste
8 años entre pregrado y posgrado, leyendo bastante, haciéndote preguntas,
haciendo de paso malabares para la supervivencia en pos de un futuro, para al
final no tener ni el beneficio de un mercado decente una vez al mes.
Como
no andar “caliente” si sabes de antemano que cualquier hijo de vecina (como uno
pero) sin estudios y de orto flexible se hace millonario solo por hacer de su
genuflexión un estilo de vida, mientras quienes se esfuerzan día a día por
sacar su familia adelante les toca hacer malabares para cosas tan básicas como
comer y vestirse, eso sin hablar de ponerse exquisitos.
Como
es posible que en este país una computadora personal de 300 dólares cueste de
manera oficial un año de salario, un vehículo nuevo cuando menos 100 años de
salario, una apartamento toca reunir por un milenio y cien generaciones para
poder aspirar a tener alguno.
Si
hablamos de cualquier oficio pues el asunto se pone color de cucaracha (las
hormigas cuando menos son limpias), y en cadena nacional nos dicen que la cosa
está bien, que son chismes de la derecha imperialista que mandó a matar al
presidente con un avión de entrenamiento que cualquier otro lo tumba de una
pedrada.
Él
sabe que muchos lo quieren matar, ellos saben que mucha gente los odia pero
carajo, tampoco colaboran para que alguien medianamente cuerdo los pueda
defender, como alguien no va querer matarlos si no hay medicinas para los
enfermos, tampoco hay manera de comprar las cosas básicas del vivir, el sueldo
ahora es de 33 dólares mensuales, menos de lo que gana la gente en países donde
la hambruna reina, pero es la derecha la culpable ellos no.
La
verdad eso de matar está lejos de mis planes, realmente no puedo ni matar una
gallina y me espanta ver que hasta una mata se muere en mi jardín, pienso que
la vida es algo que en ningún caso debe ser interrumpida, pero el instinto
primario aflora cada vez que se piensa en el país , es complicado no
embroncarse cada quincena cuando tienes que decidir entre pagar el alquiler y
los servicios o comer, cuando sabes de antemano que en cualquier parte del
mundo se vive mejor pero en igual proporción te das cuenta que cualquier parte
del mundo no es tú país, que se lo ha
robado para dejarlo perder y que pretendan que uno les sonría la gracia.
José
Ramón Briceño, 2015
@jbdiwancomeback