Tengo
una chorrera de años, todos viviendo en este país, con algunos baches de
aventuras por ahí, pero esas temporadas la verdad no importan mucho, en todos
mis años de vida la verdad jamás he oído que todo está bien, nunca el
venezolano promedio se siente a gusto con la situación, da la sensación de que
aparte del béisbol, el alcohol y algunas otras manías nacionales, el otro “deporte”
es el de la quejadera. Tampoco es que la cosa la hemos tenido fácil, la
inflación ha sido la piedra de tranca en este terruño desde que tengo memoria,
sobre todo después de aquel viernes negro, en los años 80’s cuando el bolívar perdió por primera vez y en
horas más del 100% de su valor frente al dólar.
Aun
me acuerdo de las caras de consternación de tíos y familiares, mi papá casi que
le da un infarto y la historia volvió a comenzar, esa de sueños casi imposibles,
eran los años en que la gente se creía millonaria y el ta´barato, dame dos,
estaba en su apogeo, algo similar a salir al extranjero y comprar con cupo
CADIVI, la verdad a uno lo ven raro cuando paga hasta mil dólares con una sonrisa,
lo que no saben los amigos de otras latitudes es que si bien es cierto mil dólares
son un montón de plata, acá representan más de un año de trabajo, que a dólar oficial
es una cosa así como un fin de semana en choroní en una modesta posada, con la
familia aguantada para que no se vuelva locos comprando suvenires.
En
función de esa queja eterna, los políticos ponen su granito de arena, si son
opositores ponen en evidencia a un gobierno que se niega a aceptar que lo hace
mal y que con tanta practica la vaina cada día les sale peor, de paso los muy cínicos
se ríen de sus gracias. Las críticas han pasado de lo serio a lo banal, tanto
que hasta se confunden, vale morderse el codo de la bronca cuando los fulanos,
desde sus palestras pagadas con plata venezolana , viajan en primera clase,
usan Rolex, Cartier, Dolce y Gabanna , trajes ingleses, compras en Miami, en
ese punto son hasta graciosos, se las dan de ricachones pero compran en
Walmart, tal como acá, usan unas camionetotas de precio hasta difícil de
pronunciar por la gran cantidad de ceros que lleva ese número pero tienen una
biblioteca llena de libros regalados que jamás han abierto tan siquiera, se la
pasan de hotel en hotel, de lujo claro, pero califican en público el turismo de
acá como de primera, hablan de evolución y educación pero ni de vaina le dan
presupuesto a los museos , además las bibliotecas públicas dan lástima.
Entre
las criticas sin sentido están esas de que fulano es gay, sutana lesbiana,
casquivana o amante de tal o cual, como si eso fuese determinante en el futuro
del país. Critican no sin cierta envidia que mengano o perencejo hace sus
compras tercermundistas en el walmart de Miami, pero esa es su plata no la de
uno (en teoría al menos).
La
crítica ha de ser seria, señores de la MUD o cualquier opositor, déjense de
payasadas de ataques personales, hagamos un glosario de críticas serias,
escribamos los defectos de esta administración, si yo sé que son bastantes,
pero toca hacerlo, el país no solo se construye con rumores o chismes, ha de
ser construido en base al imperio de las leyes y a la crítica seria, de esa que
llaman constructiva, propongamos soluciones no mostremos solo cosas banales.
Por
ejemplo, la economía no sirve, con esta locura de pecios justos han cerrado
muchos negocios, entonces creo que toca entrevistar y difundir lo que opinan
esos empleados que se han quedado sin empleo. Dicen por ahí que no hay
medicinas, entonces no solo cifras, mostremos a los pacientes que están en
riesgo por la estupidez gubernamental, los anaqueles vacíos, las colas kilométricas,
las morgues a reventar, los hospitales
en ruinas, las bibliotecas deprimentes, las calles que parecen sobrevivientes
del bombardeo, en fin, cosas de fácil comprobación, que eso no lo va a publicar
ningún periódico pues ellos están atados de manos ante un estado censor que les
va a cerrar la rotativa a la menor señal de salirse de la línea oficial del
maquillaje miss Venezuela, a un país donde de tanto quejarse ya está
acostumbrado a mal vivir.
José
Ramón Briceño, 2013
@jbdiwancomeback