La
política es un asunto en verdad incomodo cuando se desnuda de los ideales, esos
mismos que quedan solo para los discursos pues en la praxis son poco útiles si
no se tiene la suficiente flexibilidad al aplicarlos, para ser sincero, hace
unos años intenté hacer vida política sin comprometerme con partido alguno, en
ese breve periodo de mi vida conocí gente valiosa, otra no tanto, sin embargo
en materia de aprendizaje fue un cursos superior de apreciación sobre el
desciframiento del lenguaje político en todos los círculos del poder, la parte
interesante era que siendo yo un fulano demás de cuarenta era el más joven en
la mesa directiva de una asociación civil (opositora) donde estaban
representados buena parte del conocimiento , había un ex juez de la corte
suprema, un general retirado, un expresidente nacional de un partido político,
un ex decano de una prestigiosa universidad nacional, un ex senador de la república
por un partido opositor y hasta un ex dirigente de izquierda , de aquellos que
tomaban vino con Neruda en París además de hacer intensa vida cultural pues de
paso fue uno de los grandes dramaturgos venezolanos que defenestraron el
gobierno al descubrir los primeros atisbos de lo que años después sería esta
dictadura con careta de izquierda.
Para
el momento en que participé de manera activa como opositor ya había tenido la
oportunidad de ver como se manejan las cosas en el gobierno pues en dos
ocasiones y gracias a gente que fue importante trabajé, una vez como fotógrafo
y jefe de prensa no oficial de una fundación de la gobernación del estado en el
que residía y la otra como alto gerente de una empresa de un ministerio, en
ambas experiencias fui testigo de algunas aberraciones administrativas de lo
más asquerosas. Mientras los jefes (a quienes conocía muy bien por ser amigos
de trago y conversa) decían a los compañeros de trabajo, medios de comunicación y público en general unas
declaraciones inflamadas de patriotismo, revolución, honestidad, valores
revolucionarios, discursos del che, loas al comandante y pare usted de contar
cuanta patraña, puertas adentro hacían precisamente todo eso que decían
criticar de los gobiernos mal tildados de derecha que los precedieron.
Ahora,
casi un año del retiro total de actividades con la política me ha dado por
pensar que la cosa más absurda del mundo es seguir pensando en izquierdas o
derechas, la verdad no conozco a nadie de derechas, tengo unos pocos amigos que
son de izquierda, en otros casos la mayoria de los que conozco le huyen a las etiquetas politicas, pero al fin y al cabo, más allá de las posiciones teóricas que
chocan de frente con esta realidad global que no cree en patrañas de teologías
políticas que se asumen como panaceas inservibles. Las necesidades de todos son
las mismas, comida, salud, educación, evolución social, libertades individuales
y un estado que garantice que todos puedan tener acceso a esto.
Sin
embargo el estado debe ser solo un garante de que las posibilidades de alcanzar
el avance nacional no deben ser más que fiscalizadores, dejando claro algunas
estructuras para que los menos favorecidos puedan acceder de una u otra manera
a eso. Según la experiencia que he tenido gracias a mis múltiples empleos donde
igual he trabajado en caras universidades privadas como dando clases en los
barrios más peligrosos y pobres de mi ciudad, no hay nada tan pernicioso como
eliminar por asuntos populistas las normales remuneraciones que devienen del
esfuerzo intelectual que en el caso de los pobres también incluyen muchos
sacrificios para lograr metas y con ellas también influyen directamente en la
sana competencia que al final redunda en el avance nacional.
Quizás
hace cien años era válido pertenecer a alguno de los espectros de izquierdas o
derechas cuando eran pecados muchas cosas que hoy son de lo más normales, al
final una vez en el poder todos son los mismos monstruos pero con discursos
diferentes, solo los fanáticos y quienes aspiran alguna migaja del festín del
poder siguen a pies juntillas o fingen creer para estar a tono con sus
aspiraciones, de resto nadie tiene seguridad de nada, igual la cárcel, la
tortura, las desapariciones, los fusilamientos, el hambre, la persecución y
hasta la supresión de las posibilidades de asenso son cosas que suceden en
ambos lados del espectro político, lo que cambian un poco son los métodos.
Cuando
nos sinceremos y seamos fieles a las leyes que existen precisamente para que
(cosas de la pérfida naturaleza humana) no
nos hagamos daño unos a otros de cualquier manera posible, los gobiernos
entiendan que existen diversidades no solo de pensamiento, también de estilo de
vida, que nadie tiene la verdad absoluta de nada, que la política no es para
hacerse millonario, que el estudio no es un esfuerzo inútil, que el estado debe
garantizar una economía estable donde el que menos tiene pueda comer completo
gracias a su trabajo y quien más estudia más gana y por tanto tiene acceso a
más cosas o privilegios según se pueda ver, que la derecha y la izquierda se
dan la mano por la espalda, hasta ese momento nunca Venezuela va a dejar de ser
esta república bananera que en vez de plátanos vende petróleo y donde las cosas
más simples son de una complicación difícil de entender para el mundo.
José
Ramón Briceño, 2016
@jbdiwancomeback