La casa del cuartel
Crónicas de la
infección
1932
A principios del siglo XX las
grandes obras de infraestructura debían ser autorizadas por gentes cuyo
conocimiento en el área no iba más allá de la estética, por supuesto tampoco
podían interpretar los planos para ver en toda su magnificencia la obra propuesta,
fue así como un arquitecto de renombre se vio forzado a hacer una maqueta en
tamaño natural de la obra en cuestión, se cuenta que luego de mucho discutir y
en vista de la fortuna que se jugaban los inversionistas si el General no
aprobaba el diseño final fue aprobada la moción de construir una maqueta en
Maracay para que el Don Juan Vicente pudiese ver y recorrer cada uno de los
apartamentos propuestos para la obra, a fin de evitar cualquier intento de
habitar una obra que a todas luces estaba hecha para ser admirada más no
habitada, se decide edificarla en un descampado propiedad del ejercito de la
época, algunos dicen que fue un acto de maldad propuesto por el mismo general a
fin de mantener a sus oficiales lejos de la tentación de hacer de la maqueta su
residencia, todos los miembros del ejército sabían la historia del terreno y de
su maldición, por suerte la maqueta sirvió a su función y hoy día podemos
admirar el complejo arquitectónico en todo su esplendor, solo que no en
Maracay, está en Caracas.
El nuevo comandante
Cuarenta años después la maqueta
era un escombro, ninguno de los oficiales que habían hecho vida en aquel
cuartel había osado reconstruirla ni buscar uso útil para la estructura, de
hecho el rumor era que esperaban que se terminase de caer por estar maldita,
nadie en su sano juicio se hubiese hecho cargo de reconstruirla, tampoco se
atrevían a derribarlo, todos temían estar cerca luego de pasadas a cinco de la
tarde, para el tiempo en el que un general de nuevo cuño, un hombre vendo de la
capital y ajeno a cualquier clase de superchería la designase como residencia
oficial para los comandantes de aquel cuartel, según él todos esos relatos
sobre suicidios , asesinatos o accesos de locura entre las tropas que buscaban
refugio entre los muros de la maqueta no eran más que cuentos de camino
producto de la superchería de las tropas venidas del llano, según el los
campesinos inventan esas historias para preservar el escondite de los terribles
castigos posibles si un oficial encuentra a otro de menor graduación
escondiéndose de sus órdenes, así en tiempo record y con la ayuda de la tropa
ociosa se reconstruyó la maqueta, ahora con las comodidades de finales del
siglo XX, era el año 1971.
Poco tiempo después de inaugurada
la edificación, una fiesta por todo lo alto con la presencia de toda la crema y
nata de la sociedad maracayera , donde el único hecho desagradable estuvo
signado por una delegación de descendientes del general que pedían al nuevo
inquilino no ocupar esa casa, esa tierra estaba maldita y la casa seguramente
traería mal a quien la habitase, por ser de tan alta cuna no se les expulsó,
pero el nuevo comandante hizo arreglos para que su molestia le fuese comentada
a la última hija viva del general Gómez quien muy calmadamente dijo que cumplía con avisar, lo demás quedaba
en su conciencia.
Aquel general, quien se burlaba
de la superchería trajo a toda su familia a habitar la magnífica vivienda,
habían hecho de aquella maqueta una mansión en miniatura, cinco habitaciones,
seis baños y medio, un comedor amplio con ventanales gigantes, lámparas de
cristal de bacará, escaleras de mármol
con pasamanos de caoba y todo el lujo posible de aquella época, allí
vivían el general , su esposa y dos hijos (un joven que iba de vacaciones pues
estudiaba en la UCV Caracas y la señorita que hacia sus estudios de
bachillerato en el Liceo Agustín Codazzi, a pocas cuadras del palacete) , al
frente tenía un jardín con su respectiva fuente y en la parte de atrás dos
canchas de tenis donde se jugaban importantes partidos cada semana entre el
general y sus invitados.
Al principio no pasaba nada, el asunto se puso
álgido cuando el general se vio en la necesidad de contratar sirvientes cada
semana, muy pocos duraban más de tres días, la mayoría alegaba que habían unos
espantos horrendos que cada noche caminaban por los jardines, una muchacha
venida de los andes, prima de un sargento que había llegado a trabajar en la
casa del general fue encontrada en estado de shock, cuando al fin la pobre
mujer pudo hablar contó que cuatro hombres mal vestidos estaban en el baño y le
hacían señas vulgares, cuando quiso retroceder estos hombres atravesaron las
paredes, eso era todo lo que recordaba y en ese mismo instante se vistió y se
retiró del lugar, no permitió ni siquiera que el escolta del general la acompañase
al terminal de pasajeros, prefirió caminar los cinco kilómetros hasta la
avenida bolívar donde podría tomar un autobús y de ahí directo a su pueblo para
nunca más volver a pisar aquella tierra maldita.
Muy pronto comenzaron los rumores
sobre cosas horribles que sucedían tras las paredes de la lujosa quinta, en
realidad nadie sabe muy bien lo que sucedió pero a la semana siguiente, luego
de la visita del hijo, hubo un revuelo y el domingo siguiente, muy temprano
salió la señora junto a los dos hijos para nunca más volver, el general de ser
un hombre pulcro y educado terminó siendo poco más que un patán, gritaba todo
el tiempo a sus oficiales, la casa, a pesar de seguir teniendo apariencia
lujosa había perdido su brillo, nadie hacia fiestas y el general , antes muy
comedido , comenzó a darse a la bebida desde que oscurecía hasta el día
siguiente, siendo patente la preocupación de la tropa, justo cuando había
llegado una delegación de Caracas para investigar el mal comportamiento del
comandante de la base bajo la acusación de estar siempre en estado de
alteración etílica , la semana anterior había sorprendido a todo el cuartel.
Relataba un soldado de guardia que aquella noche desde dentro de la mansión del
general se escucharon voces, vidrios, gritos, insultos y poco después disparos,
era el general quien en mangas de camisa y en posesión de un fusil de asalto
perseguía a un invisible enemigo, dando voces, maldiciones, mentadas de madre
el desgraciado enemigo que quería robar los secretos de estado depositados en
su oficina , abrió fuego reiteradas veces hasta que un soldado lo abatió antes
que hiciera fuego en contra de inocentes, no hubo tiempo de hacer nada más, el
asunto quedó registrado como un suicidio derivado de la depresión por su
divorcio, se cerró el caso y la quinta fue demolida, hoy día se encuentra una
edificación similar pero de reducidas dimensiones, con el añadido de que ahí
funciona un museo donde muestran las armas encontradas en los terrenos del
cuartel y algunos elementos curiosos como uniformes de todos los comandantes y
la foto autografiada por el general Gómez quien la dedicase al arquitecto que
construyó ese edificio.
La historia está contada a
grandes rasgos, por razones humanitarias no se nombra al oficial ni a ninguno
de los familiares, sin embargo, antes de escribir este relato y luego de no
poca, investigación, gracias al profesor José Flores, quien dictaba la catedra
de “Historias locales” en la universidad Pedagógica Libertador de Maracay
quien investigó de primera mano el hecho
relatado pude establecer contacto con el hijo mayor del general, quien hoy día
es un arquitecto de renombre por lo que proteger su identidad es un hecho y de
ahora en adelante lo llamaremos el arquitecto. El arquitecto nos atendió en un
pent-house del este de Caracas, luego de las presentaciones de rigor de relatar
a historia tal cual está contada y luego de firmar los documentos que
legalmente hacen imposible que pueda dar más detalles con el fin de proteger a
los protagonistas pasamos al relato en forma.
2021
La verdadera historia de El Arquitecto
Según el arquitecto la mudanza
fue en enero del año 1977, para esa época contaba con diecinueve años y cursaba
el primer semestre de Arquitectura en la UCV, su padre lo había registrado en
las residencias universitarias y entre una y otra cosa solo pudo asistir a casa
en las vacaciones intersemestrales, aunque aburrido por ir a encerrase en la
férrea disciplina de la casa paterna en vez de irse de fiesta con sus
compañeros de clase donde abundaban las muchachas bien dispuestas, el sueño de
todo joven universitario, descubrirse grandes pero era un muchacho casi recién
destetado, aun añoraba la comida de mamá, además había notado en las llamadas telefónicas
semanales que su madre y hermana se iban apagando, al principio era pura
felicidad, pasar de vivir entre el concreto caraqueño a tener una montaña
varias veces más extensas que El Ávila, playas casi vírgenes (eran los años
setenta) , el lujo de la casa , hasta un perrito habían comprado por lo que en
la primera oportunidad no lo pensé y fui, mientras iba en el autobús hacia
Maracay comencé a pensar en las posibilidades de esa nueva casa, en esos años
andaba vuelto loco pensando en el espiritismo, mi novia de aquellos años era
seguidora de Alan Kardeck y más de una velada con amigos terminaba en sesión
espiritista, en alguna que otra cuando salía a colación el sitio de residencia
familiar alguno de los asistentes hablaba de una tal infección y los arqueros
del Alto Apure que fueron masacrados por las tropas españolas cuando
retrocedían luego de Carabobo, tan atroces combates dejaron multitud de muertos
que nadie recuerda, a pesar de que fue una larga cadena de mal entendidos que
terminó por no recibir los refuerzos por orden del libertador igual penan su
rabia por todos los terrenos donde fueron asesinados, yo, sin saber media
palabra terminé picado por la curiosidad y viendo como aparecía la Victoria a
mano derecha comencé a pensar que quizás el estado anímico de la familia
tendría algo que ver, idea que deseché de inmediato porque en casa la orden era
temer a los vivos que los muertos ya a nadie pueden matar, sin hablar de toda
la ciencia que estudia en la universidad donde reconocer en público que crees
en fantasmas es pecado.
Llegué a casa antes de las diez
de la mañana, en el terminal me recogió el edecán a quien ya conocía,
intercambiamos saludos y dimos una vuelta por la ciudad, Maracay a pesar del
calor es una ciudad bastante verde, con grandes extensiones de terreno casi
virgen, sus avenidas sombreadas, el zoológico donde habían elefantes, jirafas,
chimpancés y hasta leones , en verdad bastante particular, no tan hermosa como
Caracas pero según los panas de la universidad era una maravilla para la fiesta
y la cultura, atravesando la Maestranza, a través de unas calles bordeadas de
árboles y una que otra quinta aparece la entrada a la nueva casa de mis padres,
en efecto era un palacete, no tan gigante como pensé al principio, pero si
hermosa, lo primero que llamó mi atención fue encontrar soldados haciendo
labores del servicio, además de mamá ocupada en la cocina cuando desde niño
alguien tenía que hacer eso pues a mamá la cocina no le iba, mi hermana en vez
de salir corriendo de a casa vino desde un árbol cercano, a sus trece años prefiere
no estar en casa , al fondo mi padre con uniforme de faena dando órdenes a los
soldados como si estos fuesen servidumbre del siglo XIX, algo que jamás había
visto en casa, papá fue siempre un hombre justo, en casa solo teníamos
sirvientes que nunca vimos más que como ayudantes a quienes había que respetar
y colaborar, nunca se nos toleró ser groseros o altaneros con la servidumbre,
ellos hacían un trabajo para nosotros y aunque le pagásemos teníamos que
agradecer.
Por esa razón verlo dar órdenes a
soldados en casa era algo absolutamente atípico, solo cuando estuvimos en su
oficina se permitió abrazarme para darme un beso junto con la bendición, un
ritual tan antiguo como nuestra filiación, con cierta incomodidad contó que
esas muestras de afecto hay que dejarlas para a intimidad de la familia, los
soldados podrían mal interpretar el gesto.
Desde el área privada había
comunicación directa con la cocina donde encontré a mamá preparando el desayuno
que por ser especial haríamos con un mero traído desde Choroní esta misma
mañana, caraotas a la aragüeña, arepa, café y jugo de naranja (endulzado con
papelón) recién exprimido , el hambre ganó la batalla, desayunamos en
familia por primera vez en seis meses, a
pesar de la alegría de comer en casa, vi una extraña pose de todos, en la mesa
se notaba la tensión, mi hermana veía de soslayo hacia la casa (estábamos en el
jardín trasero) y si mi padre la veía le hacía señas de que dejase la idea, mi
madre veía el plato sin atreverse a mirar a nada más, preguntaban de modo
mecánico como era vivir solo, si tenía novia, como iban esas notas, si dormía o
comía bien, cuando acabaron de comer todos se levantaron inmediatamente, mamá a
la cocina a supervisar dl almuerzo, mi padre a la base y mi hermana otra vez a
la sombra del árbol fuera de la casa, dejándome abandonado en la mesa de donde
no pude hacer más que explorar la casa a ver adonde estaba mi maleta, luego de
mucho subir y bajar escaleras pude encontrar la habitación designada, lo supe
porque era una copia desmejorada de mi habitación en Caracas, solo que más grande, estaba en el
traspatio, casi como que querían que tuviese claro mi lugar pues pudieron
haberme designado la habitación de huéspedes, todo apuntaba que había un
mensaje y es que ya era adulto, sin embargo algo me extrañó, todas las
habitaciones estaban cerradas con llave, pensé que sería una estrategia para
evitar tentaciones a los soldados ahora de servidumbre, como cosa más extraña
habían olores nauseabundos que salían de las habitaciones, sectores de la casa
más fríos que otros razón por la cual la casa crujía por todos lados, los
marcos de puertas y ventanas que estaban construidos con madera así como las
propias puertas y ventanas, con los cambios de temperatura hacían un ruido que
a otro menos versado en la naturaleza de los materiales nobles (así se llamó mi
tesis de grado) le hubiese asustado, sin embargo no dejé de notar que a pesar
del sol de castigo que caía en el patio, la casa era oscura y fría en líneas
generales, no pude ver más porque un ordenanza trajo un mensaje de mi padre
invitándome a una recepción en la bahía de Turiamo, fiesta es fiesta y cerca
del mar tanto mejor, al salir toda la familia estaba en pleno, la servidumbre
formada frente al estacionamiento y mi padre dando la revista final antes de
ordenar trancar la casa y entregar las llaves al teniente de guardia, la orden
era de no entrar a la casa a menos que se estuviese incendiando, ruido de
tacones, saludos y a una orden la familia entró en sus automóviles, si, eran tres,
en el de adelante iban los escoltas, en el del medio mi madre y mi hermana y en
el último mi padre con su séquito , como hijo tocó ir con mi madre en la
camioneta del medio, ella al verme llegar, despide al chofer y decide manejar,
el pobre hombre debía buscar otro transporte y escoltar a la caravana hasta su
vuelta, la razón era simple, alguien sobrio debía conducir de vuelta, se
esperaba una fiesta pantagruélica en compañía al menos de cuatro ministros y
una docena de generales con sus respetivas familias, habría licor y comida para
regalar así que tenían que tomar precauciones, el domingo temprano llegaría una
comisión de supervisión y debía encontrarlos a todos correctamente vestidos para
el desayuno oficial.
Al fin salimos, yo iba de
copiloto, mi hermana atrás durmiendo a pierna suelta y mamá al volante, no
habíamos terminado de pasar la alcabala de El limón, cuando mi madre me dice
que me vaya el domingo a primera hora, ante mi desconcierto se larga a recitar
una serie de hechos que bien valen una película de horror, desde los espectros
que atraviesan la casa golpeando muebles todas las noches, caballos fantasmas
que rodean la casa y más de una vez han visto
sombras susurrantes atravesando los pasillos, eso sin contar las pesadillas
que los atormenta cada noche, la niña duerme profundamente y ante mi pregunta
mamá contesta que ella (la niña) no duerme bien desde que se mudaron, dice que
le halan los pies, le quitan la cobija, le esconden sus cosas y más de una vez
algo viscoso la ha manoseado, en esos momentos nadie duerme por el escándalo de
la pobre niña, no nos hemos ido porque tu papá amenazó con matarme si me
atrevía a dejarlo, esta convencido que son invenciones nuestras, sin embargo
también él ha pasado de ser un señor amable a ser ese monstruo que jamás
abandona la personalidad de general, está convencido de que debe salvar la
república. Toda la servidumbre abandona luego de la primera noche,
aterrorizados por los fantasmas, una india llamada Petra quien fue la que más duró
en casa, una mañana antes de renunciar contó que en esa casa rondaban los
espantos de Los Bravos de Apure, unos
arqueros de Páez que el libertador no quiso salvar de dos mil quinientos
españoles furiosos por haber perdido la guerra y que ahora infectan de odio a
todo aquel que poseen aunque sea por breve tiempo, tu padre la botó sin
miramientos insultándola por estar metiendo ideas perniciosas a la familia, él
está ciego ante lo que sucede.
En ese momento, mientras mamá
maniobraba por la montaña del Henry Pittier recordé la historia que me contaron
en Caracas , aquella de la infección mortal, entonces era cierta, sin dilación
conté todo lo que sabía a mamá, ella, sin hacer aspavientos me pidió ayuda ,
aunque apenas era un muchacho el miedo pudo más, en aquel camino decidimos que
hasta esta noche estábamos en aquella casa, en la mañana mi madre y mi hermana
saldrían con la excusa de llevarme al terminal, mi padre seguro no iría, para
no levantar sospechas , muy temprano llevaría unas maletas hasta el carro, las
dejaría allí pero en vez de cosas mías contendrían ropa y algunas cosas
importantes de mamá y la niña, la otra opción era la de salir de madrugada pero
ese plan lo desechamos por necesitar la autorización del general en persona
para poder salir a deshora, con el compromiso de actuar como si nada sucediera
seguimos nuestro camino hasta la playa.
Turiamo es una base militar a la
orilla del mar, la población más cercana está a cuarenta kilómetros por lo que
solo hay personal militar, aquella fiesta efectivamente fue pantagruélica,
litros de vinos, wiski, cervezas, carne, dulces y pare usted de contar cuantas
viandas se consumieron desde las dos de la tarde hasta la madrugada, cuando
llegamos a casa eran las tres de la mañana, papá iba ebrio, razón por la cual
sus hombres lo llevaron cargado hasta el sofá de su despacho, en esa facha no
iba a dormir con la señora, una cortesía de un marido afectuoso, la niña subió
a dormir sin apagar la luz y mamá fue conmigo a hacer las maletas , en el
momento en el que toda la servidumbre salió del terreno comenzaron a escucharse
voces, carreras, galopes y brisas heladas, a instancias de mi madre hice oídos
sordos a todo lo que sucedía, casi como un acto reflejo fui ver a mi hermana quien tenía los ojos
cerrados mientras abrazaba una biblia y un rosario, mamá me dijo que estaría
bien , que no hiciera más ruido y que por supuesto no hiciera caso a los
ruidos, cuando pasé frente al despacho escuché como papá discutía con un hombre
sobre las razones por las cuales los mataron, decía que fue culpa de ellos por
no huir al monte , mamá me haló del brazo, no debíamos entretenernos en nada
que no fuese lograr el plan, fueron hasta el lavandero donde recogió ropa
suficiente porque no podía arramblar con todo, sería muy sospechoso.
Fue una noche larga,
efectivamente vi todo lo posible, desde los caballos hasta soldados caminando
por la sala, todos ensangrentados , el espectáculo más horrendo que podía
imaginar hasta ese momento, aun hoy, cincuenta años después no he podido volver
a Maracay, llegando incluso a perder dinero por no atender proyecto alguno que
tenga que ver con aquella ciudad y su maldición.
Aquella fue la noche más larga de
mi vida, la pasé en vela aterrorizado por el espectáculo y con la certeza de
que papá estaba infectado tuve que hacer todo el teatro de la normalidad, ducha a la seis de la
mañana, hice maletas , me afeité y luego de fumar un par de cigarros escondido
en el baño salí, estaba toda la familia en el comedor, esperaban que llegase la
comisión desde Caracas, habíamos pactado que debía irme justo luego de
desayunar de modo tal que el general no pudiese dejar solos a sus invitados,
esa era la garantía de que pudieran escapar hasta estar a salvo.
El desayuno , tenso como todos
pero menos amargo debido a la presencia de las visitas, tres hombres de
uniforme que lucían galones de general, tal cual mi padre, seguro eran amigos
pero los semblantes demostraban que su presencia era por otra cosa distinta a
la amistad, imagino que fue la mañana más funesta para mi padre, al terminar el
desayuno y antes del café me levanté anunciando que debía partir de inmediato
pues tenía un importante tramite que hacer en la facultad a primera hora, es
necesario que esté temprano en la pensión para poder poner orden en los papeles
que debía llevar, trámites para el próximo semestre, los generales se pusieron
de pie y con efusividad se despidieron de mí, mamá aprovechó para ofrecerse
como transporte dejando a papá sin más opción que bendecirnos e invitar a sus
colegas a dar una vuelta por la base, momento que aprovechamos para huir sin
que nadie nos detuviese, nunca llegamos al terminal, salimos directo hasta la
casa de unos buenos amigos de la familia, por estar en vacaciones pude
acompañar a mamá y a la niña hasta una nueva casa ubicada en San Antonio de los
Altos que para los años setenta aun tenia urbanismos sin transporte público,
perfectos para vivir aislados hasta que bajase la presumible furia paterna,
nunca más pude ver al viejo, a las dos semanas lo mató un centinela , al
parecer perseguía un enemigo imaginario a balazos y el recluta, aterrorizado,
cuando la sombra que corría disparando a la nada no respondió al santo y seña,
tres disparos de fusil lo dejaron frio en una terrible noche de luna llena.
El soldado fue liberado sin
cargos, el caso del general fue engavetado como un suicidio debido a la
depresión causada por el retiro forzado por el presidente en persona, aquel
ultimo desayuno juntos, los generales amigos iban a solicitar de modo amistoso
que renunciara al cargo para una baja honrosa por sus años de servicio, el
general pidió unos días para hacerlo con el decoro necesario, como las redes de
espionaje no saben de rangos, reportaron en el ministerio que mamá había huido
con nosotros, como también conocían la inestabilidad de mi padre lo dejaron
aislado en su mansión hasta que sucedió el fatídico hecho, el veredicto con
certificación médica se hizo para que mamá no perdiera la pensión, así pudimos
salir adelante, hace años mamá murió, mi hermana vive en Suiza con su familia y
yo pues acá, no lo niego, fueron años difíciles y desde aquella noche fatídica
no permito ni siquiera nombrar nada paranormal en mi casa, fueron años de
terapia hasta estar en paz conmigo mismo, esa paz me hace pensar que para la
época del suicidio mi padre ya no estaba en sus cabales, la infección lo había
calado profundo, luego de mucho investigar creo que Maracay está condenada,
quien sabe cuántos asesinatos se han realizado influidos por esa suerte de
espectros demoniacos que hace cien años estaban confinados a aquella montaña,
hoy día deben haber infectado a todo el estado, con el crecimiento de los
santeros y otras formas de tentar a los espectros deben haber abierto cientos
de portales dando cancha libre a todos los fantasmas a regar su infección.
Flores y yo nos vemos las caras
sin creer del todo lo que oíamos, el relato fidedigno de alguien que estuvo
allí, le pregunto al arquitecto si hay alguna manera de hablar con su hermana a
lo que el hombre niega enfáticamente, la mujer está empeñada en olvidarlo todo,
no permite ni siquiera la mención de Maracay, en su depresión papá hizo cenizas
todos los recuerdos de la familia, por tanto toda nuestra vida parece haber
comenzado cuando nos fuimos, ni siquiera nuestros hijos conocen esa historia y
sinceramente así lo prefiero.
Antes de despedirnos hice un
relato pormenorizado sobre la tesis de la Doctora Español , mi antigua
profesora de la universidad, allí confirmé sus temores , el arquitecto , sin
dejar que terminase la disertación se puso de pie, pálido como si hubiese
perdido toda la sangre del rostro nos dijo que ante esa revelación debía
comenzar a acomodar sus cosas, debía largarse del país en la primera
oportunidad que tuviese, el futuro del país estaba ahora en riesgo, con todos
esos demonios sueltos y sumados a la larga lista de santeros sin vergüenzas mal
veía el país, nos pidió que no lo tomáramos a mal pero debía retirarse a hacer
sus maletas , ese relato lo dejó al borde del pánico y no estaba dispuesto a
pasar un segundo más allí.
Nosotros (Flores y yo) sin decir
esta boca es mía nos retiramos en silencio, por suerte , en secreto, había
dejado mi teléfono grabando toda la conversación y confiados retomamos la
vuelta a Maracay, dos horas más tarde y mientras llegaba a la ciudad me puse
los audífonos para escuchar la grabación, llevándome el susto de la vida al
escuchar al fondo de la grabación un coro siniestro que a baja voz musicalizaba
el relato del arquitecto, borré inmediatamente la grabación pero desde ese día
no puedo dejar de escuchar aquellos lamentos susurrantes que se escondían tras
la voz del arquitecto.
José Ramón Briceño Diwan
Caracas, 29/10/2022