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miércoles, enero 30, 2019

¿Ahora que?


En Venezuela (por fin) soplan vientos de cambio, luego de tantas decepciones, tanta desilusión, hambre, dolor y rabia al parecer están a punto de morder el polvo en Miraflores, debería estar feliz, aunque de verdad es una maravilla estar acá para presenciarlo también estoy muy preocupado. La historia del gobierno chavista y ahora madurista durante estos 20 años es harto conocida, por tanto, sabemos todos que detrás de los políticos hay toda una estructura de crimen que necesariamente debe ser limpiada a fondo, las instituciones replanteadas y en fin, todo un cumulo de cambios telúricos pero necesarios en vista de la situación nacional, eso es excelente, pero he ahí parte de mi angustia.

Si se da de manera voluntaria, con del impulso de los militares locales seguramente serán algunas escaramuzas de tres días y en un mes máximo se reestablece la “normalidad”. Ahora bien, si como pintan los milicos venezolanos solo sirven para matraquear acá habrá una intervención armada el asunto se agrava, digamos que son los enviados del arcángel Miguel que van a acabar con Satanás y sus secuaces , igual en medio de su santidad no sabrán exactamente a quien disparar, detener o llevar a juicio , cuando menos no al principio, mientras aprenden a establecer diferencias a partir de características específicas , todos vamos a ser sospechosos por lo que aun sin querer deberemos ser participes activos pues a los mirones los arrastran las balas. Por otra parte, ¿comeremos? ¿habrá trabajo o sueldos?, los que laboran como empleados de bajo y medio rango en ese gran elefante blanco llamado administración pública ¿Cómo quedaremos? ¿seremos despedidos?

A pesar de ser profesor no trabajo de tal por muchas cosas, pero entre todas ellas la principal es salarial, donde laboro si bien no gano la gran cosa cuando menos no es de sueldo básico y aunque NO tengo carnet de la patria y me he negado a sacarlo, jamás he ido a una marcha chavista ni obligado, hay miles de páginas escritas y firmadas por mi dónde explico mi fobia al gobierno y por un milagro del universo no me han despedido (aun). Ahora bien, cuando se vaya el desgraciado del presidente necesariamente viene un periodo de ajuste, como todo ajuste será cataclismico, ¿Dónde quedaremos? ¿Volveremos a nuestros empleos? ¿nos damos por botados? ¿Qué haremos ahora?

Sería interesante que alguien levantase la voz, no para hablar pendejadas sobre cómo van a acabar con la plaga roja por que eso ya sabemos que toca hacerlo con urgencia, el asunto es que deberían hablarnos de como será la vida en el poschavismo. Ok, tenemos muchas esperanzas, sabemos que van a volver muchas inversiones, que luego de bajados los fuegos, después de acabado el plomo, como vamos a recuperar nuestra vida. Estoy preocupado y esperanzado a partes iguales, veamos que sucede, ojalá mis tenores sean infundados, que luego de pasada la ola pueda contar la anécdota sin más lagrimas que las de los malos recuerdos de antes de que Maduro se llevara toda su peste y que no se sumen las del proceso, que no se lleve a la gente valiosa y que la otra pues desaparezca en un fogonazo de lucidez.
José Briceño, 2019

lunes, enero 21, 2019

Buenos deseos



Aunque tardío igual aún está empezando el año y bien vale dejar claras algunas cosas para ver si de esa manera algo mejora y como sé que tengo lectores alrededor del globo quizás algo pase.

Cada nuevo año, la costumbre manda que se debe desear cosas buenísimas para todos los seres humanos, de hecho ,hay quienes aseguran que toca mandar nuestros mejores deseos, sin que sea muy relevante quien salga premiado con las buenas vibras dejadas al viento de forma tan irresponsable, por supuesto tampoco es relevante que los conozcan o que pudieren haber tenido alguna relevancia en tu vida, igual debes ser buena onda y derramar bendiciones de manera insensata para poder ser considerado una persona políticamente correcta. he llegado a la conclusión de que no estoy de acuerdo con esa norma, es absurdo andar perdiendo energías en desear el bien a seres a quienes mi vida no les interesa en lo más mínimo, mucho menos a gente que no sabe que existo, eso aplica hasta para familiares a quienes considero tan nocivos que es preferible ignorarlos a seguir el idiota ejercicio de la hipocresía filial para mantener unas formas que al final no interesan mucho a nadie en realidad.
Imaginemos por un momento que tenemos un arranque de bondad mística y generamos una cantidad importante de buenas vibraciones de forma indiscriminada, en el camino, esas energías terminan otorgando buenas cosas a los malvados que andan por ahí haciendo de las suyas, que en al caso venezolano hay tantos que hace complicado señalarlos de forma individual por lo que solo haré alusión a unos cuantos que están en la cúspide de mis antipatías más arraigadas, digamos que a las doce en punto terminé deseando feliz años y esa energía terminó de dar un buen año a varios guardias nacionales cuyos mejores propósito de año nuevo consiste en seguir asaltando impunemente a todos aquellos que viven (como yo) en minusvalía contra el poder, así cumplirían el sueño de tener miles de dólares asentados bajo la sangre y la rabia de tantos otros inocentes agraviados por quienes deben ser garantes de la  ley pero que viven de infringirla , igual aplicaría con el policía cuyo sustento básico depende de la paga semanal de varios narco traficantes cuya diversión (entre muchas) es la de violar niñas, matar jóvenes y pervertir todo a su alrededor sólo por cumplir sus deseos malsanos de prosperidad económica , el malvado que asalta , mata o roba como forma de vida, el político que roba los fondos para medicinas (alimentos , educación o cualquier otro bien público) y que “sin querer queriendo” lleva una muy prospera empresa basada en la correcta implementación del concepto corporativo de la corruptela generalizada donde solo pierden quienes creen en las leyes , el funcionario de la judicatura a quien la ley importa sólo en función de los millones que le reportan (inocentes o culpables que eso no importa mucho) esos que prefieren evitar vérselas con la cuenta bancaria de los  jueces  quienes  también viven haciendo negocios con muchos que siendo culpables quieren evitar a como dé lugar pagar por sus crímenes, sin olvidar a aquellos otros que se sirven de las leyes para hacer el mal, sin hablar de los millones que han hecho del resentimiento gratuito y la miseria como elemento de discriminación y patente de corso para ejercer su divino derecho de propagar el evangelio de la ignorancia entre los pobres de inteligencia.

En fin, tengo un serio conflicto con eso de andar botando mis buenos deseos de principio de año con esa tan incómoda costumbre de hacernos pasar por lo que no somos, en mi caso particular no creo mucho en eso del perdón, más cómodo es el olvido pues tampoco es cosa de dejar que los muy naturales y sanos odios personales terminen gobernando mis actos, da más placer saber que quizás algunas de esas personas a quienes no les debo ningún buen deseo (todo lo contrario) el karma les cobre primero el mal que alguna vez me hicieron , la vida es bastante complicada para andar cargando excesivos resentimientos ya que solamente podemos manejar pocos al mismo tiempo so pena de claudicar ante la farmacopea. Cuando pienso en liberar esos buenos deseos de manera indiscriminada sufro de un profundo malestar ya que sería de muy mal gusto saberse colaborador  del catálogo de maldades populares y ocultas de este país donde la iniquidad es la norma.

En el ámbito de quienes no deben recibir ni siquiera el hálito de algún buen deseo entran todos aquellos cuyas vidas están organizadas en función de dañar a otros en pro del bien propio, igual a aquellos que no suman nada con sus acciones, como ya expliqué mis buenos deseos solo están restringidos a la gente que me agrada, a los que admiro, a quienes aportan cosas buenas al mundo, los que trabajan cada día para hacer menos miserable la vida de las buenas personas, los generadores de conocimiento, aquellos cuya vida se le va en construir sueños sin necesidad de pasar por encima de los de otros, los buenos padres (y/o madres)  y (el grupo más reducido) a la gente que quiero, todos ellos que siendo pocos sus acciones impactan las vidas de millones por aquello de los seis grados de separación , para todos, mis más sinceros deseos de prosperidad, éxito, amor y salud en este año que recién comienza, para los otros pues que les toque el doble de la maldad que derrochan pensando en su propio peculio y no me extiendo en mis malos deseos no vaya a ser que la cosa energética sea cierta y me rebote algo de eso, en igual proporción creo que quizás la cosa energética sea cierta así que toca focalizar los buenos deseos como una manera efectiva de generar vibraciones positivas  a ver si la gente buena termina siendo mayoría y la mala una minoría invisible, no como hasta ahora .

Un abrazo a todos aquellos que lo merecen y que el año inicie con buen pie para que el próximo podamos seguir construyendo otro mundo basado en un universo que no necesite de vueltas retoricas para hacerlo bonito.
José Ramón Briceño, 2019


miércoles, diciembre 26, 2018

Santeros


Santeros
A riesgo de ofender a algunos de mis lectores (muy agradecido por tener lectores por cierto) pretendo dejar constancia de un pensamiento que tiene muchos años dando vueltas por mi razonamiento. Cierta noche, mientras miraba los comerciales de una película de terror en algún canal de cable, pensé en lo graciosas que me parecen todas las películas de ese género espiritual-maléfico, quizás es porque vivo en Venezuela donde a cada instante te enteras de alguna cosa más espeluznante que la anterior. Dándome cuenta  que ya de tan “normal” miro esos eventos como algo cotidiano, sin mayor trascendencia, me espanto pues significa que terminé por acostumbrarme al horror como cosa natural y lo contrario es muy escaso, con ese pensamiento fui a dormir.

A la mañana siguiente, mientras tomaba un rutinario desayuno le seguí dando vueltas al tema por aquello de evitar pensar en el también rutinario viaje en el metro, como autómata matutino salí a la calle y mientras caminaba las diez cuadras que  separan el sitio donde vivo de la parada de autobús seguía pensando en los horrores naturales de por acá, sobre todo porque vivo en una barriada espeluznante donde ni los taxis se atreven a llevar pasajeros, razón por la que es difícil no pensar en los horrores nacionales con solo asomarse a la calle, como en todo espacio de este tipo hay gente de toda estampa, desde arrieros que a caballo, muy temprano bajan a sus conucos, malandros, mendigos, familias muy pobres y las menos que por algún misterio viven aquí, mucho motorizado, ranchos de lata, otras de cemento pero con techo de hojalata, en fin, todas las expresiones de la miseria.

Llegando a la parada vi una pareja vestida íntegramente de blanco cuyo cuello resplandecía de collares multicolores, eran los que por acá llamamos Santeros, algo bastante común en zonas populares donde hay una mezcla algo sórdida de religión católica  mezclada con la África y hasta el new age por aquello de la búsqueda del provenir protegidos por un ente sobrenatural más accesible que Jesucristo, esa mezcla va también salpicada por grados de perversión y maldad pues si bien la religión es usada por gentes sin mayor deseo que ganar la lotería o tener siempre un empleo, hay otros menos inofensivos que la usan para intentar estar protegidos ante la bala del enemigo buscado, la ley o la mala suerte lo que vuelve bastante perversos a los feligreses de esa ala, en medio de todo existe una serie de “sacerdotes” que ofician los rituales que incluyen sacrificios animales (hay quien dice que humanos también) estos además tienen poder sobre los espíritus, canales directos para obligar a su dios a conceder favores pero nada de eso es gratuito, los feligreses deben pagar con una tarifa no estandarizada al brujo por cada ritual, lo que genera una industria de millones, que casualmente está asentada en las zonas más pobres que ilógicamente es donde se gasta más en cualquier charlatanería.

Vi a la pareja, nos ignoramos como se ignoran los extraños civilizados en  sitios públicos y solo pude imaginar el inmenso caudal de la ignorancia de tales seres, es más, al exigirme mentalmente una razón menos visceral para calificarlos de esa manera apareció un argumento interesante, ellos convocan espíritus con quienes conversan, basándome en la idea de que son poderosos sobre toda la pléyade espiritual de su mundo también significa que todas las almas que no han resucitado debido a que aún falta para el apocalipsis (espero) , según eso pueden convocar a quien sea, lo que significa a su vez que con tanto muerto brillante que se pudiera convocar fácilmente quien pudiere hacer eso debería convertirse en el asesor corporativo con más éxito del mundo, imaginemos por un momento poder establecer una conversación con un premio nobel en literatura, un historiador, un periodista, científicos, médicos y hasta militares para solicitar asesoría sobre algún tema que de paso pudieron ser protagonistas y están enterados de detalles ignorados por la historia lo que daría bastante ventajas extras, si además el alma convocada puede ver el futuro pues tanto mejor, de ahí a generar el negocio de asesoría más rentable no habría más distancia que la inteligencia del poderoso médium  , el mundo no estaría tan a la deriva y ellos mismos serian una alta casta sacerdotal que no tendría que florecer en los escombros de los barrios bajos. Pero de manera ilógica solo se ocupan de algunas deidades comunitarias, es decir que quizás no han pensado que si a veces no se atienden las plegarias es porque los santos están ocupados con miles de pedigüeños humanos, y si se buscaran otros menos solicitados pues quizás las peticiones puedan tener más aceptación, todo eso hace que los piense menos inteligentes dentro de lo poco inteligentes que me parecen los fanáticos religiosos de cualquier fé.

Aunque en teoría la religión es algo inseparable de la naturaleza humana pues ello es una forma natural e inocua de llevar el peso inmenso de las cientos de miserias que sufrimos, genera profundas dudas cuando miras de cerca algunas expresiones de ella, como esa de la santería. Dudo mucho que pueda ser benéfico nada que apoye o prometa inmunidad a quien deliberadamente  haga daño a terceros, robe o cometa cualquier clase de fechoría, quizás tengamos que agradecer que todavía no les ha dado por querer establecer el estado independiente de la republica de Yemayá como hacen algunos extremistas con sus propios dioses y mártires , pero ya el hecho de que hagan negocios tan descarados para que los malvados hagan su fiesta es suficiente para repudiarlos, además claro de la forma tan desgraciada con la que manejan su supuestos poderes. Creo que ellos son muestra palpable del terrible flagelo del hirsutismo cerebral que asola a la población venezolana y que unos cuantos (bastantes por cierto) hacen pingues ganancias con los pobres seres cuyo cerebro sufre por estar ocupado en su mayoría por folículos plenos de hebras de vellos púbicos que ahogan sus neuronas hasta dejar solo las justas para que el organismo pueda seguir alimentando esa flora parasitaria , aunque la plaga ha infectado a la gran mayoría de la población nacional al parecer los barrios bajos son los afectados con más virulencia debido a la deficiente alimentación, quizás sea por eso que allí florezcan los santeros, a lo mejor también es la causa de que estén tan presentes en estos tiempos a pesar de lo eminentemente ilógico de su proceder.
José Ramón Briceño, 2018



jueves, diciembre 20, 2018

Antes de la Navidad de este 2018


Aún sigo sin internet en casa ni teléfono inteligente en el bolsillo y por el camino que voy pasará un rato largo antes que pueda resolver ese par de detalles, que en otras latitudes son sólo tropiezos momentáneos pero en Venezuela las variables son tan exóticas que mejor dejamos de planificar para dejar al universo obrar como le dé la regalada gana, así nos curamos en salud de (más) desesperanza  que abrumados como vamos, restar incomodidades es algo que cuando menos yo agradezco bastante. 

Este año en la cena de navidad que de por si será escueta por no decir que nula, también se sumarán la gran cantidad de sillas vacías, comedores silenciosos y corazones rotos que difícilmente convertirán la noche buena en un evento feliz, es que la distancia es un asunto bastante triste. Esa noche buena muchos tendremos el corazón y el pensamiento muchas millas lejos de casa, los afortunados podrán hablar por chat que aunque no es lo mismo es más que no poder hablar con esos hijos, primos, hermanos, padres, madres, tíos, amigos, amores y hasta desamores por aquello de no tener acceso a la tecnología, sin embargo unos y otros igual sufrirán el mismo ataque de nostalgia cuando nadie abra regalos, sin el bullicio de la fiesta, la resaca del trasnocho ni la indigestión del exceso de alegría por la celebración, lo peor es que del otro lado, allá donde sea que viva esa gente querida tampoco la alegría será mucha, unos se congelaran por el invierno, otros quizás no tanto pero en todos los casos las querencias se quedaron encerradas en su terruño de donde se fueron sabiendo que pasarían muchos años antes de volver a reunirse, también las causas de la huida son las mismas.

Tengo mucho rato pensando en el asunto de las energías y algunas otras cosas que tan despectivamente he tildado de “paja new age”, sin embargo este año, luego de mucho investigar sobre el tema, siempre buscando pistas dentro de la ciencia he llegado a la conclusión de que si es posible hacer cambios mediante el deseo profundo y colectivo, ese que se piensa con fuerza , que al final pareciera muy parecido a la oración llena de fe que bien puede ser un canal para emitir esas energías hasta este finito universo en que nos ha tocado vivir por tanto no deberíamos desperdiciar todas esas vibraciones  en tristezas de nostalgias imposibles de rescindir , a menos claro que la nostalgia perviva en otro espacio que responde a dimensiones de ausencia total, si el o los objetos de nuestra nostalgia están vivos siempre será posible volverse a reunir que ya habrán maneras.

Para la tristeza y la desesperanza por situaciones que no están en nuestro control hay cuando menos 350 días al año, tengo la idea de que quizás la fórmula para evitar que la tristeza de la noche buena, esa de las sillas vacías y los abrazos ausentes  puede ser la de reunirse con otras personas en la misma situación , compartir lo poco o mucho que tengamos, beber aunque sea te de yerbas del jardín endulzada con papelón para conversar , cenar lo que tengan que compartido siempre sabe mejor todo menos el dolor, olvidarse de penas por un segundo con el pensamiento que esas personas amadas que están lejos también viven en otra dimensión donde las penas siendo iguales se mitigan con la calma del trabajo y el futuro que acá nos hace tanta falta, si tenemos hijos, sobrinos, nietos, padres, hermanos, primos o amigos entrañables que ya no comparten con nosotros y les está yendo bien que el deseo de su felicidad sea la medida de la propia, que esos hijos tan amados tendrán oportunidades que acá solo quedan en sueños, que la nostalgia y la tristeza muten en un deseo inmenso de que les vaya tan bien que la próxima navidad compartan mesa y abrazos juntos en cualquier parte pero con las despensas llenas , que las lagrimas sean de alegría y no de nostalgia.

Sigamos odiando al gobierno que quizás en grupo la energía fluya y los fulmine y si no cuando menos dejamos flotando nuestra vibra para que en un futuro cercano la tristeza solo sea un mal recuerdo, como aquel que se tiene cuando nos encontramos con aquella pareja que nos destrozó un rato pero que como ahora somos felices nos acordamos del despecho sin que haga mella más allá del sentimiento de felicidad por haber esquivado la bala del amor vencido gracias a la calma en la que vivimos, así serán las próximas navidades si nos lo proponemos.

Seguramente usted querido lector tiene costumbres que ahora no podrá cumplir por culpa de la economía que no sirve, el sueldo que no alcanza, la comida que casi nunca es un festín, la bebida que desapareció, esos pequeños placeres que hasta hace pocos años eran comunes ahora son lujos difíciles de cumplir, la verdad es que nada de eso importa, lo que importa es tener ganas de seguir en la pelea y no darse por vencido, que la vida es una sola, las tristezas muchas más que las alegrías y las navidades bien pocas para desperdiciarlas llorando.

Así que el 24 apague el televisor, si no tiene amigos o familiares cerca hable con el vecino que de seguro andará igual que usted y comparta su cena con ellos, si puede reunirse con la familia hágalo que no hay nada mejor que estar entre gente querida, si por casualidad nada de eso es posible baje algún tutorial de youtube para hacer meditación, cómprese un libro, inicie un blog, bébase unos tragos (muchos preferiblemente) , fúmese un poco de marihuana , no sé, haga lo que sea para evadir la bala de la tristeza que de seguro lo va a dejar neutralizado esa noche .

El universo necesita de nuestras energías para empujar las cosas buenas por tanto la tristeza debe quedar execrada cuando menos  por unas horas, encuentre usted mismo su fórmula que será el mejor regalo para el país, igual los que están lejos sean felices porque les va bien, tienen un techo y la esperanza intacta para ayudar a los que tienen acá en Venezuela, desde ya a todos les va un abrazo y mis mejores deseos para todos menos para políticos y militares,, ustedes no merecen ni siquiera un mal pensamiento de tan bajo que han caído para las buenas personas regadas por el mundo igual les va mi más entrañable abrazo jusnto con todos los mejores deseos, a mi hija que la amo, los hermanos por escogencia cuenten con mi cariño intacto a pesar de los años y la distancia, a quienes no conozco pero me leen igualmente les toca lo único que puedo compartir que es mi vibra y a los solitarios por la vida no olviden que no están solos, somos legión por tanto la cosa no es tan grave, búsquense otros solitarios y celebren que están vivos.

Feliz navidad diáspora y feliz navidad quienes nos quedamos, buena vibra y mejor vida para todos, que la resaca les sea leve y la alegría infinita, que las lágrimas no los ciegue y la vida les recompense en igual proporción a su buena fe.

José Ramón Briceño
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