Comenzó
la semana santa, como me dio por ser docente ya estoy de vacaciones,
ciertamente este es uno de los pocos temas en los que la docencia puede ser más
atractiva que otras profesiones, tenemos más vacaciones y días libres. Por este
motivo mi pequeña hija ha hecho campamento en mi guarida, obligándome a hacer
malabares para entretenerla pues como ha salido con el carácter paterno no se entretiene
así nomás, toca estimularle el cerebro con juegos inteligentes, la única salida
para eso es ubicar amigos con hijos y cuadrar una visita a su casa para que jueguen
hasta cansarse ya que de paseos y demás cosas el sueldo se encarga de negarlos
ya que o se come o se pasea, dios bendiga a los vendedores de películas piratas
y los DVD.
En
fin, ella ayer me preguntó cuál era la razón para que no visitásemos a una
amiga muy querida, cuyos hijos le dicen prima a mi niña y ella a su vez asume a
su madre como tía, los venezolanos sabrán que acá el cuento de la
consanguineidad no es importante a la hora de establecer parentescos. Mi hija
presupone que la distancia tiene algo que ver con la política, de hecho así es,
antes de este último año nunca le había parado mucho al asunto, yo había coqueteado
con la acción opositora estando claro en que yo solo no iba a tener mucho peso
y mi amiga tampoco, al final no somos más que algunos pendejos de los tantos
que pululan por estas calles.
Por
más que incomode el asunto toca comenzar a deslastrarse de gente y cosas dañinas,
si mi amiga hace proselitismo, su actual marido es un tipo de esos que
pertenecen al partido, hacen las veces de sapo pues tengo entendido que
pertenece a una vaina nueva de esas que llaman inteligencia social, donde
delatan a todo aquel sospechoso, de paso no aceptan ningún argumento que les
tumbe sus creencias, pues debo no volverlos a ver ya que en las primeras de cambio
termino preso o algo peor, los tragos no son buenos consejeros y las amistades
son como los matrimonios, es mejor terminarlos en buenos términos antes que
hacer de eso un tango, ya les llegará su momento de arrepentimiento, amanecerá
y veremos.
Como
mi hija seguramente habrán miles de niños en este momento haciendo la misma
pregunta a sus padres, también habrán cientos de padres intentando encontrar
una respuesta inteligente y que no marque a sus hijos con el sino de la intolerancia,
cosa complicada. La protesta y la intolerancia van a subir el tono ya no hay
marcha atrás, no importa cuántos diálogos se inventen pues lo que hacen con las
manos lo destrozan a punta de lacrimógenas. Verdaderamente en ambos bandos hay
picaros y ladrones pero los rojos se llevan todas las palmas, incluidos muchos
que conozco que ahora andan de fanáticos con revolver al cinto dirigiendo sus
bandas armadas con la protección oficial.
Algunos
de esos fueron amigos alguna vez, yo desde que estamos en esta crisis les he
hecho la cruz con la mano izquierda, prefiero no verlos ni oírlos, mucho menos
saludarlos pues el asco se me va a salir de manera natural y eso después de
haber sido compañeros de tragos e infortunios es de mal gusto, así que es
preferible pasar por loco antes que terminar yéndonos a las manos o los gritos.
Los
fanáticos son como algunos drogadictos y alcohólicos, no hacen nada, tampoco
sirven para mucho pero su única labor parece ser la de escandalizar a los demás
contando sus “hazañas” estúpidas, esos cuyo tema fue que tanta yerba se han
fumado, cuantas cervezas o botellas de cualquier vaina se han tomado, como si
eso fuese realmente interesante, así son los fanáticos, solo hablan de eso, en
especial los chavistas, esos no importa cuán imbéciles sean sus argumentos, los
esgrimen en público como si de un premio nobel se tratase, si los increpas y se
sienten en desventaja huyen, si tienen aforo que los defienda se envalentonan,
sin embargo nunca hilan alguna idea fuera de su visión viciada, nula e imbécil.
Puede
que unos defiendan su puestico de trabajo, otros estén muy asustados pues han
obrado de tan mala fe que si pierden a los padrinos saben que hasta la libertad
la pierden, los menos (cuando menos eso deseo) tienen cuentas de sangre que
deben ser saldadas y están claros que sin padrinos la cosa se les pone difícil,
lo único gracioso es que los reales responsables ya tienen sus planes trazados
y hasta apartamentos comprados en otros países.
Como
me creo un tipo medianamente inteligente no trato fanáticos de nada, me
incomodan, no me agradan, los fanatismos son dañinos, los pocos de izquierda
que trato son gente inteligente, igual los de otras tendencias, gente que se
atreva a criticar sin compasión pero con argumentos, creo que haciendo eso también
le hago un bien a la educación de mi hija, aunque por experiencia sé que le
haré la vida más complicada, tengo claro en que el deber de los padres es hacer
hijos inteligentes no esas masas se carne y huesos que se olvida de tener
cerebro solo para sentirse en una zona de confort, más allá del daño que con
ello hacen a los demás.
José
Ramón Briceño, 2014
@jbdiwancomeback