La
maldad es un hecho absoluto, eso no lo podemos negar. Esta terrible manía de querer saber la razón de todas las cosas ,
me provoca largas tendidas de pensamiento sobre todo lo que me rodea, como
últimamente la situación no colabora
pues está más loca (políticamente hablando) que nunca, la violencia
pareciera crecer de manera directamente proporcional a la pobreza por aquello
de la inflación , siempre me lleva una y otra vez a pensar por cual razón esta
terrorífica administración aún tiene adeptos de gratis, quienes a pesar de no
aspirar a cargos o mantenerlos, todavía se hacen la idea de que importan para
algo en eso de las decisiones del gobierno, entonces por alguna extraña razón
mi divagación unipersonal caminó instintivamente a pensar en las motivaciones
de los demonios.
El
infierno ha de ser terrible, los castigos, el calor, el dolor, la oscuridad y
el exceso de maldad ahí debe ser una espantosa pena para cualquier alma, por
toda la eternidad debe ser peor aún el castigo, como son las cosas en la tierra
imagino que en las dependencias extradimensionales seguro sigue existiendo el
hábito de sentirse incomodo por las situaciones estresantes, eso a su vez
coincidiría con el instinto de conservación, ese que te grita que cualquier
otra cosa necesariamente debe ser más divertida y menos dolorosa que quedarte
toda la eternidad llevando latigazos, pinchazos de tridentes, insultos que sumado al calor infernal es complicado imaginar algo peor.
También
creo que el infierno no tiene oficinas de jefe de personal ni avisos online
para encontrar empleo de demonio, una vez adentro te tocará defenderte como si
entraras en una cárcel venezolana y nunca jamás te hayas peleado ni con tu
primo, estás perdido. El paso inicial debe ser buscar a toda costa superar la
maldad de tus torturadores, la cota debe ser altísima ya que los demonios a
quienes debes impresionar son los más viejos, de esos el más joven tiene alrededor
de 20.000 años, quien se sabe de memoria la rutina infernal, como castigo personal
la odia en exceso pero a falta de otra
cosa le permite descargar su frustración a todos los seres infernales más abajo
que ellos en la escala administrativa del inframundo, nadie estaba a salvo cuando
los demonios viejos andan de ronda.
Cada
vez que sepa que un demonio antiguo anda cerca, pórtese de lo peor, maltrate
por gusto al compañero de celda, golpee al demonio que lo está castigando,
hágale las peores cosas que te imagines para lastimar, que si es lo
suficientemente fuerte el jefe lo verá, si no lo es también te verá pero para
ordenar que le cambien el castigo a uno que se merezca por atentar contra la
maldad sacra de los demonios antiguos.
Una vez que te enroles en la policía local,
vas a empezar desde abajo, siempre serás un demonio menor si no sobrepasas las exigencias de los jefes, en principio lo
haces asqueado pero con el paso de los años, estos en siglos y luego en
milenios , te irás envileciendo hasta parecer exactamente la idea que de ti
tiene el jefe, podrás descollar hasta terminar de sirviente de algún demonio
mayor que te protegerá de peores castigos, de la ira del jefe y hasta de los
mismos compañeros pues nadie quiere perder demonios realmente útiles, en el
ejército policial infernal (quien administra todo el funcionamiento operativo de
la dimensión) como ente regulador de todos los hechos sucedidos y por suceder
en el infierno deben proceder por sobre todas las cosas a cuidar a su gente,
las bajas por la eterna pelea con Dios son muchas aunque a decir verdad cada
vez son menos frecuentes las batallas con los celestiales, han ido
desapareciendo, aunque aparentemente el infierno vaya ganando la seguridad es
primero, mejor que digas que sobran demonios a que falten.
Si
haces bien tu trabajo iras escalando posiciones que te has ganado a pulso
durante milenios, siempre más fuerte, más violento, obediente, entregado al
trabajo, conocerás tanto a tu jefe que solo vivirás para él, nada es más
importante a menos que el jefe de tu jefe quiera hablarte, en ese caso debes
obedecer sin dudar, pestañear, pensar no preguntar, ejecutas la orden,
tranquilo para cuando el jefe de tu jefe infernal se entere de tu existencia ya
eres uno más de la burocracia, tu trabajo te dirá como vivir, el odio a lo
celestial te manará por los poros, produciendo un odio feroz que te hará el más
vil. Viéndolo todo desde esa perspectiva tiene sentido la maldad absoluta de lo
que representa el infierno y de cómo los demonios aprenden esa genuina forma de
maldad que infecta todo lo que toca con
su pestilencia, más que maldad es una consecuencia de su forma de vivir (a
falta de otro adjetivo) donde lo malvado es tan común que se hace la norma.
Volviendo
al asunto de los pro oficialistas es casi que tragicómica la cantidad de tesis
de significado que conlleven a explicar el porqué de mi divagación entre la
política venezolana y la jerarquía demoniaca, la primera conclusión es que
vivimos en el infierno, bueno ya eso lo sabemos por la manera en que nos toca
sentir el país en estos tiempos difíciles, en segundo lugar que la maldad y la
ridiculez de todo el entramado gubernamental no tiene más cabida que como una
burla inmensa a la cordura de todos los que vivimos atrapados en esta dimensión
como castigo de bono para que nadie se quede sin sufrir un poco más de lo que
le toca, democráticamente uniforme como corresponde a cualquier sátira cruel
usada para hacer castigos que eleven la calidad del sufrimiento post mortal.
Si
pensamos un poco el la situación gubernamental pudiéramos pensar que Venezuela
cayó en algún bache interdimensional cuyo rebote permitió que varios demonios
menores escaparon de sus jefes y se instalaron en el gobierno , secretamente
hay una lucha subrepticia entre las filas demoniacas que deben de pelear en
tres frentes, el que se hicieron al escapar de sus superiores quienes no están
nada contentos con su actuación, el de los que pelean de manera (ocasional
ahora) regular por el control de las almas de los humanes quienes podríamos
calificar como “los buenos” y el trabajo diario de mantener a medio flote el
medio orden dentro del caos que les permita ofrecer mayor cantidad de almas
preparadas para mantener los ejércitos del jefe máximo quien de seguro les
mostrara la extraña indulgencia del diablo que jamás bajo ningún concepto hará
nada que te agrade ni que te sirva.
El
infierno no está exento de crisis, ellos también saben que si los demonios
menores se unen pueden hasta hacer un pacto con dios, lo que pasa es que son
tan brutos que no se han dado cuenta que la bondad necesita de la maldad para
poder existir, cielo sin infierno no tiene
sentido pues nadie sabría entonces donde están los limites, nadie se
cuidaría de sufrir y quizás la raza humana (esta que se cree tan importante aun
sabiendo que somos casi menos que nada en la vastedad universal) sería poco
menos que un sofá muy inteligente pero sin emociones pues sin concepto de
maldad tampoco existirían las transgresiones y sin estas la rebeldía, por tanto
que aburrimiento de planeta. Definitivamente los demonios son muy poco
inteligentes.
Cualquier
parecido entre mi ficción satánica y la realidad pagana es tan similar que la
coincidencia no cabe, mientras tanto sabemos que los muertos con más
responsabilidad en las altas esferas bien pueden ser demonios menores caídos en
desgracia que viajan por el agujero negro que los dejará justo en el centro del
olvido histórico como venganza del tiempo por haber contaminado con su maldad
una tierra que antes fue otra cosa, un país.
José
Ramón Briceño, 2016
@jbdiwancomeback