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miércoles, agosto 16, 2017

Venezuela, país irreal

Una de las peores cosas que nos suceden a los ciudadanos venezolanos es la ausencia de información fiable, en realidad nadie sabe jamás nada , todo son supuestos y hasta los procesos administrativos que en todas partes del mundo son inamovibles, esa burocracia absurda que todos odian pero que sabemos solo hay una manera correcta, en Venezuela puede ser resuelta de mil formas distintas donde todas pasan por conocer a alguien, ser familiar de alguien o tener suficiente dinero para pagar a algún gestor, de hecho tengo la impresión que luego del narco y el mercado negro, ser gestor es mucho más rentable que ser médico especialista.  Si hablamos del asunto político la cosa es aún más espeluznante.

Los medios de comunicación no comunican nada, de hacho todos muestran un país que desconozco donde las miserias de todos los días son minimizadas por eslogans, mítines, gritos y consignas, los noticieros son vitrinas de la farándula, solo las redes sociales muestran noticias aunque su veracidad pueda ser cuestionada. Por ejemplo, hay cientos de post que hablan de la “resistencia” donde militares supuestamente activos hacen demoledoras promesas de acabar con el gobierno, presos políticos que aseguran resistir a todas las duras pruebas de su prisión con nla calaña de los carceleros, políticos que a pesar de su filiación opositora hacen demostraciones de adhesión a las cosas más locas que se les ocurren a los barbaros del gobierno, invasiones extranjeras mientras desde el gobierno hablan milagros de una revolución imaginaria pues mi realidad y la de los que me rodean dista siglos luz de las aseveraciones del partido y sus voceros.

Si hablamos de la persecución política toca hacer ciertas distinciones, los muy visibles que por su cualidad son perfectas presas para que la policía gana prebendas con sus jefes cuando atrapan a alguno, los invisibles pero con dinero de los que la policía también puede hacer negocios ya que es vox populi que la libertad de algún manifestante vale entre mil y tres mil dólares en efectivo (una fortuna descomunal en un país donde muy poca gente gana más de cincuenta dólares al mes), los invisibles pobres que por lo general terminan en algún penal de máxima seguridad pagando groseras condenas sin haber pisado jamás un tribunal, esos parecen ser juguetes para que los acólitos de los sistemas de seguridad estatal ejerciten sus instintos sádicos para mantener bien engrasada la bestialidad necesaria. En todos los casos anteriores se mantiene la constante de ausencia de información oficial sobre los procesos, es decir, todos están a merced de los caprichos del poder, las leyes son soportes para sus documentos pero en ningún caso la necesaria guía para sus actos, no importa quien seas igual estás indefenso.

Por último y no menos grave estamos el resto de los ciudadanos, sobre todo los que hacemos o hicimos vida política activa o aquellos quienes desde sus teclados hacen resistencia , no solo apoyando las denuncias, también los que escriben, denuncian y hasta ejercitan el sano ejercicio de liberar presión insultando a los culpables, todos somos sospechosos y podemos ser reos en cualquier momento, pero nadie sabe cuándo puede ser, es más, lo factible es que puedas pasar toda tu vida asustado y no suceda nada pero también es factible que algún compañero de trabajo, vecino, “amigo”  y hasta cofrade de la misma iglesia te denuncie y termines preso por tiempo indefinido bajo el dudoso cargo de “traición a la patria”, nadie sabe.

No existe manera alguna de que podamos saber exactamente cómo actuar en el país, nadie te puede decir exactamente ningún procedimiento, es casi imposible saber a ciencia cierta si lo que se lee en los medios digitales es cierto, no existe en ninguna parte alguna estadística fiable que refleje la realidad del país o cuando menos de manera oficial, en Venezuela todo es un acto de fe, donde lo único real es no tener fe en nadie pero rezar todos los días para que no seas una víctima más de la psicopática forma de vida que todos tenemos en esta extraña dimensión que damos en llamar por pura necedad “realidad nacional”.
José Ramón Briceño , 2017
@jbdiwancomeback


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