miércoles, mayo 27, 2015

Ficción cruel

Estuve (otra vez) retirado de las redes por unos días, debo confesar que me sentí algo menos estresado. En estos días en que no tengo acceso a internet me doy cuenta a cabalidad cuan desinformados vivimos, cuan poco sabemos de lo que sucede en otras partes del país y de cuanto ha sido el avance de la censura previa en TODOS los medios de comunicación venezolanos, si a eso le sumamos que no tengo televisión por cable, se imaginarán cual es el nivel de “tranquilidad” que posee el ciudadano promedio.

Mario Vargas Llosa, hace años escribió una tesis doctoral que se llamó “Historia de un deicidio” allí hizo algunos aportes sustanciales para entender cómo se come eso de la ficción, allí habla de tres cosas importantes de las que debo hablar para intentar comprender la percepción tanto del habitante promedio, la del creyente y la del extranjero, todos sujetos al bombardeo propagandístico del régimen. Don Mario habla en su tesis de una “realidad real” que se corresponde a la parte de la ficción que responde a las leyes de la física, el tiempo y el espacio, es decir, el personaje vive, muere, camina, le da hambre, se enamora, se despecha y hasta va al baño, la otra categoría es la de la ficción pura o “realidad ficticia” donde está enmarcado todo el andamiaje de posibilidades que a un autor se le puedan ocurrir y que por estar en el campo de la ficción son “reales” o posibles solo en ese espacio, a esta categoría también podríamos añadirle una más, la “realidad hiperterrita” donde se combinan las otras dos categorías pero nadie se sorprende, todo es de lo más normal del mundo para los personajes de esa ficción.

En Venezuela, a pesar de que todos creemos vivir en una realidad absoluta pues tenemos cedula, pasaporte,  nos da hambre, envejecemos, nos enfermamos, nos molestamos, nos enamoramos, desenamoramos, extrañamos y toda la gama de verbos posibles tras de los que podemos escudarnos para poder asegurar que aún estamos vivos. Sin embargo toda esta presunción se desbarata cuando leemos lo que se publica en los diarios, lo que sale en los noticieros, lo que dicen las “autoridades” y la contrastamos con lo que vemos a diario.

Los fanáticos oficialistas, esos que viven de cola en cola imagino que viven en alguna de las categorías de la ficción que el Nobel de literatura se inventó hace más de 40 años, pues de otra es imposible saber cuál es la razón para que sean tan felices haciendo buchitos con la miseria nacional, así mismo el gobierno o sus representantes (que vienen a ser lo mismo) cuando declaran las barbaridades que dicen, cuando jamás ellos son los responsables, que todo es un invento de la CIA o de quien sabe quiénes pero que, además, no contentos con mentir descaradamente en torno a todo lo de importancia nacional, se dicen demócratas pero amordazan a todos y si no bailas al son que ellos toquen pues toca decidor entre cárcel o alguna cosa tan mala (puede pensarse que hasta la muerte es preferible a terminar en esos guetos infernales).

Por ultimo están todos aquellos que viven en una “realidad hiperterrita” donde a pesar de todo lo que pasa se niegan a hacer propuestas, solo gritan su descontento pero nada en firme proponen, entre esta categoría de ciudadanos hay quienes ignoran todo y hasta les importa poco lo que sucede, son capaces hasta de salir a defender lo indefendible para seguir comiendo de sus miserias mientras el mundo se desmorona.

Los que nos va peor somos aquellos que vivimos en una “realidad real” donde sufrimos en carne propia los embates de la mala economía, que tememos hasta de la sombra del mediodía, de los otros pasajeros del autobús, que nos peleamos hasta con el jefe por lo que creemos justo y que la situación nos ha costado hasta la salud mental pues entre la miseria y el conocimiento más o menos sensato de que ni emigrar podemos, cada día suma desencantos difíciles de manejar, muchos han colapsado, los de más suerte han logrado medicarse y andan por ahí felices pero en una realidad alterna, ficticia gracias a la química legal, los menos se han entregado a otras sustancias no tan legales pero que igual anestesian el pensamiento, imagino de paso que debe haber un repunte en los casos de alcoholismo pues cada quien busca como aminorar sus angustias para sobrevivir más o menos entero a este caos.
Este país está tan loco que hasta un análisis cuyo origen y uso corresponde solo a las categorías de la crítica literaria se pueden aplicar con cierto éxito, la diferencia es que con los libros, simplemente se cierran cuando se terminan o no son del gusto del lector, el país no se puede cerrar ni reescribir por mucha imaginación que se tenga.
José Ramón Briceño, 2015

@jbdiwancomeback


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