Cuando
pasamos de los cuarenta años ciertamente ya no somos unos jovencitos, tampoco
ancianos venerables (cuando menos en este siglo XXI), en Venezuela en
particular llegar a los 40 es un logro en sí mismo gracias cuando nos asomamos
a las estadísticas de mortandad actuales, si por casualidad ha llegado a esa
edad (como yo) sin haber pasado por matrimonios, divorcio , condenas penales ni
grandes líos más allá de la supervivencia , sin mencionar claro ser padre de
una preciosa hija recién entrada en la adolescencia quien carga desde ya la
culpa de mi barba blanca y el aceleramiento de mi calvicie que en estos últimos
12 años ha sido invencible por lo que parezco una suerte de san Nicolás
tropical , solo que calvo, flaco de
barba blanca pero con bigote negro.
Eso
sin embargo no es el asunto del que vengo a hablar hoy, la verdad es que con
esto del éxodo masivo he visto como muchos conocidos han empezado a hurgar en
su genealogía para revivir abuelos extranjeros que les permitan resucitar
herencias pérdidas o en todo caso reclamar el derecho a portar un pasaporte
menos ominoso que el venezolano por aquello de la fama que nos han creado
muchos compatriotas de mala entraña que andan haciendo sus maldades fronteras
afuera. Cuando comenzaba a hablar de mi edad, mi hija y mi muy gran habilidad
para huirle al matrimonio, también quise hablar un poco de las relaciones que he
tenido con unas cuantas damas (las señoritas fueron hace demasiado tiempo para
nombrarlas) , la verdad todas fueron bellas pues tengo la costumbre de que si
una mujer no me parece bella entonces no tiene sentido alguno tener nada con
alguien que no me atraiga físicamente, si además son inteligentes me parecen irresistibles, por supuesto uno no solo está con la mujer, también lo hace con
su familia, así he podido admirar de cerca una significativa cantidad de gente
aunque en realidad me agradan muy pocos se hace el esfuerzo por aquello del
amor.
Entre
la gente que menos me agradaba son aquellos que habiendo nacido acá, con
esposas e hijos criollos exhiben un desdén muy incómodo sobre este país, los
peores son esos que siendo nietos de europeos (o bisnietos) se creen de aquel
continente y hasta se dicen portugués/venezolano, Colombo/Venezolano o
cualquiera de esas combinaciones como si esas cosas los hicieran mejores
personas o les diese un plus en eso de la inteligencia.
En
el caso de los emigrantes viejos que se desviven en sus nostalgias, se les
respeta pues cuando se hace vieja la gente ya su tierra le va haciendo más
falta imagino que por aquello de la cercanía de la muerte que en tierra
extranjera debe ser más terrible pero a los nietos o bisnietos cuyos recuerdos
si acaso son de algún viaje o de los cuentos de los abuelos no me trago su
necedad intro-xenofóbica que denota más ignorancia que otra cosa.
En
este país todos tenemos un musiu ahorcado en nuestra genética, unos más otros
menos pero al final de seguro si hurgásemos en nuestro árbol genealógico habrán
españoles, portugueses, alemanes, franceses, senegaleses, caribes, iraquíes,
sunníes y hasta aztecas , al final nadie sabe por lo que
cualquier pretensión de superioridad racial se cae por tonta en esta tierra
caliente donde la belleza de nuestras mujeres es así gracias a la impudicia de
nuestros abuelos cuyos remilgos raciales al parecer solo estaban recluidos
entre las grandes fortunas y aun así nadie sabe cuántos herederos famosos con
fortunas de siglos pasados que se creen la gran cosa , en verdad no son más que
el producto del despecho de una muy hermosa señora cuyo forzudo chofer consoló luego
de descubrir las seis queridas que mantenía su esposo, que sabe cuánto pescador
de la costa central es en verdad el heredero de algún reino africano cuyos
tatarabuelos fueron traídos como esclavos en el siglo XVII, la única verdad es
que nadie sabe nada.
Todo
esto viene a cuento realmente pues creo que debemos tener nuestro gentilicio
venezolano más allá de cualquier otra consideración, en verdad como me gustaría
que tuviésemos un grito nacional como el mexicano, aquel “viva México cabrones”
al que todos responden a coro, desde el catire hasta el indio, donde el país es
más importante que los regionalismos (esos se ven luego) . ojalá en esta
diáspora podamos comenzar a ver en las capitales de cada país algun “club
Venezolano” con criterio de exclusión como lo han hecho por años los
portugueses, españoles, chinos y otras nacionalidades , que son una especie de
centros snob del tercer mundo donde se pasean los gentilicios sin mezclarse
mucho con los nacionales de aquel país, aunque pudiesen tener la excusa de ser
un espacio para las nostalgias también fungen de vitrinas para las vanidades
más mediocres, aquellas de mucho ruido y poca inteligencia.
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José
Ramón Briceño Diwan
@jbdiwancomeback
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