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sábado, junio 10, 2017

En busca de un mundo perfecto (capitulos 15 y 16)



15
 Llega Ramiro del brazo de una argentina despampanante, sin sotana él, ella con un vestido infartante, es rubia como el sol, con ojos cafés que gritan un tinte muy bien puesto, ambos vienen con caras de culpables, pido dos copas más además de otra botella que Ramiro se apresura a decir que paga, nos presentamos con la dama y Ramiro conoce a mis amigos, lo ponemos al día con las noticias, él se preocupa, sin embargo dice que no tiene sentido ponerse tristes a tanta distancia del problema.
 La chica se llama Serena, es de ancestros italianos, periodista que anda en estas tierras haciendo un reportaje sobre el cristianismo apostólico, así se conocieron, ella intentaba convencer a un bibliotecario sin que este entendiese muy bien su chapucero italiano , Ramiro, como buen caballero la ayudó, hicieron la investigación juntos en la biblioteca, le invitó un trago, se conocieron mejor y terminaron en la cama,  estaban en la pausa del amor cuando recibió mi llamada, ella se interesó en la noticia pues sería un interesante reportaje.
Le pregunté cómo llegó al vaticano con esa estampa de diosa griega, con el perdón de mi amigo, le comenté que media botella de Ron y otra de champaña me ponían en ese estado, el cura sin sotana me disculpó, seguimos la conversa mientras yo exhibía la sonrisa de quien comete un crimen sin culpa.
 Serena comentó que vivía en Buenos Aires, que el jefe del periódico, que hasta hace una semana era su amante, la mandó en esa misión solo para poder reconciliarse con su esposa, quien lo amenazó con un divorcio sonado que lo dejaría en la ruina, a ella le sirve para olvidar y a él para sentirse cómodo en su cárcel sin barrotes, esa del matrimonio por obligación.
Su interés por mi historia era para poder renunciar al periódico mañana mismo, con un reportaje de esta categoría podría volver a trabajar para la competencia que ya la había intentado seducir con una jugosa oferta a la que renunció, por culpa de aquel amante que resultó mentiroso pues había hablado de divorcio, matrimonio y apartamento en el centro, pero que a la hora de la verdad la dejó con los crespos hechos, mientras disfrutaría de pervertir a ese cura que tanto le atraía, confesando con desparpajo que todavía no sabía quién pervertía a quien, pues le ha tomado por sorpresa lo ducho del hombre en asuntos que supone no debe saber por aquello de su oficio clerical.
Volvimos a brindar, me contó la periodista que Argentina estaba al borde de una guerra por los malos manejos de la economía de su presidenta, que por imitar a Venezuela estaban cerca de ser iguales, guardando las distancias, sin embargo la llenaba de calma estar a miles de kilómetros de su ciudad, aunque le daba cierta tristeza pensar en sus seres queridos todavía presos allá.
Todos entendimos su sentimiento pues el local estaba saturado de la nostalgia y la tristeza propia de gente con el mismo sentir, todos dejamos seres queridos atrás, en mi caso particular, ese día había descubierto que era un perseguido más pero en ausencia, ya no solo tenía que lidiar con mi depresión y mis dudas, también con la posibilidad de caer preso por mis ideas, ni siquiera por las religiosas, por las políticas, eso que me he negado a ser militante, solamente que la idiotez oficial obliga a poner mi posición por escrito, lo que no sabía era que terminaría por ser famoso, más con mi necedad de creerme invencible y ponerme con nombre, apellido y hasta foto de perfil, como para hacer más fácil la cosa del presidio.
Me comenta la periodista que el periódico le había alquilado un apartamento, algo lejos pero bastante cómodo, nos invitó a todos pues esta noche ofrecía una reunión en casa, más tarde, mis amigos venezolanos alegaron cansancio y se retiraron, no sin antes intercambiar correos electrónicos con besos, abrazos y demás, acepté, total, nadie me esperaba en el hotel, pedimos la cuenta, pagamos, me despedí hasta con lágrimas de mis amigos, prometí visitarlos pronto, ellos también se les humedecieron los ojos, reafirmaron su compromiso de habitación por tiempo indefinido en su casa, les agradecí, los vi tomar un taxi, el cura, la argentina y yo tomamos otro.

16
Rodamos por un buen rato, pasamos varios puentes históricos como corresponde a una ciudad que tiene más de mil años, donde historia, fabula y fantasía conviven en el orgullo de sus habitantes, pasamos por callejones que en mi tierra espantarían al más pintado, al final el taxi se estacionó frente a un edificio de edad indefinida, con color de vejez, alguna vez quiso ser blanco pero el tiempo se ha empeñado en darle otro tono, se adivina cierta decadencia, también se ve la intención del apuro de su jefe lo que confirma su historia de amante desechada, en otro caso quizás un hotel sería más apropiado.
Bajamos del taxi, que pagamos entre tres para que nadie quedase mal, total es Europa donde lo único barato es el aire, sin embargo queda la duda después de tanto impuesto en moneda dura. 
Ella abre la puerta y entramos a un rellano antiguo, donde casi creo ver un fantasma tras una columna, ha de ser mi borrachera incipiente, me digo que nunca más aceptaré una invitación igual, la verdad sufro de cierta tendencia a ser asocial, aunque me empeñe en demostrar lo  contrario, soy uno de los pocos que conozco que disfrutan noches de vodka y música sin más compañía que el gato o la computadora.
Subimos cuatro pisos en un ascensor que parece jaula de pájaro, digo en voz alta que cuando me vaya bajo por las escaleras, mis acompañantes se ríen a carcajadas, parecen tan borrachos como yo, me relajo , no puede ser peor y  me dejo llevar por la situación, veremos hasta donde llegamos, es hora de conocer más gente.
Entramos a un apartamento pequeño, dos habitaciones, un baño, una salita con sofá, dos poltronas, cocina para dos, varios ceniceros rebosantes de colillas, que prontamente Serena vacía metódicamente en una papelera queparece  de diseñador pero prontamente aclara que la compró por cincuenta centavos en un almacén de chinos a las afueras de la ciudad, muy cerca de la casa de las amigas que ya deben estar cercanas a llegar, suena un teléfono en alguna parte, me quedo en la sala con una copa de vino tinto en la mano, mi amigo (el casi ex cura) me dice que me tranquilice, nada pasará, que me hace falta más roce en mi  soledad, hoy ya nada se puede hacer con el problema de la persecución política, quien quita si alguna de las amigas me da unos besos para despedirme por la puerta grande de Italia y decir en Venezuela que no me fui liso, como dicen allá, nos reímos a carcajadas, la chica sale de su habitación sonriente avisa que se va a duchar mientras que sus amigas llegan, Ramiro se ofrece a lavar su espalda y me dejan solo con el encargo de atender el intercomunicador , si no han salido al llegar las amigas hay varias botellas de vino enfriándose desde temprano en la nevera, copas limpias en la cocina, que les diga quién soy, que ellos salen pronto, se van riendo por la habitación, la cual cierran, se oyen risas ahogadas y hasta gemidos, salgo al balcón para dejar de sentirme intruso, eso del amor siempre lo he considerado algo muy privado .
Al rato de mirar la nada desde el balcón recuerdo que desde ayer no me he conectado a internet, seguramente hay cientos de mensajes reclamando ser contestados, desecho la idea por no poder resolver nada, me hago el desentendido del asunto, suena el intercomunicador, al otro lado se oye un acento extraño, son voces de mujeres, les explico la situación y les abro la puerta, las recibo, son tres, una argentina, una italiana y una venezolana (solo de nacimiento según aclara horas más tarde), les sirvo vino blanco muy frío, un Chianti bastante aceptable que recibieron con beneplácito, nos presentamos.
La argentina dijo llamarse Bianca, la italiana Giovanna y la venezolana Ángela, las tres eran jóvenes, de menos de treinta y cinco, todas bellas en su estilo, la argentina igual que su compatriota de pelo teñido de rubio platinado, alta, flaca pero con curvas no muy pronunciadas , la italiana morena de aspecto asalvajado, tenía estilo de desenfado descuido muy cuidado con anteojos de montura de pasta que le daban aspecto intelectual, la otra, de curvas suaves pero insistentes, jeans desteñidos, suéter ajustado, usaba lentes, cabello rojo, teñido claro, labios pulposos de esos que invitan al beso, andar felino y acento deslenguado de la gente de mi tierra, con ella fue algo eléctrico, le hable de mis habilidades como fotógrafo e intento de escritor a pesar de mi formación científica, tuvimos muy buena química desde ese primer momento.
Hablamos tonteras, les explique quien era, que hacía allí, como conocí a la dueña del piso, ellas me contaron que fueron compañeras en la universidad, la italiana en realidad era argentina de nacimiento, vivió allá hasta graduarse y cuando la política empezó a torcerse se mudó a Italia, gracias a las redes sociales nunca perdió contacto con sus amigas y la última que quedaba allá era Serena, pero ya estaba resuelto el problema, esa noche era la primera vez que se reunían en ocho años, Ramiro y yo (pensé) no estábamos en la cuenta pero al parecer éramos bienvenidos, no les dije nada de mi amigo, preferí que ellas mismas se contaran el asunto.
La pareja emergió de las profundidades de la habitación, limpias, húmedas, frescas y felices, nadie cayó que ambos hubiesen podido hasta hace pocos años ser apedreados por faltas a la moral, me sonreí, mi amigo me miró de soslayo y asintió entendiendo cierto reparo en mi mirada.
Las amigas se saludaron, gritaron e hicieron todas esas cosas que hacen las mujeres cuando se reúnen, nos dejaron al margen mientras se ponían al día, la venezolana me miraba insistentemente, quería pensar que era mi imaginación o el deseo de que fuera realidad, mi amigo me confirmó lo que pensaba, me dije que la noche prometía, nos servimos más vino, Serena sacó unos entremeses, nos contamos chistes, la anfitriona les contó sobre su pareja y se rieron a carcajadas, se palmearon, el cura se sonrojó.
Como buenos emigrantes pusieron música de su tierra, escogieron, para mi sorpresa, una selección de Andrés Calamaro, Ramiro se sintió descolocado pues no sabía de esa música, en cambio yo soy fan del cantante, debo confesar que tengo toda su discografía y les dije que tenía más de los argentinos geniales en mi reproductor portátil, el cual saque de mi bolsillo para conectarlo a los altavoces, bailamos, nos reímos, claro, todo con sordina no vaya a ser que los vecinos se quejaran, no estábamos en Latinoamérica donde los escándalos se perdonan de vez en cuando. Las muchachas lloraron, los hombres casi, pero entre tragos, risas, bailes y conversas, nos fuimos calmando.
 Me retiré a un lado cuando el sueño y la borrachera no me dejaron en paz, me despedí y Ángela (así se llama la venezolana), me pidió compartir el taxi, no me negué, en el ascensor nos besamos, en el rellano casi nos desnudamos, ganó la sensatez de ella,  decidimos irnos a mi hotel, allí amanecimos desnudos y felices.
 La novela completa pueden conseguirla  Haciendo clik sobre este enlace
 




















miércoles, mayo 24, 2017

Monologo sobre la felicidad

Las personas más extrañas con las que me topo casi a diario no son aquellos profesionales universitarios que prefirieron lanzarse a estrellas del rap pero completan la quincena vendiendo “manualidades/artesanías” en una calle del centro, tampoco aquel amigo que decidió ser comunista pero que en igual termino de contrariedades es miembro activo de una facción católica ultraconservadora la cual funciona cerca de su casa y de paso se ha negado a terminar tres posgrados solo por no hacer tesis (eso lo entiendo), mucho menos otro que creció muy cerca de mi casa, jamás lo vi ni abrir un libro pero veinte años después me lo tropecé al encender la Tv, resulta tenía un programa en canal nacional ,leía el tarot y hacia horóscopos, la verdad casi caí de la cama al ver al hombre dando consejos astrológicos si lo último que supe es que se había graduado como técnico superior en mecánica industrial, una de esas carreras que tienen miles de egresados, muy lejos de lo oculto, jamás consideraría raro al empresario exitosísimo que no puede vivir sin fumar marihuana contradiciendo todo lo que me enseñaron de pequeño, eso de los drogadictos no llegan a nada y vaya que me golpeó la realidad.
Lo verdaderamente raro que me topo a diario es descubrir cuanto le gusta a la gente ser feliz siendo infeliz, no hay manera alguna para hacerles ver que tan jodidos están, ellos lo negarán ya que ese modus vivendi ha sido el motor básico de toda su naturaleza. La gente así constituye el 99.99999999999% de los seres sobre la tierra y por tanto manejan todos los hilos de poder, estamos rodeados. Tengo la impresión de que son los seres más nocivos del planeta pues en vez de moderar su perversión la esconden tras la fachada de “gente normal”, se reconocen entre sí con solo mirarse, lo peor es que tienen una capacidad enorme para formar bloques de fuerza y por el medio que sea se avienen censurar a aquellos que son diferentes, quienes en muchos casos son los únicos que parecieran ser absolutamente felices sin importar mucho las formas que a fin de cuentas  son aburridas.
La felicidad de los infelices “normales” puede ir desde vivir un matrimonio ahogador, castrador y controlador donde hasta el conyugue le pega a su pareja cada vez que se equivoca, pagan sumas millonarias en terapias pues el matrimonio va primero (no importa la excusa) en vez de separarse y respirarse adulto por primera vez en su vida, las apariencias importan un montón así como la imagen que otros puedan tener de ellos, el marido que mantiene vidas múltiples, las mujeres que arrasan hasta con los cuñados sin importar mucho que el esposo se entere pero se hace el pendejo mal viviendo por siglos hasta que la mujer decide sacárselo de encima, así la lista es increíblemente larga hasta caer en una nueva categoría de infelicidad que parte desde el hecho de la crisis, cada día veo más gente convencida de que todo es una porquería, que vive en el primer círculo del infierno de Dante, que la economía no alcanza para nada pero tampoco hace mucho por salir del lugar común de estar sin dinero.
Puedo entender la depresión pues la he vivido incluidos episodios terribles de ansiedad producidos por una dependencia a los ansiolíticos de los cuales no fue fácil librarse por aquello del síndrome de abstinencia, a causa de pérdidas y pobreza crítica (que ahora sé) tuvo mucho de inducida. Lo que no puedo entender es cuál es la razón por la cual se niegan a otras posibilidades para escapar un poco de la miseria, andar sin dinero ya es causa de depresión, de eso no hay duda.
Cuando uno anda sin dinero (creo) la primera opción debe ser buscar alguna fuente alterna de ingresos para que la quincena sea más cómoda, veo a tanta gente valiosa lamentándose en las redes sociales en vez de usar ese tiempo de vida en ser más productivos con esa conexión de wifi, así sea buscando información, bajando libros, ubicando posibles nichos para desarrollar un nuevo proyecto, así este sea el de criar lombrices para comer, miren que aprender siempre será productivo, vender alguna cosa, buscar aunque sean horas de clase en un taller de reciclado que eso con buen trabajo de investigación se aprende , no importa la cantidad de dinero esa actividad extra traiga, lo que sea se agradece.
Es verdad que la situación es difícil, que salir de la casa parece un campo de guerra donde nadie sabe en realidad cual es el enemigo , si la ley, el vecino del asiento en el autobús, el peatón que espera en la misma esquina, la señorita que te apretuja en el terrorífico momento de la hora pico en el metro y hasta sobre la cama pues uno jamás sabe si hay alguna bala ociosa buscando un techo donde caer y hay bastantes posibilidades de que sea el de uno, total en este país se mueren cientos al día haciendo ver a la frontera mexicana un dechado de calma y orden.
En fin, sabemos que la cuestión de sobrevivir en Venezuela es un lio tremendo de todos los días pero esa tampoco es excusa para dejarse ganar por la desesperanza y mal ocupar nuestro limitado uso cerebral (dicen que solo el 10% se usa así que no importa cuán genio seas, eso es solo lo que usas y es poco comparado por el otro 90% ocioso) en el asunto político, no pido que no le pongan atención, se vale acojonarse, lo que no se vale es perder el tiempo gritándole a las paredes a ver si entienden tu bronca y luego entristecerse por que no te devuelven los gritos.
Esa gente me incomoda pero lo más interesante es que yo los incomodo a ellos pues todos saben mi posición política, por alguna razón que desconozco muchos  me acusan de ser militante de izquierda, les explico las razones pero ni aun así entienden tampoco que no me agrada la derecha, que pienso que los extremos políticos son un fraude, que en pleno siglo XXI seguir peleando entre ser un miserable ignorante que solo se ocupa de recitar millones de líneas de memoria, todo eso invariablemente hace menciones al pueblo, el estado, la sagrada visión de la patria, el glorioso ejército,  la sangre de los próceres, lo malo del fascismo sin hacer reflexiones en torno a las políticas estatales de todos los gobiernos de izquierda que al parecer solo son expertos en llorantinas eternas honrando a unos héroes tan pillos y malandros como el peor esbirro de la derecha pero amparados bajo el aura de desvalidos de la que han llenado toda su historia (asco),  sin olvidar su gran deber para con el partido a quien debes obedecer por sobre todas las cosas para que puedas considerarte un rebelde con todo y boina que además hace mucho énfasis en el colonialismo y los imperios, conozco a muchos que recitan parafraseadas inmensas con una dialéctica que se derrumba ante el primer análisis serio.
Ese mismo interlocutor se sorprende cuando le hablo de que la derecha no me atrae, sobre todo por la idiotez que me parece eso de rendirle pleitesía al estado, ser de una religión “correcta”, estar esperando por el general fulano, el coronel mengano, la pendejada mojigata de la que todos los de la derecha se ufanan y por lo general de lo vacía que es la mentalidad de los borregos sin importar el lado político en que limiten, creo firmemente en que en el momento que la gente se deslastre de esos conceptos arqueológicos que sobre política manejan ambos extremos de la balanza quizás seamos un poco menos pobres.
Los felices infelices los encontramos en todas partes, no solo en la política, no contentos con ser esclavos de cosas que no pueden manejar pero si sufrir , en la política los dos extremos se tocan, hoy día hay un desbalance en eso de los extremos políticos y es lo normal que en algún momento la oposición llegará a ser gobierno sobre todo con tanto chavista infeliz que por fin está desatando su incomodidad, sin embargo este personaje volverá a ser miserable en el próximo gobierno y al grito de “yo pensé que era otra cosa” será parte de los infelices felices por ser miserables.
Esa multitud no contenta con maltratarse anímicamente ocupando neuronas valiosísimas maldiciendo a tirios y troyanos por lo escasa de su comida también se atiene a matrimonios frustrantes con parejas abominables y a veces reales monstruos que se dejaron afear de manera espantosa luego de años de casados para amargarle la vida al pobre hombre que la acompaña, igual hacen muchos hombres con sus mujeres, hacen de la infidelidad una fiesta que se critica a viva voz pero se practica como religión sin hacer mucho caso de a quien lastiman, de hecho es tan así el asunto que hay gente que me mira raro cuando les digo que no me he casado jamás por que no puedo entender que dos personas que se amen tengan que firmar un papel que en algún momento dejará de ser una muestra de amor para convertirse en una piedra de molino atada al cuello.
Desde que caí en cuenta de ese detalle miro con más espanto a tanta gente que vive en esas cavernas de dolor que llaman “normalidad” y que en realidad es una cadena muy pesada que lleva demasiada gente hasta hacernos pensar a los que no estamos bajo ese yugo que somos seres excepcionales, no mortales comunes y silvestres que nos preocupamos por nuestra salud mental.
Ese mal aire que todos respiramos nos tiene podrido el cerebro, la gente infelizmente feliz debería pensar alguna vez cuanto mal se hacen a sí mismos y a los demás con tanto mala augurio suelto. Me espanta la facilidad con la que los felices infelices mienten para lograr su cometido, no importa que sea para salir con una (o uno) de 25 y tú tienes 45 mientras que tu esposa tiene 35, solo que estás aburrido y te toca una cana al aire, igual con las damas, he visto hasta matrimonios que se pasan a sus respectivas parejas extramaritales por la cara y siguen durmiendo juntos odiandose cada mañana , tanto que terminan viéndose como hermanitos, eso es tan feo como morir condenado a llevar garrote vil, en todos los casos es que prefieren el confort de una mala vida de costumbres que una buena vida de descubrimientos, de obligarse a buscar otras cosas, fabricarse desafíos a la medida, si los pasas con éxito aplaudes, si no pues comienzas de nuevo antes que los años terminen de matar tu iniciativa, eso deberían hacer todos los felices infelices.
Imagino que entre los militares, políticos, jueces y todo aquel que tenga alguna posición publica importante es esclavo de sus apariencias, por tanto un infeliz más que no conoce otra cosa que la infelicidad por obligación, llegando incluso a desconocer otro tipo de felicidad que no sea efímera ni enturbiada por la sombra de la infelicidad que jamás los abandona.
Está bien no ser conforme, andar molesto, hasta odiar un poco a quien te ha hecho daño de manera directa o indirecta, eso es parte de la naturaleza humana, al parecer ser un infeliz feliz que disfruta de su miseria, se pavonea con los amigos/as por su capacidad de engaño, vivir en una eterna historia de esconderse para “salirse con la suya” sin verse obligado a dejar el infierno, de empleos que odian porque “hay que trabajar y eso no se disfruta”, de hacerse los ciegos sobre muchas cosas importantes solo por no ver que estás equivocado al final lo que parece importarles es ser iguales a los demás , que nadie los censure y llevar la moral (múltiple) a donde quiera que vayan.
Los felices infelices no pertenecen a un bando político específico, los hay en muchas formas, colores, estratos sociales, estatus socioculturales y hasta con tópicos sexuales definidos, gracias a ellos el mundo es la porquería que es, las escuelas apestan. Curiosamente en el único sitio donde su poder es limitado es en las universidades donde siendo mayoría no tienen el calado profundo y absoluto por aquello de que allá los jóvenes viven a otro ritmo con excepción de los muy estúpidos que asumen a ciertos personajes como modelos a imitar, asunto que deja muy mal la inteligencia de esos muchachos.
Creo que la verdadera revolución debe llegar por el camino de la sinceridad, de mirarse al espejo y tomar decisiones duras pero necesarias, dejar de pensar con el estómago y comenzar a usar el cerebro para cosas productivas que van desde descubrir cómo hacer más dinero sin quebrantar ninguna ley , ser fiel a su pareja y si no se puede dejarla para poder andar desatado hasta que por agotamiento te amancebes con alguien a quien no te provoque abandonar luego de cometida la fechoría, dejar las mentiras así eso signifique perder, investigar en profundidad antes de opinar y comenzar a pensar seriamente en que la única verdad en la vida es que algún día nos vamos a morir, por cierto hasta eso es dudoso si pensamos en lo del espíritu, la energía, los universos paralelos, dios, los extraterrestres y pare usted de contar teorías que nos hablan de otra vida más allá de la miserable existencia humana. Ojalá la próxima gran epidemia sea   un caso grave y global de Anastomosis para que alguna vez podamos ser liberados de la gran logia universal de los felices infelices que nos gobiernan desde la “normalidad”.
José Ramón Briceño, 2017
@jbdiwancomeback
Ensayo sobre la infelicidad/feliz
Las personas más extrañas con las que me topo casi a diario no son aquellos profesionales universitarios que prefirieron lanzarse a estrellas del rap pero completan la quincena vendiendo “manualidades/artesanías” en una calle del centro, tampoco aquel amigo que decidió ser comunista pero que en igual termino de contrariedades es miembro activo de una facción católica ultraconservadora la cual funciona cerca de su casa y de paso se ha negado a terminar tres posgrados solo por no hacer tesis (eso lo entiendo), mucho menos otro que creció muy cerca de mi casa, jamás lo vi ni abrir un libro pero veinte años después me lo tropecé al encender la Tv, resulta tenía un programa en canal nacional ,leía el tarot y hacia horóscopos, la verdad casi caí de la cama al ver al hombre dando consejos astrológicos si lo último que supe es que se había graduado como técnico superior en mecánica industrial, una de esas carreras que tienen miles de egresados, muy lejos de lo oculto, jamás consideraría raro al empresario exitosísimo que no puede vivir sin fumar marihuana contradiciendo todo lo que me enseñaron de pequeño, eso de los drogadictos no llegan a nada y vaya que me golpeó la realidad.
Lo verdaderamente raro que me topo a diario es descubrir cuanto le gusta a la gente ser feliz siendo infeliz, no hay manera alguna para hacerles ver que tan jodidos están, ellos lo negarán ya que ese modus vivendi ha sido el motor básico de toda su naturaleza. La gente así constituye el 99.99999999999% de los seres sobre la tierra y por tanto manejan todos los hilos de poder, estamos rodeados. Tengo la impresión de que son los seres más nocivos del planeta pues en vez de moderar su perversión la esconden tras la fachada de “gente normal”, se reconocen entre sí con solo mirarse, lo peor es que tienen una capacidad enorme para formar bloques de fuerza y por el medio que sea se avienen censurar a aquellos que son diferentes, quienes en muchos casos son los únicos que parecieran ser absolutamente felices sin importar mucho las formas que a fin de cuentas  son aburridas.
La felicidad de los infelices “normales” puede ir desde vivir un matrimonio ahogador, castrador y controlador donde hasta el conyugue le pega a su pareja cada vez que se equivoca, pagan sumas millonarias en terapias pues el matrimonio va primero (no importa la excusa) en vez de separarse y respirarse adulto por primera vez en su vida, las apariencias importan un montón así como la imagen que otros puedan tener de ellos, el marido que mantiene vidas múltiples, las mujeres que arrasan hasta con los cuñados sin importar mucho que el esposo se entere pero se hace el pendejo mal viviendo por siglos hasta que la mujer decide sacárselo de encima, así la lista es increíblemente larga hasta caer en una nueva categoría de infelicidad que parte desde el hecho de la crisis, cada día veo más gente convencida de que todo es una porquería, que vive en el primer círculo del infierno de Dante, que la economía no alcanza para nada pero tampoco hace mucho por salir del lugar común de estar sin dinero.
Puedo entender la depresión pues la he vivido incluidos episodios terribles de ansiedad producidos por una dependencia a los ansiolíticos de los cuales no fue fácil librarse por aquello del síndrome de abstinencia, a causa de pérdidas y pobreza crítica (que ahora sé) tuvo mucho de inducida. Lo que no puedo entender es cuál es la razón por la cual se niegan a otras posibilidades para escapar un poco de la miseria, andar sin dinero ya es causa de depresión, de eso no hay duda.
Cuando uno anda sin dinero (creo) la primera opción debe ser buscar alguna fuente alterna de ingresos para que la quincena sea más cómoda, veo a tanta gente valiosa lamentándose en las redes sociales en vez de usar ese tiempo de vida en ser más productivos con esa conexión de wifi, así sea buscando información, bajando libros, ubicando posibles nichos para desarrollar un nuevo proyecto, así este sea el de criar lombrices para comer, miren que aprender siempre será productivo, vender alguna cosa, buscar aunque sean horas de clase en un taller de reciclado que eso con buen trabajo de investigación se aprende , no importa la cantidad de dinero esa actividad extra traiga, lo que sea se agradece.
Es verdad que la situación es difícil, que salir de la casa parece un campo de guerra donde nadie sabe en realidad cual es el enemigo , si la ley, el vecino del asiento en el autobús, el peatón que espera en la misma esquina, la señorita que te apretuja en el terrorífico momento de la hora pico en el metro y hasta sobre la cama pues uno jamás sabe si hay alguna bala ociosa buscando un techo donde caer y hay bastantes posibilidades de que sea el de uno, total en este país se mueren cientos al día haciendo ver a la frontera mexicana un dechado de calma y orden.
En fin, sabemos que la cuestión de sobrevivir en Venezuela es un lio tremendo de todos los días pero esa tampoco es excusa para dejarse ganar por la desesperanza y mal ocupar nuestro limitado uso cerebral (dicen que solo el 10% se usa así que no importa cuán genio seas, eso es solo lo que usas y es poco comparado por el otro 90% ocioso) en el asunto político, no pido que no le pongan atención, se vale acojonarse, lo que no se vale es perder el tiempo gritándole a las paredes a ver si entienden tu bronca y luego entristecerse por que no te devuelven los gritos.
Esa gente me incomoda pero lo más interesante es que yo los incomodo a ellos pues todos saben mi posición política, por alguna razón que desconozco muchos  me acusan de ser militante de izquierda, les explico las razones pero ni aun así entienden tampoco que no me agrada la derecha, que pienso que los extremos políticos son un fraude, que en pleno siglo XXI seguir peleando entre ser un miserable ignorante que solo se ocupa de recitar millones de líneas de memoria, todo eso invariablemente hace menciones al pueblo, el estado, la sagrada visión de la patria, el glorioso ejército,  la sangre de los próceres, lo malo del fascismo sin hacer reflexiones en torno a las políticas estatales de todos los gobiernos de izquierda que al parecer solo son expertos en llorantinas eternas honrando a unos héroes tan pillos y malandros como el peor esbirro de la derecha pero amparados bajo el aura de desvalidos de la que han llenado toda su historia (asco),  sin olvidar su gran deber para con el partido a quien debes obedecer por sobre todas las cosas para que puedas considerarte un rebelde con todo y boina que además hace mucho énfasis en el colonialismo y los imperios, conozco a muchos que recitan parafraseadas inmensas con una dialéctica que se derrumba ante el primer análisis serio.
Ese mismo interlocutor se sorprende cuando le hablo de que la derecha no me atrae, sobre todo por la idiotez que me parece eso de rendirle pleitesía al estado, ser de una religión “correcta”, estar esperando por el general fulano, el coronel mengano, la pendejada mojigata de la que todos los de la derecha se ufanan y por lo general de lo vacía que es la mentalidad de los borregos sin importar el lado político en que limiten, creo firmemente en que en el momento que la gente se deslastre de esos conceptos arqueológicos que sobre política manejan ambos extremos de la balanza quizás seamos un poco menos pobres.
Los felices infelices los encontramos en todas partes, no solo en la política, no contentos con ser esclavos de cosas que no pueden manejar pero si sufrir , en la política los dos extremos se tocan, hoy día hay un desbalance en eso de los extremos políticos y es lo normal que en algún momento la oposición llegará a ser gobierno sobre todo con tanto chavista infeliz que por fin está desatando su incomodidad, sin embargo este personaje volverá a ser miserable en el próximo gobierno y al grito de “yo pensé que era otra cosa” será parte de los infelices felices por ser miserables.
Esa multitud no contenta con maltratarse anímicamente ocupando neuronas valiosísimas maldiciendo a tirios y troyanos por lo escasa de su comida también se atiene a matrimonios frustrantes con parejas abominables y a veces reales monstruos que se dejaron afear de manera espantosa luego de años de casados para amargarle la vida al pobre hombre que la acompaña, igual hacen muchos hombres con sus mujeres, hacen de la infidelidad una fiesta que se critica a viva voz pero se practica como religión sin hacer mucho caso de a quien lastiman, de hecho es tan así el asunto que hay gente que me mira raro cuando les digo que no me he casado jamás por que no puedo entender que dos personas que se amen tengan que firmar un papel que en algún momento dejará de ser una muestra de amor para convertirse en una piedra de molino atada al cuello.
Desde que caí en cuenta de ese detalle miro con más espanto a tanta gente que vive en esas cavernas de dolor que llaman “normalidad” y que en realidad es una cadena muy pesada que lleva demasiada gente hasta hacernos pensar a los que no estamos bajo ese yugo que somos seres excepcionales, no mortales comunes y silvestres que nos preocupamos por nuestra salud mental.
Ese mal aire que todos respiramos nos tiene podrido el cerebro, la gente infelizmente feliz debería pensar alguna vez cuanto mal se hacen a sí mismos y a los demás con tanto mala augurio suelto. Me espanta la facilidad con la que los felices infelices mienten para lograr su cometido, no importa que sea para salir con una (o uno) de 25 y tú tienes 45 mientras que tu esposa tiene 35, solo que estás aburrido y te toca una cana al aire, igual con las damas, he visto hasta matrimonios que se pasan a sus respectivas parejas extramaritales por la cara y siguen durmiendo juntos odiandose cada mañana , tanto que terminan viéndose como hermanitos, eso es tan feo como morir condenado a llevar garrote vil, en todos los casos es que prefieren el confort de una mala vida de costumbres que una buena vida de descubrimientos, de obligarse a buscar otras cosas, fabricarse desafíos a la medida, si los pasas con éxito aplaudes, si no pues comienzas de nuevo antes que los años terminen de matar tu iniciativa, eso deberían hacer todos los felices infelices.
Imagino que entre los militares, políticos, jueces y todo aquel que tenga alguna posición publica importante es esclavo de sus apariencias, por tanto un infeliz más que no conoce otra cosa que la infelicidad por obligación, llegando incluso a desconocer otro tipo de felicidad que no sea efímera ni enturbiada por la sombra de la infelicidad que jamás los abandona.
Está bien no ser conforme, andar molesto, hasta odiar un poco a quien te ha hecho daño de manera directa o indirecta, eso es parte de la naturaleza humana, al parecer ser un infeliz feliz que disfruta de su miseria, se pavonea con los amigos/as por su capacidad de engaño, vivir en una eterna historia de esconderse para “salirse con la suya” sin verse obligado a dejar el infierno, de empleos que odian porque “hay que trabajar y eso no se disfruta”, de hacerse los ciegos sobre muchas cosas importantes solo por no ver que estás equivocado al final lo que parece importarles es ser iguales a los demás , que nadie los censure y llevar la moral (múltiple) a donde quiera que vayan.
Los felices infelices no pertenecen a un bando político específico, los hay en muchas formas, colores, estratos sociales, estatus socioculturales y hasta con tópicos sexuales definidos, gracias a ellos el mundo es la porquería que es, las escuelas apestan. Curiosamente en el único sitio donde su poder es limitado es en las universidades donde siendo mayoría no tienen el calado profundo y absoluto por aquello de que allá los jóvenes viven a otro ritmo con excepción de los muy estúpidos que asumen a ciertos personajes como modelos a imitar, asunto que deja muy mal la inteligencia de esos muchachos.
Creo que la verdadera revolución debe llegar por el camino de la sinceridad, de mirarse al espejo y tomar decisiones duras pero necesarias, dejar de pensar con el estómago y comenzar a usar el cerebro para cosas productivas que van desde descubrir cómo hacer más dinero sin quebrantar ninguna ley , ser fiel a su pareja y si no se puede dejarla para poder andar desatado hasta que por agotamiento te amancebes con alguien a quien no te provoque abandonar luego de cometida la fechoría, dejar las mentiras así eso signifique perder, investigar en profundidad antes de opinar y comenzar a pensar seriamente en que la única verdad en la vida es que algún día nos vamos a morir, por cierto hasta eso es dudoso si pensamos en lo del espíritu, la energía, los universos paralelos, dios, los extraterrestres y pare usted de contar teorías que nos hablan de otra vida más allá de la miserable existencia humana. Ojalá la próxima gran epidemia sea   un caso grave y global de Anastomosis para que alguna vez podamos ser liberados de la gran logia universal de los felices infelices que nos gobiernan desde la “normalidad”.
José Ramón Briceño, 2017
@jbdiwancomeback















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Ensayo sobre la infelicidad/feliz
Las personas más extrañas con las que me topo casi a diario no son aquellos profesionales universitarios que prefirieron lanzarse a estrellas del rap pero completan la quincena vendiendo “manualidades/artesanías” en una calle del centro, tampoco aquel amigo que decidió ser comunista pero que en igual termino de contrariedades es miembro activo de una facción católica ultraconservadora la cual funciona cerca de su casa y de paso se ha negado a terminar tres posgrados solo por no hacer tesis (eso lo entiendo), mucho menos otro que creció muy cerca de mi casa, jamás lo vi ni abrir un libro pero veinte años después me lo tropecé al encender la Tv, resulta tenía un programa en canal nacional ,leía el tarot y hacia horóscopos, la verdad casi caí de la cama al ver al hombre dando consejos astrológicos si lo último que supe es que se había graduado como técnico superior en mecánica industrial, una de esas carreras que tienen miles de egresados, muy lejos de lo oculto, jamás consideraría raro al empresario exitosísimo que no puede vivir sin fumar marihuana contradiciendo todo lo que me enseñaron de pequeño, eso de los drogadictos no llegan a nada y vaya que me golpeó la realidad.
Lo verdaderamente raro que me topo a diario es descubrir cuanto le gusta a la gente ser feliz siendo infeliz, no hay manera alguna para hacerles ver que tan jodidos están, ellos lo negarán ya que ese modus vivendi ha sido el motor básico de toda su naturaleza. La gente así constituye el 99.99999999999% de los seres sobre la tierra y por tanto manejan todos los hilos de poder, estamos rodeados. Tengo la impresión de que son los seres más nocivos del planeta pues en vez de moderar su perversión la esconden tras la fachada de “gente normal”, se reconocen entre sí con solo mirarse, lo peor es que tienen una capacidad enorme para formar bloques de fuerza y por el medio que sea se avienen censurar a aquellos que son diferentes, quienes en muchos casos son los únicos que parecieran ser absolutamente felices sin importar mucho las formas que a fin de cuentas  son aburridas.
La felicidad de los infelices “normales” puede ir desde vivir un matrimonio ahogador, castrador y controlador donde hasta el conyugue le pega a su pareja cada vez que se equivoca, pagan sumas millonarias en terapias pues el matrimonio va primero (no importa la excusa) en vez de separarse y respirarse adulto por primera vez en su vida, las apariencias importan un montón así como la imagen que otros puedan tener de ellos, el marido que mantiene vidas múltiples, las mujeres que arrasan hasta con los cuñados sin importar mucho que el esposo se entere pero se hace el pendejo mal viviendo por siglos hasta que la mujer decide sacárselo de encima, así la lista es increíblemente larga hasta caer en una nueva categoría de infelicidad que parte desde el hecho de la crisis, cada día veo más gente convencida de que todo es una porquería, que vive en el primer círculo del infierno de Dante, que la economía no alcanza para nada pero tampoco hace mucho por salir del lugar común de estar sin dinero.
Puedo entender la depresión pues la he vivido incluidos episodios terribles de ansiedad producidos por una dependencia a los ansiolíticos de los cuales no fue fácil librarse por aquello del síndrome de abstinencia, a causa de pérdidas y pobreza crítica (que ahora sé) tuvo mucho de inducida. Lo que no puedo entender es cuál es la razón por la cual se niegan a otras posibilidades para escapar un poco de la miseria, andar sin dinero ya es causa de depresión, de eso no hay duda.
Cuando uno anda sin dinero (creo) la primera opción debe ser buscar alguna fuente alterna de ingresos para que la quincena sea más cómoda, veo a tanta gente valiosa lamentándose en las redes sociales en vez de usar ese tiempo de vida en ser más productivos con esa conexión de wifi, así sea buscando información, bajando libros, ubicando posibles nichos para desarrollar un nuevo proyecto, así este sea el de criar lombrices para comer, miren que aprender siempre será productivo, vender alguna cosa, buscar aunque sean horas de clase en un taller de reciclado que eso con buen trabajo de investigación se aprende , no importa la cantidad de dinero esa actividad extra traiga, lo que sea se agradece.
Es verdad que la situación es difícil, que salir de la casa parece un campo de guerra donde nadie sabe en realidad cual es el enemigo , si la ley, el vecino del asiento en el autobús, el peatón que espera en la misma esquina, la señorita que te apretuja en el terrorífico momento de la hora pico en el metro y hasta sobre la cama pues uno jamás sabe si hay alguna bala ociosa buscando un techo donde caer y hay bastantes posibilidades de que sea el de uno, total en este país se mueren cientos al día haciendo ver a la frontera mexicana un dechado de calma y orden.
En fin, sabemos que la cuestión de sobrevivir en Venezuela es un lio tremendo de todos los días pero esa tampoco es excusa para dejarse ganar por la desesperanza y mal ocupar nuestro limitado uso cerebral (dicen que solo el 10% se usa así que no importa cuán genio seas, eso es solo lo que usas y es poco comparado por el otro 90% ocioso) en el asunto político, no pido que no le pongan atención, se vale acojonarse, lo que no se vale es perder el tiempo gritándole a las paredes a ver si entienden tu bronca y luego entristecerse por que no te devuelven los gritos.
Esa gente me incomoda pero lo más interesante es que yo los incomodo a ellos pues todos saben mi posición política, por alguna razón que desconozco muchos  me acusan de ser militante de izquierda, les explico las razones pero ni aun así entienden tampoco que no me agrada la derecha, que pienso que los extremos políticos son un fraude, que en pleno siglo XXI seguir peleando entre ser un miserable ignorante que solo se ocupa de recitar millones de líneas de memoria, todo eso invariablemente hace menciones al pueblo, el estado, la sagrada visión de la patria, el glorioso ejército,  la sangre de los próceres, lo malo del fascismo sin hacer reflexiones en torno a las políticas estatales de todos los gobiernos de izquierda que al parecer solo son expertos en llorantinas eternas honrando a unos héroes tan pillos y malandros como el peor esbirro de la derecha pero amparados bajo el aura de desvalidos de la que han llenado toda su historia (asco),  sin olvidar su gran deber para con el partido a quien debes obedecer por sobre todas las cosas para que puedas considerarte un rebelde con todo y boina que además hace mucho énfasis en el colonialismo y los imperios, conozco a muchos que recitan parafraseadas inmensas con una dialéctica que se derrumba ante el primer análisis serio.
Ese mismo interlocutor se sorprende cuando le hablo de que la derecha no me atrae, sobre todo por la idiotez que me parece eso de rendirle pleitesía al estado, ser de una religión “correcta”, estar esperando por el general fulano, el coronel mengano, la pendejada mojigata de la que todos los de la derecha se ufanan y por lo general de lo vacía que es la mentalidad de los borregos sin importar el lado político en que limiten, creo firmemente en que en el momento que la gente se deslastre de esos conceptos arqueológicos que sobre política manejan ambos extremos de la balanza quizás seamos un poco menos pobres.
Los felices infelices los encontramos en todas partes, no solo en la política, no contentos con ser esclavos de cosas que no pueden manejar pero si sufrir , en la política los dos extremos se tocan, hoy día hay un desbalance en eso de los extremos políticos y es lo normal que en algún momento la oposición llegará a ser gobierno sobre todo con tanto chavista infeliz que por fin está desatando su incomodidad, sin embargo este personaje volverá a ser miserable en el próximo gobierno y al grito de “yo pensé que era otra cosa” será parte de los infelices felices por ser miserables.
Esa multitud no contenta con maltratarse anímicamente ocupando neuronas valiosísimas maldiciendo a tirios y troyanos por lo escasa de su comida también se atiene a matrimonios frustrantes con parejas abominables y a veces reales monstruos que se dejaron afear de manera espantosa luego de años de casados para amargarle la vida al pobre hombre que la acompaña, igual hacen muchos hombres con sus mujeres, hacen de la infidelidad una fiesta que se critica a viva voz pero se practica como religión sin hacer mucho caso de a quien lastiman, de hecho es tan así el asunto que hay gente que me mira raro cuando les digo que no me he casado jamás por que no puedo entender que dos personas que se amen tengan que firmar un papel que en algún momento dejará de ser una muestra de amor para convertirse en una piedra de molino atada al cuello.
Desde que caí en cuenta de ese detalle miro con más espanto a tanta gente que vive en esas cavernas de dolor que llaman “normalidad” y que en realidad es una cadena muy pesada que lleva demasiada gente hasta hacernos pensar a los que no estamos bajo ese yugo que somos seres excepcionales, no mortales comunes y silvestres que nos preocupamos por nuestra salud mental.
Ese mal aire que todos respiramos nos tiene podrido el cerebro, la gente infelizmente feliz debería pensar alguna vez cuanto mal se hacen a sí mismos y a los demás con tanto mala augurio suelto. Me espanta la facilidad con la que los felices infelices mienten para lograr su cometido, no importa que sea para salir con una (o uno) de 25 y tú tienes 45 mientras que tu esposa tiene 35, solo que estás aburrido y te toca una cana al aire, igual con las damas, he visto hasta matrimonios que se pasan a sus respectivas parejas extramaritales por la cara y siguen durmiendo juntos odiandose cada mañana , tanto que terminan viéndose como hermanitos, eso es tan feo como morir condenado a llevar garrote vil, en todos los casos es que prefieren el confort de una mala vida de costumbres que una buena vida de descubrimientos, de obligarse a buscar otras cosas, fabricarse desafíos a la medida, si los pasas con éxito aplaudes, si no pues comienzas de nuevo antes que los años terminen de matar tu iniciativa, eso deberían hacer todos los felices infelices.
Imagino que entre los militares, políticos, jueces y todo aquel que tenga alguna posición publica importante es esclavo de sus apariencias, por tanto un infeliz más que no conoce otra cosa que la infelicidad por obligación, llegando incluso a desconocer otro tipo de felicidad que no sea efímera ni enturbiada por la sombra de la infelicidad que jamás los abandona.
Está bien no ser conforme, andar molesto, hasta odiar un poco a quien te ha hecho daño de manera directa o indirecta, eso es parte de la naturaleza humana, al parecer ser un infeliz feliz que disfruta de su miseria, se pavonea con los amigos/as por su capacidad de engaño, vivir en una eterna historia de esconderse para “salirse con la suya” sin verse obligado a dejar el infierno, de empleos que odian porque “hay que trabajar y eso no se disfruta”, de hacerse los ciegos sobre muchas cosas importantes solo por no ver que estás equivocado al final lo que parece importarles es ser iguales a los demás , que nadie los censure y llevar la moral (múltiple) a donde quiera que vayan.
Los felices infelices no pertenecen a un bando político específico, los hay en muchas formas, colores, estratos sociales, estatus socioculturales y hasta con tópicos sexuales definidos, gracias a ellos el mundo es la porquería que es, las escuelas apestan. Curiosamente en el único sitio donde su poder es limitado es en las universidades donde siendo mayoría no tienen el calado profundo y absoluto por aquello de que allá los jóvenes viven a otro ritmo con excepción de los muy estúpidos que asumen a ciertos personajes como modelos a imitar, asunto que deja muy mal la inteligencia de esos muchachos.
Creo que la verdadera revolución debe llegar por el camino de la sinceridad, de mirarse al espejo y tomar decisiones duras pero necesarias, dejar de pensar con el estómago y comenzar a usar el cerebro para cosas productivas que van desde descubrir cómo hacer más dinero sin quebrantar ninguna ley , ser fiel a su pareja y si no se puede dejarla para poder andar desatado hasta que por agotamiento te amancebes con alguien a quien no te provoque abandonar luego de cometida la fechoría, dejar las mentiras así eso signifique perder, investigar en profundidad antes de opinar y comenzar a pensar seriamente en que la única verdad en la vida es que algún día nos vamos a morir, por cierto hasta eso es dudoso si pensamos en lo del espíritu, la energía, los universos paralelos, dios, los extraterrestres y pare usted de contar teorías que nos hablan de otra vida más allá de la miserable existencia humana. Ojalá la próxima gran epidemia sea   un caso grave y global de Anastomosis para que alguna vez podamos ser liberados de la gran logia universal de los felices infelices que nos gobiernan desde la “normalidad”.
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José Ramón Briceño, 2017
@jbdiwancomeback
















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martes, mayo 09, 2017

Odiar no siempre es pecado

He oído en distintas ocasiones a tal o cual funcionario dando declaraciones sobe el odio que les tiene la oposición mientas que ellos solo dan amor, la verdad cada vez que los escucho casi vomito de tanto asco que me da eso de que un ser teóricamente inteligente diga estupideces de ese tenor y lo peor, que otra persona también (pensamos) inteligente se trague tal idiotez.
Puedo afirmar que si hay mucho odio en contra del gobierno, no veo razón para enmascararlo ni inventar alguna fórmula retorica que lo disfrace, si mi sueldo no alcanza para comer ningún mes ¿de quién es la culpa?, si no encuentro en ninguna parte las medicinas para cualquier se querido incluyendo a uno mismo ¿es culpa de quién? Si no encuentro empleo, mi calidad de vida es peor, no veo futuro, vivo un proceso de ranchificación  acelerada sin que vea salida posible más que morir de mengua, se muere algún familiar por no tener una medicina, una operación. Es más, este gobierno es tan porquería que hasta a los emigrantes les joden la vida, ¿Cuántos compatriotas no están indocumentados y presos (figurativamente) en el extranjero por no tener pasaporte? ¿Cuántos se fueron confiados en los tratados Mercosur y ahora son parias sin futuro?
Volviendo a las fronteras ¿Cuánta gente no se sentirá asqueada al saber que quien mató a su se querido es ahora feliz usuario de las cárceles donde los presos mandan más que los custodios?, ¿Dónde está el futuro de los estudiantes universitarios? , quien pagará los muertos por la salvajada policial en las protestas? , ahora bien , ya vistas todas esas peguntas , ¿no hay razones para odiar al gobierno?.
Por mí, el Papa puede seguir dando su misa dominical en la Plaza San Pedro  y pontificar  sobre unos valores cristianos que si bien son muy lindos, solo aplican en países donde la cultura, educación, futuro y hasta la historia son reverenciados, no en estados como este donde ser bárbaro e ignorante se celebra hasta con altos cargos  y se festejan con “dignidad revolucionaria” .
Volviendo al odio, no creo  que nadie en su sano juicio pueda ser feliz ente tanta desazón y lo más lógico es que se busquen culpables y de paso que tengan la aspiración (muy sana por demás)  de castigar a esos culpables, que esto genere un muy sano ambiente de repulsa también es absolutamente normal, hasta ahí no veo gran problema. Detestar u odiar es un sentimiento absolutamente natural en el ser humano, máxime cuando se ha sido maltratado de todos los modos posibles y en este país todos hemos sufrido maltratos, desde no encontrar alguna medicina, empleo, sueldo decente, comida, calidad de vida y hasta lograr  algún trámite legal sin que medie algún pago bajo cuerda para acelerar el documento, todo de manera ilegal a fin de procurar el trámite sin mayor tardanza. Eso para no repetir la cantaleta de cosas que nos faltan a los ciudadanos de a pie.
Así que ese discurso sobre cuanto odiamos a estos funcionarios es algo que no debe llenar  de pesar a nadie por muy cristiano que sea, al final esa reacción del gobierno solamente es un chantaje emotivo para hacemos sentir incomodos. Solo es una fracción de los largos y cuidados llantos de los pobres adalides de la izquierda, cuya finalidad es disfrazar su total estupidez administrativa en cuanto para gerenciar  las riquezas (reales o ficticias) de este país, hacen gala de todo el mal sentimiento que en teoría engloba el odio, pero si no tuviésemos esa capacidad de detestar  hasta límites complicados de explicar no seriamos humanos, tampoco podríamos establecer las normas de convivencia ni hubiésemos logrado  nada en nuestra historia. Sin el odio no existiría ningún movimiento independentista, no ceo que los fundadores de la patria hayan ido a las guerras con pensamientos beatíficos de paz y amor pues la guerra es a muerte y eso no habla nada en pos del cariño hacia el enemigo, las grandes gestas nunca se hicieron utilizando el amor más que de manera retórica, la humanidad siempre se ha valido del odio para lograr grandes cosas, que después los poetas o estadistas encubran todo con algún discurso grandilocuente es otro asunto.
Todo el mundo odia a las ratas o las cucarachas (por nombrar dos plagas “estándares” que aplican al símil)  y a nadie le incomodaría eliminarlas de la faz de la tierra, a las ratas hay que desaparecerlas, aunque se vistan de rojo ratas se quedan. Querido lector (si está en Venezuela), use su odio de manera constructiva para que tengamos en algún momento el país que soñamos y no esta pesadilla de la que todavía no despertamos.
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José Ramón Briceño, 2017
@jbdiwancomeback