Ayúdame con un click

domingo, enero 15, 2017

En busca de un mundo perfecto (capitulo 10)

Siguen las aventuras de Hugo en Roma, el noveno capitulo que espero les guste lo suficiente como para comprarlo en Amazon con este link
10
Mi familia paterna se mudó de la capital a principio de los años cincuenta, terminó en mi ciudad natal casi que por accidente, el abuelo, un calavera a todas luces, no pagaba los alquileres y se desentendía de los caseros, haciendo que un día cualquiera mi abuela se quedara en la calle con siete hijos menores, gracias a los favores de algunos familiares del abuelo localizó una casa que podían pagar, organizó la mudanza y se vinieron cuan gitanos, nadie sabía a ciencia cierta de que vivirían, pero mi abuela, acostumbrada a las penurias organizó la cosa de tal manera que todos estaban seguros que sobrevivirían, claro, por el presupuesto inicial primero estuvieron en una casa terriblemente fea, con techo de zinc y habitaciones colectivas, una para las niñas, otra para los niños y la de la abuela, el abuelo aun no aparecía, allí vivieron por un año, al tiempo ubicaron otra casa, a tres cuadras de distancia, con cuatro habitaciones, dos baños, un patio enorme, por un poco menos de la mitad del alquiler que ya pagaban, se mudaron sin preguntar mucho, la supervivencia mandaba.
Esa casa aún existe, está detrás del zoológico de la ciudad, ese mismo que fue construido como patio de juegos del dictador andino quien escogió esa zona como su residencia, por cierto mi bisabuelo paterno bajó de las montañas gracias a algunos tíos y primos que pelearon en la guerra  junto a aquel andino.
Llegó el día de la mudanza, mi padre que para esa época contaba diez años junto con un primo de igual edad, fue el primero que llegó a la casa, llevaba en una carretilla  los  enseres menos voluminosos de la familia, cuenta mi viejo, que al llegar a la casa, escucharon a través de la puerta el ruido de niños jugando adentro, les sorprendió la cosa pero por ser una época donde los muchachos andaban de su cuenta, pensaron que eran algunos vecinos jugando, cuando acercaron la oreja a la puerta para oír mejor a ver si reconocían alguna voz, golpearon desde adentro dejando sordos a ambos, acto seguido llegó mi abuela, quien  era de carácter muy fuerte, dio gritos, impartió ordenes terminantes y no quiso escuchar nada de muertos ni aparecidos, eso era superficial, lo importante era la mudanza.
Así se instalaron en esa nueva casa, se organizaron de manera similar, la diferencia más marcada entre la casa anterior y esta era que la habitación sobrante le tocaba al hijo mayor, que para ese tiempo estudiaba agronomía en la universidad, mientras esperaba la posibilidad de ingresar a medicina en otra facultad de esa misma institución pues no había encontrado cupo.
Esa semana comenzaron a escuchar cosas extrañas, sin embargo con los estragos de toda mudanza, la abuela los dejaba extenuados entre remodelaciones, amateur como diríamos hoy día, los que pudieron trabajar pronto se lanzaron a la calle para aportar algo a la economía precaria de la casa, los otros pues colaboraban en la titánica labor de volver habitable un espacio que llevaba no menos de quince años abandonado, pronto descubrieron la razón de lo barato del alquiler y del abandono de esa casa.
Para no hacer tan largo el cuento, te puedo decir que por las noches habían tres fenómenos más o menos fijos, al filo de la madrugada, un caballo se oía caminar por la calle, se detenía frente a la casa y acto seguido, se podía escuchar a un jinete desmontar, este parecía tener una prótesis pues el paso era irregular, sus pisadas se escuchaban como si tuviese una pata de palo como la de los piratas de la televisión, llegaba hasta la puerta del jardín, sonaba como si la abriese y pasara adentro, las primeras veces se alarmaron, encendieron luces, sacaron las escobas como si de armas se tratase, pero no había nada, todo estaba igual, la puerta trancada con un candado gigante seguía fijada por las cadenas que la abuela le había puesto, cuentan que al final se acostumbraron  al fenómeno, aunque parezca sorprendente mi abuela decía que lo mejor era que nadie los visitaba pues tenían miedo de la casa embrujada, eso lo consideraba bueno porque en tiempos de crisis económica extrema tener invitados era todo un lujo complicado.  Allí vivieron algunos años más, hasta que la economía familiar permitió una nueva mudanza.
Algunas noches se veía un resplandor en el patio, como de fogatas encendidas, ese resplandor venía acompañado del sonido de tropa, bufidos de hombres, ordenes de mando, carreras, como de un ejercicio de castigo, esos tan comunes en los cuarteles, ilógicos como todos los inventos de los militares, hace pocos años unos estudiantes desenterraron armas y municiones del siglo XIX en esos terrenos.
La familia estaba aterrorizada con eso, pero igual había cosas más importantes a las que hacerle frente,  comer era prioridad, los fantasmas, según palabras de mi muy piadosa abuelita, se podían ir a la mierda, decía a quien quisiera escucharla.
Al final cayeron en cuenta que era el traspatio de su casa formaba pate del cuartel donde la guardia personal del general Gómez hacia vida, algunos vecinos viejos les contaron de muchos crímenes cometidos a la sombra del poder a principios del siglo pasado.
Una mañana hasta los vecinos amanecieron en la calle, durante  la madrugada se oyeron los lamentos de una mujer, intercalados por gritos en otro idioma, cuya intensidad denotaban un alto nivel  de dolor y de rabia, el fenómeno duró cuatro horas más o menos,  los vecinos salieron  a la calle, solo para darse cuenta que el tal sonido al parecer no tenía ninguna fuente visible, las señoras sin que nadie los organizase se arrodillaron a rezar por las almas en pena,  los más valientes hombres de la zona salieron armados con machetes, dispuestos a brincar la cerca del zoológico y buscar el origen de los gritos que  tenían los nervios de punta a todos en la cuadra.
Con el alboroto salió  el guardián del zoológico, con su uniforme de policía sin insignias, sus deslustradas botas altas y barba por lo menos  de dos días, tranquilizó a todos, la explicación que dio era que ese día se cumplían treinta años de la muerte de Eva, una señora alemana que vino junto con su esposo, un oficial que hacía de instructor en la escuela de aviación militar, lo trajo el general en persona para que adiestrase a los nuevos pilotos, una noche como esta treinta años atrás, el hombre  encontró a su esposa en la cama con otro, el amante huyó por una ventana y el cornudo, en medio de su natural rabia, mató a su esposa a patadas.
Cuando los otros militares llegaron alarmados por los gritos nada se pudo hacer, el general ordenó que devolvieran al asesino a su país de origen, del militar no se supo más, pero en cada aniversario, el alma de la mujer aun pena por los jardines del zoológico, imagino que la mudanza de los nuevos logró que los gritos se intensificaran esta noche.
 El guardia pidió a los vecinos volver a sus casas que nada se podía hacer ya, hoy, más de cincuenta años después todavía los viejos hablan de esa madrugada, en que un espanto los despertó a todos.
Ese día la familia en pleno comenzó a hacer planes de mudanza.
Ese fue el último año en que vivieron allí, una noche, sintieron un pájaro caminar por el techo, lo espantaron, cuentan que las alas hacían un alboroto inmenso, como si el pájaro en cuestión fuese un gigante que graznaba, mi abuelo, que había logrado en virtud de su posición como padre de los niños, que la abuela le permitiese pasar la noche en el sofá, le daba con la escoba al techo, el ¿animal? Se molestaba, alzaba vuelo solo para caer unos metros más allá, en eso estuvieron un rato, hasta que mi abuela se hartó, gritó una sarta de palabrotas que no sorprendieron a nadie, le ofreció sal a los que estuviese en el techo, eso alzó vuelo, graznó un par de veces como aceptando el trato  para no volver, cuenta mi padre que al día siguiente pusieron un kilo de sal en el techo y jamás se supo más del fenómeno. El abuelo no volvió a dormir allí, pero nunca reconoció que le daba miedo la casa, él era un hombre de su tiempo, el valor no se discutía, su escepticismo ya era reconocido por todos lo que lo conocieron, sin embargo creo que esa noche descubrió que no era tan escéptico, tampoco volvió a recriminar a sus hijos cuando le contaban las historias, había sido protagonista de una y esperaba no volver a serlo jamás.
Uno de los eventos insolitos sucedió una semana de abril, antes de las vacaciones escolares, mi tío, el hermano mayor de mi papá, estaba estudiando en la acera de la casa, eran otros tiempos y los estudiantes para no molestar se reunían bajo los postes de luz a estudiar, el hampa era casi inexistente, para esos años Las Delicias eran un campo, no el caos de hoy día.
 Bien, el tipo cuenta que a media noche vio una hermosa mujer paseándose por la calle, supuestamente muy bella y él, soltero siempre a la caza de un par de bonitas piernas , le soltó un piropo, ella le sonrió, él se levantó de su silla, soltó el libro, y la persiguió como en trance -cuenta-  , cuando volvió en sí, estaba en medio del patio de la escuela cercana, la mujer desapareció por un puerta cerrada, el volvió corriendo, recogió todo para terminar en la habitación materna contando el evento.
 Mi abuela que lo conocía le prestó una colchoneta y el joven amaneció allí, nunca más estudió de noche, cuando menos no en su casa, buscó la manera y se mudó a la capital donde hizo hasta de buhonero para graduarse de médico, nunca volvió a esa ciudad más que de vacaciones, con toda la familia y en plan de fiesta.
Una semana después, en plenas vacaciones por el asueto de semana santa, estaban primos, amigos y tíos en el patio haciendo una parrilla, cuando se acabaron los cigarrillos, reclutaron a los más jóvenes de la casa para ir a comprarlos, eran apenas las ocho de la noche pero las luces de la calle estaban apagadas, por lo menos los primeros postes antes de llegar a la avenida, justo los del perímetro del parque zoológico, los niños que para la época eran mi padre y su hermano menor, montaron sendas bicicletas y fueron por el recado, el camino de ida fue normal, ambos niños asustados, fueron lo más rápido que le permitieron sus piernas, así se evitaban el paso lento por la oscuridad del sitio que ellos pensaban era el origen de los horrores.
Compraron lo encargado en una fuente de soda que estaba frente a la jaula del elefante pero al otro lado de la calle, se devolvieron.
Mi papá dijo estar cansado, así que bajaron de las bicicletas para ir caminando, cuentan que cuando pasaron junto a la cerca, pero del lado de la calle, escucharon como si alguien pasara un palo por entre los barrotes, pensaron que era algún amigo jugándoles una broma y se acercaron a investigar, no vieron a nadie, pero igual pensaron que se había ido corriendo quien hiciera tal cosa, seguidamente oyeron unos ladridos, levantaron la mirada y se encontraron con  unas sombras bajo lo que quedaba de un árbol quemado,  eran de un perro muy grande, con las fauces abiertas, como en actitud de espera, a su lado o sobre él, la sombra figuraba a un hombre colgado del cuello que se mecía al viento, ambos  corrieron, dejando las bicicletas tiradas en la calle, cuentan quienes los vieron llegar, que los niños llegaron con el miedo dibujado en sus rostros, el más pequeño lloraba abrazando a su mamá y el otro pues se conformaba con su silencio hasta que el susto le permitió hablar, mi abuela  pidió a los más grandes ir a recoger las bicicletas, no se habló más del asunto, pero tampoco volvieron a salir por las noches a menos que alguien los llevase en carro.
Mientras pensaba en algunos argumentos más convincentes pedí al camarero otro té frio, Rodrigo dice que los relatos le parecen bastante interesantes, pero son cuentos de terceros que bien pueden ser historias para asustar  a los niños, sonreí  y le dije que solo es el prólogo antes de pasar a contar lo otro, mis experiencias, la verdad son muchas las historias de las casas embrujadas adonde he vivido.
Mientras voy desgranando los cuentos me ataca una certeza que comparto con Ramiro, ahora que lo pienso en frio pareciera todo un guion como si el destino fue el que organizó todo para que en la adultez rozara la locura, como un largo prefacio que confirme mi tesis de que el mundo es un circo y los humanos sus payasos.
Trae el camarero la bebida, Ramiro que ha pedido un trago también es servido. Enciendo un cigarrillo y vuelvo a mi conversa.
Cuando tenía quince años nos mudamos a una urbanización al sur de la ciudad, muy clase media, alejada de todo el circuito citadino, después de la siete de la noche encontrar un taxi era un milagro, por tanto los jóvenes se trataban entre si y se conocían por lo menos de vista, eran años buenos, todavía el hampa no era tan pavorosa como hoy día, tuve la suerte de poder salir a mi antojo, la verdad no lo hacía mucho, mi pre adolescencia estuvo signada por un sobrepeso excesivo del cual todos se burlaban, lo que me volvió un tipo algo retraído, solo pendiente de  mis libros, recién mudado, una tarde en que volvía del liceo, mi abuela paterna, quien hizo las veces de mi mamá,  pide que vaya a comprar algunas cosas que faltaban para la cena, dejé sobre mi cama la camisa del uniforme, salí a hacer el encargo y al volver a mi habitación estaban los lápices flotando a la mitad del cuarto, me asustó la cosa pero pensé que era el cansancio que me hizo ver cosas extrañas donde no había nada, hasta allí el asunto.
Una noche en que llovía a cantaros estábamos todos viendo televisión en la sala, no recuerdo muy bien que mirábamos, no había cable en esa época, de repente sonó un escándalo en la cocina, todos nos miramos y nos levantamos a ver, uno de los gabinetes se había rodado solo, estaba pegado a la pared pero cuando vimos se había separado como cuarenta y cinco centímetros, las puertas y gavetas abiertas, su contenido regado por la cocina, hasta la cesta de papas y cebollas se vació cayendo algunas en la sempiterna jarra de café, mi abuela tomó cartas en el asunto, recogió todo y recomendó a los habitantes retirarse a dormir, no había más nada que hacer, otra vez lo que fuera estaba entre nosotros, un tío que dice ser una especie de médium dijo que habían duendes en la casa, los demás que somos escépticos lo tildamos de loco y nos forjamos una teoría igual de loca pero más terrenal que otra cosa, no explicó nada pero nos calmó el ánimo a todos.
Eran los tiempos de la primera gran devaluación, el negocio familiar comenzó a hacer aguas, todos tuvimos que trabajar, a mí solamente me lo permitían en vacaciones, mi mamá se empeñó en que fuese un universitario divorciado de las cosas de la familia, decía que era muy inteligente, aunque la verdad pienso que ella estaba clara en que era diferente a todos, ellos también me rechazaban un poco, nadie podía entender por qué odiaba los deportes, no seguía ni el béisbol local, al contrario de ellos que se desvivían por los juegos, no me agradaban los burdeles, tampoco la música popular, nunca pude mantener una conversa decente con nadie de mi familia, solo con mi viejo que aceptaba mis excentricidades como cosa natural y hoy día somos muy cercanos.
Habían unos vecinos, ambos hermanos son hijos de una antigua amiga de mi padre, por esa razón yo frecuentaba esa casa con  regularidad, la señora de la casa trabajaba bastante, lo que permitió a esos dos hermanos hacer lo que les viniera en gana, la hermana menor tenía para ese tiempo unos trece años, el mayor, catorce, yo tenía quince, también estaba un vecino hoy militar al que le perdí la pista hace un rato, el noviecito de la muchachita, también para la época ese tenia quince años y otro aspirante a novio de la muchacha que terminó por hacerse amigo de la casa .
La curiosidad infantil es una cosa muy seria, cuando les conté lo que había pasado en mi casa, me propusieron jugar a la ouija pero una variante más artesanal y al alcance de quienes solo tienen para la merienda escolar, como buen descreído les tomé la palabra, nos hicimos de una biblia vieja, robada de alguna biblioteca familiar, un listón rojo y una tijera grande, se supone que si pones la tijera abierta en medio de la biblia, lo atas todo con el listón rojo, entre dos  toman los extremos de la tijera con la yema de los dedos índices de ambas manos, le puedes preguntas cosas, si gira a la derecha la respuesta es afirmativa, a la izquierda, negativa.
Así preguntábamos tonterías típicas de adolescentes, una tarde en que yo estaba en clases, al volver me encontré con la joven, estaba acompañada de algunos vecinos con cara de susto, me contaron que se pusieron a practicar con el nuevo descubrimiento hasta que la biblia se les soltó de las manos, dando vueltas en el aire, todos salieron corriendo hasta la acera en espera de que llegase algún adulto ya que el miedo no los dejaba entrar.
Aunque no era adulto, mi descreimiento pesaba más, así que pasé a la casa, efectivamente estaba el libro con la tijera y el listón en el piso, lo recogí, deshice el nudo, desarmé eso y no pasó más nada, me fui, tenía hambre.
Era un lunes, el viernes siguiente nos juntamos de nuevo, hablamos del tema, estábamos, los hermanos con sus respectivas parejas, el vecino del frente y yo, conversábamos sobre boberas , sentados en la mesa del comedor, yo estaba justo frente a la ventana, al filo de la media noche comenzó un ruido muy raro en la calle, todos pensamos que era el padre del vecino quien, hacia dos semanas, volviendo de una fiesta explotó los cauchos de su carro al estrellarse contra una acera, no existían teléfonos celulares en aquellos años , así que el señor volvió a su casa rodando en los rines sin cauchos, al día siguiente una grúa le cobró cara la gracia, así que el primer pensamiento lógico era que el señor había vuelto a tener otro accidente.
Al asomarme no vi nada, solo el ruido, cuando el ruido se hizo muy fuerte, mis contertulios gritaron para asustar a las mujeres (dijeron luego, aunque sospecho que tenían tanto o más miedo que ellas) , mientras eso pasaba, vi flotar por la calle una gran mancha, parecía un mantel, de tono anacarado con destellos de colores, como las conchas de las almejas por su cara interna, esa cosa flotó un segundo al frente de la casa, subió al mismo nivel de la puerta de madera, entre la casa y la calle habían como dos metros de diferencia pues la casa estaba construida como en una terraza, lo que haya sido flotó y se metió a la casa, la calle volvió al silencio normal de las primeras horas de la madrugada de un lunes.
El hermano mayor de esa casa, llevó a su novia a dormir, ella vivía en una casa vecina, los demás nos quedamos esperando que volviera por que la hermana menor no se quería quedar sola, ambos hermanos me dieron el encargo de cerrar la casa, al noviecito de la niña le prestaron una bicicleta pues él vivía a unas diez cuadras de distancia, en una urbanización vecina, yo pues me iba caminando ya que estaba viviendo a una manzana de distancia, los habitantes de la casa se encerraron a dormir con su mamá, tranqué las puertas, lance la llave por una ventana, grite lo que hacía para que supieran donde buscar la llave cuando se levantasen  al día siguiente, tranqué la reja y nos pusimos en camino, entre el susto y la sorpresa, cuando habíamos caminado unos diez metros, tras un árbol, en el jardín delantero de la casa, salieron unas voces de burla, se adivinaban unas sombras, me devolví para reclamarles ya que pensaba que los dueños de esa casa nos jugaban una broma, no había nadie, las sombras se reían, nosotros corrimos, el muchacho en bicicleta debe haber pesado como cuarenta kilos, era muy flaco, yo por el contrario pesaba más de cien, el muchacho al no verme correr tras él me gritaba, hasta que se dio cuenta que iba al frente, desaforado, hasta llegar a mi casa donde entré sin despedirme y fui directo a la habitación de mi abuela, ella me vio, se levantó, hizo un té de manzanilla para bajar mis nervios, escucho mi historia y asintió, para luego confirmar que esa casa estaba encantada.
La casa de mis amigos era originalmente de una familia que mi abuela conocía, de hecho el negocio se concretó gracias a sus diligencias, ahí caí en cuenta de que entre mi madre y mi abuela había una guerra silenciosa, no es normal que la suegra le consiga casa a una ex amante de tu esposo, ella (imagino) lo tenía como una batalla ganada.
La abuela, esa noche me contó que en esa casa antes vivía una señora amiga de ella, era muy viejita, seguro ya ha de estar muerta, me dijo que la señora en cuestión le tenía pánico a la casa y se negaba en redondo a quedarse sola allí, de hecho esa fue la razón de la mudanza de la familia en pleno, el hijo que vivía con su familia y la viejita tuvieron un susto mayúsculo cuando encontraron a la señora desmayada en la puerta de su habitación, decía haber visto una joven rubia de vestido azul paseándose por el pasillo, a las ocho de la mañana, no era ni de madrugada, esa misma semana mandaron a la señora de viaje y gestionaron la mudanza, le alquilaron la casa a la familia que en esos días la habitaba.
 Ahora entendía que lo visto y oído esa noche no era parte de mi imaginación y me fui a dormir.
Ahora que lo pensó, lo más raro de todo es que nadie más oyó ni vio nada esa noche, todavía recuerdo el estruendo como de cien cadenas que se arrastraban, la cosa blanca que flotó, los susurros y risas de las sombras en el jardín, pero ni la señora que dormía se despertó con el alboroto, ningún vecino metiche comentó nada, eso pone la experiencia en otra perspectiva, más pavorosa aun.
 Esos hermanos aun los frecuento vía redes sociales, la joven es hoy día, más de veinte años después, una excelente diseñadora gráfica, el hermano mayor, quien por esos días, a los 14 años tuvo su primer hijo, hoy es abuelo reticente ahora es tarotista, espiritista, mentalista y hasta adivino, con línea 800 y cuatro divorcios en su historial, creo que a partir de vivir en esa casa todos se llevaron una parte de esa aura sobrenatural, cada vez que paso frente a ella me provoca detenerme y tocar la puerta, pero no me atrevo ya que uno no sabe con qué se puede encontrar.



sábado, enero 14, 2017

Cuando la ficción es superada por la realidad

Cuando era niño la televisión en Venezuela estaba circunscrita a cuatro canales, por tanto las opciones de entretenimiento estaban limitadas a lo que esas televisoras pusieran al aire. En mi casa había un solo televisor cuyos horarios de uso estaban definidos por la programación, así los niños teníamos tres horas de caricaturas al día, los adultos tenían las telenovelas y los noticieros, la familia en pleno veía la tele, por tanto recuerdo haber sido “obligado” a ver más de una telenovela junto a mi abuela quien prefería tenerme cerca a no saber qué estaba haciendo pues era un niño bastante intranquilo, sobre todo porque era un niño que vivía entre adultos sin más amigos que los de la escuela.

Entre tantas telenovelas de aquellos años (principios de los ochenta creo) hubo una en especial que nos mantuvo en vilo, se llamaba “Estefanía” y narraba las desventuras de una mujer inmersa en la resistencia contra una dictadura, era un drama con ribetes históricos pues estaba encuadrada en la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez cuya caída había tenido lugar varias decenas de años atrás y de la cual muchos cercanos tenían aun recuerdos frescos de haber sufrido alguno de los rigores de la temida Seguridad Nacional que no estaba con muchos detalles para apresar a nadie y muchos menos para torturar a sus presos a fin de obtener información sobre enemigos reales o imaginarios.
Por supuesto eso para mi imaginación infantil era un shock total cuyo resultado fue el de automáticamente tenerle grima a los militares y policías a quienes asociaba inmediatamente con aquellas escenas de dolor e injusticia que proyectaba nuestro televisor de blanco y negro cuya presencia regentaba la sala familiar.

Ahora más de treinta años después puedo asegurar que cualquier cosa que viere en aquella telenovela se queda corta,  Venezuela no solo es víctima de las torturas más crueles, la policía, los militares y los políticos son delincuentes de alto vuelo, los presos conforman un sindicato del crimen que deja pálido a cualquier personaje de la TV que a usted se le pueda ocurrir ya que además de malos son socios de todos los niveles del poder gubernamental. Volviendo a la telenovela aquella, había un personaje cuya maldad se le salía por los poros, era un tipo que siempre aparecía bien vestido, traje muy elegante, flor en el ojal, peinado con gomina, cigarrillo con boquilla que aparentaba ser de nacar, de habla modulada sin estridencias pero con un aura de maldad difícil de ocultar, el actor representaba al jefe de la policía política de la época, un tipo llamado Pedro Estrada quien llevó la tortura y la muerte en los presidios venezolanos a extremos de refinamiento tales que todos le temían , tengo la certeza de que hasta sus jefes le tenían miedo pues al final de aquel gobierno ese policía no solo dirigía en persona los interrogatorios, también era el principal censor de los medios de comunicación y mantenía una red de espionaje internacional digna de la CIA o la KGB.

Ahora entre los muchos males, no conformes con estar ligados a cuanta porquería nacional e internacional ligada al tráfico de drogas se pueda pensar, también tenemos a un emulo de Pedro Estrada pero con nombre árabe y dicen que nacionalidad también, a diferencia de aquel otro policía este es (como si fuese poco) vicepresidente cuyo poder va más allá de lo que cualquier bárbaro de esos pueda haber soñado, con el mal sino de que es parte de las mafias carcelarias, el tráfico de drogas y hasta del terrorismo internacional pero con inmunidad parlamentaria y todas las ventajas de la tecnología para tener dominados a los habitantes de mi país.

Si no fuese tan trágico podría ser motivo de chiste, lo que siempre pensamos que era una exageración típica de la mente calenturienta de los guionistas  y que jamás se repetiría en un país cuyas instituciones democráticas a pesar de todos los defectos , estaban sólidamente cimentadas en un entarimado legal que no permitía  que tales desafueros se repitiesen en la historia, ahora, en pleno siglo XXI no solo se repiten si no que se magnifican por intermedio de un estado de terror que abarca todos los estratos socio económicos con una virulencia que hasta este momento solo pensaba posible en el terreno de la ficción pero que la realidad ha traído con más fuerza de la que nunca pudimos imaginar.

Solo resta rezar para que al igual que en aquella telenovela, exista un nucleo armado de resistencia que acabe con todos los culpables de tales desgracias pero que al igual que esa realidad tenga el coraje de ejercer sin culpabilidad todas las acciones necesarias a fin de que mi país vuelva a ser un hogar para todos los venezolanos, no esa cárcel tropical que ahora es.
José Ramón Briceño, 2017
@jbdiwancomeback






jueves, enero 12, 2017

En busca de un mundo perfecto (capitulo 9)

Seguimos con las aventuras del profesor Hugo , invitandolos a escaparse un rato de la arida realidad para refugiarnos un rato en una ficción posible

9
Mientras pagaba el taxi busqué con la mirada, no fuera a ser que la tal cita fuese un invento de mi mente alterada, Ramiro saludó desde la terraza donde se tomaba un café con leche, se levantó y fue a mi encuentro , tomamos asiento , pedí un té frio grande para hidratarme luego de la resaca, encendí un cigarrillo, para preguntar a boca jarro, ¿Cuál era la razón de su curiosidad si él mismo ya sabía desde antes la razón de las dudas?, ¿si su doctorado en teología no lo había preparado para restañar las dudas teosóficas? , mal va la cosa, pues si yo, un simple mortal que jamás navegó entre las páginas de los santos y demás productos de la imaginación religiosa, me he dado cuenta, aun antes de tomar en serio el asunto este de demostrar su falsedad, ustedes que tienen años en eso han de verse la cara más a menudo con tanta cosa extraña, no sé, quisiera su respuesta antes de darte mis conclusiones preliminares, sin profundizar mucho ya que se me ha ocurrido que usted me haga de guía a ver si refuerzo mis argumentos.
Bueno, dijo  Ramiro, mientras tomba un sorbo de café, el asunto  es el siguiente, yo me crie entra las faldas de mi vieja hasta que tuve edad y tamaño para escurrir el bulto, entre mi mamá, mi abuela junto a algunas tías de ellas, pasábamos tiempo revisando libros o folletines religiosos, visitando al cura de la parroquia.
En los lugares a los que íbamos de viaje en las vacaciones terminábamos haciendo peregrinación, usted, profesor, entenderá que para un niño de apenas unos años es la grandilocuencia llena del tono extremadamente serio en que basaban su vida me parecía pavoroso y a la vez atrayente, creía con todo mi ser que ese libro que llamamos biblia encerraba la verdad, además de la clave para la vida eterna, en mi casa no existía la posibilidad de dudar, por lo general cualquier asomo de pregunta era correspondido con una bofetada o en el mejor de los casos con castigos, mi padre nunca estaba cerca, mis hermanos tampoco, así que tocaba creerse el asunto.
Desde pequeño me prepararon para el sacerdocio, mi mamá, aspirante a beata desde muy joven, albergaba el sueño de un hijo con sotana que le allanase el camino al cielo, junto con mi abuela tramaron la cosa, así que desde la escuela, el liceo hasta el seminario solo fueron variaciones de un mismo tema en el asunto de mi crianza, sin embargo creo que tan piadosas señoras olvidaron el detalle de las hormonas, que al final me obligaron a buscar otras preguntas más allá de las respuestas de sueños húmedos, manos sudorosas, pensamientos poco píos ante los senos turgentes de la virgen que estaba en la pared de la sala, mi juventud fue una mezcla extraña, donde me sentía un bicho raro, lleno de culpa por mis pensamientos carnales, sintiéndome incómodo con una posición sexual ajena a los devaneos con que mis compañeros de seminario se calentaban mutuamente las camas, me obligué a llevar mi cruz en silencio, esas preguntas sobre celibato bondad y castidad me ponían a pensar en ese dios como un castrador de oficio en vez del padre amoroso que debía ser, la verdad, hasta que me lo encontré a usted, estaba buscando la manera de evitar pensar cómo encarar el abandono de la sotana.
Sin embargo, más allá del tema que nos compete, creo que la iglesia comete muy buenas acciones, regalamos un poco de cariño a los necesitados, muchas familias pobres tienen algo de comer gracias a la labor de bastante gente realmente piadosa, apoyamos infinidad de causas, tenemos escuelas, comedores populares, clínicas, hospitales, además claro, de dar un apoyo necesario, así sea de dudosa veracidad, a todos los desesperados y desesperanzados que caminan por las calles del mundo.
También es cierto que entre tanta bondad no es extraño el desvío de muchos de los curas y feligreses, hay sacerdotes que violan niños, niñas y hasta las mulas aplican, otros roban, los menos trafican drogas, amasan fortunas, poder político, todo pleno de la más espantosa hipocresía de una comunidad llena de mojigatos, bañados en el aroma de la corrupción decadente tan propia de las mentes mediocres, perdón, me puse intenso, es que me molesta todo eso, sobre todo que nadie levante la voz , es terrible, algo se hace pero lo siento poco y lento.
Todavía no conozco sus argumentos, pero por su seriedad creo que deben ser bastante contundentes, lo invito a que me cuente algunas cosas para poder comenzar a ver cómo ayudarlo en su cruzada.
Comencemos por lo obvio (acoté) , siempre me ha sorprendido la estampa terrible del cristo en la cruz, esas imágenes que parecen respirar, exudan dolor, muerte y sangre, lo que falta es ver un balde bajo las cruces recibiendo la sangre que mana de las heridas, es un espectáculo terrible de ver , lo peor, es que eso está en todas partes y  que muchos la llevan prendida al cuello con una cadena, siempre me da que pensar, alguna vez creo haberlo preguntado en casa y nunca obtuve una respuesta coherente.
Hace unos años, un martes santo, estéril como domingo extendido, veía un documental, en el hablaban unos señores muy serios de la manera en que el imperio Romano absorbió la religión cristiana, abandonó su panteón poli teístico y mutó en otro imperio que ya va para dos mil años , allí hice mi primera teoría que años después vería como cierta, poco original pero en mi ignorancia creía haber descubierto el santo grial de verdad, como estaba recién casado fue ese martes en casa de los suegros viendo documentales, perdiendo la paciencia para no dormirme junto al pobre suegro, quien soportaba con el estoicismo de la costumbre el tedio de aquella bochornosa tarde.
Mi idea era que la cruz realmente era una suerte de icono de guerra, una especie de talismán que identificaba a los copartidarios, cuando los Romanos hartos de pelear en los dominios extranjeros, deciden, por motivos políticos, apropiarse los símbolos de la rebelión y modificaron sus tradiciones para terminar adaptando una religión que en principio fue más cercana a la filosofía en un compendio de leyes que regulaban, apresaban, mataban no solo los cuerpos, también los cerebros de sus ciudadanos.
 El sueño dorado de todo gobernante, gente dócil a quien dirigir además de complacientes con todas las medidas que exigiera la implantación de una creencia disfrazada de verdad absoluta. Imagino que ese sincretismo judaico, cristiano, musulmán y hasta africano fue una mezcla exitosa en esos tiempos donde el conocimiento era para los elegidos, la gente rara vez leía pues era más importante vivir que ilustrarse, lo que resultó en oficio de ricos, quienes podían darse el lujo de leer, estudiar, viajar, escribir, pensar y hasta matar sin tener que pasar por el incómodo momento de ganarse la vida, como el resto de los mortales sin suerte ni dinero.
Esta idea me tiene atormentado, me sentía burlado, sin embargo, por ser el menor de mis problemas lo dejé de lado, todavía pensaba en el “qué dirán”.
Después de esa tarde, la idea cada día fue tomando más forma, gracias a mi auto exilio a la habitación de abajo, tuve tiempo para ser ocioso en internet, comencé a leer algunas cosas sobre filosofía oriental, armé una carpeta en mi computadora con el fin de recabar material. Luego me interesé en saber algunas cosas sobre demonología, siempre me ha llamado la atención el tratamiento del tema, fíjate, todos niegan su existencia, nadie asume que le atrae el tema del mal, pero cada año hacen cientos de películas malas o buenas sobre posesiones, todas las religiones hablan del mal, sin embargo, la historia que me han contado sobre el origen divino de satanás se contradice.
Dicen que era un Ángel llamado Luzbel, quien un día, harto de dios se alzó y montó negocio aparte, solo le veo un detalle a la cosa, se supone que el dios padre todo lo sabe, todo lo ve, el presente, futuro y pasado son una sola cosa según su gracia divina, ¿Cómo no pudo desarticular a una banda de facinerosos anarquistas? , la respuesta está en la naturaleza humana, el mal y el bien son conceptos puramente humanos, dependen del poder, siempre es el poder el que corrompe al alma o como quiera que se llame esa parte espiritual que pervive cuando el cuerpo deja de hacerlo, al no tener una explicación para ese detalle, a las “autoridades” religiosas se les ocurrió escurrir el bulto e inventarse otro culpable, muy accesible por cierto, según la mitología popular cualquiera puede hacer un pacto con el diablo, cambiar el alma por beneficios en la tierra solo para entregarla al morir y sufrir indecibles tormentos en el infierno.
 Pero invocar a dios para hacer pactos con él es cosa casi que imposible, simplemente toca rezar mucho, apretar los dientes, aguantar y confiar en que la gracia divina se ocupe por su parte, la contesta vendrá con acciones, nada de esperar respuestas ni compromisos, ese es un muy mal detalle de su parte.
Ajá, dijo Ramiro, ¿Cómo estás seguro de que hay un mundo espiritual como tú mismo lo has llamado?.

Simple amigo, a través de los años he sido testigo de varios eventos sobrenaturales y mi familia en pleno ha tenido experiencias, lo que los hace veraces es que ninguno de los miembros del clan paterno hacen gala de fanatismo alguno, cuentan sus historias con miedo pero sin alarma, mi abuela los enseñó a temer a los vivos que hacen daño, no a los muertos o lo que sea, ya que solamente muestran algo, cuyo propósito es el de asustar nomás, pero nada grave a fin de cuentas.
El resto de la novela pueden encontrarlo HACIENDO CLICK ACÁ



domingo, enero 08, 2017

Una "Causa justa"

 Desde finales de los años setentas el mundo ha ido convirtiéndose en un lugar no solo pleno de sitios comunes, también de cosas “políticamente correctas”  donde toca escoger bien las palabras y ser siempre condescendiente para no pasar por atorrante o malvado. Todo este entarimado de correcciones políticas han creado un ambiente propicio para que muchos “ideólogos” organicen sus discursos en pro de alguna de esas causas justas que tanto gustan a las mayorías, estemos claros, en todas partes del mundo los pobres siempre seremos mayoría, a pesar de existir la clase media en sus distintas variantes , por buena que sea la posición de un país, la relatividad de la pobreza siempre hará que una mayoría pueda considerarse pobre, sin caer en comparaciones claro pues de ser así el más miserable poblador de Suiza tiene el equivalente al ingreso de un millonario venezolano o haitiano, pero aun así será pobre.

Los ejemplos sobran y el más patente es el de las izquierdas , quienes se han encargado durante los últimos sesenta años en hacer una propaganda plena de palabras altisonantes como libertad, resistencia, rebeldía y lucha de clases pero al final no son más que pantallas para que sus grandes “lideres” junto a los acólitos y sus familias se transformen en una suerte de realeza que disfruta de cosas que sus respectivos pueblos suelen solo soñar pues no hay manera de que ellos puedan ascender hasta las alturas de los lujos de los que disfrutan los altos jerarcas.

Quizás lo más insultante es que todos los regímenes que se dicen de izquierdas terminan siendo peores que los otros que ellos mismos censuraron y acabaron por los medios que fuese, acusaban al gobierno anterior de cualquier bajeza pero con los años cada uno de esos izquierdosos terminaron siendo no solo peores, también más barbaros que cualquier régimen genuinamente democrático, eso sí, ninguno reconoce ni por accidente que son unos imbéciles de marca mayor, que sus ideas están muertas antes de nacer o que sus métodos pertenecen a otros siglos donde la barbarie era la norma y se supone que en el siglo XXI la civilización ha de ser un proceso de crecimiento en todo sentido.

Venezuela no escapa a ese sino, a finales del siglo XX, entre los medios de comunicación, los partidos y la misma izquierda de siempre hicieron un esfuerzo mancomunado para crear una matriz de opinión  que hizo sentir a todos que pasábamos por la peor crisis económica de la historia, que teníamos el índice de violencia más virulento del planeta y que la única opción era tener un “gobierno de los pobres”, se desataron los demonios en mi país, casi dos décadas más tarde, cualquier crisis anterior parece un paraíso, la violencia de antaño es un juego de niños y lo que pensaban fue el peor gobierno de nuestra historia en realidad fue el mejor pues de haber aceptado las medidas económicas propuestas no estaríamos en esta situación.  Eso del gobierno de los pobres fue lo único cierto, sin embargo fue algo construido para enriquecer a los pobres funcionarios que hicieron (y hacen) pingues negocios con las arcas nacionales, hay tantos escándalos bajo la alfombra roja que se hace complicado enumerarlos pues van desde el narcotráfico hasta la trata de blancas pasando por cualquier clase de negocio turbio del que por cierto hasta los dos presidentes que hemos tenido últimamente son parte del reparto de botin.

Es una muestra clara de cómo pervertir una “causa justa” donde se supone que nadie puede censurar la ayuda a los pobres. Tener un discurso de izquierda empieza por defender a los pobres, hacer apología de las miserias de los seres humanos, convencer a esa mayoría que sueña un mejor mañana con martingalas retoricas que solo buscan confundir y de la que los necesitados solo entienden de comida o cosas gratis para el futuro. No dudo que existan creyentes pues también la naturaleza humana hace que muchos crean en cosas imposibles y se nieguen a ver su ceguera pero también tengo mis dudas en cuanto a los jefes cuyo discurso parece el mismo pero con el agravante de que su fin único es mantenerse en el poder y así seguir disfrutando de sus prebendas sin importar mucho los métodos, convirtiendo de paso a toda la maquinaria gubernamental en una fábrica de mentiras escritas en pixeles y tintas para convencer de que “no pasa nada” , que en las cárceles no hay sindicatos criminales cuyo poder escala hasta las altas esferas ministeriales, que los hospitales son un modelo de modernidad cuando todos sabemos que es casi una sentencia de muerte depender de la salud publica más allá de la buena voluntad del personal que allí labora, que nadie pasa hambre cuando también los venezolanos de toda condición económica pasa las penurias del desabastecimiento cando no de la imposibilidad de tener una despensa medianamente surtida pues su ingreso no alcanza para esa compra ni en el mercado regular ni en el negro, que esos sindicatos del crimen no son protegidos en las llamadas “zonas de paz” donde cualquier cosa pasa sin que ningun cuerpo de seguridad pueda hacer nada pues los jefes han pactado con las bandas de la zona para que estas ejerzan el control social, que no hay presos políticos y que Venezuela es una democracia , bueno explicar eso ya ni sentido tiene pues sabemos que la (in)justicia venezolana depende de otras cosas ajenas a las leyes.

En fin, estos últimos años de ese gobierno de izquierdas son la muestra patente de como pervertir una causa justa da buenos dividendos además le podemos sumar algunos puntos sobre la hipocrecia de muchos países cuyos gobiernos se dicen prohumanistas pero hacen sentidos silencios sobre la tragedia de mi país.
José Ramón Briceño, 2017

@jbdiwancomeback



sábado, enero 07, 2017

La “inteligencia acéfala” ataca

Por mi formación académica y vocacional suelo pensar que todos son inteligentes, que a pesar de que no tengan las grandes facultades, seguramente habrá algo que hacen mejor que los otros y eso de por sí ya es un rasgo de inteligencia. Tengo que confesar que entre las cosas que ha hecho el gobierno de Venezuela es enseñarme que todo ese cumulo de teorías dentro del área educativa obvian ese otro tipo de inteligencia que se oculta dentro de la maldad, esa que hace pactos con todo lo posible e imposible para asegurar su cuota de poder así sea pagando el precio de prescindir de la inteligencia , que, digo yo, es el único capital real con que contamos en la vida, lo otro (dinero y cosas) son un suplemento para tener cierta calma para poder desarrollar otras cosas más edificantes que el trabajo de todos los días que por mucho que nos guste se vuelve monótono.

Si en el gobierno hubiese gente tomando decisiones inteligentes mi país no sería lo que hoy es, una cosa de la gente inteligente es que cuando el asunto se pone muy complicada se busca a alguien que sepa con claridad y así no conozca la situación por lo menos aporta las ideas iniciales para resolver algunos problemas. En Venezuela los políticos y los militares (no se sabe quién se subordina a quien) hacen gala de la más grande brutalidad que alguien puede cometer sin que acepten criticas de ningún subalterno (que tampoco alzaría la voz por temor a ser despedido)   y se van a tomar las soluciones menos inteligentes posibles.

Destrozaron el campo y a agricultura con una epidemia de expropiaciones que dejaron solo en dos estados más de 4 millones de hectáreas sin sembrar, imagino que las cifras de los otros estados sumarian alguna barbaridad interestelar, si hubiesen sido gente inteligente no tocan el campo, vuelven al esquema de las cosechas aseguradas y pagadas a crédito, de masiva importación de maquinaria, equipo, fertilizantes , instructores , supervisores , en fin , gente y cosas para apuntalar la producción, en cambio hicieron todo lo contrario con el posterior desangramiento de las arcas nacionales en el camino. Si hablamos de economía pues no hay mucho que decir, quizás darles el beneficio de la duda que en su maldad todas las ultimas maldades económicas hayan sido para lucrarse  de forma descomunal en moneda, dura mientras los venezolanos sufren hambre con múltiples penurias, pero sin querer justificar nada ,por lo menos se puede alegar maldad, a lo mejor son insumos para su cárcel del futuro cercano, pero que todo sea producto de la brutalidad de gobernar sin saber qué carajo hacen, (cosa que sucede desde la más alta jerarquía hasta el más insignificante funcionario con ganas de progresar a punta de ser servil, menos inteligencia) es un asunto que debería ser castigado en el séptimo círculo del infierno de Dante pero para hacerlo más trágico debe ser musicalizado por los conciertos de Lila Morillo, Nancy Ramos, los corraleros de majagual, cualquier regetonero mayamero y en los “descansos; suenan los grandes éxitos vallenatos (del primero hasta el nonagésimo segundo volumen) para que purguen la pena capital por haber maltratado a más de 30 millones de almas , quizás hasta colaboran con muchos millones más si le sumamos la ayuda a los terroristas de toda calaña que han recalado en las oficinas de los “revolucionarios”.

En la salud no han dado pie con bola, si fuesen inteligentes (cada vez más convencido de que no lo son) hubiesen imitado a otros países donde lo recogido en los estrambóticos impuestos al cigarrillo y el alcohol sea destinado a educación y salud, ahí todos los borrachos y fumadores que en muchos casos son una misma persona, colaboran con el avance nacional, sin hablar de que así sabríamos realmente adónde va a parar el dinero recogido por nuestros impuestos. Eso sería muy inteligente pero sin ganas no hay fruto, antes uno podía darse el lujo de ser ignorante, pues no existía una biblioteca tan grande y actualizada que te respondiera cualquier duda, aunque sea por la vía de la enciclopedia, ahora está google que se actualiza, traduce y hasta califica más información de la que el mundo tuvo jamás, la conclusión simple es que su ignorancia es tan grande que una de dos, o no entiende nada de lo que sucede más allá de su zona de confort o es simplemente que les da terror que tener la constancia de su poca inteligencia al reunirse con gente que realmente si la tiene.

La lista sería muy larga para escribir una aproximación desde estas líneas, lo que puedo inferir es que el gobierno desde hace muchos años comenzó bajo la egida de la ignorancia ilustrada de mucho pseudo intelectual que apoyó un monstruo que ya se veía malo desde el principio (militar e inteligencia son de difícil conjugación, quiero imaginar que no es imposible) quienes por desgaste fueron diluyendo aquellos sueños de la izquierda comeflores que terminó siendo caníbal cuando tuvieron el poder, trayendo como consecuencia un fenómeno digno de estudio por parte de la psiquiatría pero no como tradicionalmente vemos cómo funciona el cerebro, es darle un enfoque de estudio como una inteligencia malsana que podríamos denominar “inteligencia acefalica”, cuya definición irá ligada a lo negativo donde siempre lo hacen muy bien pero a lo positivo jamás les dará el cerebro para pensar en algo constructivo y lógico que sea perdurable.

El virus de la “INTELIGENCIA ACEFALICA” ha sido inoculado en todas las dependencias oficiales y en los creyentes del “proceso”  he ahí la explicación de porqué llevamos más de 16 años sin sacarnos de encima a esa gentuza, cuyo único éxito real es haber destrozado un país con futuro para retrotraerlo al pasado con lo que dejan a su paso.
José Ramón Briceño, 2016
@jbdiwancomeback




La forma rápida y segura de pagar en Internet.








viernes, enero 06, 2017

En Busca de un mundo perfecto (capitulo 8)

8

Cuando se fueron los ex alumnos, nos ocupamos de seguir bebiendo y conversando de la lejana Maracay, los conocidos, los amigos comunes, las playas, ríos, selvas y hasta mujeres de su tierra, fue una noche de nostalgias, plena de recuerdo, de tiempos idos, evitamos adrede el tema de la reunión , se hizo de madrugada, un apretón de manos y otra cita, esta vez en un café del centro, apuntes en mano, de día, para poder conversar debidamente sobrios sobre la crisis compartida, Ramiro no olvidó recordarme que todavía tenía preguntas pendientes ,a ver si lo terminaban de convencer para abandonar el tan incómodo yugo en el que  vivía con los hábitos. Cuando llegué al hotel, encendí la computadora, googleé al nuevo amigo, así confirmé lo que  había contado sobre su historia de vida, revisé las redes sociales para constatar que el país estaba igual que hace tres meses, le escribí a mis  hijos, ignoré los correos de las ex esposas,  por ultimo vi algo de porno, que solo sirvió para terminar recordando a Susana. La secretaria del departamento de física de la universidad donde laboraba
Una joven señora de unos treinta y tantos, de mirada inteligente, cuerpo lascivo, que después confirmé tenía cama incendiaria, ella me acompañó por el lago trecho que precede al divorcio, me mostró que entre el porno y la cama no existían más limites que los autoimpuestos, sin palabras me llevó odiar un poco más a mi esposa, esa frígida,  sosa mujer en que se transformó la otrora hada de los bosques de cuerpo cálido sumado al abrazo amoroso, con quien terminé teniendo sexo por obligación, hasta que esta secretaria se atravesó para estrenarme en eso de los amores secretos, fue en el laboratorio de física, sobre los exámenes finales, ese día por primera vez fui consciente de que no estaba viejo, era la herrumbre de un matrimonio fósil lo que me avejentaba.
La panza se fue, el cabello comenzó a salir de nuevo, la mirada brillaba y la paciencia se acortaba, los fines de semana sin Susana, se transformaron en fiestas privadas  con mis hijos mayores, la bruja de mi esposa se resintió un poco más, al final se refugiaba entre la sacristía, las viejas de la cuadra, la casa materna, los rosarios de tres, el bordado de punto y el chisme insidioso de todas las beatas envidiosas.

 Nunca más volví al lecho matrimonial más que en contadas ocasiones en que el envalentonamiento del alcohol me invitaba a estrellarme en esa cama fría bajo la mirada impertérrita de un cristo de madera que parecía vernos  con cierta envidia desde su tarima de dolor.

El divorcio era un proyecto que quería y rechazaba al mismo tiempo, la idea de separarme de mi hijo más pequeño y volver otra vez a pasar por el carrusel de tribunales, abogados para volver a quedar arruinado no me permitían tomar la decisión,  aunque de mi esposa ya lo estaba de hecho, hacía más de un año atrás cuando me mudé a la habitación de la planta baja, territorio liberado de la mano férrea de la esposa maniática del orden monacal, Susana acabó con los últimos resquicios de la resistencia de la costumbre,  inyectó una vitalidad que creía perdida, nunca más compré Sildenafil, al final, era la frialdad de la cama matrimonial lo que  daba impotencia, la sensualidad de esta otra  hizo que recordara los años mozos de sexo descontrolado.

Con esta secretaria, licenciada en educación , a la sazón becaria de posgrado ya que ganaba más en ese cargo que como maestra, volví a la vida, olvidé  todo solo para lanzarme al vacío de su cuerpo, probé cientos de cosas, incluida una amiga cercana que una tarde de domingo, en que ambos reposábamos de una sesión de sexo,  apareció en el apartamento de Susana con un par de botellas de vino más un porro de yerba fresca, fumamos, bebimos, nos reímos, filosofamos y terminamos en una madeja de cuerpos donde nadie sabía a quién tocaba o besaba, esa fue la primera vez que no fui a dormir a casa, mi esposa constató que afuera había otra, el lunes, cuando por fin volví , mi mujer me recibió como de costumbre, acosté a dormir al niño hasta que la señora me llamó a su cuarto,  dijo que sabía muy bien que existía otra, sin embargo que ni soñara con el divorcio, ella no se separaría jamás, para eso había prometido en el altar que solo los separaría la muerte, pero nunca jamás iba a ser bienvenido en el lecho conyugal, desde ese momento solo serían los esposos amorosos puertas afuera, en casa, volverían a ser extraños, buenas noches y ojalá te mueras mientras duermes para poder ser tu viuda, así evitar  el mal gusto de saberte feliz con otra,  dijo a modo de despedida.

Ese lunes en la tarde comenzó una batalla se silencios en la casa, el inicio del fin, no hubo lágrimas (no que yo presenciara cuando menos) , lamentos ni preguntas, todos sabíamos nuestras culpas y se asumían sin problemas, fue el desenlace natural para dos seres que no crecieron intelectualmente juntos, mientras  andaba tras un libro, una investigación, un curso, estudios nuevos, congresos, clases y conferencias, ella se recluyó en casa, haciendo el papel de esposa devota, limpieza, cocina, rezo, cotilleo, misa y cama desangelada, guardó su título de profesora bajo el anaquel de la ropa interior para dedicarse a olvidar sus sueños de juventud, imagino que para equilibrar eso se volvió ciudadana ejemplar, pertenecía a la cofradía de la iglesia parroquial e hizo algunos estudios de teología tan serios como la política nacional.

En fin, hubo divorció mucho antes de la separación legal, la dinámica del hogar fue asesinando la vida marital de a poco, no fue algo premeditado, ella en su simpleza pensó en que algo tan “sucio” como el intercambio de fluidos no destinado a la procreación tenía que ser pecado, así se lo hizo saber al padre Cesar, un joven con maneras sospechosamente femeninas, el cual se había transformado en confesor y confidente de las señoras, quien las aconsejaba rodeado de unos monaguillos de mirada lánguida cuyas cejas pulcramente sacadas dejaban poco espacio para la duda, en cuanto su preferencia sexual cuando menos, no es que fuese un crimen, es que a todas luces atenta en contra de eso mismo que profesan, la imagen de un monaguillo homosexual es tan correcta como la de una prostituta dando clases de ética y formación moral.

Ese cura confirmó su tesis, ella interpretó eso como una señal divina, entorpeció los preliminares del amor de sábado en la noche con excusas de menstruación, hijo dormido en la cama, dolores de cabeza y hasta la exigencia de rosario nocturno para santificar el acto, que, en los pocos casos en que la urgencia de las hormonas me obligaban  a claudicar, era un acto mecánico, sin pasión, besos, rasguños ni quejidos de placer,  como estar con una almohadón tibio, grande, pues la señora, había engordado veinte kilos por culpa de las galletas, tortas y dulces que fabricaba para colaborar con la economía del padre Cesar y sus monaguillos exóticos, todo se terminó de desbarrancar cuando, en un arranque de frustración, le grité ballena verde, beata de mierda y me fui a la habitación de abajo con los libros, la conexión a Internet, donde constaté que a veces las mujeres de vidrio y la mano derecha son más satisfactorias que la ballena encallada en que se transformó ella.

Antes que la rabia me alcanzara a través de los recuerdos, tragué una pastilla mágica que logró hacerme dormir hasta que la alarma del teléfono sonó con la falsa urgencia de todas, tenía una cita en el café, apenas eran las nueve de la mañana, la resaca hizo de las suyas otra vez,  jugo de naranja con dos pastillas para la jaqueca que pidió a la habitación,  una ducha, el abrigo y a la calle para cumplir con lo pautado.
 Más de la novela haciendo click acá

También se aceptan donaciones para el blog 





jueves, enero 05, 2017

Venezuela, el Mercosur y Uruguay (crónica del exilio IV)


Hace un poco más de in mes que llegué a Uruguay, como he contado en ocasiones anteriores lo hice en autobús y gracias a la ayuda de muchos con los que me he cruzado, de otra manera dudo que hubiese podido escapar de allá. ¿Las razones de mi salida? No creo que necesite mucha explicación pues todos saben lo que allá sucede y también saben que muchos de los que huimos lo hacemos por la misma razón, escapar al destino de mendigo asalariado que tenemos casi todos allá, sobre todo quienes no comulgamos con la ignorancia ramplona que exhibe la supuesta izquierda venezolana.

Estando acá me he dado cuenta con absoluta sorpresa de que mucha gente piensa otra cosa, todos desconfían de los medios de comunicación y creen que se exagera, sobre todo porque no pueden pensar que sea cierto que para comprar un rollo de papel higiénico toque hacer cola, que no existan medicinas , que ganes en un mes lo que cualquier obrero gana acá en una mañana de trabajo así seas profesional y que la violencia sea tan estratosférica como ya sabemos que es, eso sin incluir las trapacerías del gobierno ni la peligrosidad de los cuerpos de (in)seguridad del estado que si no te extorsionan te ponen preso hasta por tuitear tu disgusto.

El emigrante que no sale con dinero de su tierra se enfrenta a varios terrores, el primero por supuesto es estar absolutamente solo, sin familia y con muy pocos amigos, cambiando de costumbres y hasta enfrentándote al reto de encontrar empleo a pesar de la edad (sobre todo los mayores de cuarenta). Como las cosas están en movimiento, cuando salí de mi país aquel 22 de noviembre del año pasado pensaba adherirme al estatus migratorio que ofrecía la visa Mercosur, con sorpresa me enteré que ya no somos parte de aquel convenio, ¿Qué hacer? La verdad ni idea aún sigo investigando como darle la vuelta al asunto, seria una cosa muy fea andar tanto para terminar de paria desandando el camino pidiendo cola para poder volver a Venezuela donde ni casa tengo ya.

Esa gentuza del gobierno es la peor plaga que nos ha caído, en vez de mantener un convenio tan razonablemente provechoso para todas las partes se pone imbécil y nos expulsan, lo más grave son las consecuencias que para nuestro país traerá esa decisión tan terrorífica como lo es el aislamiento internacional en estos tiempos donde la globalización es la norma, donde gracias al internet la interconexión es un asunto cotidiano y las libertades individuales o colectivas un deseo de todos los ciudadanos independientemente de cómo sea su ideario político, la salida del tratado Mercosur al parecer también afecta los convenios internacionales entre las universidades Venezolanas y las distintas dependencias de los países miembros, dejando por fuera también a mucho profesional calificado sin posibilidad inmediata de ejercer su profesión de manera regular.

Algunos países ya han levantado su voz creando leyes especiales para que los venezolanos que huyen de la tragedia de su país puedan estar legalmente en sus territorios, tengo la esperanza de que en algún momento Uruguay hará lo propio pero mientras tanto seguramente habrán otros compatriotas en el mismo trance de haber venido buscando una solución pero se encontraron con un problema mayor pues al no estar legal no podrán acceder a ningún empleo bien pagado ni mucho menos a obtener aquel futuro que salió a buscar dejando todo atrás.

Espero que la respuesta llegue pronto, mientras tanto seguiré buscando las posibilidades tanto de empleo como de futuro, tengo la esperanza de que alguien me cuente como es el asunto pues al parecer nadie sabe muy bien como es el asunto, una cosa dicen en migración en la frontera, otra lees en los portales digitales y de seguro alguna otra me dirán cuando pueda ir al ministerio de relaciones exteriores a buscar información para regularizar mi estatus migratorio. Por ahí dicen que dios aprieta pero no ahorca, aunque ya la asfixia molesta un poco.
José Ramón Briceño, 2017
@jbdiwancomeback



lunes, enero 02, 2017

Un Mundo perfecto (Capitulo 7)

Tenía tiempo sin publicar nada de mi #Novela, hoy les traigo el capitulo 7, solo con fines de entretenimiento, si les gusta pueden comprarla Haciendo click en este enlace 
7
Rosa y Fernando, eran doctores en psiquiatría, estaban terminando su tesis, que casualmente versaba alrededor de las taras mentales derivadas del fanatismo religioso, habían conseguido una beca de seis meses en el Vaticano, en la universidad Pontificia para investigar algunos de los más importantes antecedentes de su investigación, su encuentro con el profesor les torció el pensamiento, el aparentemente loco que les habían pintado vía electrónica, era aún más lúcido de lo que recordaban, se dieron las manos, abrazos, beso en la mejilla y la promesa vacía de otro encuentro, bajo las fórmulas de cortesía ya estaba inoculado el virus de la duda.
La pareja salió a su hotel en silencio, hasta que llegaron, se ducharon, encendieron la televisión, ahí cayeron en cuenta de que no habían cruzado palabra desde el restaurante, ambos pensaban algo que ninguno quería admitir.
 Rosa apagó el televisor donde repetían una novela venezolana de los 80´s que ellos seguían por la curiosidad de oírla en otro idioma,  encaró a Fernando, él no la oyó, pero igual ya sabía por dónde venía, lo único que le quedó fue asentir, ambos aceptaron que eran, como producto cultural un poco menos que tontos útiles al aceptar como normal la veneración de una mentira, el golpe fue mortal para ella.
Rosa creció en un hogar normal, su madre la llevaba a misa cada domingo, su crecimiento estuvo signado por los rituales de la fe, bautizo, comunión, confesión, confirmación y más recientemente matrimonio de velo, corona, altar, fiesta y gasto descomunal, pero por ser “una vez en la vida” presionó a Fernando para lograr su cometido, ambos reunieron durante los últimos tres años a fin de tener su boda soñada, él, enamorado aceptó de mala gana, la religión y sus entresijos es asunto de mujeres (decía), a pesar de jamás haber ido a misa más que por obligación, de novios asistía no sin resignación, para la familia política era importante que compartiese sus ritos.
Ella pasó sus años juveniles e infantiles entre rezos y avemarías, estudió en un connotado colegio religioso, a los diez años ya se sabía la biblia casi de memoria, su madre le había comprado la vida de los santos en edición de bolsillo, lo que le permitió ciertas libertades teologales con las monjas, quienes la tenían como joven aventajada y con quien se empeñaron en intentar hacerla tomar los hábitos, pues mostraba signos de  pensamiento pio desde muy temprana edad, su madre estaba alegre, sin embargo la intercesión paterna hizo que la señora no presionase mucho a la niña.
 Era hija única y el padre quería nietos, así que guardaba la esperanza de que las hormonas hicieren su trabajo para evitar que terminase en monja, el mismo le regalaba libros científicos, la suscribió a revistas de ese corte, la niña tenía una biblioteca bastante nutrida, ecléctica, por eso, a los catorce años los santos compartían espacio con Vargas Llosa, García Márquez,  Barthes, Faulkner, Kafka, Homero, Platón, Seneca ,el inefable Coelho, muchos otros premios Nobel y algunos no tanto, su cometido era simple, hacer que la niña abriese los ojos más allá de la iglesia, lo logró, una vez graduada eligió estudiar medicina ya que quería ser psiquiatra, imaginamos que para poder desarticular sus incógnitas personales.
Siempre había dudado de todo, desde sus años ya lejanos de las primeras prácticas en el hospital, mientras estudiaba medicina, la sangre en la emergencia del hospital capitalino, las locuras de la violencia que ella constataba cada fin de semana, cada madrugada, los jóvenes y muchachas que ingresaban a diario con heridas absurdas, toda la miseria de los hospitales públicos de su país la hizo comenzar a preguntarse en profundidad si los rezos de verdad servían de algo, la locura humana no tenía limites, ella lo sabía, había visto la cara que todos obvian, esa que solo los miserables de su tierra conocían, que de tan común terminó siendo normal, a diario rezaba para que el calendario se apurase y no volver a pasar jamás por la puerta de otro hospital ni curar heridas, la sangre le asqueaba, ahí, en esa época ya visitaba un psicólogo cada quince días, para poder vencer una depresión mórbida que la tenía en un estado catastrófico, hasta que por fin terminó su carrera. Se apresuró a inscribirse en un posgrado de psiquiatría, prefería locos sedados a criminales drogados para sentirse gente.
Fue un tiempo caótico, de novios fugaces, apretones en el pasillo del hospital, de hoteles de paso, nunca los llevó a su casa, sabía que la madre no aprobaría a ninguno de esos con quienes se relacionaba, sin embargo hubo uno, era profesor de literatura, ya ni se acordaba de su nombre, pero la costumbre de aquel señor, esa de pensar y dudar hasta del aire que respira, le regaló “El Evangelio Según Jesucristo” del hereje genial, Saramago, ese fue su primer tropiezo de fe, después el mismo hombre le puso al alcance algunos libros sobre Buda, la obligo a pensar en otras posibilidades, nunca más fue a misa, su madre estaba triste por el cambio de su hija, el padre, en cambio se sonreía secretamente complacido ante ese acto tardío de rebeldía, se henchía de orgullo por sus argumentos equilibrados y certeros, pero en una cena le recomendó a la joven médico que no siguiese atormentando a su vieja, mejor dejar sus creencias intactas, al final era la calma de la vieja lo importante, sin embargo Rosa se convenció de su razonamiento pues descubrió que su amado padre estaba de acuerdo, pero su amor a la mujer que lo acompañó desde los malos tiempos, más de treinta años, merecía que se guardara su opinión solo por hacerla feliz, fue el día que despertó a la duda.
Conoció a Fernando un lunes soleado de enero, primera clase de psiquiatría, la expectativa era inmensa, iban a comenzar su nueva etapa académica con una conferencia dictada por el cofundador de la facultad, un psiquiatra poeta, escritor de varios bestseller que se ocupaban de desmitificar al venezolano, por años puso voz, sentimientos y humanidad al panteón de estatuas heroicas, fue el hereje más famoso e inteligente de su época.
Rosa llegaba tarde y no le quedó más que sentarse al lado de Fernando, él era un tipo estrafalario, flaco, de luenga barba, cabellos largos y estampa de menestral, cuya presencia en el sitio se debía a su participación como coescritor del último libro del ponente del día, su faz lo delataba como uno más de los soñadores pero  la actitud de quienes se sienten seguros descolocaba a quien le pusiese atención, fue un impacto telúrico el encuentro de las miradas, lo demás fluyó natural, salidas, almuerzos, primer beso, noches de conversa y cama, sudores agitados en los hoteles de paso, cena formal con los padres de ambos, noviazgo “legal”, amor publicado en letra capital con neón fosforescente, boda, planes y sueños de futuro, todo en los últimos tres años, aun no tenían hijos, pero ya los planificaron, al terminar su estadía en Europa, tendrían su prole como desenlace normal para alegría de amigos, familiares y padres que ya reclamaban como asunto de importancia unos nietos que todavía no llegaban, la madre de ella vivía indignada pues evitar los hijos lo consideraba pecado venial, los suegros pues solo pensaban en niños ajenos para malcriar. Como todos los abuelos del mundo.
Esa noche no hubo sexo, tampoco peleas, se implantó un silencio sepulcral en el lecho marital, ambos estaban todavía bajo la sorpresa de la duda inoculada, la vergüenza de saber pero omitir eso que les dijo su ex profesor, se refugiaron esa noche en sus apuntes de investigación, sin embargo lo único que ambos pudieron escribir en sus respectivos cuadernos fue duda, búsqueda, fracaso, replantear la investigación, mañana discutirían, hoy dormirían para buscar en sueños la respuesta que les niega la vigilia.
José Briceño, 2015
@jbdiwancomeback