Hay
veces que uno se siente culpable por desear cosas superfluas, un Smartphone,
una Tablet, una Mac, un vehículo todo terreno con aire acondicionado, una casa
grande con jardín y estacionamiento para todos los amigos o familiares, viajes
dos veces al año (soy profesor por tanto tengo más vacaciones que otros
profesionales) , un buen vodka que no sepa a jarabe para la tos ni de miedo por
lo tapa amarilla de su presentación, whisky de vez en cuando para evitar la presión
arterial, un buen Ron de esos Premium, estación de entretenimiento con Smart Tv
y satélite con todos los canales de películas HD, una cocina italiana de esas
que salen en los programas de los chef´s famosos, jamón serrano para el
desayuno de los domingos, parrilla de vez en cuando pero de esas en que uno
invita hasta al gato de los vecinos y sea invitado pues la gente solo debe
llevar su presencia pues me parece muy feo pedir a la gente que colabore,
creerme la gran vaina porque soy profesor posgraduado y elegir doctorado para
recibir mi 45% de aumento por estudiar, usar solo calzado importado de esos que
son excesivamente cómodos, vestir aunque sea trajes pret a porter, quemar
Dorsay y bodrios similares que venden trajes de papel maché, casa a la orilla
del mar con personal que siempre la tenga a punto para nunca estresarse por
ello, lancha para los paseos familiares, casa en una montaña para los meses de
más calor, perfumes caros, cena en restaurante caro cada vez que uno quiera
darle un detalle a la mujer, relojes, joyas y cuenta en euros, despensa llena
sin colas ni compras de billetera asustada, esas que uno hace con calculadora
en mano, preferiblemente la del celular para que no de tanta vergüenza contar
el dinero frente a desconocidos, en fin, todas esas cosas que por ahora solo
son sueños (para mí cuando menos).
Viendo
el panorama que me circunda no puedo dejar de sentirme culpable por esos
sueños, cuando los supermercados están vacíos, hay colas para todo, hasta para
saber si hay algún motivo para hacer colas, el miedo se nota en el silencio cómplice
de las televisoras de señal libre, hasta esas que dicen ser informativas, la
ausencia de medicinas, el hampa desbordada que no sabe de necesidades ajenas ni
de esfuerzos para robarte hasta la calma sin compasión, el estado que cada día
más parece defender los intereses extranjeros por sobre los propios pues el
país no muestra señales de futuro, todo es una quiebra eterna una amenaza
perenne, si no estás con el estás en su contra y si trabajas para ellos puedes
y serás botado cuando les provoque.
Ya
nuestros hijos no están seguros ni en las escuelas privadas, la gente no camina
en las noches, hay un toque de queda tácito que todos acatan, comer en la calle
más allá de los comederos baratones es una proeza para pocos, ser educado ya es
una especie de karma pues establece sospechas de todo tipo, el respeto a las
formas ya no se ve en ningún lado, el terror es la consigna y el miedo su síntoma.
No
sé si agarrar las maletas y perderse en
otro país es un asunto de valentía menos fuerte que quedarse por acá y pasar a
ser paria de un estado que a sabiendas de que se la viven poniéndola de bosta
revolucionaria igual siguen aferrados a sus cargos e ideas, no sé si el señor
Capriles tiene razón mandando a freír mono a toda la oposición, no sé si quemar
un par de patrullas con todo y guardia nacional adentro sea algo constructivo,
lo que si sé es que si no se hace nada es peor, si seguimos en esta eterna
espera de que “algo pase” jamás pasará nada, a lo mejor sea más sensato pensar
en dividir el país territorialmente, tal como ha hecho Corea, alguna vez fue
Alemania y algunos otros países que no recuerdo, seguramente alguien se
espantará y me dirá desde apátrida hasta desvergonzado, pero es que tanta
ineptitud de parte y parte me tiene acojonado, estamos entrampados entre balas
oficiales, semi oficiales y de malandros que son casi lo mismo a la luz de los últimos
acontecimientos, ya ni el petróleo nos salva, sabemos que contamos con el
potencial humano, la historia seguirá allí después que se mueran nuestros
bisnietos de viejos, sin embargo el problema es que nosotros lleguemos a viejos,
por pura suerte, no creo en la suerte como forma de vida, total vivir acá de no
ser por los afectos ya no sería vida, somos presos de nuestras casas, mendigos
a pesar del sueldo y estudios, esclavos sin grilletes de un estado fascista que
se disfraza de gente.
En
fin, somos detenidos sin barrotes en una cerca de plomo, acero, petróleo y
deseos, yo colaboro desde mi esquina, quisiera pensar que otros hacen lo mismo
más allá de sus pequeñas parcelas de comodidad, los compatriotas desde el
exilio pueden ayudar así sea mandando insumos que la sociedad debe utilizar, si
hay alguna manera manden dinero, ropa, comida y lo que puedan , ya son muchos y
la lucha solo por las redes tampoco ayuda mucho, lo que si haría es con más
recursos aunque sea para imprimir un periódico que informe de verdad, pagar
aunque sea la importación de eso que no tenemos, de libros que repartir para
poder distribuir el conocimiento más allá de lo que el mundo nos ha permitido a
los privilegiados que preferimos pagar Internet así sea caro que vivir en la
oscuridad de las noticias oficiales, en fin, colaboremos todos, como podamos
para acabar con la pesadilla, despertar a un mundo de futuro, con futuro, oportunidades
reales, con calles y sitios donde vivir, pasear, disfrutar, así sea de visita,
con aeropuertos donde uno diga hasta pronto y no este adiós continuo que está
llegando a todos los hogares de mi país.
José
Ramón Briceño, 2014
@jbdiwancomeback