Hace
mil años, cuando tenía edad y no existía el cable acá en mi país, yo era
fanático de las caricaturas estas de la Warner, creo que de la década de los
cincuenta, recuerdo con especial atención una del gato Silvestre y el canario
Piolín, como todos sabemos, al igual que el pobre coyote, este gato tiene
siglos intentando comerse al mentado pajarito, en este capítulo en especial, el
canario y el gato tenían su encuentro en un laboratorio científico, donde su
respectivo científico loco había inventado la formula tipo Dr. Jeckyl y Mr.
Hide, esa donde un mortal cualquiera . Inofensivo y común, se transforma en un
monstruo malvado y peligrosísimo.
Esta
tarde de domingo con lluvia me desperté acordándome de la tal caricatura,
claro, tengo la televisión por cable cortada, pero no es esa la razón, es que
me tiene muy incómodo lo que está sucediendo en nuestra sociedad, resulta que
todos se han vuelto un emulo del Dr. Jeckyl pero en vez de fórmula, su Mr. Hide
sale por la política, es decir, todos se transforman en monstruos política por
medio.
Muchos
se dicen patriotas de machete al cinto, pero rápidamente, rodilla en tierra
saludan la bandera cubana y hasta hablan de su “comandante Fidel”, sí, lo puse
en minúsculas adrede, no ha sido un accidente. Hablan en contra de la
corrupción, fabrican miles de centímetros en publicidad sobre su “heroica lucha
en contra de la corrupción” pero exhiben un estilo de vida difícilmente
sostenible con seis mil Bolívares de sueldo que es lo que supuestamente ganan
en sus puestos administrativos, pero además son adalides de la revolución.
Se
dicen demócratas a carta cabal, achacan a otros el terrorífico adjetivo de
fascista pero aplauden con un entusiasmo raro que pongan presos a periodistas
por que reportan lo que sucede en las calles, oficinas y morgues de este país. Son
nacionalistas ultrosos, hablan pestes de imperio malvado que los odia con
inusitada saña, pero se mueren por viajar a Disney para comer en Macdonald´s,
tomarse fotos con Mickey Mouse, beberse un café en Starbucks, comprar juegos de vídeo impagables por estos lares, tener un Smart TV para ver el cable de CANTV.
Hablan pestes de los que venden sus cupos CADIVI, el dólar negro y otras
linduras de estos tiempos pero publican por tuiter “tengo lechugas frescas a 60
bolívares cada una, preguntar por DM”.
Muchos
por ahí son marxistas, hasta dan catedra, viven haciendo apoteosis de lo que
aquel alemán inventó desde su biblioteca, pero son santeros, babalaos que
cobran un ojo de la cara por quitar “un trabajo”, también los hay evangélicos,
testigos de jehová, pentecostales y hasta van a pare de sufrir, la iglesia rara
esa brasilera, pero no se dan cuenta que entre otras cosas Marx decía que la
religión era un cáncer, ellos pues creo que les han contado mal esa historia. Los
que tienen carros, le ponen su calco manía del Psuv, de Alí Primera, son
ultranacionalistas pero tienen en el Mp10 arrechisimo de su 4X4 un septiterno
regeton solo intercalado con el vallenato tipo bus de Choroní a volumen
inaudible.
Hablan
malísimo de los supermercados, pero ni de
vaina hacen una cola en Mercal, para eso está el camarada fulano que les
vende, con algo de sobreprecio, “pa ganarse algo el pobre”, los mismos
productos por los que algunos hacen hasta seis horas de cola y lo peor, sin límites,
sin colas, es que estar con la revolución tiene su encanto.
Hablan
de un tal amor revolucionario, que ellos son la garantía de la estabilidad,
garantes de la paz planetaria y demás chorradas, pero si ven la cosa medio
incómoda, es el odio de los desgraciados escuálidos de mierda que quieren
volver a llevar el país a el barranco perenne en que vivíamos antes de Chavez,
así no se acuerden muy bien del asunto. Aseguran ser “del pueblo” pero apenas
ascienden se olvidan de los panas y de quienes los llevaron hasta allí, cosas
del olvido revolucionario.
Lo
que quizás más me sorprende es que no existan más moscas y enfermedades en
estas tierras, es que con tanta caca parlante pues lo común sería una eterna
nube de moscas en las oficinas y espacios gubernamentales en vez de este cielo
azul pleno de trópico y calor.
José
Ramón Briceño, 2013
@jbdiwancomeback