Es
lunes, inicio de la semana laboral donde se supone que todos arrancamos con
buen pie o por lo menos eso queremos pensar, sin embargo al leer las venturas y
desventuras de amigos, conocidos y hasta desconocidos vía redes sociales o
prensa digital, la verdad se me aflojan las ganas hasta de ser pesimista. Las razones
para mi descontento no son secretas, obviamente no soy el único con angustias
en estos días, sin embargo hay un momento en el día en el que me permito ser
absolutamente egoísta y dejan de importarme los problemas de los demás,
ciertamente suena feo pero si uno no se preocupa seriamente de los problemas
propios para intentar encontrar la manera de resolverlos nadie lo hará, sobre
todo en este momento histórico donde todos están más preocupados por su
supervivencia que por alguna otra cosa.
Leía
un post de una amiga que vive en otro país, muy lejos de este trópico, que
había tenido lo que ella percibía como un espantosos percance, en su trabajo le
prohibieron por 2 horas permanecer en un sitio done había wifi gratis, eso a
ella le pareció una cosa espantosa y hasta reclamos hubo, al final le pereció
de lo mejor pues conoció gente agradable y olvidó por dos horas su dependencia
del móvil. Justo debajo de ese post, otro amigo de estos lados reporta como si
de un noticiero se tratase, sus desventuras hoy lunes al frente de las grandes
farmacias donde ha iniciado peregrinación para buscar algunas cosas para su
casa, desde pastillas anticonceptivas para su esposa hasta pañales para su
hija, lo peor es que anda desde muy temprano y no ha encontrado nada pero en un
sitio donde habían pastillas anticonceptivas no pudo comprar pues le hace falta
la receta médica, algo nuevo realmente, yo sin ser mujer como tipo responsable
he terminado comprando esas pastillas para algunas (muy pocas realmente)
relaciones largas que he tenido en mi vida y jamás me han pedido más que el
nombre del producto.
Por
otras redes sociales, una amiga me comenta que la secuestraron y que está viva
de casualidad, le robaron el teléfono junto a la poca tranquilidad que le
quedaba. Más abajo veo una foto donde una señora señala con su bastón una
pancarta donde exhorta a los inmigrantes ilegales a irse del país de una manera
francamente ofensiva, en ese momento pienso en lo absurdo de un venezolano
haciendo tales observaciones xenófobas, cuando en realidad acá todos tenemos un
“musiú” ahorcado en el genoma, cuando menos yo soy así, mis abuelos árabes,
bisabuelos vascos, Gochos, una bisabuela de Ocumare del Tuy , soy tan criollo
como el llanero que vive frente a mi casa y los sábados saca el cuatro para
cantar sus joropos que suenan a sabana, así la cantidad de historias sobre nuestro
complicado mapa genético es larga ya que acá nadie se resiste a una catira, las
catiras les gustan sus negros, los abuelos no eran muy exquisitos que digamos y
la verdad acá nadie se aguanta nada, el racismo es una postura boba de unos
pocos, para que una manga de ignorantes ahora les dé por impulsar el odio al
país vecino solamente porque sus jefes así se los ordenan, ya quisiera yo que
caracas tuviese la mitad de lo cosmopolita de Bogotá.
Como
si todo lo anterior fuese poco, la política comunicacional de los organismos de
seguridad da pena, los únicos allanamientos e incautaciones se hacen a los
comerciantes, me parecería muy graciosa la cosa de no ser un indicio de otras
situaciones tan graves, unos fulanos armados hasta los dientes, con estampa de
feroces soldados custodian veinte bultos de harina pan junto a otros tantos de
café y azúcar, presentando la ocasión como el acto de valor más sorprendente
del mundo, allanaron una farmacia, la bodega de fulano, el abasto de mengano y
decomisaron COMIDA, la cosa más horrorosa del mundo. Nunca más hemos vuelo a
saber de alijos de drogas, de criminales apresados, al parecer ya no pasa nada
si no los decomisos de comida o las justificaciones estúpidas de los jerarcas.
Este
lunes amanece azul, pero las noticias lo enturbian, la despensa lo certifica y
mi cuenta bancaria lo oscurece un poco más, preguntarnos hasta donde llegará
esto no tiene sentido, mejor preguntémonos hasta cuando aguantaremos, cuando
aprenderemos a organizarnos como sociedad para comenzar a hacer verdadera
oposición, en que momento tendremos el valor de exigirle a las autoridades que
trabajen en función del avance de todos y no de esos pocos que se enriquecen
mientras otros (nosotros) languidecen en la pobreza, la historia tiene millones
de ejemplos, la salida no está fácil pero todo camino inicia con unos pasos,
hasta que no comencemos a caminar en esa dirección seguiremos sintiéndonos como
gusano en baile de gallinas, asustados y aprehensivos, miremos a Cuba pues nos
parecemos cada día más, la libreta de racionamiento no está lejos y las puertas
del aeropuerto solo se abren para unos pocos.
José
Ramón Briceño, 2015
@jbdiwancomeback
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