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jueves, julio 14, 2011

Politicamente incorrecto.

de Jose Ramon Briceño, el Viernes, 01 de julio de 2011 a las 23:37 . Hace tiempo que uno escucha a la gente hablar lo correcto y lo incorrecto, de que tal o cual cosa es dañina y cual no lo es, el asunto se ha transformado en un arroz con mango entre los que defienden un tipo de vida sana, los que exageran esa vida sana llevando hasta el extremo sus manías (vegetarianos y demás). Hasta los organismos multinacionales como la ONU hacen declaraciones y obligan a terceros a suscribir pactos y tratos para reducir el consumo de tal o cual producto por ser nocivos para la salud, al final están acorralando a aquellos que se niegan a asumir esos cambios y han ido volviéndolos una suerte de minorías mal vistas, casi parias que no debieran existir, esa presión social ha llevado a volver a la adolescencia a quienes se han visto obligados a fumar a escondidas cuan criminales y eso que lo que fuman son cigarrillos legales y bajo la responsabilidad legal de estarse matando por mero gusto y sin que nadie los obligue. El cuento es que con todo este maremágnum de peso oficial , con carteles de cero humo y toda la parafernalia que conlleva esto, ciertamente se han hecho los espacios públicos mas accesibles a todos y sin el humo esparciéndose por allí , pero nadie piensa en quienes fumamos y los fumadores se niegan a levantar su voz como si de un secreto pecado se tratase , estamos arrinconados y nadie grita, los defensores de la salud esgrimen sus argumentos muy validos pero los fumadores hacen mutis por el foro. La camada de fanáticos new age están tomando todos los espacios y aunque suene incomodo deberíamos levantar la voz en público para exigir espacios de distracción donde el fumar no sea pecado, eso si, quien entre allí lo hace bajo su total responsabilidad y no se admitirían quejas de quienes no fuman. Esos si parecen unas plagas, este país tiene millones de kilómetros cuadrados pero los no-fumadores se arrechan si al pasar alguien fuma y ni de vaina se les ocurre cruzar la acera o evitar ese espacio, arguyen que el país es de todos y ellos tienen derecho a estar en un espacio que no los agreda, es verdad, pero y ¿los derechos de quienes fumamos?, ¿tenemos menos derecho de estar allí por no tener las mismas costumbres?, entonces jodanse no-fumadores, crucen la calle, eviten los espacios de fumadores y no joroben más la fiesta. Piensen que cada vez que encienden su carro causan mucha más contaminación que mil cigarrillos, que cada vez que sus bebes ensucian un pañal desechable también lo hacen con el medio ambiente, que hay otras sustancias que causan cáncer, desde el cubito hasta el agua clorada que tomamos a diario (la del grifo), el sol que adoran causa muchas más muertes, hasta el sexo que en algún momento fue un vicio “inocuo” mata por aquello del sida, entonces dejémonos de tonterías y hablemos en voz alta que nuestros derechos también valen, asi sea mal visto por no ser chic.

viernes, enero 28, 2011

Del General Bolivar al Coronel Aureliano Buendia

Cuando veinte años de guerra pesan tanto como cien de soledad
Como García Márquez insufla los vientos macondianos en los últimos días de un Simón Bolívar que busca salir de su laberinto

José Ramón Briceño




Alguien dijo alguna vez que los artistas no tienen el consuelo de poder esconderse detrás de la verdad, eso, en otras palabras, podría resumirse en que los artistas no pueden, por razones estéticas, ampararse bajo la excusa de la siempre árida verdad que por su naturaleza terrenal, y gobernada por las inmutables leyes de la cronología espacio-tiempo que anulan todo intento de penetrar en la psiquis de los personajes.
Ahora nos preguntaremos qué pasa, si por el contrario, el artista decide esconderse tras la verdad para conformar su obra y con este subterfugio realizar el sueño de intervenir en la historia de algún personaje real sin tener que recurrir a los estrechos pasajes de la historia, donde la seriedad de los postulados no soportarían ninguna de las artimañas propias del oficio. Desde esta atalaya que presupone el jugar a ser un dios, mezclando en papel de imprenta realidades probables junto con ficciones edificantes o por lo menos más agradables que la realidad siempre estática y en la mayoría de los casos carece por completo de los matices poéticos del discurso literario.
Nos referimos a Gabriel García Márquez (Aracataca, Colombia 1928) quien, a diferencia de otros autores que han incursionado en el tema de la historia novelada pareciera haber evitado el tema histórico en casi toda su obra literaria, siendo esta novela una suerte de hito dentro de la prolífica producción literaria de este autor, y es en esta novela donde comienza a darse respuesta a la interrogante planteada en el párrafo anterior. Desde sus paginas este poeta de la prosa se atreve a relatar los últimos meses de vida de Simón Bolívar con su novela “El general en su laberinto”(1989), este caso es bien curioso ya que al leer la pieza no solo nos encontramos ante un Bolívar de carne y hueso, si no que aquí este autor se atreve no solamente a fabular, también se toma la licencia de convertir al “Libertador” en un personaje literario del cual, -y tomándonos una licencia- podríamos decir que es un personaje nuevo al que se le adaptó el nombre de Bolívar por casualidad y fue esta casualidad la que lo obligo a adoptar la identidad del otro personaje histórico al cual se parece mucho, pero que por obra y gracia de la literatura este autor nos hace creer que se trata del hombre de las mil batallas.
Para hacer esta aseveración tan aparentemente alocada nos basaremos en algunos rasgos que nos hacen pensar en la historia de “otro” militar, el Coronel Aureliano Buendía, solo que a este la muerte lo azota desde hace años y no lo fulmina en un pueblo imaginario y encantado llamado Macondo sino en una plantación de caña llamada San Pedro Alejandrino a mil leguas de su casa y soñando con recuperar una gloria ya muerta desde el comienzo.
Todas estas consideraciones pierden valor al terminar tan abrumado de datos históricos cuya fidelidad es difícilmente cuestionable. Más bien nos lleva a pensar en un escritor que a pesar de su indiscutible destreza narrativa no puede desligarse de toda la carga literaria cuya carga tiene a cuestas y en especial al Macondo el cual lo lanza a la fama o de alguien tan diestro que osa mezclar su obra narrativa exclusivamente imaginaria con elementos “reales” a fin de redondear un texto para dejar de ser un documento histórico y terminar siendo un sentido homenaje a un hombre que mas allá de las distancias y de los errores propios de su naturaleza y de su tiempo tuvo tal importancia cuando, a más de ciento setenta años de su muerte da que hablar y sigue influyendo en la vida y pensamientos de no pocos acólitos, cosa sorprendente en estas tierras donde el olvido pareciera ser reglamentario.
Esta similitud entre el Coronel Buendía y el General Bolívar podría entenderse como la lógica influencia del entorno geográfico y los vientos ideológicos que hacen de estos héroes casi míticos victimas de sus propias victorias, y que ya para el final de sus días, la lucidez que les otorga el saber que todo esta perdido para ellos les permite entrever las grandes perdidas que les han ocasionado las mil batallas. Por ejemplo podríamos afirmar que el tratado de Neerlandia con el que el militar imaginario termina una guerra civil igualmente inventada, se parece mucho al resultado de la convención de Ocaña (10 de abril de 1828) la cual representó el principio del fin de Bolívar como único en la conducción de la ya debilitada Gran Colombia, pues esta origina una profunda división entre Santanderistas y Bolivaristas (“aquí no habrá mas guerras que las de unos contra otros y ésas son como para matar a la madre” Pág. 255), tal como para el Buendía causa su retiro de la guerra. En ambos casos, tratado y la convención, causaron el cese definitivo de las guerras ni la implantación de ningún régimen de paz para ninguna de las partes terminando todo en un embrollo político, que en el caso de macondo termina con un viento, el cual arrasa desde los cimientos y hasta allí la historia, pero en el caso de la Colombia de Bolívar aun hoy la guerra persiste y la fulana unión de los pueblos que pretendió no existe y no es mas que bandera de demagogia , tal como el Bolívar ficcionado intuyó desde su lecho de muerte.

Nietzche definía la tragedia como todo aquel texto narrativo o no donde los protagonistas no tuviesen posibilidad de salvación alguna y cuyo destino fatal fuese necesariamente, la muerte. En los casos estudiados, y según la definición antes mencionada podremos argüir que tanto en las novelas, El general en su laberinto y Cien años de soledad son tragedias, pues en ambos textos los protagonistas tienen finales para nada felices y específicamente entre el coronel Buendía y en general Bolívar, ambos concientes de lo que ha significado su vida entre guerras, solo esperan la muerte, aunque negándose concientemente a recibirla pero con la calma de quien ya no tiene nada que perder.
Bolívar viaja por todo el río Magdalena enfermo, débil y sin animo conciente de cualquier otra cosa (“ya lo que me falta es morirme”, Pág.251) y aunque planifique y casi grite voz en cuello la necesidad de comenzar otra guerra para continuar su obra, jamás hace real gesto para encabezar movimiento alguno, sin embargo sus acólitos lo animan a seguir, el en cambio, da largas hasta que la muerte esperada (¿lo sorprende?) lo alcanza en Santa Marta y el coronel Buendía cubierto en una cobija por el frío en los huesos (igual al Bolívar del laberinto) se recluye en su casa donde a fuerza de hacer pescaditos de oro se deshace de toda la pestilencia de la guerra y espera con parsimonia a que la muerte se lo lleve. Llama también la atención que la muerte del Buendía que funda la estirpe haya sido en un laberinto de habitaciones y este mismo laberinto (imaginario o no) haya dado titulo al ultimo periplo del héroe.
En cualquier caso “El general en su laberinto” es una pieza literaria sólida que a diferencia de otras obras del mismo género (la historia novelada) que mantienen un tono ajeno al autor o por lo menos éste toma distancias ideológicas con el fin de insuflar cierto rigor histórico dentro de su fabulación.
García Márquez se presiente y hasta podemos sentir la voz de alguien que nos cuenta la historia triste de un hombre conciente de su peso histórico viaja camino a su muerte y , sin pudor alguno se precia de fabular los resquicios de una historia fragmentada y nunca escrita entremezclando los personajes y paisajes reales con todos los elementos propios de su literatura, poblándola de espectros, recuerdos galantes, y hasta se toma la libertad de colocar a su personaje en el preciso momento donde otra de su obras comienza, (Del amor y otros demonios), en una Cartagena de indias asolada por el mal de rabia (“Aún quedaban rastros de pánico por un perro con mal de rabia que había mordido en la mañana a varias personas de diversas edades, entre ellas a una blanca de castilla que andaba merodeando por donde no debía” Pág. 233) pasajes como estos sorprenden al lector atento y pareciera, con esta “coincidencia” condicionar a este lector a hacerse una imagen precisa del escenario geográfico donde se encuentra su personaje, casi como una muleta impuesta desde sus letras, y lo más interesante del asunto es que quien no ha leído esa otra obra no hace mella al relato.
Aunque la distancia tiempo-espacio entre Cien años de soledad y El General en su laberinto, pueda parecer que borra cualquier duda de que la similitud entre el personaje central de esta última y aquel coronel Aureliano Buendía sea pura casualidad y nos aclara de alguna manera cuál fue el personaje que pudo haber inspirado a García Márquez, dejándonos con la sorpresa de que este personaje pudo haber tenido su génesis en los libros de historia y no en la imaginación calenturienta de un genio literario.
Entre los ejemplos que nos hacen pensar que el Coronel Aureliano Buendía es una suerte de alter ego de Bolívar esta el del frío que atenaza al Libertador y que lo obliga a estar abrigado aun en las horas de calor tal como le sucede al coronel de ficción en su retorno a la casa familiar viejo y derrotado con el único anhelo de hacer y deshacer pescaditos de oro hasta que la muerte lo alcance, pero que, además mantiene el mismo aire de ruina y desolación del Bolívar “real” que viaja camino de la muerte. Es decir que ambos personajes realizan un último viaje cuyo destino final solo es la muerte tanto histórica como física.
El general…, como obra literaria tiene características que la definen como una pieza única, tal y como sucede con una pieza artística ya que como tal no aceptaría la posibilidad de ser clon de ninguna otra, pero además, su conformación de novela histórica le confiere otras cualidades especificas como el hecho de entremezclar realidad con fantasía, como si fuese un ejercicio para comprobar aquella teoría de Don Mario Vargas Llosa (Historia de un deicidio) al establecer dos figuras para diferenciar los niveles de ficción dentro de la obra literaria, aunque estos niveles están enmarcados dentro de un estudio sobre Cien años de soledad igual cabe dentro de este análisis , en líneas generales Vargas Llosa nos dice que existen dos “realidades” dentro de la ficción “la realidad verdadera” y “realidad ficticia” , por supuesto estando claros que al pasar la “realidad” por el tamiz de la imaginación ya esta pasa a ser mas fabula que otra cosa, solo que la mala costumbre de creer casi todo lo que este en letra de imprenta es cierto. En la novela histórica de García Márquez estas categorías de Vargas Llosa se mezclan hasta casi fundir éstas en un todo que confunde al lector común, quien termina aceptando este conglomerado de verdades y mentiras (tal como cualquier novela) como un documento histórico de valor absoluto, aunque, sin embargo, describe muchos hechos que bien pudieron haber sucedido en ese viaje; también pudieron ser únicamente obra de la imaginación del escritor( “¡Que cara nos ha costado esta mierda de independencia!” Pág.235) , quien a pesar de todo intercala ciertas referencias en apariencia comprobables sobre el futuro de todos los allegados a Bolívar, pero todo esto no importa más que a la crítica ya que el lector solo se rinde ante el placer de leer una historia que lo acerca al hombre y no al monumento ecuestre de las plazas.
Este Bolívar humanizado es un retrato del romántico latinoamericano clásico, que detesta Europa y sus cortes pero mantiene modales propios de ésta y los combina (según la ocasión con las costumbres caribes), que se permite la sátira, el lenguaje procaz con el afectamiento propio de un caballero de la época. Por ejemplo en un pasaje del libro donde Bolívar conversa con uno de los generales que lo acompañan y que exhibe sus heridas de guerra como trofeos, proclamándose como el más viejo combatiente ya que cada herida de lanza, fusil o espada cuenta como años vividos y al contrastar con Bolívar expresa que siendo este el mas viejo en años es el mas joven en realidad por que no tiene ni un rasguño en veinte años de guerra, una infidencia de este calibre a un personaje de esta categoría causaría alguna consecuencia grave, en cambio solamente produce cierta hilaridad a los personajes que dialogan, otro pasaje de la narración nos cuenta de un hombre supersticioso (“ …tendremos que irnos sin conocer a los amigos de las patas de gallo” Pág.135) lo que contradice su condición de ilustrado pero que también esta en consonancia con su cualidad de hombre nacido en esta parte del mundo, pero, además le confiere al texto esa aura de realismo mágico que forma parte de la literatura garciamarquina.
Todo el texto está lleno de anécdotas que desdibujan al militar para convertirlo en una suerte de don Juan que antepone batallas de cama a las de sangre y fuego, retrasa asuntos de estado por seducir a alguna dama sin importar las convenciones sociales o si esta era casada o no, lo que también nos lleva a sentir que, o era de un poder tan grande que los maridos cornudos preferían hacer la vista gorda, o tenia tal tacto y tal delicadeza para realizar sus fechorías que nadie se enteraba jamás de sus aventuras galantes, pero esta ultima consideración deja de ser valida al pensar que si nosotros que nacimos mas de ciento cincuenta años después lo sabemos, no hay razón alguna para no pensar que en aquellos tiempos de rumores esto no era noticia publica, lo que de alguna manera lo pinta como un caligula caribe manchando la imagen de caballero que todos tenemos de ese hombre, pero también dibuja muy bien el espíritu masculino de la época donde al contrario de estos tiempos era alentado y hasta respetado por todos, dejando en claro que de otra manera no hubiera sido un hombre tan respetado por su poder y por su espada.
En toda la novela nos encontramos referencias más de tono discursivo que de otra naturaleza a Cien años de soledad , aunque la presencia del río magdalena y los buques a vapor nos traiga algunos aromas de otra novela del autor, “El amor en los tiempos del cólera” , sin embargo, el paralelismo más evidente lo encontramos en “Cien años…” , por ejemplo este autor es quien nos dice que luego de la disolución de la gran Colombia, a la nueva granada le quedan cuarenta y siete guerras civiles antes de encontrar la paz, tal y como las que tuvo Coronel Buendía lucho hasta decidir que la guerra no valía de nada, lo que nunca sabremos si este guiño del autor lo hizo para extender un pasaje del libro, para lanzar otra línea entre cien años de soledad o simplemente para exponernos su ideario pacifista, pero en cualquier caso nos transporta mentalmente hasta la otra novela de la que hablamos.
Otra de las particularidades de “El general…” es el tono de clarividencia con que el autor dota a su personaje desde donde el autor hace gala no solo de su ideario político y humano cual licencia literaria poniendo en boca de sus personajes ideas que podrían tranquilamente ser parte del mismo ideario bolivariano “En cambio yo me he perdido en un sueño buscando algo que no existe” Pág. 303, pero que es preciso acotar pues tras las líneas se siente la mano del autor, quien quizás por esas mismas licencias se permite este lujo de jugar con las contradicciones de un hombre que por razones históricas, sociales y hasta de formación fue una contradicción en si mismo, ya que encarnaba lo mejor y lo peor del hombre con todas las crueldades y las bondades propias de los estadistas que vivieron toda una época de barbarie tal como lo fueron esos primeros treinta años de una guerra donde la mitad del continente mato a la otra mitad y al final tuvieron que convivir con sus muertos y su dolor para construir algo desde las cenizas de la desolación que tal devastación dejo sembrado en el corazón mismo de quienes habitaron esta parte del continente americano y que aparece en un pasaje de la novela donde alguien pregunta al general “ahora tenemos la independencia, díganos que hacer con ella”, estas y otras licencias permiten al lector establecer de alguna manera algunos hechos que todavía persisten dentro del ideario latinoamericano y que le otorgan un aura mesiánica que se contradice con la configuración del hombre de carne y hueso mas no con la de semidiós de la guerra con que todos los nacidos en los países “Bolivarianos” hemos sido inoculados desde los libros de texto escolares y hasta en los bandos políticos que se han escudado en algún punto de la historia para fabricar su panteón de hombres de guerra en un continente donde, al parecer, es mas importante la espada a la pluma.

Podremos afirmar que nos encontramos ante una novela con tintes históricos y no ante una historia con ribetes de novela, ya que el autor desdeña el marcar los pasajes “reales” de los imaginarios, a diferencia de otros (Herrera Luque por ejemplo) quienes son puntillosos a ese respecto, bien sea por obra y gracia de los pies de pagina o por un apéndice al final del libro de forma tal que el lector no se deje “engañar” por el autor, sin embargo García Márquez hace gala de una caballerosidad insólita al agradecer a Álvaro Mutis el permitirle robarse la idea y me imagino que cediendo a la presión hace una cronología de los hechos históricos en ese ultimo viaje de Bolívar por el río Magdalena pero obvia los personajes que aparecen en su historia lo que apunta a poder afirmar que esta novela tomada como histórica es un documento de ficción con algunos elementos de la realidad sobre el ultimo año de soledad del hombre que inspiró a un personaje que vivió y sigue viviendo desde las paginas de una novela otros cien años de soledad .

martes, septiembre 02, 2008

Maracay

Desde el Zoologico de Maracay

algo de cultura general

El ensayo sobre la ceguera o la demostración de que
El ensayo literario y la novela, gemelos separados al nacer

Para comenzar cualquier consideración sobre cualquier género artístico en pleno siglo XXI se hace necesario aclarar que en lo que al arte respecta no hay nada nuevo bajo el sol, esta sentencia es muy común dentro de las aulas de clase donde se imparte formación a artistas de cualquier disciplina artística, esas palabras mantienen un oscuro sino pesimista esta ajustada a una realidad de la que no podemos escapar, una revisión somera de los últimos dos mil años de historia nos revelan que, en verdad todo parece ya estar hecho, por lo menos en lo que a las letras se refiere, ya tuvimos un Cervantes, un Shakespeare, un Da Vinci, un Miguel Ángel, un García Márquez, un Man Ray, Cappa, un Dalí y pare usted de contar cuantos genios de las letras y las artes visuales han dejado su huella en la humanidad.
Para el siglo que recién ha muerto y este que va naciendo tenemos una suerte de galería de genios que cada año se encargan no solo de otorgar premios en metálico que aseguran la supervivencia económica del premiado, también lo cubren de un manto de gloria casi inmortal, solo opacado por los premiados mas brillantes, cuya estrella brilla mas allá del día de la premiación y se apaga solamente cuando el tiempo se ocupe de cubrir su brillo que por lo general sobrevive a la muerte física del autor, mas su obra pervive en la memoria colectiva de la humanidad, estos premios son los Nóbel , dentro de esta categoría nos encontramos con el escritor de origen portugués José Saramago, escritor prolífico y polifacético, con habilidades narrativas propias de un genio .
Al hacer un recorrido por la obra de Saramago encontramos que muchas de ellas son construidas alrededor situaciones hipotéticas que sin poder encajarlas dentro de alguna otra categoría literaria, llamamos novela, algunos de los títulos publicados con la firma de Saramago dejan un sabor de lectura “reflexiva”, pues encajonan al lector a realizar hipótesis de lectura muy cercanas a (lo que pensamos quienes hemos leído parte de sus confesiones políticas) un ejercicio imaginativo de quien mira las cosas desde la izquierda y sueña con que situaciones de este tipo sucedan a ver si el mundo abre los ojos y se coloca desde su esquina para que funcione tal como el piensa.
Uno de sus títulos “La balsa de piedra” bien podría ser considerado un ensayo sobre la posibilidad de una Europa sin influencia extranjera y en especial la norteamericana, en “La caverna” cuestiona seriamente el encuentro entre lo que llamamos progreso y atraso, donde los valores y los problemas que suponen el choque entre la tradición y la modernidad logran que el lector tome posición ante lo planteado , en “El evangelio según Jesucristo” hay una evidente provocación ante la narración de la vida de cristo como hijo de un dios que por lograr sus cometidos llega al extremo de engañar a su propio hijo y llevarlo hasta la muerte. Al pasearnos ante estos tres títulos adivinamos que tras esas líneas se encuentra un hombre profundamente influido por sus ideas políticas, que de tan intensas se cuelan hasta sus textos narrativos con evidente intención, pero la obra que nos ocupa en el caso especifico de esta investigación es “El ensayo sobre la ceguera”, cuya temática gira en torno a una hipotética epidemia de ceguera en algún país del mundo que suponemos occidental , esta obra es mercadeada como una novela y como tal es abordada , pero si ponemos atención al titulo es mas un ensayo , nuestro propósito en las paginas subsiguientes es el de ubicar desde el análisis del discurso los elementos narrativos que hacen de este texto un ensayo, que como dijimos en las líneas superiores ubica al escritor en la esquina izquierda del pensamiento.
Desde estas paginas demostraremos que la estructura del texto objeto de estudio, esta mas cercano al ejercicio ensayístico destinado a fabular la posibilidad de un mundo donde el mercantilismo demuestre su falsedad como forma de vida y demostrar la posibilidad de sobre vivencia de un mundo donde los valores de la economía tradicional pasan a ser obsoletos , que al ejercicio narrativo de la novela tradicional donde, a pesar de la inevitable colación del aura del autor , no refleja fielmente los valores y las ideas que con respecto al mundo pueda este tener.



Problema


La narrativa contemporánea ofrece múltiples opciones para la creación textual, entre estas opciones tenemos al ensayo como una extensión del ejercicio literario que nos permite indagar sobre diversas temáticas permitiendo que el autor deje permear sus propios puntos de vista sin que esto suponga en modo alguno que la obra pierda algo de su esencia literaria.

En el caso de Saramago nos encontramos ante un autor prolífico con una vasta producción narrativa engastada dentro del genero de la novela, pero al leer el “Ensayo sobre la ceguera” o el “Ensayo sobre la lucidez” nos encontramos ante un texto cuya impresión primaria pareciera ser una novela, pero al profundizar un poco dentro del análisis del texto en cuestión, nos encontramos frente a una novela con muchos rasgos de ensayo (tal como lo anuncia el titulo), pero la misma evolución de las acciones así como la aparente ausencia de un narrador en primera persona, tal como se acostumbra en los textos ensayísticos , confunde al lector haciendo que este piense que esta leyendo una novela y no un ensayo.

El problema que nos proponemos resolver, no es mas que el encontrar elementos dentro del texto que nos confirmen la tesis de la novela como ejercicio ensayístico , tal como el caso del texto que nos ocupa en este momento. Texto que pretendemos analizar utilizando las herramientas que nos ofrece el análisis de contenido para aclarar las dudas que al respecto se suscitan luego de la lectura y posterior análisis del texto en cuestión.








Objetivo general

Identificar mediante el análisis de contenido los elementos literarios del “El ensayo sobre la ceguera” que mantienen al texto enmarcado dentro de la línea narrativa del ensayo y no en la novela



Objetivos específicos
A través del análisis de contenido, precisar los elementos literarios que diferencian la novela del ensayo literario.

Establecer semejanzas entre “El ensayo sobre la ceguera” y la narrativa contemporánea donde se evidencien las diferencias entre la novela y el ensayo literario de forma tal que se logre un acercamiento que nos permita ubicar los parámetros que separan al ensayo literario de la novela en la narrativa actual tomando como punto de partida el texto de Saramago antes mencionado.








Justificación

Todo aquel que por una razón u otra decida meterse de lleno en el universo de la creación literaria deberá conocer a fondo los géneros artísticos entre los que se desenvolverá a fin de que en algún momento de su carrera haga la difícil pero necesaria elección de tomar alguno de estos caminos como la forma de expresión mas cercana a su sensibilidad como artista o como crítico, según sea su vocación, estas dos caras de la moneda se alimentan mutuamente ya que sin el crítico el artista sería una especie de fabricante de sueños sin eco dentro de la sociedad en que vive y el crítico sin artistas terminaría no existiendo simplemente además, el artista siempre termina haciendo ambos papelas ya que aun sin querer el vicio del oficio obliga a mirar el mundo desde una óptica diferente a la del resto de los mortales, pues bien, en el caso de la literatura cualquiera de las aristas del oficio del arte nombradas anteriormente tienen bemoles dentro de si mismas ya que la literatura esta plagada de ambigüedades teóricas dentro de las cuales se hace obligatorio navegar y en algún punto de la vida comenzar a diferenciar unos de otros , lo que responde mas a la costumbre de un lector avezado que a una necesidad obligada puesto que el arte no puede estar atado a ninguna norma formal pues el resultado seria un agotamiento del genero hasta llegar a morir por la anoxia causada por agotamiento.
Entre los géneros literarios más difundidos nos encontramos con la poesía, la narrativa (novela o cuento) y el ensayo, este último entremezcla características de otros de los que se alimenta y en algunos casos llega a confundirse de forma tal que lograr diferenciar entre novela y ensayo se hace cuesta arriba llegando incluso a mimetizarse por alguna razón dentro de la narrativa que fácilmente pasa por esta , lo que nos llama a preguntarnos cual es la intención del autor al hacernos pasar gato por liebre, pensando siempre que el autor esta plenamente conciente de sus actos al realizar tales esfuerzos creativos.

El ensayo, en cualquiera de sus variantes es un género cuya definición es por lo general esquiva ya que la multiplicidad de géneros que hacen presencia dentro de un texto ensayístico hacen difícil una definición “pura” de este. La imposibilidad de encasillar al ensayo bajo las cadenas de los cánones estéticos y literarios ha dado pie a muchos autores a incursionar dentro de este tipo de texto, ya que las libertades que ofrece el mismo permiten licencias al autor que de otro modo lucirían forzadas dentro de cualquier otro genero literario puesto que (por lo general) otras formas de expresión textual responden a normativas precisas en cuanto a estilo y forma lo que presupone para algunos artistas una suerte de yugo que limitaría sus necesidades expresivas.
En nombre de esta libertad creativa y en épocas mas recientes por necesidades inherentes al mercado literario muchos autores se han dado a la tarea de eludir un poco las definiciones en cuanto a géneros literarios haciendo pasar algunas de sus obras por novelas cuando en realidad son ensayos, tal es el caso de el escritor portugués José Saramago quien entre su prolífica obra (o por lo menos así pareciera desde nuestra esquina), mas allá de las acusaciones de plagiario o de su marcada influencia marxista presente en muchas de sus historias , nos presenta textos que aparentan ser novelas, con una estructura y con unos personajes aparentemente redondos pero que en el fondo carecen de rostros, tal como sucede en “El ensayo sobre la ceguera” , donde no existe ni una referencia geográfica exacta o algún rasgo claro que nos indique una historia detrás de cada personaje como si estos hubiesen nacido con oficios, carreras y vida de adultos justo al desencadenarse la epidemia y otros tantos que serán expuestos en otra parte de este trabajo.
Entonces dados estos ejemplos se nos presenta como una necesidad dictada más por el rigor académico propio de quienes pretendemos rasgar la superficie de la “realidad” literaria que por otra razón el “desenmascarar” la obra de este señor e intentar dilucidar por medio del análisis hermenéutico si en realidad es un ensayo, tal como lo anuncia el titulo o si por el contrario es una novela ya que como tal se mercadea.



Marco teórico
Algunas consideraciones alrededor de las semejanzas y diferencias entre la novela y el ensayo literario como géneros literarios
Gemelos separados al nacer.
El ensayo es un género relativamente nuevo. Sus orígenes se pueden rastrear desde épocas más o menos remotas. Sólo en la edad contemporánea ha llegado a alcanzar una posición central, ya que la versatilidad y poca rigidez del genero lo ha hecho perfecto para abordar infinidad de temas que van desde la literatura hasta el periodismo. Según la enciclopedia digital wikipedia, José Ortega y Gasset lo definió como "La ciencia sin la prueba explícita". Alfonso Reyes, por otra parte, afirmó que "el ensayo es la literatura en su función ancilar", es decir, como esclava o subalterna de algo superior. El crítico Eduardo Gómez de Baquero, más conocido como "Andrenio", afirmó en 1917 que "el ensayo está en la frontera de dos reinos: el de la didáctica y el de la poesía y hace excursiones del uno al otro". Eugenio D'Ors lo definió como la "poetización del saber".
Este genero es realmente esquivo en su definición con respecto a su conformación, pues, todas las definiciones llegan al mismo punto, y la única forma de definirlo seria que este no tiene definición absoluta, tal como la poesía el ensayo pareciera navegar con mucha comodidad entre los diferentes géneros de la narrativa , transformándose y redefiniéndose a si mismo a cada momento sin que ninguna atadura formal lo modele, tales afirmaciones son producto de las conclusiones de algunos estudiosos del tema como el profesor de la UNAM (Universidad Autónoma de México) José Luís Gómez con un texto publicado a dos vías (digital-internet y físico) llamado “Teoría del ensayo” donde después de muchas citas y algunas consideraciones, este catedrático parece llegar a un punto muerto en su intento de obtener una definición clara del ensayo, por tanto vamos se seguir la misma línea en nuestra investigación al respecto estableciendo algunos parámetros mas o menos cercanos a lo que (pensamos) debería de ser un ensayo tomando para ello los datos de la enciclopedia en línea Wikipedia.com la cual sin aspavientos académicos ofrece un acercamiento mas claro a su esencia básica, dicha enciclopedia ubica la estructura del ensayo, donde, “…a diferencia del texto informativo, no posee una estructura definida ni sistematizada o compartimentada en apartados o lecciones y su subjetividad, ya que no pretende informar, sino persuadir o convencer. Utiliza la modalidad discursiva expositivo-argumentativa y un tipo de razonamientos…” esta misma diferencia la podemos contrastar con el genero literario, aunque en el caso literario el “convencer” nunca debería de ser la finalidad de los textos de esta naturaleza, sin embargo al revisar la historia de la literatura y en especial la obra de Saramago nos encontraremos con textos que llevan al lector de forma gradual y en algunos casos hasta solapada hacia ese convencer que se parece tanto al panfleto pero que la maestría de algunos autores logran maquillarlo hasta hacerlo pasar desapercibido para el lector desprevenido, otra característica típica del ensayo literario estriba en el divagar alrededor de un tema o hecho especifico, valiéndose de la metáfora, la ironía, el humor, lo grotesco, entremezclando realidad y ficción hasta reducir la ya delgada línea que las divide (tal como la literatura) pero con la particularidad del elemento ideológico siempre presente y el quebrantamiento conciente de algunas reglas de la narrativa, con finales abiertos en sus historias como para obligar la reflexión o el no poner nombre a sus personajes (“Ensayo sobre la ceguera”, por ejemplo) con la manifiesta intención de deshumanizar a los personajes o hacerlos menos cercanos a la realidad cuando menos.
La profesora Francisca Fumero en su texto “El ensayo como tipo de texto” (Centro de investigaciones lingüísticas y literarias Hugo Obregón, ed. UPEL, 1997) recoge algunas consideraciones teóricas alrededor del ensayo , y para ello toma las opiniones de algunos académicos que se han dado a la tarea de investigar al respecto, entre los autores de los que se vale la profesora Fumero nos encontramos con escritor y periodista venezolano Earle Herrera quien propone dos puntos que, al parecer de quien esto escribe sintetiza en pocas líneas la esencia de lo que es el ensayo como genero literario “…el ensayista escribe desde una perspectiva personal que no tienen que ver con esquemas preestablecidos por la rigidez de un genero “puro” lo esencial en el ensayo , según Herrera, es transmitir un mensaje y establecer un nivel de comunicación con el lector donde lo que se expone lo hace sin necesidad de imponer ideas” “…es un texto abierto al que no se le exige un final obligado” .En estas dos proposiciones realizadas por Herrera y citadas por Fumero podemos encontrar las características mas resaltantes del ensayo literario, sin embargo, esta visión de Herrera también la encontraremos en otros textos que sin ser ensayos poseen algunos de los tópicos de los que aquí hablamos.

El ensayo por su definición de texto libre podría poseer características de novela y, a su vez algunas novelas poseen algunos rasgos característicos que por lo general le son atribuidos al ensayo, para poner en perspectiva nuestra visión vamos a realizar un brevísimo recorrido por algunos textos literarios del siglo XIX y XX como una forma de acercarnos hasta una definición practica de lo que es el ensayo, tomando como punto de partida las diferencias entre este y la novela. Para comenzar podríamos nombrar a un escritor español del siglo XIX, que aunque no muy conocido por estas tierras dejó algunas obras narrativas donde el ejercicio libre y descarado de la imaginación, donde el humor, la opinión y el sarcasmo son herramientas de las que se vale el autor para organizar sus textos, este autor se llamó Juan Valera (1827-1905) por ejemplo en su obra “El bermejino prehistórico o las salamandras azules” donde este hace mofa de la cultura griega desde la suposición de que en la prehistoria hubo en su España natal una cultura igual o mejor que la fundada por los griegos, con el añadido de que le avisa al lector en los párrafos iniciales lo absurdo de su teoría pero de lo divertido que pudiera ser este caso para el orgullo de quienes se han abrogado ser padres de la cultura occidental, pero que en todo caso el texto no pasa de ser una locura ideada por su autor con el único fin de proponer algunas variantes a la historia “oficial”, aunque las líneas del presente estudio no están destinadas a analizar otro texto que no sea el de José Saramago nos parecido pertinente dar una vuelta por la literatura a fin de establecer algunos antecedentes al estilo narrativo de Saramago y como punto inicial Juan Valera nos parece perfecto, pues en sus textos este ensayista, novelista y cuentista español hace gala de todos los recursos de los que se vale el ensayo, ya que no solo establece puntos de vista personales, también deja muy en claro que su texto, aunque parece una historia novelada no tiene ningún atisbo de la realidad ni pretende tenerlo y el estilo con que organiza su texto, intercalando algunas reflexiones y haciendo algunas rectificaciones en la historia, con un narrador que gira entre la tercera y la primera persona como si estuviese haciendo las veces de un espectador divertido y curioso que va narrando la trama y le da la voz a los protagonistas solo para completar la historia logra que su obra navegue a dos aguas entre el ensayo y la novela dejando una muestra patente de que esta forma de afrontar el texto de la cual hace gala Saramago, no es nueva y ya viene utilizándose desde hace mucho tiempo, pero ahora vamos a movernos un poco hacia el siglo XX mas específicamente hasta Inglaterra de donde vamos a tomar como ejemplo a citar a dos de las obras del novelista ingles George Orwell, “1984” y “Rebelión en la granja” solo por nombrar dos de las piezas mas famosas de este autor, hacemos mención de estos dos trabajos pues la estructura de estos textos esta muy cercana a la metáfora, ya que ambos realizan cuestionamientos muy serios a la hoy extinta Unión Soviética y a su régimen totalitario, es decir un cuestionamiento político a la izquierda claramente expresado en sus líneas pero sin nombrar país o región planetaria alguna (tal como Saramago ) pero donde tales semejanzas están tan cerca de lo que se suponía pasaba por allá y las analogías tan certeras que para un lector promedio le era muy sencillo establecer parámetros y tomar partido de lo que se narraba .
En “1984” este autor nos encara ante un mundo post apocalíptico gobernado por un régimen totalitario que no aceptaba la disidencia y donde esta era castigada con la muerte, las vidas y pensamientos de los pobladores eran escrutadas por los organismos de seguridad del estado llegando incluso a existir una policía del pensamiento. Este libro de prosa directa con algunos pasajes poéticos narra desde la desesperanza un universo posible que aun hoy a casi treinta años después de la perestroika y la caída del ominoso muro de Berlín no deja de ser una realidad posible, lo que nos llena de temores y de preguntas sobre el mundo al que vamos y del mundo que queremos.
En “Rebelión en la granja”, el autor se vale de una historia que parece sacada de un cuento infantil, donde unos animales liderados por un cerdo se organizan para dejar de ser esclavos del hombre, pero que al final terminan siendo esclavos del cerdo que se suponía los iba a guiar en su camino a la libertad pero que termina por ser un ególatra mas ocupado de inventarse un mundo de fantasía y que pensaba que los animales de la granja eran esclavos al servicio de un estado que prometía libertades que luego negaba en pos de el bien del estado mismo que termino siendo victima de lo mismo que originalmente prometía erradicar dejando la granja en peor estado que antes de la rebelión social de los animales. En esta novela los signos que asemejan al régimen soviético están aun más claros que en “1984” y las analogías mas crudas sin guardar las formas y con un estilo engañosamente infantil pero con una crudeza superior donde las opiniones del autor afloran sin mucha búsqueda pero que pasan desapercibidas a un lector no muy malicioso por el tono aparentemente simple de su prosa que oculta (sin mucho énfasis) una critica política a una izquierda ya agonizante desde la post guerra y que tuvo que esperar cincuenta años para que las predicciones de Orwell se cumplieran cuan oráculo.
En los dos textos mencionados en los párrafos superiores existen algunas características discursivas que podríamos atribuir al ensayo literario, la fabulación basada en algunas realidades, recurso valido en toda producción literaria a fin de darle un toque de verosimilitud al texto que ubique al hipotético lector en un universo conocido de forma tal que este se ubique dentro de las acciones del texto sin otro recurso que su imaginación, pero que en este caso, esa fabulación parte de la incomodidad del autor con una forma de gobierno, otra de las características podría ser, la expresión de la opinión del autor sobre el tópico tratado en el texto que “obliga” al lector a tomar partido a favor o en contra de las situaciones relatadas logrando que este voltee a su mirada alrededor buscando respuestas que saltan sin apenas buscarlas, en estos textos que hemos tomado como muestra (sobre todo en los de Orwell) podemos encontrar aquella característica de la que nos hablaba Herrera y que citábamos al principio de este capitulo “…el ensayista escribe desde una perspectiva personal que no tienen que ver con esquemas preestablecidos por la rigidez de un genero “puro” lo esencial en el ensayo , según Herrera, es transmitir un mensaje y establecer un nivel de comunicación con el lector donde lo que se expone lo hace sin necesidad de imponer ideas” solo que a diferencia del ensayo, la novela si exige ciertos apegos a la rigidez del genero y Orwell no escapa a ellos, por tanto no son considerados ensayos, si embargo bien vale la pena plantearse la posibilidad de afrontar estos textos como ensayos, lo que les daría una dimensión diferente a toda su significación mas allá de la sabida plurisignificancia de los textos narrativos tan necesaria para el sustento estético de cualquier obra .
Tomando como punto de partida para nuestro estudio los ejemplos mencionados en los párrafos superiores nos encontramos ante algunas novelas que pudieran ser percibidas como un ejercicios reflexivo de sus autores sobre el tópico generalmente incomodo de la política o el simple placer de la burla, lo que en otro caso podría ser considerado como ensayo literario. Pero lo que elimina la posibilidad de pensar tan siquiera en las obras mencionadas como ensayos es precisamente la organización textual, con capítulos especificados, personajes definidos y principios y fines perfectamente delineados por el autor , donde cada universo literario esta perfectamente delimitado con personajes redondos, sin fisuras por donde el lector pudiese ir hacia otro espacio narrativo no previsto por su autor, pero permitiendo que la obra tenga la posibilidad no solo de sobrevivir al tiempo, también la obra permite que el o los lectores la perciban desde su perspectiva personal, es decir, permite que la pieza tenga eso que llaman plurisignificancia , logrando que cada lector tenga lecturas diferentes del mismo texto, lo que ubica definitivamente a estas dos piezas como obras literarias completas , sin los atisbos panfletarios que por lo general hacen presencia dentro del ensayo literario pero permitiendo a su autor transmitir su idea sobre el mundo, tal como deben ser las obras de arte.

Aunque pareciera no tener sentido, cuando menos en principio, nombrar a Juan Valera y a Orwell (aun sabiendo que en la literatura mundial abundan ejemplos) en un estudio sobre Saramago, no solo por las diferencias en tiempo y espacio que separan a estos autores, sino también por las temáticas abordadas por cada uno de ellos en sus obras, el tono discursivo de cada una de ellas o simplemente la distancia generacional entre los autores, nos atrevemos a tales comparaciones por que cada uno de ellos nos lleva hacia el mismo punto que la obra de Saramago, la reflexión. Este punto de convergencia entre ellos es usualmente eludido por autores mas ocupados en otras cuestiones mas abstractas como por ejemplo los dilemas de la razón ( Milan Kundera en “La despedida” o “la insoportable levedad del ser”) o en los laberintos de la condición humana ( Humberto Eco en “El nombre de la rosa”) quienes parecieran seguir la definición de arte del filósofo y semiólogo francés Roland Barthes, quien propone que el arte puede ser considerado como tal solamente cuando el mismo no propone ni enseñar ni asumir posición política o social alguna y su finalidad será solamente dirigida al goce estético, pero que sin embargo los autores no escapan a su condición humana y dejan colar en sus textos el germen de la inconformidad tal como corresponde a la naturaleza de cualquier ser pensante que se considere intelectual. Sin embargo y en aparente contradicción a lo dicho en el planteamiento anterior, esa misma condición de intelectualidad propia de todo aquel escritor comprometido con sus ideas obliga (aun sin querer) a colar en sus textos algo de ese germen inconforme pero soslayando toda lealtad política que comprometa su obra cosa que, en apariencia, Saramago se ha saltado, pues en varias de sus obras su pensamiento político se ha colado sin pudor alguno.














Marco metodológico
Jorge Luís Borges decía que solo hay tres historias posibles que se pueden contar, un amor, un triangulo amoroso y un viaje, en “El ensayo…” de Saramago encontramos todas esas historias cubiertas por el sino trágico de una epidemia de aparente ceguera, la cual, en principio asumimos como verídica pero que con el paso de las paginas vamos sintiendo que esa ceguera pareciera más un accidente social que aflora desde el inconciente colectivo y que por alguna razón misteriosa se extiende en una pasmosa progresión hasta todos los estratos de una sociedad contaminada por los vicios de si misma hasta lograr desarticularse para, al final reconstruirse desde las cenizas.
Ya para entrar en materia de análisis, vamos a valernos de algunos elementos claves que nos permitirán afirmar que “El ensayo sobre…” es en efecto un ensayo literario y no una novela tal y como se mercadea dicho texto o por lo menos la percepción común sobre la naturaleza del mismo.
El primer elemento que llama la atención sobre la naturaleza “extraña” del relato son los personajes, estos seres que describe de forma tan clara Saramago y de los que se vale para seguir el hilo en la historia de la epidemia de ceguera donde ninguno posee nombre propio, tampoco poseen características propias de alguna nacionalidad ni su lenguaje tiene localismos propios de alguna región del mundo tal y como los comerciales de cable o las telenovelas dobladas con ese lenguaje estandarizado y aséptico que nos impide ubicar el origen de los personajes, también el autor se vale de adjetivos calificativos en algunos casos, como por ejemplo, “el primer ciego”, “el ladrón”, “el doctor”, “el niño estrábico”. Por su filiación, “la esposa del doctor”, “la esposa del primer ciego” y por sus características físicas particulares; “la chica de las gafas oscuras”, “el viejo de la venda negra” , todas estas características son utilizadas por el autor para nombrar e identificar a los personajes centrales de su trama, lo que hace suponer al lector que el autor pareciera haber estado mirando al grupo desde la sala de espera de la consulta del doctor (oculista para mayor confusión) y haberlos seguido desde la distancia a este grupo de pacientes que terminan ciegos “por casualidad” y contase la historia desde la perspectiva ajena del voyeur que no investiga mas allá de las apariencias y no un autor que desarrolla su trama construyendo sus personajes desde su cerebro , que los perfila, se los imagina y por ultimo les da vida dentro de los limites que permite el papel y la tinta.
Otra característica que llama la atención sobre los personajes, es la ausencia de historias anteriores a la epidemia, ninguno tiene historia familiar, hablan de sus familias como entes ajenos a si mismos, no existen amistades fuera del circulo de ciegos guiados por la esposa del doctor, tal y como si hubiesen nacido justo al momento de comenzar el relato, con sus oficios y sus defectos. La excepción a esta observación solo la encontramos en los relatos de dos de los ciegos, “la chica de las gafas oscuras”, quien se queda ciega en una habitación de hotel y a la que el autor debe necesariamente esbozar su entorno para poder perfilar el personaje quien no es mas que una joven de clase media quien descubre que su oficio de prostituta de lujo le permite conservar su doble vida en la sociedad en que vive pero obteniendo de paso mas dinero para sus necesidades y el disfrute del cuerpo sin que su familia (padre y madre anónimos pues tampoco tienen nombre) sospechen y puedan mantener su ritmo de vida, el otro personaje es “el ladrón” quien al principio del relato nos lleva a asomarnos un poco a su vida y la de su familia (sospechamos) que con el mismo fin, el de perfilar al personaje y explicar un poco las circunstancias en que vive. El resto de los personajes son solo sombras parlantes en medio de la niebla blanca que se supone ciega su visión del mundo.
Del resto de los personajes solo sabemos sus apodos (para nombrarlos de alguna manera), con el transcurrir de la trama vamos adivinando sus emociones por medio del relato de las acciones, además penetramos un poco en sus pensamientos a través de los pensamientos de la única persona que no pierde la vista en todo el relato, “la esposa del doctor” quien guía y protege al grupo durante la travesía que comienza y termina en la sala de su casa. Todas estas particularidades que difícilmente encontraremos en cualquier otro texto narrativo (novela o cuento), pues lo usual es que todos los personajes de una trama estén construidos para cumplir una de las reglas básicas de la narrativa, la credibilidad, ese asidero de la realidad al que se refiere Vargas Llosa cuando hace referencia a una realidad “real” y otra “imaginaria” dentro de cualquier texto narrativo, donde esa realidad “real” esta referida a los elementos cotidianos incorporados al relato de forma tal de otorgarle credibilidad a los personajes y la realidad “imaginaria” es toda aquella aparentemente imposible en términos humanos pero que dentro de las líneas de un relato cobran vida haciendo creíble lo imposible . Todo esto nos conduce a una trasgresión de las normas palpable dentro de la estructura del “Ensayo sobre…”, dándonos el primer indicio de que estamos ante un genero narrativo diferente a la novela o al cuento.
Otro elemento que nos llama la atención dentro de la estructura literaria de este libro es la ausencia absoluta de referencias geográficas, todas las acciones suceden en una población a la que suponemos una gran ciudad, pero de la que, al igual que los personajes, carece de nombre y no existe nada que nos indique ni tan siquiera a que continente pertenece ese espacio geográfico, lo que confirma el origen imaginario de la historia pero que también nos de señales inequívocas no solo de un talento difícil de encontrar para organizar relatos creíbles dentro de universos que se mueven en una delgada línea entre lo imposible y lo creíble de manera tal que el autor nos mantiene en vilo constantemente desviando nuestra atención para hacernos olvidar que estamos leyendo sobre una situación que sucede en una suerte de limbo atemporal e inexistente pero tan consistente que parece real y hasta cercano como si lo conociéramos, sin tomar en cuenta que jamás sabemos que día es, no hay lunes ni ninguna referencia de otros días de la semana, toda referencia temporal se restringe a día y noche, sin horas ni minutos, pero todo el hilo narrativo corre de manera tan natural que ni nos enteramos tal y como si todo eso del tiempo y las horas no importase lográndonos identificar con un mundo lleno de ciegos donde eso no tiene importancia pues nada de lo que conocemos existe ya por no tener nadie la capacidad de lograr continuidad en ese mundo vuelto trizas.
Las enfermedades que terminan en epidemias, por lo general, responden a una causa conocida o por lo menos intuida, tienen un proceso de incubación, un proceso de contagio y una progresión especifica que casi siempre los científicos (sobre todo en el siglo XX) pueden predecir y si no la pueden curar buscan contenerla por métodos mas o menos racionales que responden a marcos legales, éticos y lógicos, pero esta ceguera atípica que termina en epidemia y que posee características ajenas a todo lo que se supone significa carecer del sentido de la vista con la lógica oscuridad que eso supone, no responde a ninguna de la convenciones del caso, no es negra, es blanca , no discrimina, aparece con tal impertinencia que sorprende a todo el mundo (hasta el lector teme),apareció de manera tan intempestiva que parece el invento de un escritor de cuentos de horror o de alguna imaginación que estando incomoda con el mundo se propone pensar como seria el mundo si…, ejercicio muy común entre los mortales que pululamos en este universo poniendo en evidencia esta intención , que por lo general responde a las necesidades discursivas del ensayo, otra evidencia de que nuestra afirmación es correcta.
Saramago nos pone ante una epidemia que no solo ciega la visión , también lo hace la razón, cunde el pánico de manera tan contundente que hasta el “ glorioso ejercito nacional” a nombre del “patriótico gobierno nacional” toman cartas en el asunto con el consecuente desastre que suponen la intervención de una autoridad que no conoce mas que de fusiles, balas y muertos para mantener el orden, haciendo de la ya pobre vida de un ciego reciente y accidental en un infierno de hambre, dolor y muerte, hasta que se derrumba de un todo el mundo que se quedó sin mirada, como si esto fuese toda una fábula de horror donde el resultado sea que el hipotético lector se obligue a si mismo a identificarse dentro de los personajes . Haciendo referencia a lo que nos expone la profesora Fumero en su libro “El ensayo como tipo de texto” donde hace una cita atribuida a Theodor Adorno la cual reza de la siguiente manera “El ensayo difiere de las novelas en que esta tiene carácter narrativo. Sin embargo, ambos tipos pudieran aproximarse en el caso de ensayos en los que se desarrolle una fábula, así como en el de novelas donde predomine la meditación” , al tomar esta cita y relacionarla con las consideraciones anteriores estamos ante una confirmación de que estamos ante un ensayo y no en una novela, pero vamos a seguir hurgando dentro de nuestra investigación para no dejar cabos sueltos y poder así confirmar nuestra tesis.
Aunque la literatura sobre teoría del ensayo aparentemente no es muy extensa o por lo menos así lo percibimos al realizar nuestra investigación previa, de toda la que encontramos y por supuesto revisamos, ninguna hace referencia al tipo de narrador que debería de tener un ensayo literario para ser diferente a la narrativa , sin embargo el texto que estamos analizando nos presenta un narrador que si lo ubicamos en alguna categoría lo podríamos colocar en la que nos presenta el critico argentino Oscar Tacca, que es el narrador desde afuera, que no ejecuta las acciones, solo se conforma con relatarnos la historia, pero en algunos momentos hay cambios de narrador, pues este le otorga la voz narrativa a uno de los personajes (la esposa del doctor) con el fin de sumergirnos un poco en el mundo de horror en que viven los personajes para luego retomar la voz narrativa esta suerte de relator externo que nos guía dentro del relato. Este primer narrador sin embargo nos cuenta la historia en un tono que nos recuerda a aquellos viejos programas de televisión donde un locutor nos ponía al tanto de lo que sucedía en la pantalla de TV, presentándonos un tipo de narración mas cercana a otro genero ajeno a la novela y mas cercana a lo audiovisual, pero que dentro de un texto sorprende pero al pensar en el momento en que fue publicado por primera vez “El ensayo sobre…” (Lisboa 1995), pudiéramos comprender las razones para que el autor decidiera “tomar prestadas” técnicas narrativas ajenas a los géneros literarios convencionales y decidirse a utilizar esta forma de contar su historia.
En virtud de lo expuesto en el párrafo anterior tenemos que forzosamente hacer uso de nuestra memoria para dejar en claro el punto de las razones que presumimos lleva a un autor laureado como Saramago a usar esta técnica narrativa, en el año mil novecientos noventa y cinco (1995) ya estaba en pleno auge la Internet y la sociedad que este pretendía satanizar estaba (y está) inmersa en una cultura eminentemente visual , entonces lo lógico era que así como tomó elementos sociales para dejar en claro sus puntos de vista sobre el mundo actual no tendría nada de extraño que utilizara recursos narrativos acordes con una sociedad visual para completar este universo surreal que vive entre las paginas de su ensayo.
En su carácter de hombre publico ya que al ganarse el Nóbel también se gana el aura de sabio de la que no puede escapar ningún autor laureado con este premio, lo que trae como consecuencia directa que Saramago este continuamente al escrutinio de los medios digitales y físicos del mundo entero, generando cualquier cantidad de opiniones con sus declaraciones, lo que para nosotros es una ventaja, pues nos permite acercarnos al hombre analizando desde allí al autor y por ende comprender un poco de los motivos que pudiesen llevarlo a explorar ciertas temáticas en sus novelas o ensayos literarios, entre estas declaraciones nos topamos de frente con dos aspectos importantes que nos pudiesen acercar a su motivación para escribir, el primero es por su afición a la lectura de textos de autoayuda por lo general defenestrados por la critica por su carácter de textos motivadores y por tanto alejados de cualquier pretensión estética, la otra declaración menos sorprendente pero algo anacrónica por los tiempos en que vive su Europa y lo que vivió durante la existencia de la Unión Soviética, su orientación política de extrema izquierda. Estas dos consideraciones son importantes para comprender dos elementos que afloran luego de leído el libro que estamos analizando y que serian claves para entender el resultado de nuestra investigación y el por que la lectura del “Ensayo sobre la ceguera” nos lleva a reflexionar sobre lo que allí se relata, para ello vamos a comentar tres elementos claves dentro del texto donde observamos claras alusiones al ideario de Saramago.
Entre los muchos preceptos de la izquierda está la negación del hecho espiritual por aquello del materialismo histórico, y aquí nos encontramos con una de las tantas pistas pero que quizás sea la más precisa, la de un dios inexistente o ciego que desde los altares nos mira con ojos de vidrio que por artificiales no nos miran ni interviene ante tanto dolor y muerte dejando a sus hijos en la orfandad y para muestra me permitiré citar el pasaje completo donde aparece tal referencia. ,
Ya estoy bien, pero en aquel mismo instante pensó que se había vuelto loca, o que, desaparecido el vértigo, sufría ahora alucinaciones, no podía ser verdad aquello que los ojos le mostraban, aquel hombre clavado en la cruz con una venda blanca cubriéndole los ojos, y, al lado una mujer con el corazón traspasado por siete espadas y con los ojos también tapados por una venda blanca, y no eran sólo este hombre y esta mujer los que así estaban, todas las imágenes de la iglesia tenían los ojos vendados, las esculturas con un paño blanco atado alrededor de la cabeza, y los cuadros con una gruesa pincelada de pintura blanca, y más allá estaba una mujer enseñando a su hija a leer, y las dos tenían los ojos tapados, y un hombre con un libro abierto donde se sentaba un niño pequeño, y los dos tenían los ojos tapados, y un viejo de larga barba, con tres llaves en la mano, y tenía los ojos tapados, y otro hombre con el cuerpo acribillado de flechas, y tenía los ojos tapados, y una mujer con una lámpara encendida, y tenía los ojos tapados, y un hombre con heridas en las manos y en los pies y en el pecho, y tenía los ojos tapados, y otro hombre con un león, y los dos tenían los ojos tapados, y otro hombre con un cordero, y los dos tenían los ojos tapados, y otro hombre con un águila, y los dos tenían los ojos tapados, y otro hombre con una lanza dominando a un hombre caído, con cornamenta el caído y con pies de cabra, y los dos tenían los ojos tapados, y otro hombre con una balanza, y tenía los ojos tapados, y un viejo calvo sosteniendo un lirio blanco, y tenía los ojos tapados, y otro viejo apoyado en una espada desenvainada, y tenía los ojos tapados, y una mujer con una paloma, y tenían las dos los ojos tapados, y un hombre con dos cuervos, y los tres tenían los ojos tapados, sólo había una mujer que no tenía los ojos tapados porque los llevaba arrancados en una bandeja de plata. La mujer del médico le dijo al marido, No vas a creer lo que te digo, pero todas las imágenes de la iglesia tienen los ojos vendados, Qué extraño, por qué será, Cómo voy a saberlo yo, puede haber sido obra de algún desesperado de la fe cuando comprendió que iba a quedarse ciego como los otros, puede haber sido el propio sacerdote de aquí, tal vez haya pensado justamente que, dado que los ciegos no podrían ver a las imágenes, tampoco las imágenes tendrían que ver a los ciegos, Las imágenes no ven, Equivocación tuya, las imágenes ven con los ojos que las ven, sólo ahora la ceguera es para todos,


Quizás la cita parezca excesivamente larga para un modesto trabajo como este, pero en virtud de la fuerza que posee el pasaje, cualquier intento de mutilación haría perder el sentido de la cita, misma que completa la idea que tenemos alrededor de la intención del autor de mantener cualquier pretensión de nombre en el anonimato, en este pasaje nos topamos con el panteón católico que todos conocemos, se presiente de alguna manera a Sartre con aquella máxima de los existencialistas franceses de los años sesenta que el de alguna manera lideraba con esas imágenes de unos dioses ciegos que al parecer nos olvidaron hace tiempo ,y que el autor parece gritar desde sus líneas este sentir como algo propio no solo por la contundencia de las imágenes descritas sino por el detalle con que lo hace, todo lo anterior podria ser atribuido a algún eco del mayo francés y que Saramago de seguro conoció de primera mano ya que por su edad y por sus declaraciones publicas como creyente de la izquierda como salida valida para la humanidad podríamos dar por sentado que este pasaje no fue accidental y que de seguro estuvo rondando en la cabeza del autor hasta que este consiguió la oportunidad perfecta para decirle al mundo su idea sobre la religión.
Aunque tenemos una idea de quienes son los santos vendados con los que se encuentran nuestros personajes, sabemos que el hombre de la cruz es Cristo y que el de las llaves en la mano es San Pedro y así pare de contar con los santos y vírgenes descritos, pero lo que nos presenta el autor a ciencia cierta son las características físicas de estos y en ningún caso los nombres de ninguno de ellos como si junto con la epidemia no solo se haya ido el sentido de la visión de los seres humanos de ese mundo, también se fueron las identidades no solo de los seres humanos sino de todas las cosas, algo así como llevar a ese mundo hasta una infancia donde se necesita describir todo, pues nada ni nadie posee nombre propio. Lo que visto desde nuestra perspectiva de lector-espectador horroriza y nos hace recordar al ensayo sobre la ceguera como una suerte de fabula de horror sin los recursos habituales del genero, sin espantos ni situaciones sobrenaturales tan comunes en todos los relatos (recordemos a Poe) pero la sola idea de una ceguera sin explicación ni causa aparente, que además termina en epidemia global llena de espanto solo de imaginar un mundo sin dirección , donde todo aquello que conocemos desaparezca con las consecuencias trágicas a todo nivel que esto traería para todos .
Ya para ir dándole fin a nuestro análisis vamos a comentar algunas observaciones que surgen luego de la lectura del texto completo, mas allá de los tópicos que hemos tocado con anterioridad, hay algunas generalidades que son difíciles de enmarcar en algunas de las categorías contempladas en los párrafos superiores, todas estas generalidades no son mas que la suma de todos los elementos y que nos lleva a tener que por fuerza comentar. Comencemos entonces por comentar eso que nos deja la lectura y que viéndolo en perspectiva nos hace ver el relato mas como una fabula de horror construida desde la posibilidad de destruir las estructuras del mundo conocido por obra y gracia de una inexplicable epidemia que con la misma forma intempestiva que se presenta se va dejando a todos felices pero perplejos ante la posibilidad de tener que reconstruir todo desde las cenizas, con sus muertos, su dolor y el desorden en todos los niveles de un orden tan natural que todos daban por sentado que jamás se alteraría y por tanto nadie tomo previsiones al respecto, una suerte armagedon implosivo como alternativa de ese universo de temores apocalípticos que nos heredo la guerra fría.
Esta cualidad de fabula del anonimato donde nada tiene nombre y que nos deja una sensación amarga sobre las posibilidades de las causas de la ceguera, mas cuando respondiendo a la necesidad humana de buscarle explicación lógica a todo nos encontramos con que el único personaje que no pierde la visión es la esposa del doctor cuya principal característica es la ausencia de ambiciones mas allá del amar y ser amada por su esposo(recordemos que sin ser ciega se va voluntariamente al sitio de reclusión solo por estar con su esposo y de paso es la protectora y guía del grupo durante todo el viaje) y representa de alguna manera al arquetipo maternal por sus acciones durante el relato mientras que el resto de los personajes demuestra ser victimas de la sociedad de consumo y hasta el niño quien se supone refractario a todos estos males , en un pasaje de la historia se olvida de su ceguera solo por tener puestos los zapatos con los que siempre soñó, terrible analogía sobre una sociedad que abandona lo que realmente importa para ocuparse de cosas tan fatuas como la vestimenta lujosa.
Al final de la novela nos encontramos con que la epidemia desaparece justo cuando los personajes van encontrando la calma en la resignación y comienzan a pensar en un futuro sin vista, desapareciendo el apego a lo material por la costumbre de tener solo lo necesario para sobrevivir tal como si todo hubiese sido un castigo que se levanta cuando el castigado entiende las razones de este y hace las correcciones necesarias, todo esto nos recuerda mas una fabula de auto ayuda que a una novela llevándonos una vez mas a pensar con seriedad si son los editores que se burlan de nosotros afirmando que “El ensayo sobre la ceguera” es una novela o es el autor que con todo descaro se hace eco de esta burla como para completar si inconformidad con el mundo, cuando la verdad es que estamos ante la presencia de un ensayo cuyo fin es que el lector tome conciencia sobre la inutilidad de muchos de los vicios de la humanidad patentes desde la sociedad de consumo.

Mi mejor modelo

asi lo llama mi hija

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