En estos días de pos navidad no es raro ir de compras a alguno de los centros comerciales de mi ciudad, este se transforma en una suerte de punto de encuentro, lo normal es encontrarse con gente de la que uno deja de saber por muchos años y en estos tiempos vuelven a visitar a familiares y amigos, es un fenómeno normal que suceda, sobre todo en una ciudad pequeña como esta en la que habito. Aunque debo admitir que la idea de pasar horas en un centro comercial, de tienda en tienda, solo para ver no me entusiasma en lo más mínimo, sobre todo si mi billetera no da y de paso pues las vitrinas en unos casos hablan de una desolación extrema y las que aún están surtidas parecen stand de buhoneros, eso sí, muy elegantes, pero de dudosa calidad.
En fin, en esos periplos de buscar regalitos para cada quien hasta donde las posibilidades lo permitan, en mi costumbre de mirar todo a mi alrededor, me fijé en muchas jóvenes con niños pequeños, casi adolescentes de no más de 18 años con bebes en brazos, acompañadas por muchachos no más adultos, madres y hasta padres de alguno de los dos, eso me impactó, la verdad no mira las cifras de embarazo adolescente y se espanta pero cuando esas cifras tocan la realidad de la mirada, sacuden el entendimiento y aparece la pregunta ¿Por qué si ahora es tan fácil evitar el embarazo esos jóvenes caen en eso? ¿De quién es la culpa?, invariablemente aparecen hipótesis que desembocan en una sola respuesta más allá de los atenuantes, la familia.
Las abuelas siempre prematuras de esos niños engendrados por niños, siempre se defienden porque ellas “no los mandaron a hacer muchachos” , los abuelos achacan las culpas a las madres y así un círculo vicioso de acusaciones sin sentido que generan más peleas que otra cosa y al final, igual nace un bebé con mínimas posibilidades de éxito en la vida y que de seguro arrastrará más cargas y culpas que otros, creando de paso una brecha inmensa entre los hijos de la gente que supo esperar, que tuvo tiempo para esos bebes, que los tuvieron igual sin dinero pero cuando menos con la sensatez de quien mira la vida como un proyecto y no por quienes miden lo que pasa en torno a la fiesta y los vicios de esta estúpida sociedad de consumo desaforado, esos que prefieren pasar hambre pero tienen un par de zapatos de gran valor y un black Berry sub utilizado pero de moda.
Ahora ¿Por qué la familia?, imagino que todos hemos visto como niñas que apenas caminan, se tongonean al mejor estilo lap dance mientras las madres muy orgullosas aplauden y vitorean, con risas, palmadas, gritos y muestras de orgullo como su bebé “perrea”, y los niños las siguen haciendo de su danza un emulo erótico, que a fin de cuentos es natural, lo que no, es hacerlo a los cuatro años. En las fiestas, carros y hasta en las plazas todos oyen el tal reguetón con letras espantosas que hablan de sexo (desacralizado claro) drogas, hampa y otras linduras del bajo mundo, a nadie parece importarle la letra, pero creo que tampoco saben eso de que el consiente puede desechar, pero el subconsciente nunca descansa y graba todo.
Lo que antes describí es parte pero no todo el problema, debe existir un consenso entre todos para evitar que suceda, los padres por muy divorciados que estemos, así detestemos a la señora en cuestión o a su familia (no es mi caso felizmente), recordemos que nos divorciamos de las señoras no de los hijos con quienes tendremos por siempre un lazo genético afectivo más grande que ningún otro, si por casualidad tienen suerte con las damas y pueden mantener una alta rotación de compañeras de cama, no se las presentemos a los niños, eso crea una matriz de opinión negativa, no los expongamos a malos ejemplos, creen el valor de la familia como unidad y explíquenles a los jóvenes que si bien el sexo es de los mejor, si lo hacemos con responsabilidad es superior la experiencia, sin daños a terceros y que les permitirán hacer sus sueños, con esfuerzo, estudio, trabajo y ganas se logra todo en la vida. Tener hijos no es malo, lo malo es hacerlo a destiempo y terminar tu vida como obrero sin futuro, con hijos que heredan su rabia contra el mundo, misma que muchas veces se traduce en malandros o policías (casi lo mismo pues) y así la espiral de torpezas jamás termina.
El gobierno debería ser el promotor, pero no con cartelitos, charlas y palabrería, con acciones contundentes, como el dotar a las escuelas y liceos de enfermerías donde, entre otras cosas, suministren anticonceptivos a las jóvenes, condones o anticonceptivos también a los varones, no se escandalicen por favor, yo también soy padre y vivo al borde de la neurosis con una hija que heredó los rasgos físicos más notables de mi familia la suya, que va en camino de ser una hermosa adolescente con una ristra de aspirantes a la saga, es decir, que si no me aplico quizás me haga abuelo antes de tiempo, cosa que tratamos de evitar desde los dos frentes.
Volviendo al estado, creo que mojigaterías aparte, toda esa paja de revolucionarios y otras pendejadas no son más que una fachada para ilustrar su estupidez, pónganse pilas que el futuro del país se nos va por los aeropuertos y lo que va quedando en los barrios y zonas pobres son esa ristra de hijos de niños, sin futuro y que apuntalaran las cifras de hampa, pobreza y miseria que tanto gustan a los gobernantes, pero que no aportan nada tangible al futuro del país.
José Ramón Briceño Diwan, 2013
@jbdiwancomeback