Siempre
he sido un hombre que gusta de trago y conversa, por supuesto también de
fiestas cuando era joven, eso me dejó una larga lista de amigos y conocidos a
quienes en verdad veo poco pues ser adulto no deja mucho espacio ni fondos para
disponer en entretenimientos como antes, sin embargo casi a diario me encuentro
algún amigo o conocido (de ambos sexos) con quienes la conversa invariablemente
deriva hacia el estado desastroso de la economía, los posibles planes de
emigración o cualquier otro tópico relacionado hasta desembocar en la
imposibilidad de muchos para dormir, en la desazón que los mantiene en vilo y
hasta de las drogas (legales y no tanto)
o alcohol que necesitan a diario para poder dormir unas cuantas horas
cada noche.
De
esos, muchos se ven demacrados, el insomnio deja huellas difíciles de esconder,
la mayoría ha perdido cantidades inusitadas de peso y hasta la alegría que los
caracterizaba se les va apagando de a poco, excepto claro cuando están entre
tragos, bajo efectos de algún ansiolítico o del prohibido porro de marihuana
que ya es común en este país así lo nieguen por aquella extraña moral del
venezolano. Sin ser psiquiatra ni psicólogo pero por haber sufrido de depresión
por muchos años (cosa que a pesar de la situación voy superando
afortunadamente) puedo ver los síntomas que he sufrido en carne propia en toda
esa gente con la que converso cada vez que salgo de casa.
En
fin, una de las cosas que todos esos amigos o conocidos tienen en común es la
desesperanza y la impotencia de no encontrar la salida, unos cuantos piensan en
emigrar como una solución mágica pero no tener los fondos o la preparación para emprender tal
aventura los tiene en ascuas constantes lo que no ayuda para nada, algunos
están cegados por la tristeza de la pobreza y han perdido hasta el estímulo de
mirar más allá de la quincena para buscar algunas opciones que puedan
enriquecer el ingreso cosa que ayuda
menos a superar el mal momento.
Al
parecer los únicos felices son precisamente los que odiamos pues han encontrado
en la rapiña, el mal vivir, la especulación y cualquier actividad de poca
estima social los ingresos que de otra
manera no tuviesen ni en sueños, sin embargo a pesar de todo lo censurable que
puede ser su accionar (en eso no cuento a los que usan puñales, balas, placas
ni carnets para sus fechorías) toca admirar la capacidad de adaptación de esa
gente que en verdad encuentra en el hambre de unos la forma de adecuarse y
ganar más que un profesor universitario, un médico o cualquier otro profesional
asalariado o no.
La
pregunta entonces está en ¿qué hacer
para sobrevivir a estos tiempos sin que el suicidio pueda comenzar a parecer un
buen plan de retiro temprano para evitar mal vivir en este país?.
Lo
primero es atender la depresión, eso es básico, para eso puede valerse de
cualquier recurso, desde la religión hasta el psiquiatra, pasando por terapias
alternativas. En mi caso particular y a
pesar de mi natural escepticismo por cualquier cosa que no sea científicamente
comprobada, avalada por laboratorios farmacéuticos ni facultativos calificados
puedo recomendar la magnetoterapia, que en verdad me ha ayudado más que el
psiquiatra y me ha quitado el incómodo trance de andar pescando medicación ( si
van por Maracay les recomiendo ampliamente esa opción y les dejo los números de
contacto por si se atreven 04269825760/ 04167137722 ) pero no es la única
opción, hay muchas más, el asunto es investigar cual se adapte a su bolsillo o creencias,
la cuestión es comenzar a poner coto a
la tristeza antes de que ella acabe totalmente con sus ganas de vivir, así no
le sirve ni a usted ni a su familia.
En
segundo lugar, aunque no menos importante es comenzar a buscar opciones
económicas para lograr surfear este tsunami que nos está atropellando, alguna
habrá y la que le funcione pues esa será la que lo ayude a tener la cabeza
fuera del agua, no ahogándonos como hacemos muchos en estos tiempos difíciles.
Por otro lado, aunque no soy mojigato y puedo asumir sin problemas que me gusta
el trago, un porro alguna vez en la vida no mata a nadie y que alguna vez
recurro a los ansiolíticos para superar algún mal día, estoy claro en que en
ningún caso son soluciones, más bien se vuelven lo contrario con el pasar del
tiempo pues al hacerse vicio generan más estrés del que ya llevas, sumando no
solo la angustia de vivir, también la del síndrome de abstinencia y ese es feo,
además, ninguna substancia que lo incapacite intelectualmente puede ser buena
más que de a ratos y aunque se necesita algo de disciplina pues no es imposible
poner distancia.
Al
final lo importante es sobrevivir, si tiene capacidad para organizar una
guerrilla vaya de frente y tumbe al gobierno, en otro caso, haga resistencia
pero no siga desgastando su psique en una pelea sin sentido, en principio
ocúpese y no se preocupe, que si aparece alguna cosa que pueda contra el
gobierno usted está a la orden, mientras toca sobrevivir de la manera que sea y
eso comienza por tener si no paz espiritual cuando menos si calma para tomar
decisiones correctas.
El asunto es no morir de mengua, más bien
vivir mejor, si se puede ir, acomode todos los papeles , no pelee con la
burocracia , hágale el juego completo, piense que ese funcionario necio se
quedará con su suelducho miserable mientras usted vuelve a ser gente en otra
parte donde el sueldo le dé para comer y el futuro no esté tan negro, eso sí,
una vez en el avión que se lo lleve , queme todos las naves pues la
supervivencia en otro país no es un lecho de rosas. Si no hay posibilidad de
planes, organice con su familia o amigos algún negocio que le de ingresos
extras, si tiene algún talento que pueda ser mercadeable desde acá y cobrar en
dólares búsquele la vuelta que si se puede, si no pues mire a su alrededor y ubique
algún servicio a actividad que pueda hacer para redondear la quincena e impulse
a todos los habitantes de su casa a avocarse a la empresa.
Como
reflexión final, intente surfear la ola, evite que se lo lleve por delante, lo
que tenga que ser será pero si usted ayuda un poco también le da un impulso a
ese destino que el universo le guarda, sé por experiencia que el primer paso
para que los sueños se cumplan es desearlos con verdaderas ganas, sin miedo al
cambio (por lo menos no mucho) que misteriosamente siempre todo termina de la
mejor manera.
José
Ramón Briceño, 2016
@jbdiwancomeback
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