En ese
aparte de la política nos encontramos con una gama de “opinadores de oficio”
que sin saber muy bien del tema hacen ruido mediático, llegando incluso a
expresarse de manera grosera sobre temas que en realidad manejan sobre bases
equivocadas. Recientemente vi en Twitter a una fulana con nombre importado
(@aran_tirado) y estampa de ser originaria de la madre patria quien publicó un
video para burlarse del supuesto invento de la crisis venezolana, como era de
esperarse los insultos le llovieron en pocas horas como consecuencia natural de su acto, pues
todos consideraron que sus expresiones estaban basadas en falsos positivos, al
burlarse de una situación grave que sufren muchos tanto adentro de las
fronteras de este país como desde el extranjero donde hay una población
migrante bastante extensa que ha abandonado familia, amigos y hasta empleos
profesionales haciendo oficios para los que no se prepararon en la universidad
ni hicieron posgrados, gracias a la necesidad que vivieron acá y para poder
enviar dinero a esas familias que dejaron con el fin de proporcionar cuando
menos comida en las mesas de los seres queridos que dejaron.
Lo más
impresionante del caso es que a las pocas horas de hacerse viral el fulano
video, salieron algunos a defender la libertad de expresión de aquella muchacha
alegando que se tiene que respetar la opinión de cada quien y que la libertad
del internet radica en que cualquiera con acceso a ella puede decir lo que quiera
sin temor a represalias. En principio eso es cierto, el problema se presenta
cuando las opiniones deforman la realidad o hacen apologías sobre barbaridades
con un fin determinado, en este caso (infiero) es el de defender la causa de la
izquierda tan de moda entre los rebeldes jóvenes de muchas partes del planeta.
Esa
tendencia a defender la izquierda puedo entenderla como un impulso natural por
las causas justas, sobre todo cuando jamás has vivido una situación similar o
crees a pies juntillas en las buenas acciones que recita la teoría marxista, a
pesar de que exista una muy variada y extensa literatura que cuenta los
horrores que ha cometido (y comete) la izquierda en distintas partes del globo,
si no las has vivido siempre tienes a mano el recurso de negarlas como
propaganda imperialista o cualquier bobera similar. Si le sumamos la intención
de ser “irreverente” para resaltar entre su grupo afín pues se hace normal
soltar estupideces apoyadas en argumentos fallidos pero que por algún misterio
de la naturaleza les parecen muy coherentes a más de un catedrático generan
situaciones como la de la joven.
No es que
antes de la aparición del internet no existiera gente que diga tonterías, lo
que sucede es que antes tardaba mucho más el llegar a la letra impresa y muy
pocos tenían acceso al centimetraje, lo más normal es que las mayorías quedasen
relegadas al olvido de panfletos con poca difusión. Llegado a este punto creo
pertinente hablar de la delgada línea que separa la irreverencia de la estupidez,
que es una materia que deberían estudiar muchos de los aspirantes a
“influencer” de las redes sociales, entendiendo que hay fenómenos que hacen
millones desde acciones que a fin de cuentas no aportan mucho como las
Kardashian , los fanáticos del deporte o aquellos “extremos” que hacen proezas
inútiles para lograr el aplauso de gentes que al parecer tampoco tiene muchas
cosas interesantes en que ocupar sus vidas y que terminan sus días aplaudiendo
cualquier cosa que les llame la atención, por más vacía que esta sea sin que se produzca mayor problema por lo
inocuo de los resultados, más allá de complacer a los anunciantes y ganar
dinero basándose precisamente en la nada mediática que impulsan.
Ser
irreverente está basado en apuntar al corazón de las tonterías que dan por
sentado las masas para , de manera bastante educada casi que rozando la poesía
por aquello de la retórica, exponer la idiotez de algunos temas o exponer ante
el mundo una nueva visión que no esté atada a la “verdad” de ciertas mentes que
se solazan en negar otras posibilidades, que es precisamente lo que hacen los
científicos, artistas y demás seres pensantes que han sacudido el mundo
trayendo nuevos conceptos a pesar de las burlas de muchos. Ahora bien, ser
ridículo pensándose irreverente es otra cosa que por sencilla muchos hacen de
manera impune, lo más grave es que tras de ellos hay miles (o millones,
recordemos que somos más de siete
billones de terrícolas) que aplauden tales actos, muchos de ellos en la política
pues la manipulación en esos temas está a la orden del día así como la
desinformación generalizada ya que la percepción de las grandes masas está
basada en lo visceral y no en la lógica de la investigación.
El pecado
capital de muchos jóvenes influencers políticos está basado en esa falta de
información, recordemos que la ignorancia es osada, como unos y otros se atraen
pues tenemos como resultado eventos bochornosos como ese de tener que insultar
a alguien que no se conoce solamente porque esa otra persona se expone de
manera tan extrema a manipular situaciones con el fin de dar mensajes erróneos
a un grupo determinado, tal como sucedió este día. Imagino que si yo opinase de
manera abierta en contra de la lucha independentista de los Catalanes estos
tampoco serian amables conmigo ya que como jamás he ido ni vivido allá no puedo tener una visión clara de lo que les
impulsa a la lucha más allá de las cosas que pueda leer desde acá. Por tanto y
como consejo (inútil por demás ya que estoy seguro que nadie atenderá) debo
decir a los jóvenes que por ese natural impulso de rebeldía que los lleva a
militar en la izquierda de lujo que
tienen en otras latitudes, por favor investiguen, lean sobre las otras aristas
de la situación, no se expongan al ridículo sólo por sus quince minutos de
fama, dejen eso a los políticos que ellos para eso nacen, el ridículo les
resbala y su fin es el de hacerse de una tropa de incautos que les permitan
ganar lo que de otra forma no podrán, antes de postear, tuitear o publicar
alguna cosa piensen por un momento si en verdad son irreverentes o son estúpidos,
miren que ustedes son el futuro y quizás ese acto que perciben como inocuo
termine siendo la piedra angular de alud que los dejará en el olvido o muy por
el contrario lo que les dará de comer los próximos años.
José
Briceño, 2019
@jbdiwancomeback